Una de las características que parecen distinguir al ser humano de otros animales es su capacidad de hacer cuentas numéricas complejas y desarrollar matemáticas. Aunque no hay duda de que esta es una de las características por las que destaca la especie humana, es posible que algunos de los supuestos sobre la capacidad de contar de otras especies estén equivocados. Quizá el Homo sapiens no sea tan «especial» en este sentido.
Una fascinante investigación a cargo del arqueólogo Francesco d’Errico, de la Universidad de Bordeaux, sugiere que los neandertales, nuestros primos prehistóricos, podrían haber desarrollado tempranamente el conocimiento de los números. D’Errico ha estudiado un fémur de hiena de sesenta mil años que tiene nueve incisiones con la forma de una línea (o un I), las cuales podrían haber sido labradas por un neandertal para registrar información numérica. Si D’Errico está en lo cierto, es probable que los neandertales hayan desarrollado un sistema de notación numérica.
El tema del origen de los números ha recibido mucha atención en los últimos años, pero sigue siendo un campo abierto en el que no hay información concluyente. Un artículo de la revista Nature provee un amplio panorama de la investigación actual en este campo, que recientemente ha recibido un millonario impulso como parte del proyecto QUANTA.
Desde la segunda mitad del siglo XX se sabe que muchos animales son capaces de reconocer cantidades. Algunos incluso pueden discriminar entre grandes cantidades (por ejemplo, diez objetos de veinte), mostrando capacidades similares a las de los bebés humanos. Existe también la teoría de que la sofisticación numérica de los seres humanos no es un proceso de selección natural sino evolución cultural, pues no ocurre en otros animales. Aunque se le ha enseñado a chimpancés a manejar símbolos abstractos para manejar cantidades, esto no sucede de manera natural y tiene límites obvios.
Sin embargo, algunos investigadores, como Anrdeas Nieder de la Universidad de Tübingen en Alemania, argumentan que hay similitudes neurológicas en cómo se procesan las cantidades en los cerebros humanos y de otros animales. Nieder cree que podría haber un prejuicio antropocéntrico y que posiblemente los animales tienen habilidades más complejas de las que les reconocemos.
La investigación de D’Errico juega un papel importante en el futuro entendimiento de las habilidades numéricas de los animales. D’Errico considera que las incisiones en el hueso de hiena debieron de haber sido hechas en una misma sesión y por un mismo individuo, con una intención que no parece ser decorativa. D’Errico opina que reflejan algo funcional y, por lo tanto, un posible registro numérico. Es decir, el neandertal podría haber estado contando, usando un sistema de notación.
Aunque su hipótesis es un poco controvertida, hay que recordar que en los últimos años se ha demostrado que los neandertales tenían una cultura bastante sofisticada y, entre otras cosas, eran capaces de crear obras de arte. Más aún: se han descubierto representaciones abstractas en objetos que podrían tener hasta cuatrocientos treinta mil años de antigüedad.
Una hipótesis avanzada por Karenleigh Overmann sugiere que diversas sociedades de cazadores-recolectores habrían desarrollado notaciones más complejas cuando se incrementó la acumulación de posesiones materiales. En ciertas tribus primitivas se ha observado una correlación entre el número de posesiones materiales y la sofisticación numérica.
Otra línea de investigación interesante es la lingüística. Se sabe, por ejemplo, que las palabras para números en lenguas indoeuropeas son casi siempre cognados. Por ejemplo, el sánscrito tri, inglés three, español «tres». Estos términos tienen una estabilidad que data de por lo menos hace diez mil años pero podría remontarse hasta hace cien mil años. De manera asombrosa, no es del todo inconcebible que un europeo moderno pudiera comunicarse con un europeo paleolítico, al menos en cuanto a las cantidades más básicas.
Pese a que existen divergencias y polémicas en este ámbito, es indudable que se vive un periodo de gran fertilidad y que (como suele ocurrir en la arqueología y en la antropología) la tendencia apunta a que los neandertales, y en general nuestros ancestros, eran mucho más complejos e inteligentes de lo que creíamos hasta hace poco.
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