Por Sputnik
El misterioso resplandor verde de los gusanos que habitan el fondo del Atlántico en las cercanías de las Bermudas resultó ser el producto de un conjunto único de genes que no tiene análogos en los genomas de todas las demás criaturas de la Tierra, según la publicación en la revista PLoS One.
“Cada verano y otoño, en la tercera noche después de la luna llena, exactamente 22 minutos después del atardecer, las hembras de estos gusanos comienzan a brillar y realizan una danza compleja que atrae la atención de los machos. Se podría pensar que tienen un reloj que les ayuda a no perderse su actuación”, dice Mercer Brugler, el autor principal de la nueva investigación, a la revista Cosmos.
Muchos animales nocturnos y marinos, por ejemplo, luciérnagas, medusas y muchos otros habitantes invertebrados de las profundidades, así como hongos, pueden brillar de color verde, azul o rojo, produciendo haces de partículas de luz durante reacciones químicas complejas.El equipo de Brugler encontró un gen específico, estudiando la estructura del ADN y el ARN de los habitantes extremadamente inusuales del fondo del Atlántico, los gusanos de las Bermudas (Odontosyllis enopla).
Su resplandor verdiazul fue uno de los principales misterios del triángulo de las Bermudas durante casi cinco siglos. Según las crónicas españolas, el primero en verlo fue Cristóbal Colón y su equipo, navegando hacia las costas del Nuevo Mundo en el lejano 1492. Notaron las luces misteriosas, similares a la llama vibrante de una vela, que ‘danzaban’ en el fondo del océano.
Los científicos han estado interesados durante mucho tiempo en los genes responsables de este resplandor, pero su estudio se complicó por la inaccesibilidad de estos gusanos y el hecho de que solo brillaban durante las “noches de boda” y durante un tiempo muy corto.
Los investigadores intentaron resolver este problema yendo a una expedición a las Bermudas, donde recolectaron varias hembras maduras en el momento de la puesta de huevos. Los genetistas extrajeron muestras de células y analizaron qué genes eran más activos en ellos en el momento en que los gusanos comenzaban su ‘danza’.
Resultó que Odontosyllis enopla era similar en este aspecto a las luciérnagas y muchos otros animales luminosos que usaban la enzima luciferasa para producir luz. Esta sustancia interactúa con otro compuesto orgánico, luciferina, oxidándolo y produciendo haces de fotones.
Cabe destacar que la luciferasa de gusanos de las Bermudas tiene una estructura única, que no tiene análogos en las células de ningún otro ser vivo con capacidad de luminiscencia. Esto, según los científicos, amplía significativamente el arsenal de los biólogos. Ahora tienen la oportunidad de crear una clase completa de nuevos marcadores luminosos con los que podrán etiquetar diferentes genes y proteínas en las células de humanos y animales de laboratorio.