La importancia para crear una buena huella en nuestro recuerdo es hacernos sentir y emocionarnos. Que los hechos y las experiencias signifiquen algo para nosotros es la mejor señal de que quedarán grabados en nuestra memoria por mucho que pasen los años.
Necesitamos que aprender no sea un mero almacenamiento de la información, ya que corremos el riesgo de que se pierda la pista y no se recuerde después. Lo importante es que cada uno haga de esa información algo suyo, que lo haga propio y así será como mejor pueda acceder a ella después.
El reto estará en crear un buen puente entre lo que conocemos y lo que sentimos, y en hacer llegar lo que queremos que recuerden a lo más profundo de cada uno. Los estudios de neurociencia sobre áreas cerebrales y las funciones que desempeñan afirman que “solo puede ser verdaderamente aprendido aquello que dice algo, aquello que llama la atención o nos hace emocionarnos, lo que es diferente y nos saca de la monotonía”.
“Saber no es ni la mitad de importante que sentir. Si los datos objetivos son las semillas que más tarde producirán conocimientos y saber, las emociones y las impresiones, en cambio, son el suelo fértil en los que crecen las semillas”.
-Rachel Carson-
Aprender siendo protagonistas
Hoy en día la educación se desarrolla y gracias a los numerosos estudios sobre esto se van incorporando innovaciones y nuevas formas de enseñar. Cada vez se busca más el dinamismo, el movimiento, el aprendizaje en la naturaleza, el contacto social para desarrollarse en las aulas y el aprendizaje con nuevos métodos como la música, el mindfulness etc.
Aprender se convierte en un paso importante para crecer, no solo en el ámbito educativo sino también para convertirnos en personas y en humanos. Necesitamos conectar nuestras emociones y descubrir que el mundo de fuera no es algo que existe objetivamente, sino que existe porque yo le doy sentido.
El aprendizaje vivo, que consigue despertar interés y encender curiosidades, aquel que hace que dediquemos tiempo, que busquemos respuestas, que necesitemos crear nuevas soluciones, que proponga retos, que constituya un estímulo para que nos superemos, éste es el aprendizaje que realmente puede dar significado al tiempo que invertimos en adquirir ese conocimiento. Solo así daremos forma a la huella, siendo protagonistas del proceso.
“Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo”.
-Benjamin Franklin-
¿Solo aprendemos en la escuela?
Cuando damos importancia al sentir, hacemos que el aprendizaje no se quede solo en las aulas y se expanda a todos los ámbitos de vida de quien aprende. No aprenden solo los niños, cada uno de nosotros también necesitamos adaptar nuestras experiencias para grabarlas y poder tomar nota de ellas.
Se aprende cada día, se aprende cada minuto, se aprende en cada experiencia. Todo lo que nos rodea nos aporta algo, si sabemos captar la esencia y hacerlo nuestro, será nuestra mejor herramienta para lograr crear algo significativo de ello en nosotros. El saber es importante, pero debe ir unido al sentir, no somos un cerebro o un corazón, somos el producto de su fusión; los dos necesitan del otro y se apoyan para dar sentido a nuestra vida.
El estudio realizado en 2010 por la Universidad de Massachussetts mostró que los alumnos cuando eran tratados como meros receptores pasivos no integraban la información de la misma forma que cuando lograban emocionarse. Tenemos un reto para lograr que se aprenda, tenemos que transmitir la información de forma que captemos la atención del otro. Tenemos un reto cuando enseñamos: se trata de conseguir que, aprendiendo, los demás se emocionen.
https://lamenteesmaravillosa.com/necesitamos-sentir-para-poder-aprender/
Por eso la tan cacareada inteligencia artificial nunca llegará a asemejarse a un ser humano. No parece probable que un montón de cables y transistores pueda llegar a emocionarse viendo amanecer.