Kurzgesagt ha plasmado en un ejercicio de humildad cósmica las complicaciones de definir dónde nos parece estar, dónde en realidad estamos y cómo nos movemos por el universo. El viaje, resumido en 8 minutos de vídeo, comienza delante de nuestros ojos, pero se extiende más allá hasta la superficie de la Tierra, el Sistema Solar, nuestra Galaxia y más allá.
Todo esto tiene que ver con que aunque nos resulta cómodo utilizar el marco de referencia terrestre, algo práctico pero que distorsiona la realidad. La Tierra parece plana, pero es redonda (más o menos). Alguien viendo el panorama desde el otro lado del mundo, o desde la Luna, vería las cosas un poco diferentes. El concepto de «posición absoluta» es una mera invención humana, que resulta conveniente pero nada más.
Los movimientos de los planetas del Sistema Solar parecen muy regulares, pero también tienen muchos matices. El centro de masas del sistema Tierra-Luna no está en el centro de la Tierra, sino a unos 4.700 km. Las órbitas no son circulares como se creía antiguamente, sino elípticas como bien dijo Kepler. Y esas elipses varían con el tiempo, cada 100.000 años, así como su inclinación respecto al eje de la eclíptica.
El resultado es un movimiento más parecido al de las «tazas locas» de los parques de atracciones que una calculada y regular coreografía. Añádase que el Sistema Solar también está inclinado respecto al plano galáctico, al que damos vueltas cada 230 millones de años. Todas las estrellas están un poco a batiburrillo… y nosotros moviéndonos en una especie de hélice a miles de kilómetros por segundo respecto a… ¿qué, exactamente?
La grandeza del asunto, y es de donde viene la lección de humildad, es que a cada escala hay otro panorama más y más grande: cúmulos de galaxias, supercúmulos… Y mientras nosotros aquí, en nuestro pequeño rincón de un polvoriento planeta que orbita una estrella cualquiera en una remota esquina de una de las muchas galaxias.
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