En el mundo occidental es común la tendencia de reemplazar ideas viejas con ideas nuevas. De hecho, con cierto ánimo filosófico podríamos decir que este rasgo es fundamental en el modo de ser de Occidente.
Quizá el ámbito donde esto puede notarse con mayor evidencia es en el «progreso» tecnológico y económico, el cual, en su marcha incesante, se ha caracterizado por dejar atrás el entendimiento de los ciclos naturales (e incluso por rechazarlos del todo y subvertirlos).
La cultura china, en cambio, mantiene su sabiduría ancestral y sigue celebrando los eventos de cambio que ocurren cada cierto tiempo en la naturaleza. Teniendo como pretexto la entrada al otoño, vale la pena repasar lo que esta estación significa en dicha tradición.
En la cosmogonía china la temporada de otoño está asociada con el color blanco, el sonido de llanto, las emociones tanto de valentía como de tristeza, el órgano del pulmón, el elemento metal y el tigre blanco. El otoño también está conectado con la dirección oeste, considerada la dirección de los sueños y las visiones.
La relación con las emociones de valentía y tristeza hace sentido, por supuesto, porque en otoño todo está muriendo. La luz está muriendo debido a la inclinación del planeta sobre su eje; los días son más cortos; las plantas y árboles agotan su ciclo de crecimiento. El coraje y la melancolía, entonces, son parte de la naturaleza. Esto es lo que la filosofía china intenta transmitir: la tristeza es parte del otoño como el cambio de luz es parte del otoño.
Así que celebrar la estación como lo hacen los chinos tiene un propósito congruente. Para hacerlo debes pararte viendo hacia el oeste. Sólo mantenerte así por algunos segundos, sintiendo la “oestidad” del otoño. Considerar tus sueños y tus visiones, y el camino hacia el vas a dirigirte durante la temporada.
Encender velas blancas en contra de la creciente oscuridad de la temporada o colocar flores blancas en casa son algunas prácticas con que la cultura china da la bienvenida al otoño. En otro sentido, este es el momento para permitirse llorar por las cosas que se han perdido a lo largo del año. El llanto es el sonido de la temporada. Sólo así es posibkle encontrar el coraje para enfrentar lo que viene.
En suma, no hay más que encontrar la congruencia de los cambios exteriores con los interiores Una pertinencia con lo que sucede en la naturaleza, que necesariamente nos sucede a nosotros, ya no estamos separados de ella sino que somos ella.
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