¿Se supone que el budismo debe ser apolítico?

«Al invitar a las comunidades budistas a resistir a la nueva administración presidencial, el sacerdote del Centro Zen de San Francisco, Jiryu Rutschman-Byler, argumenta que la idea de «budismo apolítico» desde el principio es falsa, basándose en cuatro conceptos erróneos.»
“¡El budismo es apolítico!¡El budismo tiene que permanecer apolítico!”
He estado escuchando esto mucho últimamente. Es una idea muy tentadora y detrás de ella hay algunas buenas intenciones.
Pero no es verdadera y no es útil. Y, ciertamente, no es oportuna.

En primer lugar, decir que el budismo debe ser apolítico es sólo como decir: «Prefiero no usar el lente de la política para ver cómo funciona el budismo en el mundo». No cambia el hecho de que el budismo tenga gente en él, haciendo cosas y afectándose mutuamente. Donde quiera que haya budismo, tendrá una cultura, un sabor y un impacto social. Y eso es cierto para cualquier proyecto humano. Creer que algo es «apolítico» es como creer que la «secularidad» o la «ciencia» no son sistemas de creencias. La secularidad es sólo otro sistema de creencias y «apolítico» es sólo otra forma de política. Nos guste o no, donde haya gente, hay política.
«Mis amigos que abogan por un budismo apolítico preguntan con gran sinceridad: «¿Por qué tienes que tomar partido? ¡Eso es alienar a la gente! ¿Por qué no sólo amar y aceptar a todos por igual?”
Específicamente aquí y ahora, en los Estados Unidos dos semanas después de la posesión de Donald Trump, la política de ser «apolítico» es muy clara. Expresar el valor de la «apolítica» equivale a una política activa de complacencia y complicidad. ¿Quién se beneficia de lo “apolítico»? Un amigo hace poco compartió unas palabras de Desmond Tutu:
“Si eres neutral en situaciones de injusticia, has escogido el bando del opresor. Si un elefante aplasta con su pie la cola de un ratón y dices que eres neutral, el ratón no apreciará tu neutralidad”.
Mis amigos que abogan por un budismo apolítico preguntan con gran sinceridad: «¿Por qué tienes que tomar partido? ¡Eso es alienar a la gente! ¿Por qué no sólo amar y aceptar a todos por igual?”
Chilla, chilla, chilla la voz del ratón. Crujen, crujen, crujen sus delgados huesos.
Hasta ahora me he encontrado con cuatro versiones del «budismo es apolítico», pero considero que todas están basadas en malentendidos.
1. La enseñanza del vacío es apolítica
La enseñanza del vacío está en el corazón del budismo (del Mahayana, al menos). Se enseña de diferentes maneras, pero equivale a la apreciación de que ninguna idea, ningún pensamiento, ningún punto de vista tiene realmente contacto con la realidad. Ni siquiera la idea de «realidad». Ni siquiera los puntos de vista más básicos como «hay» o «no hay». Ninguno de estos conceptos llega a estar cerca de capturar la verdad de la existencia.
Es fácil ver cómo uno se puede identificar con esta enseñanza de que el budismo es apolítico. Si el budismo dice que incluso un pensamiento tan inconcebiblemente sutil como «hay un mundo» carece de sentido, cuánto más de un pensamiento tan complejo y crítico como «¡la intervención rusa en el sistema electoral de Estados Unidos es inaceptable y necesitamos un presidente que no sea manipulado por Putin! «
Naturalmente, toda política no es más que pensamiento falso y opiniones, y como budistas necesitamos dejar que todo se vaya. Mejor no tener opiniones en absoluto.
Pero como nuestro mencionado ratón podría querer señalar, hay un par de problemas aquí.
El primero es un problema clásico, diagnosticado en las enseñanzas mismas. Ideas como «dejar que todo se vaya» o «mejor no tener opiniones en absoluto» son, al final de cuentas, sólo otro sabor de lo mismo. «Nada es verdad» no es menos una idea que la de «Bernie realmente apuntó hacia el camino correcto que debería seguir el país». Es más de lo mismo. Aferrarse a la idea del vacío — que «ninguna opinión» lo hace bien y «una opinión» siempre se equivoca — no es sólo un malentendido, sino una especie de enfermedad budista. Como dijo el antiguo maestro Chan Yunmen, mejor tener una montaña entera de opiniones sobre que «las cosas existen» que sólo una partícula de la opinión de que «las cosas no existen».
Que es mejor cometer el error de que «las cosas existen» que cometer el error de que «las cosas no existen», nos lleva al segundo problema con la idea de que el vacío implica apolítica.
El budismo tiene dos lados. Podríamos llamarlos Lo Último y Lo Relativo, o Sabiduría y Compasión, o Vacuidad y Preceptos. Junto al inaccesible ir más allá de la enseñanza del vacío, hay siempre en el budismo auténtico la apreciación del mundo convencional, del mundo cotidiano que experimentamos como personas, objetos y lugares. Este mundo ilusorio cotidiano no tiene menos valor que ese mundo «verdadero». (De hecho, tiene exactamente el mismo valor, porque es exactamente el mismo mundo.) Y aunque al final del día no haya duda de que todo el espectáculo es ilusión, nuestra responsabilidad como budistas es vivir armoniosamente en esa ilusión. El camino del Bodhisattva es observar los preceptos éticos y manifestar compasión en este mundo vacío.
«Cuando alguien está atacando a nuestros amigos, o a nuestras relaciones, o a nuestra tierra, o a nosotros mismos, debemos decirle que se detenga. Incluso si eso significa que tenemos que soltar nuestras ideas sobre el «vacío» y descender en el fango de la «política».
El vacío es sólo un ala. Sin la otra ala — la compasión o los preceptos — el pájaro simplemente no vuela, muere retorciéndose sobre el suelo. Con ambas alas emprende el vuelo, como en el viejo cuento de los Jataka, cargando agua en su pico para arrojar sobre un fuego en el bosque.
Por lo tanto, cuando alguien está atacando a nuestros amigos, o a nuestras relaciones, o a nuestra tierra, o a nosotros mismos, debemos decirles que se detengan. Incluso si eso significa que tenemos que soltar nuestras ideas sobre el «vacío» y descender en el fango de la «política».
2. Si las instituciones budistas toman una posición política alienarán a la gente.
La premisa del Mahayana, o «Vehículo Universal» del budismo es que todos los seres están incluidos; ninguno se queda por fuera.
Parte del problema de tener una opinión es que a menudo nos lleva a excluir a aquellos que tienen opiniones diferentes. (Esto es una de las razones por la que a los budistas se les dice que no las tengan, como se acaba de discutir.) Cuando las instituciones budistas, los templos o centros expresan alguna postura política, todas las personas que ven el mundo de otra manera quedan marginadas o abiertamente excluidas de las prácticas de transformación y salvación del Dharma. En caso de que un centro budista afirmara, por ejemplo, «Nos oponemos y estamos dispuestos a resistir la visión racista y ecocida de Trump», las personas que apoyan a Trump, se sentirán personas no gratas y, por lo tanto, perderían su acceso al Dharma. Por otra parte, el propio centro sufriría, como si careciera de diversidad intelectual o política y hubiera engendrado una cultura insular y auto-complaciente.
(Una subcategoría de esta posición es: «Está bien tomar una postura sobre los asuntos sociales, pero no se puede mencionar a los políticos». En esta opinión, es la diferencia entre decir, «estamos a favor de puentes, no de muros» o decir «a diferencia de Trump, estamos a favor de puentes, no de muros»; es la diferencia entre excluir a la gente o no.)
Esta justificación de por qué el budismo debe ser apolítico es engañosa, especialmente aquí y ahora, porque se basa en una hermosa (y sonoramente dhármica) idea de «incluir a todos», pero desdibuja por completo nuestra realidad política y social.
La realidad política y social es que Donald Trump ha señalado a todo tipo de personas — inmigrantes y refugiados, musulmanes, mujeres, personas LGBTQ, etc. — y ha alimentado, avivado y deleitado a un núcleo basal de nacionalistas blancos. Los apolíticos quieren que la actitud declarada de nuestros templos y congregaciones sea «Aquí, no hacemos política, simplemente nos sentamos, estudiamos y cantamos».
¿Realmente necesito explicar por qué esto es un problema? ¿Cómo esta tan confortable «no posición» es en realidad una posición, una que se aleja del infierno de un montón de gente? (Si necesita un señalador, piense de nuevo en el ratón: «¡Oh, no nos importa si eres un elefante o un ratón! No nos metemos con esas cosas «.)
Para ponerlo en términos Zen, no puedes soltar el Koan. (¡Y no deberías intentarlo! Tienes que quedarte justo en el medio del problema, justo donde duele, te consume y es totalmente imposible. Esa es la única manera de avanzar.) Los antiguos dicen, «Treinta golpes de cualquier manera,» y, «El habla y el silencio ambos fallan por igual». No te sueltas del anzuelo con sólo sostenerlo con la lengua.
Traducción: Sanriki Jaramillo
https://montanadesilencio.org/se-supone-que-el-budismo-debe-ser-apolitico/

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