«La supremacía cuántica es la idea de que un ordenador cuántico haga algo que sea imposible para un ordenador convencional del tipo práctico», explica Carlos Sabín, investigador en el Instituto de Física Fundamental del CSIC. Es decir, lo que Google ha conseguido con su procesador cuántico es resolver en tres minutos y medio lo que los equipos clásicos tardarían diez mil años. Sin embargo, Sabín advierte: «El tipo de cálculo que ha realizado Google no tiene ninguna aplicación salvo la de demostrar la supremacía cuántica. Esto quiere decir que se ha hecho ‘ex profeso’ para este propósito». Aún así no le quiere quitar mérito al gigante de Mountain View. «Llevamos años intentando hacer lo mismo y hay avances muy notables que son impresionantes».
La diferencia entre una computadora cuántica y una convencional es su «lenguaje»: mientras que los ordenadores convencionales entienden la información en instrucciones binarias de 1 y 0, las partículas cuánticas pueden tener los dos estados al mismo tiempo -como el famoso gato de Schrodinger, vivo y muerto a la vez dentro de una caja-. Es decir, una sola señal puede ser 1 y 0 al mismo tiempo, lo que supone que el potencial de albergar datos de cada bit cuántico -llamado cúbit- se amplía exponencialmente. Y esto no es una invención tecnológica del hombre, sino una ley que rige la naturaleza a escalas espaciales pequeñas, en los sistemas atómicos y subatómicos. «Es una tecnología que tiene capacidad para hacer muchas cosas, pero aún no sabemos con certeza mucho», afirma Sabín.
Los autores de la investigación en la revista «Nature» aseguran que esta revolución computacional llevará a la humanidad hacia nuevos materiales que permitan la fabricación de «baterías livianas para automóviles y aviones, nuevos catalizadores que puedan producir fertilizantes de manera más eficiente -un proceso que hoy produce más del 2% de las emisiones de carbono del mundo- y medicamentos más efectivos». Sin embargo, aún queda un largo camino: «Lograr las capacidades computacionales necesarias aún requerirá años de arduo trabajo científico y de ingeniería. Pero ahora vemos un camino claro, y estamos ansiosos por seguir adelante», continúan.
«Ahora mismo es pura especulación, porque se abre la puerta a un potencial casi infinito. Sin embargo, eso no va a pasar mañana», apunta por su parte el investigador del CSIC.
En la era del Big Data, los algoritmos y la inteligencia artificial, con millones y millones de datos circulando cada segundo, la tecnología cuántica es indispensable y supone un salto cualitativo y cuantitativo para la ciencia y, también, para el ámbito empresarial. No en vano, han sido las tecnológicas quienes han impulsado su desarrollo.