Preocupados de que los esfuerzos para detener el flujo excesivo de gases de efecto invernadero no sean suficientes para salvarnos de una crisis climática, los ingenieros del MIT han ideado un distópico plan.
A medida que aumenta la temperatura de la Tierra, la cuestión de nuestra respuesta al cambio climático se vuelve más urgente: ¿ha ido demasiado lejos nuestro impacto negativo? ¿Es demasiado tarde para que podamos revertir el daño causado?
Una nueva propuesta, que actualmente está desarrollando un equipo transdisciplinario en el Instituto de Tecnología de Massachusetts, sugiere un enfoque que complementaría las soluciones actuales de mitigación y adaptación climática: Burbujas espaciales.
Inspirada en una idea propuesta originalmente por el astrónomo Robert Angel, se basa en el despliegue de una balsa en el espacio formada por pequeñas burbujas inflables con el objetivo de proteger a la Tierra de una pequeña porción de la radiación solar.
Este proyecto es parte de un enfoque de geoingeniería solar, un conjunto de tecnologías que tienen como objetivo reflejar una fracción de la luz solar que llega a la Tierra, para combatir el cambio climático. A diferencia de otros esfuerzos de geoingeniería basados en nuestro planeta —como la disolución de gases en la estratosfera para aumentar su efecto albedo— este método no interferiría directamente con nuestra biosfera y, por lo tanto, plantearía menos riesgos de alterar nuestros ya frágiles ecosistemas.
La balsa en sí —los investigadores plantean la hipótesis de una nave del tamaño aproximado de Brasil— compuesta de burbujas congeladas estaría suspendida en el espacio cerca del Punto Lagrangiano L1, un lugar entre la Tierra y el sol donde la influencia gravitacional del sol y la Tierra se cancelan.
Esta propuesta aborda muchas preguntas: ¿Cómo diseñar el mejor material para que las burbujas resistan las condiciones del espacio exterior? ¿Cómo fabricar y desplegar estas burbujas en el espacio? ¿Cómo hacer que el escudo sea completamente reversible? ¿Cuáles son los posibles efectos a largo plazo en el ecosistema de la Tierra?
El equipo interdisciplinario del MIT no solo está comprometido con el avance de esta área de investigación, sino también con iniciar conversaciones sobre los desafíos que trae a la luz una solución de geoingeniería solar.
«Creemos que avanzar en los estudios de factibilidad de un escudo solar al siguiente nivel podría ayudarnos a tomar decisiones más informadas en los próximos años en caso de que los enfoques de geoingeniería se vuelvan urgentes», dijo el profesor Carlo Ratti del MIT Senseable City Lab.
«El proyecto no debe verse como un reemplazo de los esfuerzos actuales de adaptación y mitigación, sino como una solución de respaldo en caso de que las cosas se salgan de control», aclaró.
Los experimentos preliminares han demostrado que es posible inflar burbujas de película delgada a una presión de alrededor de tres milésimas de atmósfera, mantenidas a una temperatura de -50 grados Celsius (-58 Fahrenheit). Pero se necesita mucho más trabajo antes de que podamos siquiera considerar poner el plan en acción.