Las llamadas moléculas de la felicidad son nuestras mejores aliadas para el bienestar y la salud mental. Comprender este universo de hormonas, como la dopamina o la serotonina, nos ayudará también a conocernos un poco mejor…
Las hormonas de la felicidad son el motor de nuestra superación cotidiana. Son el impulso que nos invita a relacionarnos, a disfrutar de la compañía de quienes nos rodean. Favorecen el que podamos seguir aprendiendo cosas y deleitarnos de cada descubrimiento. Estas pequeñas moléculas son torrentes de bienestar que diluyen el dolor, que promueven la empatía y hasta la confianza.
Admitámoslo… ¿qué seríamos sin ellas? De algún modo, estos elementos biológicos nos permiten (y nos permitirán) diferenciarnos de las máquinas y de los robots del futuro regidos por la inteligencia artificial. Los seres vivos estamos guiados por estas moléculas multipropósito que cumplen un papel fundamental en aspectos como la nutrición, la reproducción e incluso la memoria emocional.
Bien es cierto que en ocasiones nos fallan. Es verdad que, a veces, pasamos por temporadas en las que el cerebro y otras áreas del organismo no las liberan en la misma cantidad y atravesamos por periodos de decaimiento, apatía y negatividad. Factores como nuestra salud o incluso nuestro enfoque psicológico pueden provocar ese déficit, esa carencia en su síntesis.
Profundizar un poco más en el singular universo químico de las hormonas nos ayudará a comprender mucho mejor nuestro comportamiento. Veámoslo.
Las hormonas de la felicidad: cuáles son, funciones y características
Experimentar sensaciones positivas es un pilar esencial en el comportamiento humano (y también en el animal). Con ellas, no solo se favorece el equilibrio psicológico, sino que además garantizamos nuestra supervivencia. Gracias a ellas encontramos la motivación para hacer cosas, alimentarnos, construir entornos más eficientes, relacionarnos, reproducirnos, cuidar de los demás, etc.
El bienestar también cumple, al fin y al cabo, una meta biológica. Y las mediadoras de estos procesos tan variados y complejos son las conocidas como hormonas de la felicidad. Gracias a ellas se orquesta desde la regulación del estado de ánimo, la sensación de placer hasta la vinculación e incluso el alivio del dolor. Analicémoslas una por una.
1. Las endorfinas: los mejores analgésicos de la naturaleza
La palabra endorfina proviene de la unión de dos términos: endógeno, que significa desde el interior del cuerpo, y morfina, que es un analgésico opiáceo. Su función, como ya podemos intuir, no es otra que aliviar el dolor, paliar el impacto del sufrimiento y regalarnos sensaciones de bienestar cuando llevamos a cabo conductas que el cerebro interpreta como adecuadas.
- Las endorfinas son un gran grupo de péptidos producidos por el sistema nervioso central y la glándula pituitaria.
- Están vinculadas a los circuitos naturales de recompensa. Significa que el cerebro las libera cuando llevamos a cabo tareas biológicamente significativas como comer, beber, hacer deporte, relacionarnos, tener relaciones sexuales, etc.
¿Podemos estimular su producción de manera natural?
Hay muchas maneras de estimular la producción de esta hormona. Tal y como hemos señalado, su producción depende de llevar a cabo actividades y tareas que el cerebro interpreta como positivas. Estas serían algunos ejemplos:
- Salir a caminar cada día.
- Escuchar música.
- Bailar
- Aprender cosas nuevas.
- Hablar y compartir instantes con amigos.
- Abrazar a quien amamos.
- Comer chocolate.
2. Serotonina, mediadora del bienestar
La serotonina es esa hormona que, además de producirse en el cerebro, abunda en el sistema digestivo. Se sintetiza a partir de la transformación del aminoácido triptófano y podemos decir que actúa como algo más que el clásico neurotransmisor de la felicidad.
- Además de favorecer el estado de ánimo o de impulsar el bienestar, cumple funciones esenciales como favorecer el apetito.
- Esta sustancia química es responsable también de estimular las partes del cerebro que controlan el sueño y la vigilia.
- Esta hormona que, actúa como neurotransmisor, es esencial para reducir los mecanismos de la ansiedad y la depresión.
- Estimula la libido y gracias a ella, disfrutamos también de las relaciones sexuales.
¿Podemos producir serotonina de manera natural?
Sabemos que entre las hormonas de la felicidad esta es la más conocida. Ahora bien ¿hay algún modo de producirla? Podemos mediar en su producción consumiendo alimentos ricos en triptófano. Este aminoácido esencial es el precursor de la serotonina y podemos encontrarlo en los siguientes alimentos:
- Chocolate negro.
- Avena.
- Semillas de girasol.
- Salmón.
- Huevos.
- Garbanzos.
Dopamina, impulsora de tu motivación
La dopamina tiene una función decisiva en tareas asociadas a la motivación y la recompensa. Esta molécula es decisiva en nuestro comportamiento, de forma que un déficit o bien una superproducción de este componente neuroquímico puede alterarnos de múltiples formas. Un ejemplo: una liberación excesiva se relaciona, por ejemplo, con la esquizofrenia.
Veamos más datos.
- Sus principales funciones son activar la sensación de placer anticipatorio. Es decir, sentirnos motivados hacia algo solo con pensar lo que puede ofrecernos ese objetivo.
- Induce nuestra toma de decisiones, favorece el aprendizaje, la memoria…
- Impulsa la curiosidad y la motivación intrínseca, así como la creatividad.
¿Podemos estimular su producción de manera natural?
Sabemos que cerca del 50 % de toda la dopamina total del organismo se produce en el intestino. Un modo de atender su correcta producción sería, por tanto, cuidando del microbioma intestinal.
Hormonas de la felicidad: la oxitocina
Una de las hormonas de la felicidad más conocida es la oxitocina. La asociamos casi siempre a dimensiones como el amor, el afecto, la sexualidad, la necesidad de cuidado y también con el comportamiento maternal. Sin embargo, tiene muchas más funciones, todas ellas relacionadas con el comportamiento social, tales como la empatía, la generosidad, el altruismo…
Esta hormona, tan decisiva en el ser humano, se produce en el hipotálamo y es secretada desde la hipófisis. Muchos la llaman la molécula de la humanidad y se alza como uno de los elementos biológicos más fascinantes.
¿Podemos estimular su producción de manera natural?
La oxitocina se libera a través de situaciones muy sencillas y cotidianas, tales como las caricias, los abrazos, la escucha a los demás, la meditación, hacer ejercicio, etc.
Las hormonas de la felicidad son sin duda una muestra más de la fascinante y perfecta armonía biológica que define a gran parte de los seres vivos. Comprender este pequeño universo nos permite tomar mayor conciencia de por qué somos como somos.
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