Pocas cosas se comparan a atravesar un túnel. La sensación de compresión, oscuridad y luz in crescendo constituyen un microcosmos de la muerte y el nacimiento. El túnel es la promesa de un posible espacio-tiempo distinto, de salir del otro lado —como un conejo interdimensional— y descubrir que algo ha cambiado.

La planta que da nombre a estos pasajes de ensueño se conoce como «wisteria», así como glicina o glicinia, esto último en el ámbito hispanohalante. Wisteria es de hecho su nombre científico, pues se trata de la denominación de su género. En las imágenes su aspecto se asemeja a un árbol, pero en realidad se trata de plantas trepadoras que forman arbustos leñosos (de ahí su semejanza con los árboles). De acuerdo con su descripción botánica, las wisterias trepan por otras plantas o estructuras similares haciendo uso de sus ramas, a manera de espiral, pudiendo alcanzar hasta los 20 metros de altura y 10 metros hacia los lados.

Las wisterias son plantas nativas de dos regiones principales: el este de Asia (China, Corea y Japón) y el este de Australia.

Estos túneles son también una delicia visual, el entorno ideal para el amor o el revuelo psicodélico. Enramadas de flores y árboles brillantes que se derriten, fuegos fatuos a plena luz del día y en una mañana clara de primavera. La luz cobra una nueva realidad, se aprecia más, al sensibilizar nuestros ojos dentro de un túnel, y en movimiento acercarnos a su destello como al sol de un sueño.

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