Científicos tratan de explicar qué se siente al momento de la muerte

VT.- Si bien sabemos que la muerte es parte de la vida, la mayoría de las personas tienen temor a pensar en este tema, más que nada por desconocer a «ciencia cierta» qué hay más allá.

En este sentido, desde hace años se han venido realizado investigaciones para descifrar al menos en parte este enigma.

Y sorprendentemente -a través de algunos experimentos– algunos científicos han encontrado que en el umbral de la muerte la actividad cerebral aumenta, al contrario de lo que se pensaba porque el cuerpo está paralizado y aparentemente insensible.

En 2013, científicos de la Universidad de Michigan midieron la actividad cerebral de unas ratas de laboratorio mientras agonizaban.

Después de que las ratas experimentaran un paro cardíaco, sus cerebros mostraban un inesperado aumento de la actividad global, con niveles de ondas gamma bajas que estaban más sincronizadas en todo el cerebro que en los estados normales de vigilia de las ratas.

Pero no solo queda acá, sino que los científicos advirtieron que ese tipo específico de actividad cerebral -en estudios anteriores- se ha relacionado con la percepción consciente de las personas, por lo que se infiere que las ratas podrían haber estado experimentando «algo» mientras estaban entre la muerte clínica y la muerte cerebral completa.

El resultado de este experimento desafió la suposición de que el cerebro está inactivo durante la muerte. ¿podría ser el mismo caso para las personas?

Experiencias cercanas a la muerte (ECM)

En los últimos 50 años, un fenómeno frecuente denominado ‘experiencia cercana a la muerte’ (ECM) comenzó a ganar la atención de científicos en todo el mundo.

Muchos testimonios empezaron a difundirse sobre casos de personas que fueron declaradas muertas o que estuvieron muy cerca de fallecer. En estas experiencias las personas relatan haber dejado sus cuerpos, viajado a otros espacios, cruzado un túnel donde al final había una luz o haberse encontrado con personas fallecidas u otros seres celestiales.

La comunidad de investigadores concluyó por unanimidad que las ECM son experiencias reales y que van más allá de la comprensión de la ciencia actual. Entonces, ¿Qué nos revelan las ECM?

Entre los estudiosos de dichos testimonios ha comenzado a hacerse espacio la idea de que la mente es independiente del cerebro. Los investigadores Robert y Suzanne Mays desarrollaron una teoría que presentaron en la Asociación Internacional de Estudios Cercanos a la Muerte.

Tras analizar las características de las ECM, Robert y Suzanne propusieron que la mente es una entidad independiente del cerebro, que podría existir como un campo de energía capaz de interactuar con las neuronas de la corteza cerebral a través de intercambios eléctricos.

Ellos consideran que durante las ECM la mente abandona el cerebro, y cuando la persona vuelve a la vida otra vez, la mente vuelve a unirse con el cerebro, pero la conexión ya no es tan fuerte como antes.
Robert y Suzanne sugieren que la mente es el lugar de la conciencia, pero que para la conexión con el cuerpo se necesita la actividad eléctrica del cerebro.

Entonces, para explicar por qué la gente puede verse a sí misma con un cuerpo separado del cuerpo material mientras éste se encuentra acostado en la cama, algunos investigadores sugieren que la mente también asume la forma de un cuerpo.

En un caso, un niño que experimentó una ECM dejó su cuerpo y permaneció cerca de un perro en un parque infantil. Este, al verlo, movía la cola, se levantaba y le ladraba. En este sentido, Robert propuso que el “cuerpo-mente” de las personas podría ser visible a los perros, porque el espectro visual que tienen estos animales es diferente al nuestro.

El niño también comentó que -mientras estaba en esa experiencia fuera del cuerpo- le había hecho cosquillas en la nariz de otro paciente y que éste estornudó en tres ocasiones.

¿Miedo o felicidad?

Normalmente se pensaría que el momento cercano a la muerte se siente temible, sin embargo los testimonios denotan sentimientos como libertad y felicidad.

Por ejemplo, a sobrevivientes de un fuerte terremoto en Tangshan, China, que sucedió en el año 1976, se les hizo una encuesta para saber qué habían sentido al estar al borde de la muerte.

Los resultados demostraron que no solo no hubo pánico sino que algunas personas se sintieron felices. Cerca de la mitad tuvo la sensación de que su alma había salido del cuerpo, sintiéndose libres y livianos, mientras que un tercio de las personas tenía la sensación extraña de estar dentro de un tubo o de pasar a través de un túnel. Además la mayoría de ellos vio seres de otros espacios y hasta a sus propios familiares fallecidos.

Un informe de 2014 cita los relatos de una persona que experimentó una revisión de su vida -recuerdos lúcidos de parte o de toda su vida anterior- en un momento en que la muerte era inminente: «Entré en un lugar oscuro sin nada a mi alrededor, pero no tuve miedo. Había mucha paz allí. Entonces empecé a ver toda mi vida desplegada ante mí como una película proyectada en una pantalla, desde la infancia hasta la vida adulta…»

Cuando llegue su destino final

Muchos se preguntarán cómo estas personas estuvieron tan cerca de morir, pero sin embargo volvieron a la vida.

De acuerdo a la cultura tradicional china, la vida y muerte están determinadas por el Cielo. El ser humano pasa por el ciclo de nacimiento, envejecimiento, enfermedad y muerte, que es parte de la ley del universo.

Sin embargo el concepto de la muerte -que parece tan temible en nuestra cultura- en realidad no es más que el desprenderse de una piel, ‘descartar las células’ en este plano material. Si así fuera, el cuerpo en otras dimensiones que no vemos aún seguiría existiendo allí.

¿Y qué sucede con este cuerpo compuesto por partículas más pequeñas que las moléculas? Eso es lo que, de acuerdo a las religiones, depende de las acciones buenas o malas que haya cometido.

En las creencias budistas y daoístas, en las cuales se cree en la reencarnación, se dice que si uno tiene virtud o alta moralidad, su próxima vida será buena. Ellos creen que la virtud y el karma son las únicas cosas que uno se lleva al morir y que trae cuando se reencarna.

Si una persona nace con mucha materia blanca o bendiciones, tal vez tenga mucha suerte en la vida y tle lleguen grandes fortunas.

Todo eso lo intercambia por la materia blanca que ha acumulado en vidas pasadas y ha traído al reencarnarse. También se dice que si una persona no tiene ni una pizca de esta materia blanca, tanto su cuerpo como su alma se extinguirán. Ese tipo de muerte sí es la más temible, es la muerte verdadera, es decir la desintegración de todas sus células, en todos los espacios.

Para la mayoría de las culturas, lo importante para poder pasar “al otro lado del túnel” de la muerte -ya sea para ascender a un paraíso celestial o bien para continuar con el ciclo de reencarnación- es ser una buena persona, es decir, acumular suficiente virtud como para no caer al infierno o ser destruido.

Para poder llegar a ese estado de liberación del cuerpo, paz y alivio de ver la luz, es necesario haber sido una buena persona, para así obtener una recompensa y merecer un futuro prodigioso.

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