De todos los pensamientos que son formados en la mente, el primero es el pensamiento «yo». La mente se forma primero a sí misma como el pensamiento «yo», y solo entonces forma otros pensamientos. Sin un «yo» para pensarlos o conocerlos, no podría ser formado ningún otro pensamiento.
Todos los otros pensamientos que son formados en la mente, están viniendo y yéndose, surgiendo y después sumergiéndose constantemente, pero el pensamiento «yo» persiste mientras persiste la mente misma. Así pues, el pensamiento «yo» es la raíz de todos los otros pensamientos, y es el único pensamiento esencial sin el cual no habría ninguna cosa tal como la «mente» ni ninguna acción tal como «pensar».
Por lo tanto, la mente consta de dos aspectos distintos, a saber, el sujeto que conoce, que es nuestro pensamiento raíz «yo», y los objetos conocidos, que son todos los otros pensamientos que son formados y experimentados por este «yo». Sin embargo, aunque consta de estos dos aspectos o elementos distintos, el único elemento fundamental y esencial de la mente es solo nuestro pensamiento causal «yo».
Por consiguiente, aunque usamos el término «mente» como un término colectivo para el pensador y sus pensamientos, la mente es en esencia solo el pensador, el pensamiento básico «yo» que piensa todos los otros pensamientos. Esta verdad simple pero importante es expresada sucintamente por Sri Ramana en el verso 18 de Upadesa Undiyar:
[Nuestra] mente es solo [una multitud de] pensamientos. De todos [los incontables pensamientos que son formados en la mente], solo el pensamiento «yo» es la raíz [base, fundamento u origen]. [Por lo tanto] lo que es llamado «mente» es [en esencia solo este pensamiento raíz] «yo».
Lo mismo que en un análisis puede resolverse que la mente es así en esencia solo este pensamiento fundamental «yo», así también en un análisis más estrecho puede resolverse a su vez que este pensamiento fundamental «yo» es en esencia solo consciencia. Debido a que conoce otros pensamientos, este pensamiento «yo» es una forma de consciencia, pero debido a que surge o está formado solo por la sensación «yo soy tal y tal persona», y debido a que se sumerge y pierde su forma separada en el sueño profundo, cuando deja de sentir así, este pensamiento «yo» no es nuestra forma de consciencia permanente y real, nuestra pura consciencia «yo soy». Debido a que solo puede surgir identificando un cuerpo físico como «yo», como hace tanto en la vigilia como en el sueño con sueños, este pensamiento «yo» es una forma de consciencia mezclada y contaminada, una consciencia que se confunde a sí misma con un cuerpo, sintiendo erróneamente «yo soy este cuerpo, una persona individual llamada fulano».
Lo que entendemos cuando decimos «yo soy tal y tal persona», es que somos una consciencia individual que se identifica con un adjunto ―un cuerpo particular. Esta identificación de la consciencia con un cuerpo particular, es lo que nos define como una persona o individuo. La individualidad o existencia separada y distinta, no es así nada más que esta consciencia limitada por el adjunto que siente «yo soy este cuerpo».
Al tomarse erróneamente a sí misma por un cuerpo particular, esta consciencia se confina dentro de los límites de ese cuerpo, y se siente separada de todos los objetos y gentes que percibe fuera de ese cuerpo. Esta consciencia individual «yo soy este cuerpo» aparentemente separada, es lo que llamamos por diversos nombres tales como la mente, el ego, la psique o el alma, y es el primer pensamiento que da surgimiento a otros pensamientos y que los experimenta.
En la terminología religiosa, la consciencia individual limitada «yo soy este cuerpo», es lo que se llama «alma», mientras que la consciencia fundamental ilimitada «yo soy», es lo que se llama «espíritu», el «corazón», o el «núcleo del alma». La creencia popular de que nuestro sí mismo total es un compuesto de estos tres elementos, a saber, cuerpo, alma y espíritu, está enraizada en nuestra identificación errónea con un cuerpo particular. Aunque nos conocemos como uno, debido a nuestra identificación errónea con un cuerpo, nos imaginamos falsamente que somos estas tres cosas diferentes. Esta noción nuestra es lógicamente absurda, porque debido a que somos uno, ¿cómo pueden tres cosas completamente diferentes ser nosotros?
Cada día en el sueño profundo tanto el cuerpo como el alma (la mente o consciencia individual) desaparecen, y sin embargo continuamos existiendo, y sabemos que existimos. Por lo tanto, puesto que permanecemos en el sueño profundo sin cuerpo ni alma, ninguno de estos dos elementos puede ser el sí mismo real. En verdad, por lo tanto, estos tres elementos constituyen solo el sí mismo individual falso, que es una mera ilusión, y no el sí mismo real. El sí mismo real, nuestro sí mismo total y completo, no consta de tres elementos, sino que es solo un elemento, el elemento fundamental y esencial que llamamos «espíritu», que es la única consciencia no-dual de ser ―la autoconsciencia verdadera «yo soy».
Debido a que este espíritu no-dual es enteramente distinto del cuerpo y alma individual, no está limitado de ninguna manera, ni está dividido. Por lo tanto, el espíritu que existe como el corazón o núcleo de cada alma individual, es esencialmente la misma consciencia de ser única, indivisa, no-dual e infinita. Lo que cada uno de nosotros experimenta como la consciencia de ser esencial, «yo soy», es la misma consciencia no-dual real que existe en todo otro ser vivo.
Debido a que la mente o alma es una forma de consciencia que se ha limitado a sí misma dentro de los confines de un cuerpo particular, y debido a que ve muchos otros cuerpos, cada uno de los cuales parece tener una consciencia suya propia, en la perspectiva de la mente, parece haber muchas otras mentes o almas. Sin embargo, debido a que la consciencia fundamental «yo soy», que es experimentada por cada uno de nosotros como el núcleo esencial de nuestro ser, existe siempre tal como es, sin limitarse a sí misma de ninguna manera identificándose con un adjunto, hay en realidad solo una consciencia «yo soy», aunque debido a la consciencia individualizada y distorsionada, pensamos que el «yo soy» en cada persona es diferente al de todas las demás.
La mente o «yo» individual separado que vemos en cada persona es solo un reflejo diferente del único «yo» original que existe en la más íntima profundidad de cada uno de nosotros, lo mismo que la luz brillante que vemos en cada fragmento de un espejo roto que yace en el suelo es solo un reflejo diferente del único sol que brilla resplandeciente en el cielo. Por lo tanto, aunque se forma solo al imaginarse ser un cuerpo particular, la mente de cada uno de nosotros contiene no obstante dentro de sí misma la luz de la consciencia no-dual original «yo soy». Lo mismo que cada sol reflejado que yace en el suelo no podría formarse sin tomar tanto la luz del sol como la forma limitada de un fragmento de espejo, así también sin tomar la luz de la consciencia de su fuente original, «yo soy», y sin tomar al mismo tiempo todas las limitaciones de un cuerpo físico, la mente ―nuestro pensamiento raíz «yo»― no podría formarse o surgir a la existencia.
Así pues, la mente es una mezcla compuesta de dos elementos contrarios y discordantes, el elemento esencial de consciencia y el elemento sobreimpuesto de limitaciones físicas.
Es decir, la mente o ego es una entidad espuria, un impostor que se presenta a la vez como consciencia y como un cuerpo compuesto de materia inconsciente. Parece venir a la existencia y durar solo tomando un cuerpo imaginario como sí mismo, y se alimenta y florece prestando atención constantemente a pensamientos u objetos imaginarios. Sin embargo, si lo escudriñamos estrechamente, desaparece, al no tener forma o existencia real suya propia.
Como Sri Ramana dice en los versos 17 y 20 de Upadesa Undiyar:
Cuando [nosotros] escudriñamos la forma de [nuestra] mente sin olvido [interrupción causada por el sueño profundo o por pensar otros pensamientos], [descubrimos que] no hay ninguna cosa tal como la «mente» [separada de o distinta de la consciencia fundamental «yo soy»]. Para todos, ésta es la vía directa [el medio directo para experimentar el auto-conocimiento verdadero].
En el lugar [el estado de auto-conocimiento claro] donde «yo» [la mente o consciencia individual espuria] se sumerge [al escudriñar así su propia forma], el uno [ser-consciencia real] aparece espontáneamente como «yo [soy] yo». Eso mismo es el todo [la realidad ilimitada e indivisa].
Es decir, cuando la mente o pensamiento raíz «yo» ―esta consciencia mezclada y limitada que siente «yo soy este cuerpo»― vuelve su atención hacia dentro para escudriñarse a sí misma, pierde su adherencia a su cuerpo imaginario y a todos sus otros pensamientos, y puesto que no tiene ninguna forma separada suya propia, se sumerge y desaparece. Lo que queda entonces y es conocido en la ausencia de esta consciencia espuria y limitada «yo soy este cuerpo», es nuestra única consciencia no-dual, real e ilimitada «yo soy», que se experimenta a sí misma no como «yo soy esto» o como «yo soy eso», sino solo como «yo soy yo».
Mientras la consciencia limitada por los adjuntos, que siente «yo soy esto» o «yo soy eso», es una forma de consciencia dual, la consciencia libre de adjuntos, que siente solo «yo soy yo», es el todo no-dual, ininterrumpido e infinito. Puesto que es infinita, nada puede ser verdaderamente separado o ser otro que ella. Todo lo que parece ser separado es meramente una apariencia falsa ―una aparición o ilusión, una ficción de nuestra imaginación. Por consiguiente, la consciencia verdadera libre de adjuntos y por lo tanto no-dual «yo soy yo», es la única realidad verdaderamente existente ―la una y sola realidad absoluta.
Sri Ramana también expresa la misma verdad en el verso 2 de Anma-Viddai:
Puesto que el pensamiento «este cuerpo compuesto de carne es yo», es el único hilo al que [todos nuestros] diversos pensamientos están atados, si [nosotros] vamos dentro [de nosotros escudriñando] «¿Quién soy yo? ¿cuál es el lugar [la fuente de la que surge este pensamiento fundamental “soy este cuerpo”]?», [todos] los pensamientos desaparecen, y dentro de la caverna [el núcleo de nuestro ser] el autoconocimiento brilla espontáneamente como «yo [soy] yo». Solo esto es silencio [el estado silente o inmóvil de mero ser], el único espacio [de infinita consciencia no-dual], la única morada de felicidad [ilimitada verdadera].
El cuerpo y este mundo son ambos meros pensamientos que formamos en la mente por nuestro poder de imaginación, y como todos los pensamientos, incluyendo nuestro pensamiento fundamental «yo soy este cuerpo», los imaginamos debido a la oscuridad de nuestra auto-ignorancia. Por lo tanto, cuando destruyamos esta oscuridad de autoignorancia experimentando la claridad absoluta del auto-conocimiento no-dual verdadero, nuestro cuerpo, este mundo y todos nuestros otros pensamientos serán destruidos de una manera tal que nunca reaparecerán ni siquiera en el más mínimo grado.
Este estado de aniquilación absoluta de la mente y toda su progenie ―todos nuestros pensamientos, incluyendo nuestro cuerpo, este universo entero y todo otro mundo que imaginemos― es el estado que Sri Ramana describe cuando dice, «poy mai ar ninaivu anuvum uyyadu odukkidave», que significa, «cuando el pensamiento, que está [compuesto de] oscuridad irreal, es disuelto [o destruido] sin revivir ni siquiera un ápice». Lo mismo que cuando el sol surge, la oscuridad de la noche es disuelta por su luz brillante, así también cuando el sol del auto-conocimiento verdadero amanezca en la mente, que está formada por la oscuridad irreal de la auto-ignorancia, será disuelta por la luz verdadera de la auto-consciencia absolutamente clara.
Aunque Sri Ramana dice en este verso, «cuando el pensamiento es destruido», él no especifica explícitamente de qué manera exacta podemos llevar a cabo esta destrucción de la mente. Por esto es por lo que en el siguiente verso de Anma-Viddai, que discutimos arriba, él explica primero que todos nuestros pensamientos dependen de nuestro pensamiento o imaginación básico de que un cuerpo es «yo», y entonces él dice que si penetramos en nosotros escudriñándonos agudamente para conocer «¿Quién soy yo?» o «¿cuál es la fuente en la que se origina este pensamiento de que un cuerpo es mí mismo?», todos nuestros pensamientos desaparecerán.
Es decir, puesto que la causa y fundamento de todos nuestros pensamientos es nuestra imaginación básica de que un cuerpo es nosotros, solo podemos destruir todos nuestros pensamientos destruyendo esta imaginación básica, y puesto que esta imaginación básica es una ilusión ―un conocimiento erróneo sobre lo que somos― solo podemos destruirla escudriñándola agudamente para descubrir la realidad que la subyace. No podemos matar una serpiente imaginaria golpeándola con un palo, sino solo escudriñándola cuidadosamente para descubrir la realidad que la subyace. De la misma manera, no podemos destruir nuestro sentimiento imaginario de que somos un cuerpo por ningún otro medio que el auto-escrutinio o auto-atención agudo.
Cuando miremos cuidadosamente a una serpiente que imaginamos ver yaciendo en el suelo bajo la débil luz de la noche, descubriremos que no es realmente una serpiente sino solo una cuerda. Similarmente, cuando escudriñemos cuidadosamente la consciencia básica «yo soy», que experimentamos ahora como la mente, la consciencia limitada que se imagina ser un cuerpo, descubriremos que no somos realmente esta mente o cuerpo finito, sino solo la infinita consciencia no-dual de nuestro ser.
Cuando nos experimentemos así como no otro que la auto-consciencia absolutamente no-dual «yo soy», nuestra imaginación primaria de que un cuerpo es nosotros será destruida, y junto con ella todos nuestros otros pensamientos serán destruidos, puesto que son meramente sombras que solo pueden ser formadas bajo la luz oscura y por lo tanto limitada de la auto-ignorancia. Es decir, aunque permitamos que nuestra ilimitada claridad natural de auto-consciencia no-dual sea oscurecida por una auto-ignorancia imaginaria, nunca dejaremos enteramente de ser conscientes de nosotros, y, por consiguiente, bajo la débil luz de la auto-consciencia distorsionada, que experimentamos como la mente, el juego de sombras de nuestros pensamientos parece tener lugar. Sin embargo, puesto que este juego de sombras es irreal, solo puede acontecer bajo la débil luz de nuestra auto-ignorancia imaginaria, y, por consiguiente, desaparecerá bajo la clara luz del auto-conocimiento verdadero, en el que nos experimentamos como la consciencia de ser infinita que siempre somos realmente.
Así pues, en este segundo verso de Anma Viddai Sri Ramana nos enseña la verdad de que cuando volvamos la atención adentro, hacia el núcleo de nuestro ser, para conocer la naturaleza verdadera de nuestro «yo» real, que es la fuente de la que surge nuestro espurio sentido individual de «yo», descubriremos que no somos este cuerpo compuesto de carne, sino solo el espacio infinito de ser-consciencia no-dual, que es la morada silente y apacible de la felicidad perfecta. Puesto que todos nuestros pensamientos dependen para su existencia aparente de la mente, que no es nada sino la consciencia espuria que imagina «yo soy este cuerpo compuesto de carne», todos ellos desaparecerán para siempre cuando descubramos así que no somos este cuerpo, sino solo el espíritu infinito no-dual ―el único sí mismo o atman real, que es la única realidad absoluta.
Este espíritu no-dual infinito es la consciencia libre de adjuntos y por lo tanto inadulterada de nuestro ser verdadero, que en verdad experimentamos eternamente como «yo soy», «yo soy yo», «yo no soy nada sino yo», «yo solo soy lo que soy», o para citar las palabras de Dios en Éxodo 3.14, «YO SOY EL QUE SOY».