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Cada vez más contra las cuerdas, al cuestionado gobernador del violento estado de Veracruz, Javier Duarte, se le empieza a acabar el tiempo.
Investigado por enriquecimiento ilícito, peculado e incumplimiento del deber legal, pidió este miércoles licencia al Congreso estatal para dejar su cargo 48 días antes de finalizar su mandato.
«Veracruz no necesita un gobernador de medio tiempo, necesita un gobernador de tiempo completo», afirmó. «Ya es el momento de poder atender, dar la cara, enfrentar las denuncias y no puedo si sigo estando gobernando por un lado y por otro atendiendo estas circunstancias».
Para el funcionario de 43 años, del oficialista Partido de la Revolución Institucional (PRI), las acusaciones que pesan en su contra son «denuncias sin fundamento», «calumnias» e «infamias».
Duarte dijo tener la «conciencia tranquila» y que no tiene nada que ocultar, y señaló que no ha tocado «un solo peso» del erario.
Al gobernador, quien asumió su cargo en 2010 y debía dejarlo el 30 de noviembre, se lo señala de llevar al estado petrolero, en la costa del Golfo de México, a una situación financiera delicada.
Es investigado por la secretaría de Hacienda por realizar contratos por 3.300 millones de pesos (unos US$175 millones) con decenas de empresas fantasma.
El Servicio de Administración Tributaria (SAT) anunció la semana pasada que presentaría una denuncia ante la Procuraduría (fiscalía) General de la República (PGR) contra los funcionarios de la administración de Duarte luego de confirmar la inexistencia de empresas que realizaron contratos con el gobierno estatal.
Crisis de inseguridad
Bajo su mandato, la violencia ligada al narcotráfico, debido a la lucha por el control territorial entre los cárteles de Los Zetas y Jalisco Nueva Generación, creció a nivel históricos en la entidad y se convirtió en el estado donde más aumentaron los asesinatos en el último año. Alcanzó en julio un máximo histórico con 132 casos, la cifra más alta en casi dos décadas.
Apenas en los últimos días se localizaron los cadáveres de seis hombres dentro de un vehículo y el de tres jóvenes universitarios, caso que generó protestas por la inseguridad en el estado.
Al menos 19 periodistas fallecieron durante su gobierno. El caso más notorio fue el de Raúl Espinosa, que abandonó el estado y se fue a vivir a Ciudad de México y fue asesinado allí en julio del año pasado.
Duarte fue criticado en su momento por lanzarles una advertencia a los reporteros y decir que se portaran bien. “Vamos a sacudir el árbol y se van a caer muchas manzanas podridas”, señaló un mes antes de la muerte de Espinosa.
A fines del mes pasado el PRI le empezó a soltar la mano y le suspendió sus derechos partidarios, un paso previo a la expulsión del partido, que en junio perdió las elecciones en el estado por primera vez.