Hace tiempo que el Banco Central Europeo habla de la “fragmentación” de lo que antes era un “mercado común europeo”, aunque nunca explicó suficientemente las medidas que pretendía implmentar para evitarlo. Ahora ha expuesto una de ellas, que ya sospechábamos: “El BCE canalizará la liquidez del norte al sur para evitar la fragmentación”.
Por lo tanto, los 19 países miembros de la Unión Europea se dividirán entre el norte (ricos) y el sur (pobres), por lo que también habrá una “clase media”, que no son ni de un tipo ni otro.
Como cualquier otro Estado cristiano que merezca tal nombre, el BCE quitará el dinero a los ricos para dárselo a los pobres, es decir, a los Estados que están en quiebra. Este mecanismo tan simple no es exactamente la “cuenta de la vieja”, ya que es pura economía financiera, y cuando se habla de dinero, en realidad son sólo préstamos, es decir, más deudas. Los países cristianos no regalan el dinero; lo prestan a cambio de más dinero.
“El Banco Central Europeo comprará bonos emitidos por Italia, España, Portugal y Grecia utilizando los ingresos de los vencimientos de la deuda alemana, francesa y holandesa que tiene en su cartera, para limitar la ampliación de los diferenciales de rendimiento entre los Estados”, han dicho esta mañana los que han participado en el foro anual del BCE celebrado en Sintra, Portugal.
El objetivo, como ya hemos expuesto, es reducir las primas de riesgo, aunque la jerga tecnocrática lo expresa de una manera mucho más sifisticada. Se trata de evitar la fragmentación financiera en la eurozona, mientras se prepara para subir los tipos de interés básicos.
El 21 de julio el BCE dará más detalles de un nuevo plan, aunque sabemos que las tres “clases sociales” se establecerán en función del tamaño de los Estados y la rapidez con la que han subido sus diferenciales.
“La composición de los tres grupos de países, que se revisará mensualmente, refleja la división entre países ‘centrales’ y ‘periféricos’ de la zona del euro que surgió a principios de la década de 2010 durante la crisis de la deuda de la zona del euro”, añade la agencia Reuters.
Los pobres son los países considerados por los especuladores privados como más arriesgados por el peso de su deuda pública o la debilidad de su economía, a saber, Italia, Grecia, España y Portugal. La lista era originalmente más larga pero fue acortada por el Consejo de Gobernadores.
El grupo de prestamistas incluye media docena de países del “núcleo duro” de la eurozona, entre ellos Alemania, Holanda y Francia, lo cual es un exceso de optimismo por parte del BCE porque Francia acabará entre los pobres sin pasar antes por la “clase media”.
Hasta hace bien poco a esto se le llamaba “rescate”, una palabra de la que ahora en Bruselas huyen como de la peste, lo mismo que en España. En 2012 el BCE acudió en socorro de España, que estaba en quiebra, pero el gobierno de Rajoy negó que hubiera un rescate y el actual sigue en la misma negativa.
Los socios europeos (los países ricos de Europa) no son solidarios. Además de dinero, ponen condiciones para conseguir la devolución de los préstamos. Entonces se dice que el país está intervenido, o sea, que ha dejado de ser soberano.
Las condiciones son siempre las mismas: recortes, es decir, medidas presupuestarias de reducción del gasto y de aumento de los impuestos (del IVA), acompañados de privatizaciones y venta del patrimonio público. A veces se llama también “ajuste”, o “austeridad”, o también “reformas estructurales”. Se supone que si el deudor gasta menos, tendrá más posibilidades de devolver el anticipo recibido.
Cuando nos referimos a privatizaciones (educación, sanidad) y ventas del patrimonio, no sólo hablamos de empresas sino de puertos, aeropuertos, islas, playas, hospitales, castillos, museos… Cuando Bruselas intervino a Grecia, la prensa económica dijo que “todo” estaba a la venta; absolutamente todo.
Por supuesto, el patrimonio público se dilapida a precios de saldo.
Las condiciones son más duras cuando el dinero procede de un organismo público, como el BCE, que compra deuda a precios por debajo del mercado. Entonces el BCE pasa a tener el control sobre las decisiones de política económica de los países pobres y deudores.
Cuando llegue la recesión (y cada vez está más cerca) la solidaridad de los socios europeos se romperá. Durante el rescate de Grecia, las negociaciones estuvieron a punto de acabar con la zona euro. En Italia, la Unión Europea llegó a imponer el cambio del Primer Ministro y el nombramiento de un “gobierno técnico” para ejecutar la política económica que Bruselas exigía.
El Banco Central Europeo coloca a España entre los países pobres y sometidos a rescate