Muchas veces, debido a la distancia biológica entre el humano y los invertebrados, es difícil saber de forma intuitiva si los insectos sienten dolor. Sin embargo, observar su comportamiento en situaciones extremas da pistas bastante esclarecedoras sobre lo que pueden estar padeciendo.
El dolor tiene una función adaptativa ligada directamente a la supervivencia. Por tanto, la lógica lleva a pensar que cualquier animal que luche por vivir siente un dolor que le empuja a querer evitarlo.
No obstante, a la hora de ponerlo en términos científicos, es necesario estudiar los sistemas nerviosos de los invertebrados. De otra forma no se podría extrapolar la sensación de dolor que nosotros sentimos a la percepción de los insectos.
¿Qué es el dolor?
El dolor es una respuesta fisiológica que experimentan todos los seres vivos que poseen sistema nervioso central. Esta respuesta tiene un correlato psicológico en el que el individuo trata de evitar la causa del dolor y tiene respuestas emocionales negativas, como miedo o angustia.
El funcionamiento del dolor, a grandes rasgos, consiste en un conjunto de mecanismos neurofisiológicos que comienzan en los nociceptores, pasan por el tálamo y el córtex y vuelven en forma de defensa como la huida o evitación.
¿Los insectos tienen sistema nervioso central?
Aunque no sea tan complejo como el de otros animales más grandes, los insectos sí tienen sistema nervioso central. Este está formado por el cerebro, un ganglio subesofágico y una cadena ventral de nervios que se ramifican para llegar al resto del cuerpo.
Sin embargo, el punto que mantiene la discusión sobre si los insectos sienten dolor se centra en los nociceptores. Estos receptores, responsables de enviar las señales nerviosas de lesión, no existen en la mayoría de insectos. Por eso, los científicos separan a nivel teórico la respuesta nerviosa de la propia experiencia sensorial del dolor.
¿Los insectos sienten dolor?
Por tanto, dados los descubrimientos actuales sobre su sistema nervioso, se hace imposible responder a la pregunta de si los insectos sienten dolor. En este campo, la ciencia, la filosofía y la experiencia individual se entremezclan para tratar de adelantar una respuesta.
Diferentes estudios señalan que aunque los insectos muestran reacciones ante estímulos dolorosos de forma similar a la que lo haría un mamífero, sus mecanismos neuronales mucho más simples. Es decir, que podrían ser capaces de reaccionar por mecanismos evolutivos, pero no tener una respuesta emocional.
La vertiente filosófica
Ante la incapacidad actual de la ciencia para responder con datos a esta cuestión, la filosofía se adentra en ella. La discusión general se basa en las observaciones del comportamiento de los insectos en momentos dolorosos y la comparación con el humano.
Sin embargo, el antropocentrismo tiene mucho poder en la cuestión. Aunque algunos insectos sean capaces de automutilarse o incluso comerse partes de su cuerpo, no se puede deducir que su experiencia del dolor sea inexistente, pues obviamente no percibirán el mundo igual que un humano.
El valor evolutivo del dolor
Puesto que no se puede entrar en la mente de un insecto, otra vía para tratar de deducir si existe una respuesta emocional al dolor en ellos es tratar de averiguar si evolutivamente tendría sentido para ellos. Un sistema nervioso complejo es caro de mantener a nivel energético, por lo que tendría que producir beneficios más grandes que su coste.
En humanos, este coste se ve compensado, pues la respuesta emocional al dolor tiene otras muchas funcionalidades, tales como la prevención o la empatía. En insectos no se han observado estos extras, así que añadir angustia, miedo o tristeza al dolor físico parece innecesario, dado que igualmente evitan el estímulo que les lesiona.
Dolor y maltrato
El hecho de que no esté claro si los insectos sienten dolor o no aparece en conversaciones acerca del respeto a los no humanos. Desde la filosofía se argumenta que una moral consistente y basada en el respeto no debería tener en cuenta si el insecto que se ha aplastado bajo la suela del zapato ha sufrido, sino que matar seres inocentes está mal.
Los invertebrados merecen respeto como el resto de seres sintientes de este planeta. Aun en el caso de que se demostrase que el dolor no juega ningún papel en su supervivencia, eso nunca justificaría el hecho de quitarles la vida por pura diversión, por ejemplo.
Por eso, demostrar que existen semejanzas entre la sensibilidad humana y la animal es solo el camino para despertar la empatía. Una vez iniciado el camino de la compasión y la convivencia, el título de este artículo queda relegado a la mera curiosidad.
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