Por ejemplo, la tecnología de refinamiento y forjamiento en la dinastía Qin (221 – 206 a.C) llegó a un grado increíble. En la zona de la tumba del emperador Qin Shi Huang (259 – 210 a.C) se encontró una reacción anormal de mercurio. En el libro antiguo ‘Registros Históricos’ escrito por Si Maqian (145 o 135 – 87 a.C aprox.), que abarca temas de cultura, guerra, literatura, historia, etc. durante tres mil años – desde principios de la era del Emperador Amarillo (Huang Di) hasta el emperador Han Wu Di, de la dinastía Han – , dice que la tumba de Qin Shi Huang flota sobre un río de mercurio. La tecnología para lograr eso está fuera del alcance de la ciencia moderna.
En los tiempos modernos, científicos que están desarrollando la ‘computación cuántica’ descubrieron que el concepto relativamente novedoso de ‘computación paralela’ se halla inserto en el milenario juego chino del Go; mientras que el ajedrez no lo contiene.
De hecho, la piedra fundamental de los ordenadores actuales se apoya sobre una de las mayores fuentes milenarias de sabiduría que ha heredado el hombre actual, pero que aún no puede explicar: el I-Ching. En efecto, Gottfried Leibniz se inspiró en el I-Ching en el siglo XVII cuando elaboró el sistema binario, eje del sistema de procesamiento de datos de las computadoras actuales. El mismo Leibniz fue uno de los primeros intelectuales europeos en reconocer y promover la importancia del pensamiento de los antiguos sabios chinos.
Desde ese tiempo, el I-Ching se ha difundido en Occidente y ha influido en el pensamiento filosófico y la perspectiva del mundo. En el periodo de reforma de Meiji en Japón (1868-1912), el I-Ching se utilizó para administrar el país, y Japón se erigió como un país rico y fuerte.
Al mismo tiempo, eruditos del I-Ching consideran que éste explica el origen de toda la vida sobre la Tierra. Muchos se sorprenden al ver las notables coincidencias entre los 64 hexagramas del ordenamiento conocido como «orden natural» del I-Ching y el código genético.
Este y tantos otros enigmas generados por hallazgos arqueológicos han propiciado múltiples reflexiones entre los científicos en cuanto a que «antiguo» no necesariamente equivale a «atrasado». ¿Cómo lograron los chinos antiguos elaborar pensamientos, lógicas y artefactos tan complejos que hasta hoy no pueden realizarse ni explicarse?
Algunos antropólogos plantean que civilizaciones antiguas desaparecidas se desarrollaron por caminos científicos y tecnológicos totalmente diferentes al nuestro. Cuando tales civilizaciones desaparecieron, lo que quedó de ellas fueron solo unos pocos fragmentos con los que la gente venidera solo pudo fantasear. Muchos científicos racionales de hoy también están reconociendo gradualmente que la antigua civilización china avanzó por un camino científico diferente, del cual la ciencia contemporánea sólo ha tomado algo de su cáscara.
Mientras que gran parte del desarrollo científico actual se ve orientado por el desarrollo económico, la política y el deseo de dinero, fama y poder, el desarrollo científico de la antigua China se orientó siempre hacia el conocimiento de la vida, el universo y el ser humano, generando un paradigma diferente, pero no más atrasado. Varios aspectos de dicho camino aparecen como sobrenaturales o divinos, y resulta difícil comprenderlos con las nociones actuales. Sin embargo, la cultura de la antigua China se está haciendo cada vez más popular en estos días, y es cada vez más objeto de estudio. La civilización antigua y su sabiduría están atrayendo más y más seguidores que buscan reencaminar sus perspectivas y profundizar sus compresiones sobre aquellos tres ejes de conocimiento.
Plancha de la dinastía Han, siglo II
La plancha moderna fue inventada por el estadounidense Henry W Seely a fines del siglo XIX; historiadores estiman que han existido versiones muy rudimentarias en Occidente desde el siglo IV o V. Sin embargo, como mínimo trescientos o cuatrocientos años antes, en la dinastía Han, ya existían planchas de diseños elaborados. En la época de Han y Wei (206 a.C. – 283 d. C.), las planchas se forjaban con bronce y frecuentemente tenían grabada la frase: «La plancha endereza la ropa».
Tenía la forma de una sartén con mango, con grabados decorativos. Antes de planchar la ropa, se colocaba carbón caliente adentro hasta que el fondo se calentase. El uso de las planchas quedó registrado en las obras de arte antiguas, que las muestran como un utensilio común en las familias.
La técnica de perforación súper fina
En los restos de un hombre neolítico de hace 5300 años hallados en el pueblo Linjia Tan de la provincia Anhui, arqueólogos encontraron una tanda de objetos de jade. Una pequeña figura humana de jade de 7,7 cm de altura, 2,1 cm de ancho de hombros y 0,8 cm de espesor, tiene seis brazaletes en cada brazo y un cinturón grabado con tres cintas oblicuas. Lo más curioso es un túnel milimétrico ubicado en la espalda, que fue hecho en siete pasos con un método muy científico: primero, se hicieron dos agujeros de apenas 0,07 milímetros en dos lados para fijar la posición; después, se perforó conectando los agujeros. Este método es el que se usa hoy en día en la construcción de túneles. Ahora se sabe que dicho conocimiento ya se aplicaba hace más de cinco mil años, ¡pero con tecnología milimétrica!
Bajo el microscopio, se puede ver claramente que en el túnel todavía está la mecha de jade utilizada. Después de utilizar técnicas de medición, se descubrió que esta mecha tiene un diámetro de apenas 0,05 milímetros. Esto es lógico, teniendo en cuenta que el sistema entero de perforación con agua y arena debería formar un agujero de 0,07 milímetros de diámetro. Nadie puede creer que hace 5.300 años el hombre pudo perforar agujeros tan pequeños en un objeto de jade.
Los objetos de jade tienen una dureza de hasta 7 grados (el grado máximo estandarizado es 8). El agujero se ve liso, así que habría requerido algún tipo de perforador de alta velocidad que funcionase con drenaje continuo de arena y agua que se usaba para pulir el jade y para forjarle formas. Las herramientas utilizadas debieron estar muy afiladas, y tendrían que haberse utilizado algunas de alta velocidad, tales como los tornos de hoy; no existe otra explicación actualmente de cómo podrían haber logrado tal resultado.
En la misma tanda, también había una bocina del tamaño de una uña: altura de 1,3 cm, diámetro de boca de 1,7 cm y grosor de la boca, 0,09 cm. La base tiene 0,9 cm, y su grosor es de 0,1 cm. En el centro de la base hay un agujero cuyas paredes revelan rastros de cortes y molidos. Las paredes del cilindro son finas como papel, y la bocina estaba envuelta en algodón. Nadie se atreve a pesarla por miedo de romperla.
Espadas milenarias: trabajo en metal que aún asombra al mundo
Hace muchos años, durante la excavación de tumbas antiguas de la época de Primavera y Otoño, un equipo de arqueólogos encontró una espada con el grabado: «Espada personal del Rey Yue». Lo que asombró a los científicos es que la espada no se oxidó después de más de 2000 años enterrada y sigue siendo muy filosa. Con más investigaciones, se descubrió que la espada fue enchapada con una capa de un metal que contiene cromo. El cromo es un metal escaso que resiste la corrosión. Las rocas que contienen cromo son escasas, y no es fácil extraerlo y refinarlo. El cromo tiene gran resistencia a la temperatura; su punto de fusión es a los 1.907 grados centígrados.
Este descubrimiento evidencia que el método de refinamiento de metal ya era bastante avanzado y muy común en esa época.
En 1994, durante la exploración de las fosas de los guerreros de terracota – figuras de tamaño real enterradas cerca del autoproclamdo Primer Emperador de China, Qin Shi Huang, de la dinastía Qin (221 – 206 a.C.) – , se
descubrió en la fosa nº2 otra tanda de espadas de bronce, de 86 cm de largo. Después de haber dormido bajo la tierra por más de 2200 años, al ser sacadas nuevamente a la luz, las espadas aún brillaban como nuevas. Y estaban muy afiladas: en un experimento, se atravesaron dieciocho capas de papel con ellas.
Más tarde se descubrió que la superficie de las espadas estaba bañada con una capa de compuestos de cromato de 10 micrones de espesor. El hallazgo conmovió al mundo de la arqueología, porque la técnica contemporánea de aplicar cromo como antioxidante recién se descubrió en 1937 por los alemanes, y en 1955 en Estados Unidos. En realidad, el pueblo antiguo que vivía en la región que hoy se conoce como China ya manejaba esta técnica hace 2000 años.
Aleación con memoria de forma, en la dinastía Qin
Las espadas de la dinastía Qin aún guardan otro milagro técnico: durante una limpieza en la cueva nº 11 de la fosa nº1 de los guerreros de terracota, los arqueólogos descubrieron unas espadas de ‘aleación con memoria de forma’. Una espada se encontraba doblada más 45 grados por la presión de un guerrero de terracota de 50 kilos. Para el asombro, cuando se movió la figura, esta espada fina y estrecha, en un instante, volvió automáticamente a su forma derecha. Lo que sueñan los científicos de hoy en cuanto al desarrollo de las aleaciones con memoria de forma se ve en la fosa de los guerreros de terracota de más de 2000 años.