“¿Qué estás pensando ahora mismo?”. No es una pregunta sencilla de responder, porque el cerebro y todo lo que acontece en su interior es como una pequeña fábrica en la que se llevan a cabo múltiples procesos a la vez. Asimismo, el ruido cerebral lo hace todo aún más impredecible y caótico como consecuencia de unas curiosas y llamativas fluctuaciones en la actividad eléctrica.
Las neuronas parlotean entre ellas de manera constante y a veces hasta se gritan y se susurran. Cuando los neurocientíficos registran la actividad cerebral, se encuentran con estos curiosos fenómenos. Son alteraciones en los campos eléctricos, subidas y bajadas inesperadas en la actividad interna que demuestran que el cerebro es un órgano realmente ruidoso.
Obviamente, nosotros no escuchamos esa cacofonía o perturbación como tal, porque esa hiperactividad interna facilita que cada tarea se lleve a cabo de manera efectiva. Ahora bien, el mayor problema son estados como el estrés o la ansiedad; experiencias en las que el ruido cerebral se intensifica para alterar muchas de nuestras competencias cognitivas.
El cerebro nunca está inactivo. Es más, a veces, aún teniendo los ojos cerrados se aprecia un gran “ruido” en las áreas visuales debido a la intensa actividad eléctrica existente en esa zona a pesar de no estar usándola.
¿Qué es el ruido cerebral?
Entendemos el ruido cerebral como las fluctuaciones espontáneas en la actividad eléctrica de nuestras neuronas. Es interesante saber que la ciencia conoce este fenómeno desde los años 30 del siglo pasado; sin embargo, todavía no se entiende plenamente este fenómeno.
La facultad de Medicina de Baylor en Texas realizó un estudio revelador sobre este tema. Si un científico registrara nuestra actividad cerebral cada vez que miramos nuestra taza favorita, descubriría que nuestras neuronas no se activan del mismo modo cada vez. Aunque hagamos una misma acción miles de veces o nos expongamos al mismo estímulo, la actividad cerebral es diferente en cada ocasión, varía, cambia, se altera… Esa impredecibilidad eléctrica es el ruido cerebral.
Sin embargo, ¿a qué se debe esa variabilidad? La explicación está en nuestros cambios en la atención. Hay días en que mientras miramos esa taza recordamos algo de nuestro pasado. Otras veces lo hacemos mientras pensamos en si añadir al café bebida de avena o leche de vaca. Nuestros pensamientos cambian cada segundo y, por tanto, la actividad eléctrica también fluctúa ante cada idea, sensación, recuerdo, deseo, etc.
El ruido cerebral, ¿es tan impredecible o sigue tal vez algún tipo de pauta?
Durante mucho tiempo, los investigadores pensaban que esas fluctuaciones en la actividad eléctrica eran caóticas y sin demasiado sentido. Los circuitos del cerebro no funcionan siempre igual, sino que varían, cambian a cada instante y en cada cambio se emite un ruido. Es como escuchar una radio mal sintonizada.
Ahora bien, el neurólogo Stanislas Dehaene, considerado como uno de los grandes expertos en el funcionamiento del cerebro, señala algo interesante. En su libro La conciencia en el cerebro (2019) nos recuerda que, en realidad, la actividad espontánea es una de las características más comunes y pasadas por alto de nuestra conciencia. No hay caos, hay orden y hay lógica.
Debemos tener en cuenta que la arquitectura neuronal de nuestro cerebro tiene una geometría fractal ramificada y no lineal. Lo que ocurre en un área concreta afecta a las demás y viceversa. El ruido cerebral es el sonido que emiten nuestras neuronas hablándose entre sí para ser efectivas en cada proceso y pequeña o gran tarea.
Para progresar en nuestra comprensión de la conciencia o la inteligencia artificial, debemos entender esas fluctuaciones que aparecen en las neuronas y que ocasionan el ruido cerebral.
El cerebro tiene su propia “música” descompasada
Este dato es curioso. Nuestros cuerpos se mueven al ritmo de los latidos del corazón y también de la respiración. Son ritmos cíclicos, conocidos, predecibles y esenciales a su vez para la supervivencia. Ahora bien, hay otros sonidos igual de determinantes para la vida que no son tan rítmicos. El ruido cerebral es música descompasada que no sigue ningún patrón conocido.
Ese “sonido” fluctuante y complejísimo está orquestado por nuestras neuronas. Sin embargo, ¿qué genera esos sonidos y alteraciones eléctricas? Para entenderlo mejor, visualicemos por un instante a una neurona. Para comunicarse con otra, envía una sustancia química llamada glutamato, logrando que el receptor se dispare y creando así la excitación.
Sin embargo, si una neurona lanza ácido gamma-aminobutírico, o GABA, se produce una inhibición. En medio de esos ciclos de excitación e inhibición se forman ondas que median en nuestros diferentes estados mentales. Todo ello genera un ruido cerebral determinado que se combina con otros sonidos de fondo inexplicables que hasta el momento los expertos denominan sonido cerebral blanco (en relación con el ruido blanco).
El estrés, el ruido que todo lo altera
Vivimos con un ruido cerebral constante, pero esto no nos perturba en absoluto. Ese sonido constante no es más que el claro reflejo de la alta conectividad entre neuronas. Recordemos que cada neurona se conecta con cerca de otras 10 000 y que toda esa conectividad da resultado unos ocho kilómetros de cableado dentro del cerebro El dato es fascinante.
Ahora bien, insistimos en que ese sonido cerebral interno no lo percibimos ni nos molesta. Sin embargo, hay un estado psicofísico que altera por completo la sincronicidad cerebral y que crea un ruido disruptivo: el estrés. Es como estar en una fiesta e intentar hablar con un amigo. No podemos comunicarnos con él debido al sonido.
En estos estados, el cerebro deja de procesar la información de manera óptima, le cuesta focalizar la atención y se inhibe incluso la plasticidad cerebral. Todo por esos niveles elevados de cortisol y demás neuroquímicos alterando muchas de nuestras funciones básicas.
Tengámoslo presente, el cerebro es un órgano fascinante, pero es muy sensible a nuestro estilo de vida y emociones. Atendamos estos factores para recuperar la armonía neurológica.
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