Los proyectos científicos secretos de la Alemania nazi

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Una película puede parecer extraña para comenzar cualquier discusión sobre los proyectos de investigación secretos de los nazis sobre materias exóticas o sobre alquimia, así como las actividades del Tercer Reich en general, que estuvo mucho más cerca de lo que creemos de imponer su régimen de terror en el mundo. Pero en este caso, permite entrar directamente en la resolución de algunos misterios pendientes, y plantea nuevos interrogantes. La película en cuestión, estrenada en 1986, es la película The Manhattan Project (Juguete mortal en español), dirigida por el guionista y director de cine estadounidense Marshall Brickman. El personaje central de la película es un Imagen 5adolescente precoz con gusto y talento para la ciencia, llamado Paul Stephens, que roba plutonio altamente enriquecido de un laboratorio local para construir su propia bomba atómica de diseño casero. Pero lo que Paul Stephens no sabe, sin embargo, es que el director del laboratorio, el Dr. John Mathewson, ha perfeccionado un método completamente nuevo de enriquecimiento de isótopos que involucra láseres sintonizables. Este nuevo proceso hace que el plutonio robado sea solo unas pocas centésimas por ciento menos que completamente puro. Con plutonio tan puro, la bomba atómica casera del estudiante de secundaria tiene un rendimiento y una capacidad destructiva mucho mayores de lo que imaginaba, y los militares no escatiman esfuerzos para localizar a Paul Stephens y su bomba. Lo interesante aquí es la tecnología para la separación y el enriquecimiento de isótopos que se describe muy brevemente en los primeros minutos iniciales de la película. De hecho, la descripción es tan breve que uno podría perderse por completo si no se diera cuenta de su significado, ni de su horrible existencia en el mundo real. Esta breve descripción, dada por el Dr. John Mathewson, aún más extrañamente encuentra un eco peculiar, y de hecho horrible, en el mundo real casi exactamente cuarenta y un años antes. Y como para magnificar las implicaciones ya horribles de ese hecho, también fue hecho por un pequeño grupo de físicos alemanes que trabajaron para el régimen nazi. El grupo que hizo unos comentarios sorprendentes al respecto fueron algunos de los científicos alemanes que trabajaban en la bomba atómica y que estaban internados en Farm Hall, Inglaterra, después de la Segunda Guerra Mundial y como pate de la operación Paperclip, nombre en clave de la operación realizada por el Servicio de Inteligencia y Militar de los Estados Unidos para extraer de Alemania científicos nazis especializados en las llamadas Armas Maravillosas del Tercer Reich, como cohetes, armas químicas y experimentación médica, tras la caída del régimen nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Y, de hecho, algunos de sus comentarios son la fuente de un misterio persistente. Pero el misterio no quedó ahí. Como muchos han descubierto, entrar en la investigación de las armas secretas nazis presenta misterios capaces de varios tipos diferentes de análisis.

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Y las conversaciones grabadas a los científicos alemanes en Farm Hall son sin duda una de ellas. En efecto, el 3 de julio de 1945, diez científicos alemanes que habían trabajado al servicio del Tercer Reich fueron recluidos en una mansión localizada en Godmanchester, un pueblo cercano a la ciudad de Cambridge, Inglaterra. Farm Hall era una casa georgiana de ladrillo rojo que contaba con un amplio jardín rodeado por muros. El Foreign Office británico, entonces propietario de la finca, instaló una serie de micrófonos ocultos en el inmueble antes de la llegada de los científicos, sospechosos de haber estado involucrados en el programa nuclear alemán para la fabricación de una bomba atómica nazi, el llamado Proyecto Uranio. Sus nombres eran los científicos, físicos nucleares y químicos, Werner Heisenberg, Erich Bagge, Walter Gerlach, Otto Hahn, Paul Harteck, Horst Korsching, Max von Laue, Carl Friedrich von Weizsäcker y Karl Witz. En efecto, una mansión llamada Farm Hall, cerca de Cambridge, Inglaterra, sirvió como prisión temporal para un grupo de diez físicos nucleares y otros científicos capturados en Alemania al final de la Segunda Guerra Mundial por una misión especial de inteligencia angloamericana con nombre en código ALSOS y dirigida por Samuel Goudsmit, famoso por ser el físico que planteó la idea del espín del electrón. El espín es una propiedad física de las partículas elementales por el cual tienen un momento angular intrínseco de valor fijo. Los científicos alemanes estuvieron incomunicados en Farm Hall desde julio hasta diciembre de 1945, período que cubre el bombardeo de Hiroshima y Nagasaki del 6 y 9 de agosto y durante el que sus conversaciones se grabaron sin su conocimiento. Las grabaciones se tradujeron del alemán al inglés y se enviaron a algunas de las principales autoridades militares y de inteligencia del Reino Unido y los Estados Unidos. Estas llamadas «Transcripciones de Farm Hall» se mantuvieron en secreto, pero se sabía que existían, por ejemplo, gracias a las memorias publicadas en 1962 por uno de los destinatarios, el jefe del Proyecto Manhattan estadounidense, el general Leslie Groves. Solo en 1992 se hicieron públicas. Antes de la publicación de las «Transcripciones de Farm Hall», habían aparecido docenas de libros, biografías, cartas personales, diarios, artículos de revistas, etc., que expresaban puntos de vista divergentes sobre la responsabilidad moral de los investigadores nucleares alemanes que trabajaban bajo el régimen nazi. La principal controversia surgió del tono predominante que los científicos, una vez liberados de Farm Hall, utilizaron para informar públicamente sobre sus actividades de investigación durante la guerra. Por ejemplo, en un artículo detallado titulado “Investigación en Alemania sobre la aplicación técnica de la energía atómica”, escrito en 1947 para Die Naturwissenschaften, el físico teórico alemán y uno de los pioneros clave de la mecánica cuántica, Werner Heisenberg, famoso por formular el principio de incertidumbre, afirma en los párrafos iniciales: “Ante la posibilidad de que Inglaterra y los Estados Unidos pudieran emprender el desarrollo de armas atómicas, la Heereswaffenamt (Oficina de Armas del Ejército alemán) creó un grupo especial de investigación (la llamada Sociedad del Uranio), bajo la dirección de Schumann, cuya tarea era examinar la posibilidad de la explotación técnica de la energía atómica”.

Una lectura atenta puede haber detectado la cuidadosa elección de las palabras: armas atómicas del lado aliado, energía atómica del lado alemán. Para concluir, Heisenberg dice: “Desde el principio, los físicos alemanes se habían esforzado conscientemente por mantener el control del proyecto y habían utilizado su influencia como expertos para dirigir el trabajo hacia los canales, hacia un pacífico reactor de uranio generador de energía, que se han trazado en el informe anterior. Al final, se les ahorró la decisión de si debían o no apuntar a producir bombas atómicas”. Pero, ¿realmente eso fue así?, ¿o es una narrativa creada por los científicos alemanes ante su fracaso al intentar fabricar un arma atómica y a la vista del éxito de sus enemigos? Un artículo publicado en 2007 en la revista de la Sociedad Física EuropeaEurophysics News, por el investigador Armand Lucas, afirma que una lectura pormenorizada de las transcripciones fija cuando surge esa narrativa para exonerar a los científicos alemanes. Se trata del momento en el que saben que los estadounidenses han tenido éxito donde ellos han fracasado, cuando conocen que han estallado bombas atómicas en Japón. En Farm Hall los científicos alemanes recibieron un trato principesco en un país enemigo gravemente debilitado por la guerra. A pesar de ello manifestaban una gran impaciencia por no saber a ciencia cierta por qué estaban internados y qué se esperaba de ellos. Se lamentaban del probable trato espantoso infligido por los bárbaros invasores a sus familias que se habían quedado en la Alemania ocupada. Incluso amenazaban con escapar y vender sus conocimientos nucleares superiores a Rusia o Argentina. De repente, su actitud altiva se ve destrozada por la noticia del bombardeo de Hiroshima anunciada por la radio de la BBC en la noche del 6 de agosto. Sus reacciones de sorpresa ante la noticia, que constituyen la parte más apasionante de las «Transcripciones de Farm Hall», son acordes con sus ilusiones de los días anteriores. Primero, incredulidad, luego enorme estupor, desolación, a veces desprecio e ira entre ellos. Durante horas, se preguntan cómo se fabricó la bomba, especulan sobre cuestiones técnicas, como qué métodos de enriquecimiento de isótopos se utilizaron, cuál era la masa fisionable, etc… Se afanan por comprender cómo los Aliados pudieron avanzar tan rápidamente en una investigación y un campo técnico que ellos mismos habían creado con su descubrimiento de la fisión, y que confiaban en ser los únicos en desarrollar.

Luego, a última hora de la noche de la explosión en Hiroshima y al día siguiente, surge gradualmente una explicación entre ellos de por qué se han quedado tan atrás en la aventura nuclear. Von Weizsäcker elabora hábilmente una interpretación novedosa: “La historia registrará que los estadounidenses y los ingleses fabricaron una bomba y que, al mismo tiempo, los alemanes, bajo el régimen de Hitler, produjeron una máquina funcional. En otras palabras, el desarrollo pacífico de la máquina de uranio se hizo en Alemania bajo el régimen de Hitler, mientras que los estadounidenses y los ingleses desarrollaron esta espantosa arma de guerra”. Una declaración digna de los argumentos creados por la oficina de propaganda de cualquier partido político para justificar lo injustificable y afirmar ante cualquier micrófono que se ponga por delante que la culpa siempre es del rival, que es mucho peor y moralmente inferior. Unos argumentos que fueron aceptados inmediatamente por el grupo de científicos alemanes y esparcido a los cuatro vientos mediáticos. Que los argumentos contradigan los hechos, no importa, lo importante es la imagen que ellos tienen de ellos mismos y lo que quieren que los demás compartan. Como Armand Lucas afirma en el artículo, las conversaciones tras el conocimiento del estallido en Hiroshima apuntan a que la intención original habría sido hacer una bomba. Von Weizsäcker dijo: «En nuestro caso, incluso los científicos dijeron que la bomba no se podía hacer«. A lo que Bagge responde: «Eso no es cierto. Usted mismo estuvo allí en esa conferencia en Berlín. Creo que fue el 8 de septiembre (1939) cuando se les preguntó a todos –Geiger, Bothe y tú, Harteck, también estabais allí– y todos decían ‘hay que hacerlo de una vez’. Alguien dijo: «Por supuesto, es una pregunta abierta si uno debe hacer algo así». Acto seguido, Bothe se levantó y dijo: «Caballeros, debe hacerse». Luego, Geiger se levantó y dijo: «Si existe la más mínima posibilidad de que sea posible, debe hacerse»». Si los alemanes no tuvieron la bomba atómica durante la guerra fue, argumenta Armand Lucas, debido a las circunstancias, no a que los científicos nucleares alemanes fueran activos contra ella. Pero no nos confundamos, un físico puede ser un excelente científico, pero eso no quita para que, en todo lo que no sea física, sea humano y, a veces, demasiado humano.

Para entenderlo es necesario analizar las conversaciones en 2007 con Richard C. Hoagland, autor estadounidense que defiende varias teorías conspirativas y otros temas relacionados, que el investigador y escritor Josep P. Farrell escribe en su libro The SS Brotherhood of the Bell (La Hermandad SS de la Campana): “Al acercarse a las afirmaciones más extremas presentadas en alguna literatura exótica sobre el desarrollo de armas secretas nazis, uno tiene la impresión del laboratorio de algunos alquimistas medievales oscuros, con los alquimistas vestidos con los uniformes negros de las SS, restallando látigos en las espaldas de la concentración demacrada de esclavos del campo para perfeccionar sus terribles máquinas de poder y aniquilación. Pero la situación no se ve favorecida por las extrañas citas de fuentes confiables que, si uno realmente les presta atención, deberían hacer que uno se detuviera. Considere dos ejemplos de las transcripciones de Farm Hall de las conversaciones sobre la bomba atómica de algunos científicos alemanes internados en Farm Hall, grabadas en secreto por los británicos y desclasificadas por ellos en 1992, que tratan sobre rubíes artificiales y un ‘proceso fotoquímico’ desconocido de enriquecimiento de isótopos». Durante la década de 1920 y principios de la de 1930, antes de que los nazis asumieran el poder, Alemania era un verdadero caldero de fermento alquímico y otras actividades ocultas y esotéricas. Este fenómeno ha generado una plétora de libros sobre el tema del nazismo y su relación con el ocultismo, llegando a la misma conclusión de que hubo, en cualquier medida discutible, al menos algún grado de influencia de las doctrinas esotéricas y ocultas en la formación del Partido Nazi y más tarde del Tercer Reich nazi. Curiosamente, pocos de esos estudios han prestado más que una atención pasajera al papel que jugó la alquimia como disciplina esotérica en aquellas formaciones. La omisión es peculiar porque, como veremos, un episodio alquímico que involucró a nazis influyentes de alto nivel incluso causó un gran escándalo en la República de Weimar, un régimen político y, por extensión, el período de la historia de Alemania comprendido entre 1918 y 1933, tras la derrota del país en la Primera Guerra Mundial. Fue un escándalo que incluso atrajo la atención internacional y algunos artículos en la revista Time y el New York Times. El asunto se vuelve aún más curioso porque ocurrió más o menos en el mismo período de tiempo en que uno de los físicos más respetados y capaces de Alemania, y de hecho del mundo, estaba escribiendo un artículo para el público en general en el que se menciona la posibilidad de la alquimia muy explícitamente. Estos hechos no solo hacen curiosa la falta de interés serio en el tema de la alquimia dentro de la República de Weimar y la Alemania nazi, sino que hacen aún más curiosa la ausencia aún mayor en la literatura de cualquier intento serio de establecer conexiones entre la alquimia y la física.

Pero hay una pregunta que requiere nuestra atención: ¿Por qué nazis importantes e influyentes se verían envueltos en un esquema evidentemente fraudulento para convertir los metales básicos en oro? ¿Y por qué un físico alemán prominente, internacionalmente conocido y respetado, además de premio Nobel, estaría escribiendo un artículo en un periódico alemán de amplia circulación sobre que la alquimia es una realidad seria? Y lo que es más importante, ¿cuáles son las conexiones, si las hay, entre ambos temas? Para responder a estas preguntas, lo mejor es comenzar la historia en un punto medio, y retroceder hasta el escándalo para avanzar hasta el proyecto de armas secretas más clasificado de la Alemania nazi: la Campana (Die Glocke) y su material alquímico, el «Suero 525«. Algunos investigadores son vagamente conscientes de que los nazis tenían al menos algún tipo de influencia oculta y esotérica, no solo en la formulación de su ideología sino también en la estructuración real y la formación de políticas del estado nazi, el Tercer Reich. Menos personas han estudiado realmente este asunto, pero aquellos que lo han hecho tienden a asignar esta influencia a un grupo de personajes y sociedades secretas que se movían en un segundo plano, formando, en cierto modo, parte del Partido Nazi, tales como la Sociedad Thule (Thulegesellschaft) y sus propias supuestas raíces en otros grupos esotéricos, ocultos y pangermánicos que florecieron en la Alemania imperial anterior a la Primera Guerra Mundial y, lo que es más importante, en la Austria imperial. Sobre la base de un caso circunstancial pero remarcable, muchos de estos investigadores a su vez han especulado que el mismo Hitler fue iniciado en una o más de estas sociedades secretas. Sin embargo, la prueba documental de esto nunca se ha hecho pública. Una de las principales fuentes de esta creencia fue la publicación del barón Rudolf Von Sebottendorff antes de la Segunda Guerra Mundial de su libro Bevor Hitler Kam (Antes de la llegada de Hitler), un libro que enfureció tanto al gobierno nazi una vez en el poder que lo pusieron en su índice de libros prohibidos, por lo que prohibieron su publicación e intentaron reunir tantas copias como pudieron.

Parte de la razón para prohibir el libro puede residir en el hecho de que, según Von Sebottendorff, la influencia de la Sociedad Thule (Thulegesellschaft) en la formación y en los rituales del Partido Nazi fue generalizada, incluso en el uso de sus símbolos, incluida la esvástica y el saludo nazi «¡Sieg Heil!» con el brazo extendido. Sin embargo, una razón más importante para la prohibición del libro debe residir seguramente en las listas de los miembros de la Sociedad Thule, que contiene no solo figuras prominentes en el futuro Estado nazi, incluido el Reichsleiter del Partido Nazi y aficionado al ocultismo Rudolf Hess, sino también prominentes patrocinadores muy ricos y poderosos, como la condesa Heila Von Westrapp, entonces secretaria de la Sociedad Thule y miembro de la poderosa y rica familia Von Thurn-und-Taxis, en la persona de Gustav Franz Maria Prince Von Thurn-und-Taxis, como se muestra en la lista del “cuadro de honor” de los “mártires y confesores” de la Sociedad Thule. Sin embargo, Von Sebottendorff también proporciona la clave de algo más, como sería la posible relación entre las SS, su «cultura» esotérica y el paradigma altamente avanzado de la física que estaban investigando con la Campana. Ese vínculo estaría representado por el considerado «Rasputín de Himmler«, el general de brigada de las SS Karl Maria Wiligut, también conocido como Weisthor. Ahora también estamos en condiciones de ver la posible conexión de la alquimia con la cultura esotérica de las SS y sus proyectos de física avanzada a través de las diversas concepciones planteadas por Wiligut y transmitidas a Himmler. No obstante, para apreciar el significado de estas especulaciones, uno debe colocarlas en el contexto de las conclusiones básicas sobre la relación de los nazis con las sociedades secretas anteriores al Tercer Reich. Este punto de vista sostiene, sobre la base de las numerosas conexiones circunstanciales entre el personal, las creencias y los rituales de la Sociedad Thule y otras sociedades similares en la era prenazi y el propio Partido Nazi,  así como sus rituales y creencias y políticas, implica que la influencia fue directa. e inmediata. Dichos estudios a menudo apuntan a su vez a la influencia en la Sociedad Thule de las órdenes y enseñanzas esotéricas pangermánicas anteriores a la Primera Guerra Mundial que se originaron en Viena, así como la Orden de los Nuevos Templarios, o como también se la conoce, la Orden del Nuevo Templo (ONT) de Lanz Von Liebenfels, con sus puntos de vista rabiosamente racistas y sus reconstrucciones de la historia con base racial en su revista Ostara. Una de las impresiones que transmiten invariablemente es que esta relación era directamente con Hitler y, sobre esa base, tales investigadores a menudo especulan que en realidad era un iniciado en una o más de estas sociedades e influencias esotéricas.

Pero la influencia es, a la vez, más indirecta y más directa, ya que no está mediada por ninguna de estas sociedades hasta llegar a Adolf Hitler, sino por un hombre: Karl Maria Wiligut. Y no influyó en Hitler y al Partido Nazi como un todo, sino básicamente a Himmler y las SS como una institución dentro del Partido y el Estado Nazi. Como tal, es menos exacto hablar de una influencia oculta en todo el Estado nazi que hablar de una influencia esotérica en los niveles más altos de la estructura de mando de las SS. Se trata de vincularlo con un Reich Negro dentro del Tercer Reich, y en los niveles más altos de las SS, con un sistema muy secreto de creencias esotéricas y específicamente alquímicas. Wiligut nació el 10 de diciembre de 1866, siendo hijo de un oficial del ejército austríaco. Siguiendo los pasos de su padre se matriculó en la Escuela Imperial de Cadetes en Viena-Breitensee en 1880, y en 1913, un año antes del estallido de la Primera Guerra Mundial, había sido ascendido al rango de mayor, alcanzando el rango de coronel al final de la Primera Guerra Mundial después de servir con cierta distinción en el ejército imperial en el frente oriental. Tras la disolución del Imperio austro-húngaro en 1919, fijó su residencia en Salzburgo, Austria. Fue durante el período anterior a la Primera Guerra Mundial que Wiligut también comenzó a publicar obras esotéricas que lo convertirían en un conocido erudito esotérico y le granjearían cierto respeto y renombre en los círculos ocultistas de habla alemana. Alrededor de 1908, Wiligut entró en contacto con la Orden del Nuevo Templo de Jörg Lanz Von Liebenfels, probablemente siendo presentado por su primo, Willy Thaler, que era miembro del círculo de Lanz Von Liebenfels, y así entró en el entorno del «nacionalismo esotérico» que impregnó las sociedades secretas ocultas de la posguerra (después de la Primera Guerra Mundial) de Austria y Alemania. Pero antes es necesaria una breve mención acerca de Von Liebenfels y sus ideas históricas y raciales, ya que hasta cierto punto son paralelas a las de Wiligut, aunque el grado de influencia que tuvieron en este último es un tema de debate. Según Von Sebottendorff y su exposición de la influencia de la Sociedad Thule en los nazis, Von Liebenfels, un ex monje cisterciense católico, había reconstruido, a través de su conocimiento de la literatura cristiana primitiva, lo que creía que había sido el texto primitivo real del Nuevo Testamento, como un componente de un programa más amplio de revisionismo histórico basado en parte en las creencias teosóficas de Helena Petrovna Blavatsky, en las que varias «razas raíz» declinaron gradualmente desde una edad dorada pasada hasta la actual condición decadente de la humanidad.

Según Von Liebenfels, este declive se debió a la corrupción racial del linaje “ario puro” de una raza teutónica blanca mediante la mezcla con razas que consideraba inferiores, como los judíos. Von Liebenfels publicó sus puntos de vista en un célebre libro titulado Theozoologie que tenía un subtítulo claramente racista: Sobre los monos de Sodoma. Si bien la mayoría de los estudiosos del tema señalan el paralelismo entre las creencias raciales de Von Liebenfels y las de los nazis, pocos toman nota de la visión más amplia de la historia en la que coinciden, es decir, que hubo, hace eones y antes de la época clásica conocida, como las civilizaciones de Sumer y Egipto, una previa Muy Alta Civilización. Es esta visión la que tiene su paralelo en el sistema esotérico de Wiligut, que tiene sus propios giros peculiares. Por lo tanto, fue Wiligut y no Von Liebenfels, quien en realidad ejerció una influencia directa sobre Himmler y las SS. En cualquier caso, tras su retiro del ejército austríaco y su traslado a Salzburgo en 1919, Wiligut parece haberse sumergido en estudios esotéricos. Fue durante este período en que Wiligut llegó a su propia versión esotérica de su crítica bíblica y de la reconstrucción de la historia cristiana, sosteniendo que “la Biblia se había originado en Alemania, y a través de malas traducciones y tergiversaciones intencionales había sido revisada en su presente forma«. En esto hay un cierto paralelismo con Von Liebenfels. Wiligut se involucró rápidamente en la política de derechas de Austria y Alemania posterior a la Primera Guerra Mundial, editando una revista llamada Der eiserne Besen (La escoba de hierro), una revista que, al igual que la posterior Völkischer Beobachter (Observador del Pueblo) patrocinada por la Sociedad Thule del barón Von Sebottendorff, el periódico que finalmente se convirtió en el “periódico oficial” del Partido Nazi, tenía como objetivo exponer “las conspiraciones de los judíos, masones y católicos romanos, especialmente los jesuitas”. Durante este período, su matrimonio comenzó a fracasar, lo que finalmente llevó a su esposa a proponer que lo declararan mentalmente incompetente y lo internaran en una institución mental, lo que se produjo en 1924. Pero incluso durante este período de encierro Wiligut logró mantener contacto con miembros de la Orden del Nuevo Templo.

Finalmente liberado de la institución mental en 1927, Wiligut permaneció en Salzburgo y recibió visitantes tanto de Austria como de Alemania ansiosos por buscar su experiencia esotérica, especialmente de la sociedad esotérica alemana Edda. Fue durante una de estas visitas durante 1932 que recibió a Frieda Dorenberg, miembro del Partido Nazi, y ella misma «profundamente involucrada en asuntos esotéricos«, además de ser miembro de la sociedad Edda. Entrando ilegalmente en Alemania más tarde, Wiligut asumió el seudónimo de Jarl Widar y publicó importantes artículos esotéricos en la revista esotérica Hagal. Estos contactos y artículos le ganaron una gran notoriedad y respeto en los círculos ocultistas alemanes, y como resultado, un año más tarde, después de la asunción del poder por parte de los nazis, Wiligut conoció al Reichsführer SS Himmler en una conferencia esotérica. Poco tiempo después, Wiligut se unió a las SS en septiembre de 1933 bajo el seudónimo de Karl Maria Weisthor, y así comenzó su carrera en la SS. Dos meses más tarde, Wiligut fue nombrado oficialmente jefe del Departamento de Historia Antigua y Prehistoria, dentro de la Oficina Principal de Raza y Asentamiento en Munich, y fue en esta actividad en que se desarrolló una relación más estrecha entre Himmler y su nuevo asesor sobre tradiciones antiguas. Para 1935, mientras continuaba publicando en la revista Hagal, Wiligut (Weisthor) se había convertido en un asesor tan cercano a Himmler que lo trasladaron a Berlín y le dieron su propia villa. Si bien el trabajo de Wiligut hasta cierto punto fue paralelo al de la notoria «Sociedad para la Investigación y Enseñanza sobre la Herencia Ancestral Alemana» (Ahnenerbe) de las SS, su trabajo estaba esencialmente separado del de esa oficina. Wiligut trabajó personalmente para Himmler, mientras que la Ahnenerbe era parte de una estructura mucho más grande. Tan importante e influyente fue Wiligut durante este período, que jugó un papel decisivo en la selección y el diseño del infame Castillo de Wewelsburg, de la Orden Negra de las SS de Himmler, así como en el diseño del anillo de las SS y en la creación de los rituales de las SS. Asimismo, emitió un flujo constante de informes sobre asuntos esotéricos de teología, historia y cosmología, en su mayor parte entregados directamente a Himmler. Esto se convertirá en un punto crucial una vez que comencemos a examinar los detalles de las creencias esotéricas y alquímicas de Wiligut. Sin embargo, en 1938 Wiligut también se había ganado poderosos enemigos dentro de las SS, entre ellos el poderoso jefe del estado mayor personal de Himmler, el general Wolff de las SS, quien descubrió los hechos del antiguo problema mental de Wiligut y finalmente lo obligó a retirarse de las SS en 1939. Wiligut pasó el resto de la guerra mudándose de un lugar a otro. Al final de la guerra fue encerrado por un corto tiempo por los británicos, pero finalmente fue liberado, terminando en Arlosen en 1945, donde sufrió un derrame cerebral severo y murió el 3 de enero de 1946.

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Como se vio, Wiligut, hasta donde se sabe, no tenía ningún contacto directo con la oficina de «investigación esotérica y oculta» de las SS, la Ahnenerbe. Pero como ambos tuvieron una influencia directa en la formación de la cultura esotérica de las SS y del mismo Himmler, se impone una breve reseña de algunas de las principales creencias de la Ahnenerbe, situadas dentro del contexto más amplio del «renacimiento oculto» que tuvo lugar en la Alemania de Weimar entre las guerras mundiales. Cuando el Reichsführer SS Heinrich Himmler decretó la creación de la Ahnenerbe en 1935, uno de los objetivos de su departamento era el estudio científico y arqueológico de las tradiciones, leyendas y mitos esotéricos y antiguos, con el objetivo de aplicar cualquier potencial militar que estos pudieran haber tenido. En cierto sentido, Himmler había querido que existiera toda una burocracia gubernamental para hacer nada más que estudios militares de lo esotérico, todo bajo su control personal. Esto creó una inusual, si no única, primera vez en la historia moderna, porque por primera vez en la historia moderna una gran potencia tecnológica y científicamente sofisticada estaba reconociendo, aunque de forma encubierta, la existencia de una Muy Alta Civilización en épocas remotas, cuya ciencia Himmler tenía la intención de recuperar. Por ello Himmler había decretado, en efecto, que el Tercer Reich no solo iba a buscar una “Muy Alta Civilización paleoantigua”, para redescubrir la Atlántida, sino, lo que es más importante, su ciencia. Por lo tanto, si bien la conexión de Wiligut con la Ahnenerbe no era evidente, como uno de los asesores más cercanos de Himmler antes de la guerra, difícilmente podría haberlo ignorado. De hecho, «desempeñó un papel importante en la conceptualización y el diseño de ciertos objetivos y prácticas esotéricas del círculo de élite de Himmler dentro de las SS, y este factor por sí solo hace de Wiligut un estudio fascinante y único«.  Wiligut, por lo tanto, posiblemente pudo haber sido un factor influyente en la decisión de Himmler de crear la Ahnenerbe, ya que sus propios puntos de vista esotéricos personales estaban ciertamente en línea con los sostenidos y desarrollados por los mismos líderes de la Ahnenerbe. De hecho, el primer director de la oficina, Herman Wirth, “simpatizó profundamente con las tradiciones paganas”. Wirth, quien se convirtió en el director de Ahnenerbe después del decreto de Himmler de 1935 que creó la oficina, no solo “sentía una antigua antipatía por el cristianismo”, sino que se esforzó por promover su idea de una “cultura nórdica-atlántica precristiana” dentro de la Ahnenerbe.

Otro esoterista con quien Wiligut tuvo estrecho contacto fue Günther Kirchhoff, un miembro de la Sociedad Guido von List. Si bien las opiniones de Kirchhoff fueron rechazadas por la propia Ahnenerbe, el respaldo de Wiligut a Himmler fue suficiente para ganarse la atención de Himmler, y hasta 1944 todavía estaba preparando informes sobre ideas ocultas para Himmler. El concepto principal de Kirchhoff que parece haber despertado el interés de Himmler fue la idea de una geopolítica geomántica esotérica basada en su propia concepción única de una red mundial, es decir, la idea de que ciertos sitios antiguos se dispusieron sobre «puntos de poder» diseñados para extraer energía de la tierra misma. En su opinión, esto convirtió a Viena en la clave para controlar Asia, a través de ciertos puntos de poder en Asia conectados mediante un patrón de hexágonos a la ciudad europea. En otra geopolítica geomántica promovida durante este tiempo, uno debe tomar nota de otra idea promovida directamente por Wiligut como un componente de su «metahistoria» de la humanidad. En la versión de Wiligut, el dios Teut, una germanización del dios egipcio Thoth, hizo de las montañas Harz de Alemania un centro de tal actividad. Esto puede o no ser significativo, ya que la región de Harz, como ahora es ampliamente conocida, se convirtió en un centro para los proyectos de armas secretas y altamente clasificadas de las SS, y está llena de una variedad de instalaciones subterráneas, laboratorios y fábricas. De hecho, la región de Harz, junto con la Baja Silesia, podría llamarse justificadamente el componente más crucial del grupo de expertos en armas secretas del general de las SS Hans Kammler con sede en Pilsen, actual ciudad de Chequia. Uno de los aspectos más comentados y, sin embargo, paradójicamente pasados por alto de la investigación por parte de la Ahnenerbe fue precisamente su interés en el folclore antiguo. Como demuestra el ejemplo de Herman Wirth, el director de la Ahnenerbe, los intereses de algunos académicos nacionalsocialistas y de la Ahnenerbe se dirigieron fuertemente hacia el folclore y la investigación de los símbolos populares. Esto incluía artes decorativas medievales, estilos arquitectónicos y runas. En los campos literarios, esto incluía cuentos populares. En cierto sentido, tales estudios simpatizaban con el paganismo y también con una especie de conocimiento «oculto«, en que se requería una mente y un ojo entrenados para redescubrir y desbloquear los antiguos códigos simbólicos que se había incrustado en el arte popular, la arquitectura y la tradición. Pero dejando de lado la obsesión con los motivos simbólicos, e incluso sus significados «ocultos«, el objetivo de esta investigación era sacar a la luz esas cosas, no usarlas con fines mágicos arcanos. El objetivo final era redescubrir el antiguo carácter nacional reprimido e inculcar en la gente un sentido de orgullo e identidad nacionalistas. La misma tendencia y método se había utilizado en el siglo XIX para ayudar en la forja original del estado alemán en 1871.

Stephen E. Flowers y Michae Moynihan, autores de Karl Maria Wiligut. Le roi secret, tienen razón solo en parte, a saber, que uno de los propósitos de la Ahnenerbe era precisamente encontrar y promover popularmente las raíces precristianas y preclásicas del pueblo y la cultura alemanes. Pero pasan por alto el propósito en última instancia militar y encubierto de la Ahnenerbe, que revela el decreto original del Reichsführer SS Himmler: el propósito real, último y en última instancia encubierto de la organización era recuperar la antigua ciencia perdida de esa civilización «atlante» preexistente, y el primer paso en su recuperación era descifrar sus huellas y restos en textos, monumentos y símbolos antiguos. Como el propio Wiligut lo afirmaría en un breve artículo titulado «Signos y constelaciones del zodiaco«, que escribió para la revista esotérica Hagal bajo su seudónimo de Jarl Widar: «En tiempos atlantes, entonces, estas runas arias originales tenían un significado profundo en virtud de su ordenamiento lógico en los signos zodiacales, que aparentemente se perdió tan pronto como el significado fue cambiado de una manera astrológicamente ilógica como resultado de la variación provocada por la precesión de los equinoccios. Así que fue sólo después de la desaparición de la época cultural atlante que los signos zodiacales y sus signos escritos fueron transferidos a las constelaciones de la eclíptica. Esto provocó esa confusión de conocimientos entre los procesos en el gran año solar y los de un año terrestre. Esta confusión todavía está fundamentalmente en funcionamiento hoy. Pero con este conocimiento se pueden medir los documentos culturales más antiguos que conocemos y, vistos no desde la perspectiva de los años terrestres, sino solares, nos pueden llevar al conocimiento correcto de las edades«. Uno debe detenerse y observar cuidadosamente en qué tipo de programa está realmente ocupado Wiligut aquí. En primer lugar, está la referencia a una civilización «atlante» preclásica que, en manos de Wiligut, llega a un final abrupto a través de una especie de catástrofe cósmica. En segundo lugar, esta catástrofe es de escala “cósmica” porque la física no es la del sistema solar, medida en años terrestres, sino que es verdaderamente una física a escala galáctica, porque el “año verdadero” del zodíaco es el año solar, medido en años terrestres y en términos de la precesión de los equinoccios y su curso a través de los signos del zodíaco, Esto implica que cada uno de esos años tiene una duración aproximada de 26.000 años terrestres. Finalmente, las runas, dispuestas en correspondencia con este plan, evidencian un desarrollo lógico, una física codificada de este fenómeno.

Pero Wiligut no está haciendo nada inusual. Sin embargo, él es uno de los primeros en ver el significado de la tradición astrológica desde un punto de vista puramente científico y astrofísico, y en mantener, sobre esa base, que existe una ciencia codificada y una «metahistoria» codificada del sistema solar y de la humanidad. No es de extrañar, entonces, que llamara la atención de Himmler y obtuviera un puesto tan importante como asesor suyo. Wiligut expuso esta “metahistoria” y la física de catástrofes cósmicas al comienzo de otro de sus artículos presentados a Himmler, y marcado como leído por el mismo Himmler el 17 de junio de 1936. En él, Wiligut afirma lo siguiente: «Cada una de estas épocas evolutivas ocurridas hasta ahora fueron, según la doctrina del secreto oral, provocadas por una enorme catástrofe mundial culminada por unificaciones de nuestra tierra con uno de los cuerpos celestes atraídos a su órbita. En el proceso, los remanentes de la humanidad que quedaron en la tierra se asimilaron con aquellos que vinieron del cielo a la tierra. Esta asimilación produjo inteligencias similares y así estableció una nueva humanidad que instituyó nuevos tipos raciales«. Una vez más, con su referencia a las colisiones planetarias, Wiligut se ha adelantado varias décadas a los catastrofistas de la posguerra como Velikovsky y Alford. Y con su referencia al mestizaje de la humanidad con vida inteligente extraterrestre, posiblemente similar a la humana, Wiligut se ha anticipado en varias décadas a las opiniones de algunos investigadores de la posguerra, como Zechariah Sitchin. Tales puntos de vista casi obligan a una mayor especulación. Las opiniones de Wiligut sobre los orígenes de la vida humana, obviamente, habrían encajado bastante bien con la ideología racial nazi. Pero lo que interesa aquí es que la inspiración real de Wiligut para tales puntos de vista parece, en el mejor de los casos, oscura, lo que permite especular. Wiligut afirmó derivarlos de una tradición secreta y de larga duración que se registró en tallas rúnicas de madera que su familia poseyó y mantuvo durante milenios. Estas tallas, sostuvo, fueron destruidas en la revolución de 1848. Pero la base textual para tales puntos de vista sobre los orígenes humanos es bien conocida por cualquiera que haya leído ciertos textos sumerios antiguos, y dichos textos abundaban en la Europa anterior a la Primera Guerra Mundial, ya que los alemanes habían traducido y publicado muchos de ellos. Del mismo modo, la relación de las “colisiones cósmicas” de planetas y meteoros con la Tierra con los orígenes y subsiguientes “corrupciones” de la humanidad al cruzarse con vida inteligente extraterrestre. En esto, Willigut es casi el primero en elaborar una metahistoria completa de la humanidad y la civilización sobre la base de tal astrofísica catastrofista basada en colisiones recurrentes.

Pero existen enormes problemas con un determinado modelo de “paleofísica” como herramienta para descifrar textos antiguos. Usando las supuestas colisiones cósmicas como paradigma, los textos no revelan nada. La física a escala cósmica está presente en dichos textos, lo que sugiere que las antiguas leyendas de las guerras de los dioses no eran metáforas, sino una verdad literal, ya que alguien realmente armó un fenómeno físico a escala cósmica no de basado en colisiones. Y Wiligut está a un paso de llegar a esta conclusión. Y el propio Himmler habría leído este memorándum de Willigut. El propio Wiligut incluso evita la física catastrofista de colisiones del escritor y orador británico sobre temas de religión antigua, mitología y egiptología Alan F. Alford y otros investigadores. Pero, además, incluso lo expresa en términos de sistemas rotatorios como su principal paradigma paleofísico. En resumen, de todos los esoteristas y ocultistas dentro del entorno de las SS de Himmler, es el propio Wiligut quien representa la mejor influencia esotérica posible y la base para algunos de los proyectos posteriores de las SS para reconstruir la tecnología de esa antigua física. Y nótese que, en manos de Wiligut, el «mito del linaje» el Santo Grial, ha adquirido un nuevo aspecto: porque Wiligut racionaliza la búsqueda del Santo Grial de las SS de una forma completamente nueva. La copa, de hecho, puede contener la sangre, no de Jesús, sino de «los dioses antiguos«, los «primos» extraterrestres de los seres humanos. A este respecto, y antes de embarcarnos en un examen de los puntos de vista esotéricos y “paleofísicos” de Wiligut, se debe mencionar otro episodio significativo en la historia esotérica y de las SS que gestionó el propio Wiligut. Se trata del reclutamiento personal por parte de Himmler del erudito esotérico, historiador y arqueólogo en las SS, Otto Wilhelm Rahn, autor de Cruzada contra el Grial y fuente de especulaciones contemporáneas en curso sobre la naturaleza y el grado de investigación de las SS sobre el Santo Grial y los diversos mitos de los linajes en Europa. De hecho, Wiligut sostuvo, como se vio, que su tradición secreta familiar fue destruida en 1848, el año de las revoluciones en Europa, cuando se perdieron los registros antiguos. Sin embargo, como parte de esta tradición, Wiligut también sostuvo que él mismo descendía personalmente del antiguo dios nórdico Wotan y, por lo tanto, era el verdadero “Rey Secreto” de Alemania. Y fue Wiligut con quien Otto Rahn había estado en estrecho contacto personal antes de unirse a las SS y convertirse en parte del personal de Himmler. Ello implica que Rahn inevitablemente habría trabajado en estrecha colaboración con Wiligut.

Entonces, visto bajo este prisma la obsesión de las SS por la recuperación del Santo Grial hay que tener en cuenta que tiene menos que ver con la recuperación de la copa de la Última Cena, o incluso con la recuperación de cualquier supuesto linaje de los descendientes de Jesús que tantas tradiciones gnósticas de Europa sostuvieron, sino que realmente se trata de la recuperación de los linajes perdidos de los dioses antiguos, los mismos dioses del antiguo panteón sumerio, que descendieron del cielo y engendraron descendencia con la humanidad, porque Wiligut mantuvo rotundamente que descendía de ellos. Pero, ¿cuáles eran exactamente los puntos de vista de la «física esotérica» de Wiligut? En una palabra, eran alquímicos. Y al ser alquimistas, también eran en cierto modo de origen egipcio. Consideremos la siguiente estrofa corta de un poema llamado «Número«, enviado por Wiligut bajo su seudónimo de Jarl Widar una vez más, a la revista Hagal«¡Espíritu en la Materia! fuera de la forma de Aithar, oculta en la idea dual. Allí descansa el ‘giro’ como el comienzo primario, El anillo de ‘los males de la vida’«. Se refiere al “espíritu” de la forma del éter, el medio físico transmutador mismo de la materia. Esta es la quintaesencia misma de la operación alquímica. Pero tengamos en cuenta que Wiligut da una pista adicional sobre cómo podría hacerse esto, porque ese «espíritu en la materia» descansa en el ‘giro‘ como el «comienzo primario«. El giro primigenio, o la torsión primigenia es el método, porque es el medio por el cual se produjo la diversidad de la creación misma en opinión de Wiligut. Que esta física implícita es lo que Wiligut finalmente tenía en mente se sugiere además por esta cita: «Él cierra el círculo en la Nada«, lo que sugiere que «el ciclo concluye cuando regresa a la misma sustancia, la nada, el medio físico indiferenciado, de donde comenzó”. Al invocar una terminología física con su referencia a la “corriente circulante”, Wiligut está dando a entender que todo este tema alquímico-teológico se basa en su raíz en la física y no en la metafísica. Con la “Piedra trina” de Wiligut se abrió el camino para la transmutación alquímica del hombre mismo. Wiligut está sugiriendo el mismo tipo de física de torsión como un proceso físico participante real en la mecánica física como se sugirió en la experimentación pionera del astrónomo y astrofísico ruso Dr. Nikolai Kozyrev. Pero, ¿existen indicadores más explícitos de que este tipo de pensamiento fue en realidad una base para los experimentos de física dentro de la Alemania nazi?

De hecho, hay otras declaraciones que conectan los puntos de vista de Wiligut mucho más directamente con la «física alquímica» incorporada en el proyecto de investigación de armas secretas de la Alemania nazi, como la Campana (Die Glocke), declaraciones que indican que, en parte, estos puntos de vista esotéricos podrían haber formado parte de la racionalización del proyecto, al menos, en lo que respecta a la dirección no científica de las SS. Por ejemplo, Wiligut, exponiendo la naturaleza de la esvástica como ideograma de esa física, afirma lo siguiente de un artículo titulado “Ancient Family Crest of the House of Wiligut” (Blasón de la antigua familia de la casa de Wiligut), publicado nuevamente en la revista Hagal en 1933: «Dos cruces de gancho (Hakenkreuz) en ambos sentidos de rotación, a la izquierda girando a la derecha, absorbiendo hacia adentro; a la derecha girando a la izquierda, irradiando hacia afuera. El ingeniero y químico alemán Oskar Korschelt ya era consciente de esta diferenciación, confirmada por las últimas investigaciones del Dr. Hermann Kassel. En su aparato, separa la radiación inhibidora (con rotación hacia la derecha) de la radiación creciente (con rotación hacia la izquierda). ¡Una confirmación experimental de este simbolismo heráldico!«. En otras palabras, para Wiligut, la imagen de la “corriente circulante” del cosmos no era solo una metáfora de la física elegida deliberadamente, sino que también la acoplaba muy deliberadamente a su visión de la esvástica o “Hakenkreuz”, en sus dos orientaciones, como un ideograma de esa física. Además, como afirmaba, durante o antes de 1933 se había llevado a cabo algún tipo de experimentación médica que implicaba precisamente la separación de dos campos giratorios. Esto, como ahora es bien sabido y como veremos más adelante, es la base misma de la racionalización detrás del proyecto de la Campana nazi. Estos fueron los ideogramas del “giro como el comienzo primordial”, los mismos ideogramas del propio medio transmutador hiperdimensional subyacente. Wiligut está insinuando, por medio de su referencia a la esvástica y la física basada en la torsión que simbolizaba, que el tejido del espacio-tiempo tiene una orientación de giro, tal como estaba implícito en la teorización y experimentación reales del astrónomo y astrofísico soviético Dr. Nikolai Kozyrev. Además, también está insinuando que ya en 1933 alguien en el Tercer Reich estaba realizando experimentos médicos basados en esta concepción, y dado que esa persona era médico, aparentemente ya se había hecho la conexión entre esa física y los procesos de la vida en sí mismos.

Wiligut hace aún más clara su conexión de esta visión de la física rotatoria con la de la alquimia mediante referencias claramente establecidas a la más alquímica de todas las máximas alquímicas: «Ley primordial: ‘¡Arriba como abajo, abajo como arriba! ¡Por lo tanto, en el medio hay un campo de fuerza neutral (es decir, generacional)! Las espirales son aparentemente ‘contrarias’ entre sí en sus rotaciones y, a pesar de esto, forman, conectadas en sus extremos longitudinales, una ‘unidad’ a partir de una ‘díada’ opuesta, o dualidad. De las dos espirales, cada una de ellas triplemente enrollada y conectada por el plano generacional (el campo medio), se desarrolla la forma del huevo puntiagudo de dos extremos, el concepto del ‘Huevo del Mundo’». Esto recuerda las observaciones similares de su compatriota austriaco, el silvicultor, naturalista, paracientífico e inventor austriaco Viktor Schauberger sobre las formas de energía en espiral a las que llamó «implosión» y «explosión«. Wiligut desarrolla las concepciones anteriores un poco más adelante en el artículo en un pasaje que, si uno no supiera que fue obra de un alquimista austro-alemán de las SS que formaba parte del personal del Reichsführer de las SS Heinrich Himmler, uno podría verse inducido a concluir que había sido escrito en algún diario privado del Dr. Nikolai Kozyrev. La generación eterna y, por lo tanto, la vida eterna y, a través de esto se implica una circulación eterna, a través del «cambio» constante de las formas de Vida en la Materia, o dicho de otra manera, de la causa viene el efecto y de esto se forma la nueva causa. De aquí se sigue la ley de la conservación de la Energía, que nuevamente implica la “transformación circulatoria material”, es decir, el concepto de “vida eterna”. Ya hemos encontrado que Wiligut identifica esta física a escala cósmica con la precesión de los equinoccios, el año solar y la física galáctica. Wiligut hace un comentario final que debe citarse aquí por su posible relación directa con la posible base esotérica para la racionalización del proyecto de la Campana: «Ambas espirales del ‘Mundo-Huevo’ por lo tanto poseen dos polos. Al girar (rotación) estos polos están conectados como un eje. Estos son los polos —“Arriba-Abajo”, “Abajo-Arriba”— que son el Eje del Mundo«. Claramente, sus conceptos básicos y reconstrucciones de la antigua «paleofísica» son de naturaleza alquímica. Además, muchas de sus concepciones específicas guardan un paralelo inquietante no solo con el pensamiento detrás de los experimentos de torsión posteriores de Kozyrev, sino que indican que ya en 1933 se estaba llevando a cabo algún tipo de experimentación similar en la Alemania nazi utilizando sistemas de campos separados y contra-rotatorios. De hecho, como se vio, ya se había observado aparentemente algún tipo de conexión entre tales sistemas y los procesos vitales mismos.

Sus puntos de vista, por lo tanto, ya que contaban con el beneplácito del  propio Himmler, habrían sembrado un terreno fértil para cualquiera que se acercara a las SS con un proyecto más serio y peligroso en mente. Un proyecto como la Campana nazi y alguien como el profesor Dr. Walther Gerlach, ganador del Premio Nobel de Física y el eventual director del proyecto de la Campana. En su libro The SS Brotherhood of the Bell (La Hermandad SS de la Campana), Joseph P. Farrell señala que el Profesor Dr. Walther Gerlach escribió un breve artículo en un periódico de Frankfurt en 1924. Con respecto a este artículo, Joseph P. Farrell escribió un capítulo titulado “La nueva alquimia de Gerlach”, cuyas partes relevantes dicen lo siguiente: “El viernes 8 de julio de 1924, el profesor Dr. Walther Gerlach, Premio Nobel de Física, publicó un interesante artículo en la edición vespertina del periódico Frankfurter Zeitung titulado ‘La transmutación del mercurio en oro’. El artículo, aunque breve, abre una caja de Pandora de posibilidades y especulaciones oscuras con promesas abismales. La introducción editorial comienza de manera bastante inocente: A la nota transmitida por telegrafía de ayer sobre ‘Alquimia Moderna’, presentamos el siguiente informe como un complemento y comentario de bienvenida. Y con ese breve aviso, el texto principal de Gerlach sigue en toda su significativa concisión: en el núm. 29 de la revista semanal Physical Science, en que el Prof. A. Miethe de la Escuela Técnica Superior de Charlottenburg junto con el Dr. Staumreich nos informa del hecho de que podría ser posible inducir la desintegración del mercurio con métodos físicos relativamente simples e identificar claramente el oro como uno de los subproductos químicos y físicos de la desintegración. Hasta ahora hemos conocido dos tipos de enlaces atómicos: el decaimiento espontáneo que ocurre sin ningún tipo de influencia externa, y el que ocurre a través de un proceso de desintegración radiactiva externa como el que realizó por primera vez el físico inglés Rutherford, y como se repitió poco después en el Instituto del Radio de Viena al desintegrar átomos más livianos como, por ejemplo, litio, boro, silicio, aluminio, etc., mediante el bombardeo con ‘rayos’. La posibilidad general de una ‘alquimia’ ya no necesita demostración, ya que la investigación atómica ha demostrado que todos los átomos están construidos a partir de bloques de construcción muy simples, a partir de hidrógeno y helio, las cosas más ligeras. En lo sucesivo, varios elementos químicos pueden distinguirse por el número de componentes y quizás a través de los tipos de átomos a los que se unen más fácilmente. El punto de origen de la investigación de Miethe fue la observación de que las lámparas de mercurio, mediante un bombardeo muy potente y rápido, formaban una incrustación oscura en su bobinado interior. La investigación obtuvo mayores cantidades de incrustaciones de este tipo en las lámparas de mercurio. Se aseguró de que tales lámparas de mercurio estuvieran libres de cualquier material de oro en el transcurso de 70 a 200 horas con un potencial de 70 voltios y cargadas con 400 a 2000 vatios, lo que produjo una ¡cantidad mensurable de oro! Las cantidades son pequeñas, pero siempre están entre 1/10 y 1/100 miligramos, pero tangiblemente pesables y analizables. Se espera una exploración científica más amplia, porque todo indica que estos autores han logrado un avance singular y completo, especialmente si se considera la asombrosamente baja estabilidad del mercurio cuando se somete a estrés«.

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En una primera lectura, el artículo parece como tantos otros artículos de divulgación científica de la época en que la física nuclear estaba al borde del descubrimiento de la fisión, que se produjo por parte de Otto Hahn catorce años después, en 1938. Lleno de promesas, pero ingenuamente inconsciente de las complejidades de la mecánica cuántica que acechaba a la vuelta de la esquina. Lo más probable es que un físico moderno lo descartaría como el tipo de ‘ilusión‘ que tan a menudo acompaña al descubrimiento científico, antes de que se establezca la ‘realidad’ de la observación posterior. Pero también hay problemas con ese punto de vista, uno de los cuales es que el artículo es del profesor Dr. Walther Gerlach y que ocurrió antes del descubrimiento de la fisión nuclear. En pocas palabras, la transmutación observada por los profesores Adolf Miethe y Straumreich parece ser inducida precisamente por métodos ‘electrolíticos‘, ya que el ‘bombardeo‘ al que se hace referencia se expresa en términos convencionales de ‘voltios‘ y ‘vatios‘. Sin embargo, el contexto también indica que el bombardeo radiactivo, muy probablemente por rayos X generados eléctricamente, también estaba presente. Y hay otras peculiaridades sobre el artículo que no se pueden obviar, como el nombre del profesor que supuestamente hizo el descubrimiento, el científico alemán Adolf Miethe. Los lectores que estén familiarizados con la leyenda del ovni nazi reconocerán el nombre de Miethe como uno de los supuestamente involucrados con otros científicos, como Schriever, Habermol, Epp, Schauberger y Bellonzo en la investigación de platillos voladores para los nazis. ¿Podría ser este el mismo Miethe o bien estar relacionado? Cualquiera que sea la respuesta a estas preguntas, una cosa está clara en el artículo de Gerlach, y es que él no está pensando en términos de los modelos estándar de transmutación a través del bombardeo de neutrones que se obtendrían después del descubrimiento de la fisión nuclear. simplemente porque esos modelos aún no existían, sino que, sin embargo, él está pensando en términos de alguna forma de transmutación vía bombardeo radioactivo y electromagnético, o mejor dicho, mediante estrés. De hecho, para Gerlach, cuyo experimento de 1921 sobre resonancia magnética y espín de electrones le valió el Premio Nobel de Física, estos resultados deben haber hecho que su propia mente zumbara con las posibilidades de lo que el espín y la resonancia, en condiciones extremas, podrían logra suficiente interés e investigación. Esto es lo que probablemente debe haber estado en su mente.

Estas ideas hacen que sus últimos dos comentarios sean ligeramente reveladores. «Es de esperar una exploración científica más amplia«, insta Gerlach, «porque todo indica que estos autores han logrado un avance singular y completo, especialmente cuando se considera la asombrosamente baja estabilidad del mercurio cuando se somete a estrés«. Es el grito familiar de un científico que pide financiación para la investigación. Y dada su notoriedad y la del periódico en el que presenta su alegato, solo puede haber un objetivo previsto para sus comentarios, que probablemente sería el propio gobierno alemán y sus muchos patrocinadores financieros corporativos. Pero es relevante fijarse en el comentario final sobre ‘la sorprendentemente baja estabilidad del mercurio cuando se somete a estrés’. Gerlach enuncia aquí en pocas palabras una línea de investigación que desea que siga, y que consiste en someter a estrés un metal de alta densidad, viscoso y de baja estabilidad como el mercurio. Y dado el contexto, sabemos a qué tipo de estrés pretende someterlo, ya que se trata de que sea radiactivo y eléctrico. Gerlach ha deducido que si medios tan simples pueden hacer que pequeñas cantidades de mercurio se transmuten en oro, entonces esto debe significar que estas condiciones inducen una especie de inestabilidad en el mercurio. Y con eso, un mundo completamente nuevo de posibilidades se abrió ante él, un mundo que él mismo llama ‘alquímico’”. Pero, ¿cuál fue, de hecho, el contexto más amplio de los comentarios de Gerlach? ¿Cuál era ese artículo de los profesores Miethe y Staumreich al que se había referido Gerlach? Aquí es donde el tema se pone interesante. La historia comienza cuando un físico japonés llamado Nagaoka y sus asociados realizaron un experimento en marzo de 1924, el mismo año, aunque unos cuatro meses después, en que apareció el artículo de Gerlach. Al estudiar varias líneas espectrales de isótopos de mercurio y bismuto, y en particular las líneas espectrales de oro, Nagaoka y sus asociados en la Universidad de Tokio afirmaron: «Haber descargado alrededor de 15 x 104 voltios/cm durante 4 horas entre terminales de tungsteno y mercurio, bajo una capa dieléctrica de aceite de parafina. Usaron la prueba Púrpura de Cassius para detectar oro en el residuo viscoso. La masa negra se purificó al vacío, para luego, por combustión con oxígeno y extracción con ácido clorhídrico, producir oro, ya sea en solución de agua regia o como manchas rojo rubí en la cristalería. En ocasiones se encontraron películas microscópicas de oro«.

Nagaoka también observó que «para estar seguro de la transmutación, es esencial la purificación repetida de mercurio por destilación al vacío a temperaturas inferiores a 200º«. Tengamos en cuenta esa temperatura tan baja para una transmutación, porque se convertirá en una parte crucial de la historia. Pero lo que Nagaoka propuso entonces fue impresionante, ya que en ese momento no se había observado ni propuesto ningún modelo de núcleo de estado de alto espín, al menos y hasta donde se sabe de la literatura existente en aquel momento. Si la suposición anterior sobre el núcleo de mercurio es válida, tal vez se pueda realizar el sueño de los alquimistas extrayendo un protón de hidrógeno del núcleo mediante rayos alfa o mediante otros métodos poderosos de disrupción para producir oro a partir del mercurio. En resumen, Nagaoka estaba sugiriendo que un protón podría ser ‘ligeramente separado del núcleo” de mercurio y eliminado. El método de remoción del profesor Nagaoka es obvio a partir de la cita anterior. Se trata de someter el núcleo a bombardeo y ver si se suelta un protón. Tales ideas, circulando en ese momento, seguramente habrían llamado la atención de Gerlach, y de hecho uno de los artículos de Nagaoka está escrito en mayo de 1924, precisamente en la revista científica alemana Naturwissenschaften. Esto podría haberle sugerido a Gerlach otros métodos de transmutación, su especialidad. Pero aproximadamente al mismo tiempo en el Departamento de Fotoquímica de la Escuela Secundaria Técnica de Berlín, el profesor Adolf Miethe “encontró que las lámparas de vapor de mercurio utilizadas como fuente de rayos ultravioleta dejaron de funcionar después de un tiempo debido a un depósito de hollín que se formó en el cuarzo. Probando estos depósitos descubrió que sorprendentemente contenían oro. El 8 de mayo de 1924, él y su socio, el Dr. Hans Stammreich, obtuvieron una patente alemana, número 233.715, titulada «Mejoras en o relacionadas con la extracción de metales preciosos«. La cantidad de oro dependía, en parte, de la diferencia de potencial eléctrico, la cantidad de corriente y la presión del vapor de mercurio.

Consideraciones como estas, cabe señalar, también habrían proporcionado un estímulo adicional al posible desarrollo nazi de la separación de isótopos por láser, como se vio anteriormente, ya que se necesita poca imaginación para ver que un medio más eficiente de separar e incluso la transmutación de elementos o sus isótopos sería precisamente a través del bombardeo de radiación electromagnética coherente, como la luz láser, que estaría sintonizada con precisión a las frecuencias resonantes de los elementos o isótopos que se iban a separar. Pero con la patente de Meithe y Stammreich, el genio alquímico salió de la botella y los científicos de todo el mundo comenzaron a discutir a favor y en contra de la posibilidad y los resultados de sus experimentos. Y como se ha visto, el mismo Gerlach ya se había pronunciado, con su artículo en el Frankfurter Zeitung, a favor de la posibilidad. Por ejemplo, O. Honigschmid y E. Zintl determinaron el peso atómico del mercurio convertido en oro de Miethe, usando sal áurica con TiCl 2. Se encontró que el peso atómico era 197,26, que es algo más pesado que el oro ordinario, que es de 197,2. Hicieron hincapié en la necesidad de un análisis espectrográfico de masas. Otros científicos se pronunciaron en contra de todo el escenario, argumentando principalmente que los métodos propuestos para las transmutaciones observadas eran simplemente inadecuados para explicar el fenómeno. Luego, en diciembre de 1924, la revista Scientific American “anunció que organizaría una prueba exhaustiva y exacta del experimento de Miethe”. Se realizaron 465 pruebas y se consiguió una réplica del equipo de Miethe en Alemania, pero en ningún caso se descubrieron rastros de oro. Algunos sugirieron, por lo tanto, que Miethe solo lo había detectado porque el mercurio inicial original contenía oro. Pero tal vez otro mecanismo estaba en juego, uno que sabemos por los experimentos de Kozyrev y por las observaciones de los mismos alquimistas, que se basa en que el momento de una operación era crucial para su éxito. Los alemanes permanecieron impertérritos. En 1926, la gigante empresa eléctrica alemana Siemens entró en acción y anunció en abril de 1926 que “se había obtenido un aumento de 10.000 veces en el rendimiento en la producción del proceso de mercurio y oro”. La firma Siemens había bombardeado mercurio con “electrones en un vacío extremadamente alto” y obtuvo cien miligramos de oro “de 1 kilogramo de mercurio”. Siemens und Halske Aktions Gesellschaft obtuvo posteriormente una patente alemana, número 243.760, para el proceso. Todo el asunto continuó, con los realizadores originales de los diversos experimentos, los profesores Nagaoka, Miethe y Stammreich, manejando tranquilamente las críticas. Pero “toda la cuestión nunca se resolvió”.

Lo que surge de todo el asunto son dos cosas. Ya se ha visto una, a saber, que alguien en Alemania puede haber conectado los mecanismos en funcionamiento con fenómenos de resonancia de espín, por un lado, o con la posibilidad de una separación óptica coherente a través de una «cascada» o principio láser por el otro. Después de todo, lo que había iniciado todo el asunto fue la pulsación eléctrica de vapores de mercurio. ¿Por qué no pulsarlos con frecuencias resonantes sintonizadas con la precisión de luz láser coherente? Si los alemanes se hubieran hecho esa pregunta, que parece que circunstancialmente sí lo hicieron, entonces los habría llevado inevitablemente, como propuso el autor estadounidense que defiende varias teorías conspirativas, Richard Hoagland, a la luz cohesionada, o sea los láseres como el único mecanismo verdadero para lograrlo. Pero lo otro que surge de este asunto es lo que veremos más adelante. Con el alquimista alemán del siglo XX, Franz Tausend, la alquimia en sí misma entra en escena de manera bastante abierta, sin esconderse detrás de artículos científicos en revistas oscuras, ya que Tausend era un alquimista reconocido. Y, si uno cree en sus afirmaciones, comenzó a producir oro a partir de mercurio en la década de 1920. Pero su importancia radica más bien en el hecho de que, en 1925, Tausend era un colaborador cercano nada menos que del general Erich Ludendorff, el famoso general que dirigió la última ofensiva de la Alemania imperial en la primavera y el verano de 1918 contra los aliados occidentales, una ofensiva que dividió el ejércitos británico y francés, arrojando el primero al mar. Y Erich Ludendorff estaba, en 1925, estrechamente asociado nada menos que con Adolf Hitler y era un firme partidario del Partido Nazi. Tausend logró obtener aproximadamente 100.000 marcos de oro de Ludendorff para sus experimentos, así como el respaldo financiero de otros industriales alemanes como Alfred Mannesmann. Esto condujo a la formación de “corporaciones alquímicas” con Franz Tausend en el centro. Sus otros patrocinadores destacados incluían a Himmler y, más tarde, al general de alto rango de las SS, Oswald Pohl. Incluso existe una carta de posguerra de Pohl que atestigua la existencia de estas “empresas alquímicas” para Himmler. La carta de posguerra de Oswald Pohl dice lo siguiente: «El caso Tausend estalló en una especie de escándalo nacional e internacional para los nazis y sus asociados. Sin embargo, gran parte del dinero se destinó a apoyar los gustos lujosos del esquema y el proceso costó más que el valor de lo que produjo, lo que finalmente llevó a Tausend a un juicio popularmente publicitado por fraude en Alemania, un juicio que recibió cierta atención internacional, incluso llegando, en primera instancia, a la portada de The New York Times«.

Independientemente de lo que consideremos sobre el caso Tausend, una cosa está clara si uno lo coloca dentro del contexto más amplio de la ciencia «alquímica» revisada por pares de aquella época en general, y de la filosofía alquímica de Wiligut en particular, y es que no hay es un terreno conceptual lo suficientemente amplio para que las SS hayan perseguido, en silencio y fuera de los libros una física «alquímica». Y con la aparición, apenas una década después, del descubrimiento real de la fisión nuclear por bombardeo de neutrones por parte de Otto Hahn, al menos había un método claro disponible, uno que los científicos alemanes, como los científicos de otros lugares, apreciaron fácilmente que podría conducir a una nueva y horrible arma de destrucción masiva: la bomba atómica. Y había suficiente fermento conceptual tanto dentro de la cultura científica de la mecánica cuántica que también les habría sugerido una forma radical y muy avanzada de separación de isótopos, como sería la separación de isótopos por láser dependiendo del principio de la cascada de fotones. Como se vio anteriormente, existe un caso circunstancial que puede argumentar que esto fue precisamente lo que hicieron unas cuatro décadas antes de su divulgación pública en la literatura científica. En el análisis final, tampoco es necesario que uno se resista a la posibilidad de tales racionalizaciones avanzadas de tecnología en ese período de tiempo, ya que un proceso similar también fue muy evidente con sus otros proyectos de armas secretas en general, y con la Campana en particular. Finalmente, con Karl Maria Wiligut, durante un breve período antes de la guerra asesor personal de Heinrich Himmler en asuntos ocultos, uno tiene un filósofo alquímico del medio físico, un medio que además consideraba que tenía características de orientación de espín, un concepto que no podía pasar desapercibido para alguien como el Prof. Dr. Walther Gerlach, jefe de proyecto de la Campana nazi. Pero, ¿cómo sucedió que los científicos de la década de 1940 entendieron exactamente hacia dónde se dirigían? Habían aplicado después de todo ideas de la física propias del siglo XXI. ¿Qué argumentos esgrimieron que les hizo ganar la carrera por los fondos? Lo inusual de todo esto se resume en el hecho de que las descripciones de la propulsión mercúrica han aparecido ya en la antigüedad en la alquimia y en los antiguos libros hindúes. Puede probar que una explicación de todas las cuestiones técnicas relacionadas con el trabajo en el tiempo de la guerra, de hecho revelarán un misterio mucho mayor.

La Campana fue el proyecto de armamento más altamente clasificado como secreto en la Alemania nazi, clasificado incluso más que su proyecto de bomba atómica, dada su clasificación de «Guerra decisiva«. Esa designación lo dice todo, porque si su proyecto de bomba atómica, un proyecto que posiblemente fue mucho más exitoso que la leyenda aliada de la posguerra quisiera que creyésemos, entonces, en comparación, el potencial de la Campana era realmente impresionante y horrible. La historia de la Campana fue revelada por primera vez por el investigador polaco de historia militar Igor Witkowski en trabajos publicados en su Polonia natal, y posteriormente compilada en el último capítulo de su obra magistral sobre las armas secretas nazis, La verdad sobre la Wunderwaffe. Sin embargo, la historia real de la Campana fue explicada por primera vez al mundo de habla inglesa por el periodista británico en temas de defensa y miembro del personal de Jane’s Defense Weekly, Nick Cook, en su libro The Hunt for Zero Point (La caza del punto cero). El escritor británico Geoffrey Brooks también aportó información adicional sobre el posible paradero del proyecto en la posguerra en su libro Hitler’s Terror Weapons: From V1 to Vimana (Las armas del terror de Hitler: del V1 al Vimana), rastreando el proyecto hasta Argentina. Todos estos libros permitieron a Joseph P. Farrell darse cuenta de que con la Campana se estaba tratando con un paradigma profundamente diferente de teoría física, así como de la experimentación y el desarrollo tecnológico conocido. Se trataba de una teoría y un desarrollo que parecían tener alguna conexión con el tipo de física que Farrell creía que estaba presente en la Gran Pirámide de Egipto, y en consecuencia, retomó la investigación de Nick Cook en su libro The Giza Death Star Deployed (La Estrella de la Muerte de Giza desplegada). Si bien la conexión con Egipto puede parecer extravagante, parecería haber al menos conexiones conceptuales. Posteriormente Farrell obtuvo una copia del libro de Witkowski, lo que le permitió revisar su investigación y extrapoló sus posibles bases físicas e implicaciones en sus libros Reich of the Black Sun (Reich del Sol Negro), The SS Brotherhood of the Bell (La Hermandad SS de la Campana) y Secrets of the Unified Field (Secretos del Campo Unificado). Si bien en estos libros se llega a conclusiones un tanto diferentes sobre muchos aspectos de la física subyacente y la construcción de la Campana que las de Witkowski o Nick Cook, su trabajo sigue siendo vital para analizar este tema. Pero un componente de la Campana era, y sigue siendo, un misterio. Se trata de su «combustible«, el enigmático «IRR Xerum 525«, el Suero 525 nazi. Para ver cómo y qué podría haber sido este misterioso compuesto, se requiere una revisión del proyecto de la Campana. Al hacerlo, muchas posibles conexiones «alquímicas» se harán evidentes.

La historia del organismo coordinador de las armas secretas nazis, el SS Sonderkommando Kammler (Comando Especial Kammler), también conocido como Kammlerstab (Estado Mayor de Kammler), ha sido contada en distintos libros por varios investigadores competentes. Pero la historia salió a la luz pública cuando uno de sus miembros civiles, el gerente de negocios alemán, líder de las SS, líder económico militar y miembro de los Amigos del Reichsführer SS, Dr. Wilhelm Voss, compartió su historia con el periodista británico Tom Agoston. Voss hizo jurar a Agoston que mantendría el secreto hasta su muerte, momento en el que Agoston contó su historia en un breve libro que reveló la existencia de lo que, para todos los efectos, fue el primer «grupo de expertos en armas secretas» del mundo, un grupo de expertos encubierto de las SS, clasificados como de alto secreto, cuyo resumen de la misión eclipsó el del Proyecto Manhattan de la bomba atómica estadounidense. Encabezado por el SS Obergruppenführer, equivalente a un general de cuatro estrellas, el Dr. Ing. Hans Kammler, este grupo reclutó a científicos de toda Alemania y resto de Europa, y esencialmente les dijo que mapearan los árboles tecnológicos para tecnologías y plataformas de armas de segunda, tercera y cuarta generación. El propio general Kammler no solo era el jefe de este grupo, sino también, significativamente, el mismo arquitecto que había diseñado los notorios campos de concentración de Auschwitz, y que también era el jefe de todo el Departamento de Obras y Edificios de las SS. Por lo tanto, Kammler probablemente estaba conectado a la gran planta de la empresa química IG Farben en Auschwitz, una planta que posiblemente era una gran instalación de separación y enriquecimiento de uranio y que empleaba una variedad de tecnologías de separación exóticas, incluido quizás un isótopo láser rudimentario. Y como jefe del Departamento de Obras y Edificios de las SS, Kammler podría aprovechar un grupo potencial de mano de obra esclava de más de diez millones de personas. Es esta probable conexión de Kammler con la planta de IG Farben de Auschwitz lo que es significativo, ya que, como le dijo el Dr. Wilhelm Voss a Tom Agoston, el propósito del Grupo Kammler fue allanar el camino para la construcción de aeronaves de propulsión nuclear, trabajando en la aplicación de la energía nuclear para propulsar misiles y aeronaves, así como rayos láser, entonces todavía denominados “rayos de la muerte”; una variedad de cohetes autoguiados y buscar otras áreas potenciales para avances de alta tecnología. En la jerga moderna, la operación probablemente se denominaría un «grupo de expertos de investigación de las SS«. Algunos trabajos sobre armas secretas de segunda generación, incluida la aplicación de propulsión nuclear para aviones y misiles, ya estaban muy avanzados.

El significado de la observación sobre los láseres ya se ha explorado anteriormente en relación con el posible desarrollo de un proceso de separación de isótopos mediante láser sintonizable rudimentario por parte de las SS nazis. Aquí se proporciona una pista adicional, ya que una tecnología tan avanzada de separación de isótopos sería valiosa no solo en la separación y el enriquecimiento de los isótopos necesarios para una bomba atómica, concretamente uranio-235 y plutonio-239, sino también en la separación de elementos e isótopos necesarios como combustible para cualquier propulsión nuclear. Sin embargo, hay un punto importante a tener en cuenta. El término «propulsión nuclear» es bastante vago y lo abarca todo. Tal vez podría significar cualquier forma de propulsión de campo o tecnología antigravedad que dependía de alguna forma de isótopos radiactivos en la creación de esos efectos de campo. En este contexto, Igor Witkowski menciona un hecho significativo, y es que, a finales de la guerra, al General Kammler también se le había otorgado el título de Reich Plenipotenciario para la construcción de centros de investigación en Pilsen, en Chequia, en materia de tecnologías atómicas para la propulsión de armas guiadas y aeronaves. Tal título, y la considerable autoridad que lo acompañó, otorgada por el propio Hitler a Kammler, es un fuerte indicador de que la Alemania nazi había progresado hasta el punto del despliegue operativo práctico de al menos algunas de estas tecnologías, y que otras más avanzadas daban señales de éxito inminente. Algo así como la Campana. El Dr. Voss fue asignado a la división de ingeniería de la famosa fábrica de municiones Skoda en Pilsen, Chequia, después de la anexión alemana de ese país en marzo de 1939. Fue en este departamento donde Kammler estableció y tuvo su sede con su grupo de expertos en armas secretas. Cuando Alemania convirtió a toda la Checoslovaquia de Bohemia y Moravia en un «Reichprotektorat«, toda Bohemia, incluidos Skoda Works y el grupo de expertos de Kammler, cayó bajo la jurisdicción de las SS bajo el mando nada menos que de Reinhard Heydrich, el virtual segundo al mando de Himmler para toda la SS. Este hecho, más la presencia del grupo de expertos de Kammler en Pilsen, convirtió efectivamente al Reichprotektorat en la versión alemana nazi de los campos de prueba de Nevada, en Estados Unidos, un vasto proyecto secreto preservado bajo la jurisdicción de las SS. Y dentro de esta “zona segura”, con sus agentes de la Gestapo rastreando el campo persiguiendo la sedición, el grupo de expertos de Kammler estaba rodeado por un triple cinturón de seguridad de contrainteligencia política, económica y tecnológica, encabezada personalmente por nada menos que el socio cercano de Martin Bormann, el jefe de la Gestapo, Heinrich «Gestapo» Müller.

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Otro grupo conectado con el «grupo de expertos» de Kammler y vinculado directamente con el proyecto de la Campana fue la organización Forschungen, Entwicklungen, und Patente (FEP) (Investigaciones, Desarrollos y Patentes) de las SS, encabezado por un oscuro pero aparentemente extremadamente importante SS Obergruppenführer llamado Emil Mazuw. El resumen de la misión de este grupo era buscar en revistas, personal y patentes científicas alemanas y europeas cualquier cosa que pudiera ser de valor para un avance tecnológico potencial y una aplicación militar. Otra misión de este grupo se refería precisamente al desarrollo de teorías y tecnologías que podrían conducir a la independencia energética alemana. En consecuencia, con la FEP se tienen pistas sugestivas sobre algunos de los propósitos de la investigación nazi con el proyecto de la Campana, a saber, que además de su posible propósito en el desarrollo de la propulsión de campo, otro propósito puede haber sido acceder a nuevas fuentes de energía, una energía que liberaría a Alemania de la dependencia de los combustibles “fósiles” y otras fuentes de energía no renovables, que escaseaban en Europa. En cualquier caso, una de las cosas que seguramente habría llamado la atención de este grupo fueron precisamente las patentes de Miethe, Stammreich y la corporación Siemens, así como el artículo del Prof. Dr. Walther Gerlach sobre las transmutaciones de mercurio a oro y la posibilidad científica de un tipo de “alquimia”. Esto, junto con el probable conocimiento de algunos miembros de las SS del sánscrito esotérico y otros textos relacionados con la propulsión de mercurio, así como el clima «alquímico» general dentro de las SS que era cercano a Himmler, es decir, Wiligut, habría proporcionado una cultura de grupo fértil para que las SS se comprometieran con el estudio y la investigación de las posibilidades científicas reales que tales textos podrían haber contenido. Si había un grupo dentro de las SS que hubiera hecho tales conexiones y hubiera sido capaz de cumplir con el objetivo de la Ahnenerbe de las aplicaciones militares a partir de tales textos y tradiciones, este era la Forschungen, Entwicklungen, und Patente (FEP).

Pero aún había otro grupo secreto conectado con todos estos proyectos negros secretos de las SS altamente clasificados y que estaban relacionados con la Campana. Se trataba del SS Entwicklungstelle IV, o «Área de desarrollo 4«. Si bien el término «área» puede referirse a un grupo que investiga una determinada «área» de investigación, existe otra posibilidad, y es que «área» podría referirse a una ubicación geográfica real de instalaciones subterráneas y secretas que realizasen la investigación. De hecho, muchos de estos grupos de investigación de las SS fueron denominados por el área geográfica real donde se llevó a cabo la investigación. Si esta «Área de desarrollo 4«. suena vagamente familiar, es porque lo es. El conocido ufólogo Bob Lazar afirmó haber trabajado en un área secreta dentro del Área 51 en Nevada llamada «S-4«, escondida bajo tierra en una montaña cerca del lago seco Papoose, al sur de Groom Lake. Si bien la historia de Bob Lazar presenta muchas lagunas así como las afirmaciones de su socio John Lear, dos aspectos de la historia se destacan como posiblemente significativos en el contexto de la investigación nazi sobre conceptos avanzados de propulsión de campo. El primero es, por supuesto, la designación «S-4«, una leve resonancia de «»Área de desarrollo 4«. La segunda es que ambos grupos parecen haber estado trabajando más o menos en lo mismo, la propulsión de campo avanzada o tecnología “ovni”. Pero el tercero es quizás el más inusual e interesante de todos. Bob Lazar afirmó que los «platillos voladores extraterrestres capturados» en los que se le permitió trabajar en el Área «S-4″ utilizaron el elemento 115 como combustible para las reacciones de materia-antimateria que supuestamente impulsaron la nave. En el momento en que Bob Lazar hizo estas afirmaciones por primera vez, el elemento 115, ahora conocido como unumpentium, aún no se había sintetizado. Sin embargo, cuando lo fue, se colocó en el centro de física de alta energía en Darmstadt, Alemania. Estas afirmaciones constituyen algunas de esas áreas problemáticas de la historia de Lazar, ya que los supuestos físicos subyacentes implícitos en estas afirmaciones son que la relación materia-antimateria en el universo está más o menos en equilibrio, es decir, que existen las mismas cantidades de ambos. Pero Joseph P. Farrell no está de acuerdo con este punto de vista. El segundo problema de física planteado por esta afirmación es que Lazar afirmó que él y Lear en realidad obtuvieron una cantidad de este elemento. Sin embargo, la vida media del elemento unumpentium es demasiado corta para que se acumule una cantidad sustancial, y mucho menos para que se obtenga y se mantenga durante un período superior a unas pocas fracciones de segundo.

Sin embargo, ¿podría haber sido la verdadera intención no revelar la presencia de ovnis estrellados y recuperados, formando parte de un proyecto secreto diseñado para aplicar ingeniería inversa a la tecnología obtenida? ¿Podría todo el episodio haber sido ideado por alguien, no necesariamente por Lazar, para señalar sutilmente a Alemania como la fuente de algunas de estas tecnologías «extraterrestres«, con sus referencias a un área secreta? Ciertamente, que se sepa, ni Bob Lazar ni su socio John Lear han hecho jamás tales afirmaciones. Pero es interesante que Lazar indicó posteriormente, después de hacer pública su historia, que había sido contactado por un grupo en Alemania que había sintetizado unumpentium para que fuera a Alemania y les ayudara en su investigación, porque habían oído hablar de su historia y su mención del elemento 115 (unumpentium). Por lo tanto, es posible que se haya lanzado otra pista sutil, señalando a Alemania como un jugador en el desarrollo de tales tecnologías. Antes de proceder a analizar de lo que podría haber estado compuesto el misterioso IRR Xerum 525 (Suero 525) y para qué se diseñó, posiblemente para su uso en la Campana, es conveniente una breve revisión de la Campana en sí: su construcción, operación, efectos y racionalizaciones científicas. Si bien el tamaño de las dimensiones de la campana varía según las fuentes que se consulten, se puede decir con seguridad que el tamaño estándar es de 3,65 a 4,57 metros de alto y 2,74 a 3,65 metros de ancho; tenía un aspecto cilíndrico y en forma de campana, de ahí su nombre en clave entre los alemanes, die Glockela Campana. Su capa exterior estaba compuesta de algún tipo de material cerámico o metálico; que se enfrió criogénicamente con nitrógeno líquido u oxígeno. Alrededor de su exterior había varios puertos para cableado eléctrico de alto voltaje, hecho que indica que la Campana podía ser transportada a varios sitios para ser probada y “enchufada”. Además, la Campana emitía un zumbido-silbido cuando estaba en funcionamiento, hecho que llevó a su apodo entre los alemanes que vivían por los alrededores de die Bienenstock, la colmena. Dentro del dispositivo había dos tambores que giraban en sentido contrario capaces de girar a velocidades extremadamente altas. Witkowski ha argumentado que estos tambores estaban anidados uno dentro del otro, como en un dispositivo típico de foco de plasma. Anteriormente he argumentado que otro arreglo posible era uno encima del otro. La parte superior del dispositivo tenía algún tipo de accesorio similar a un gancho, lo que indica que tal vez podría estar suspendido de una balanza o dispositivo similar. En el núcleo central de la Campana había un eje estacionario, dentro del cual se colocaba una “botella termo” que contenía el Suero 525. Mercurio y posiblemente el propio Suero 525 se colocaron en las superficies de los cilindros o tambores giratorios.

La Campana desprendía efectos de campo extremadamente tóxicos, y en algunos casos letales, a una distancia de unos 150 a 200 metros del dispositivo cuando estaba en funcionamiento. En consecuencia, se probaron una variedad de materiales orgánicos y formas de vida en su presencia. Entre sus muchos efectos, los dos siguientes son de notable importancia: En el caso de las plantas, la exposición a su campo dio como resultado la descomposición celular de las plantas en cuestión de horas o semanas, por lo que las plantas se descompusieron y finalmente se convirtieron en una sustancia pegajosa de color marrón grisáceo; En el caso de los humanos, sus primeras pruebas resultaron en la muerte de cinco de los siete científicos involucrados. Si bien las pruebas posteriores parecen haber mitigado estos efectos, las personas expuestas a su campo informaron de la sensación de «alfileres y agujas» en la piel, insomnio y un sabor metálico persistente en la boca; El equipo de prueba sobre el suelo de la Campana, la llamada estructura Henge en Ludwigsdorff, muestra signos de exposición a radiación ionizada y de neutrones pesados. Además, los pernos de refuerzo de acero de la estructura que corrían alrededor de la parte superior de la estructura parecen haber sido cortados o rotos por alguna fuerza poderosa y abrupta; La Campana también explotó bombillas y creó daños en los equipos eléctricos en los alrededores durante sus pruebas.  En el caso de las pruebas al aire libre realizadas de noche, algunos trabajadores de campos de concentración asociados con el proyecto informan haber visto dispositivos «similares a barriles» que ascendían por encima de las líneas de árboles con un brillo azul pálido. La Campana fue probada bajo la más extrema seguridad en los alrededores de Ludwigsdorff y el Castillo Fürstenstein en las montañas de la Baja Silesia; Aproximadamente sesenta de los científicos y técnicos relacionados con el proyecto fueron asesinados por las SS antes del final de la guerra, y el dispositivo y toda la documentación del proyecto, junto con el general Kammler y un enorme Junkers 390 de seis motores, uno de los aviones de más largo alcance, desaparecieron al final de la guerra; Su director científico, el Prof. Dr. Walther Gerlach, fue uno de los científicos internados en Farm Hall, a quien se le escuchó hablar misteriosamente sobre la separación de campos magnéticos, la compresión de vórtices, la gravitación del campo magnético terrestre, etc. Además, el Dr. Gerlach fue el único de los científicos de Farm Hall que posteriormente fue llevado a los Estados Unidos para ser interrogado más a fondo. A su regreso a Alemania, sorprendentemente nunca volvió a escribir sobre gravitación o resonancia de espín y otros temas que habían sido su especialidad antes de la guerra.

Uno de los científicos del proyecto de la Campana y el diseñador de su planta de energía, el ingeniero eléctrico Dr. Kurt Debus, posteriormente terminó como director de vuelo para los proyectos espaciales Mercury, Gemini y Apollo de la NASA en Cabo Cañaveral; Una matemática de la Universidad de Königsberg, la Dra. Elizabeth Adler, fue contratada como consultora durante el proyecto, por razones nunca reveladas en las pruebas existentes sobre el proyecto; Los nombres en clave de la CampanaDas LaternenträgerprojektThe Lantern-bearer Project, y Projekt KronosProject Time, o alternativamente, Project Saturn, evocan una influencia esotérica y oculta que posiblemente opera en el trasfondo del proyecto, ya que “portador de luz” tiene una vaga relación conceptual con Lucifer, el portador de luz, y “Kronos” es la palabra griega tanto para el tiempo como para el planeta Saturno. Por lo tanto, el nombre en clave Projekt Kronos podría sugerir un proyecto que tiene que ver tanto con la manipulación del tiempo como con algún experimento de propulsión de campo diseñado para dar acceso a planetas distantes, simbolizados por Saturno. Finalmente, también hay una referencia a que el proyecto de la Campana también tiene el nombre en código Tür o “Puerta”, ¿tal vez una puerta estelar?. En su libro Secrets of the Unified Field (Secretos del Campo Unificado), Joseph P. Farrell explora con cierta profundidad los convincentes argumentos del investigador de la Campana, Igor Witkowski, de que los tambores contra-rotatorios dentro del dispositivo se habían dispuesto en forma de un foco de plasma típico, uno dentro del otro. De hecho, los argumentos de Witkowski son convincentes y racionalizan bastante bien el dispositivo. Sin embargo, como Farrell describe en Secrets of the Unified Field, se puede argumentar que los nazis pueden haber racionalizado el dispositivo siguiendo las líneas de la incorporación de alguna forma de tensor de torsión en las teorías del campo unificado que comenzaron a publicarse en la Alemania de la República de Weimar, república de entreguerras y antes de la asunción del poder por los nazis. Farrell argumentó que la presencia de una matemática de la Universidad de Königsberg, la misma universidad que vio el desarrollo de la primera teoría del campo unificado hiperdimensional del matemático Dr. Theodor Kaluza, dentro del proyecto de la Campana, apuntaba a una forma modificada de la teoría de Kaluza, que incluía la torsión como base del proyecto. Además, la “geometría” de esa teoría era cilíndrica. Como curiosidad tenemos que ya en las primeras décadas del siglo XX, una profética serie de artículos del matemático alemán Theodor Kaluza y del físico sueco Oskar Klein sugirieron que podría haber dimensiones que son competentes para evadir la detección. Su trabajo imaginó que, a diferencia de las dimensiones espaciales familiares que se extienden sobre distancias grandes, posiblemente infinitas, podría haber dimensiones adicionales que son diminutas, lo que las hace difíciles de ver.

Dado que uno de los efectos de la torsión es similar a exprimir una lata de refresco vacía como si fuera un trapo de cocina, lo que produce pliegues en espiral en la estructura del espacio-tiempo similares a los pliegues en espiral de la lata que resultan de su «estrujamiento«, Farrell especuló que para maximizar este efecto de torsión dentro de la Campana, los tambores que giraban en sentido contrario serían análogos a esta imagen. Los tambores, en otras palabras, podrían racionalizarse igualmente para haber sido colocados uno encima del otro, para maximizar el efecto de torsión producido por el dispositivo. Sin embargo, como se ha visto anteriormente sobre las influencias esotéricas en el trabajo dentro del Partido Nazi, las SS y la propia Alemania entre las dos guerras, hay otra posible influencia conceptual flotando en el ambiente, como lo serían las opiniones alquímicas de Karl Maria Wiligut, y su posición muy influyente en el círculo de asesores de Heinrich Himmler. Como se señaló, el propio Wiligut explicitó puntos de vista de que el medio físico, en su comprensión del esoterismo, era el resultado de «el giro primario«, una imagen que inmediatamente evoca la noción de torsión. Además, Wiligut también vio la imagen del Partido Nazi, la propia esvástica, como un ideograma de esa física. Así, además de la cultura científica de la propia Alemania, existía dentro de las SS la consideración de tales puntos de vista, como era la influencia alquímica de Wiligut. Los puntos de vista alquímicos de Wiligut adquieren un significado adicional cuando se consideran las conexiones poco conocidas entre la alquimia y las diversas teorías del campo unificado que entonces estaban de moda en Alemania. El investigador británico Geoffrey Brooks menciona un hecho poco conocido y rara vez discutido sobre los interrogatorios británicos a Rudolf Hess en el que Hess hace algunas declaraciones inquietantes o, según se mire, locas. Rudolf Hess, interrogado en la Torre de Londres bajo el efecto de un suero de la verdad, afirmó que los nazis valoraban mucho las ciencias ocultas y que incluso podrían ser, a través de Hitler, los títeres de un Directorio secreto ubicado en Oriente. Una afirmación tan increíble seguramente sería descartada si hubiera venido de alguien que no fuera Rudolf Hess, en ese momento uno de los principales líderes del Partido Nazi, y él mismo muy interesado en asuntos ocultos y esotéricos, desde su juventud en Alejandría, Egipto. Y la afirmación, por inquietante que sea, permite quizás otras especulaciones. ¿Podrían los aliados saber de la existencia de tal relación y que los propios nazis, en los niveles más altos, creían en que tal relación existía?  Pero son los intereses de Rudolf Hess y las SS en lo oculto, así como su conexión con el antiguo Egipto, lo que tiene una importancia crucial aquí.

 

El escritor británico Geoffrey Brooks nos dice: «La filosofía subyacente de la ciencia nazi no está documentada, pero es probable que haya sido de tradición hermética. Hitler fue discípulo del pensador budista Schopenhauer, y su éxito provino de un profundo conocimiento de las causas mágicas ocasionadas por la lectura del tratamiento de Schopenhauer sobre el hermetismo. Con esto se entiende la antigua literatura de Hermes Trimegisto de la tradición hermética de la que sobreviven tratados egipcios indiscutibles y, por lo tanto, por segunda vez… nos encontramos confrontados por el espectro del Antiguo Egipto en relación con el nacionalsocialismo«. Pero, ¿qué tiene que ver esta conexión alquímica basada en el hermetismo con la física en general y las diversas teorías del campo unificado de las décadas de 1920 y 1930 que se publicaron en Alemania? Geoffrey Brooks establece la posible conexión: «La ciencia hermética afirma que cada elemento de la materia tiene, como el cristal, una forma geométrica única. Toda la materia, mineral u orgánica, es meramente una estructura molecular unida por una nota clave, de la cual se puede inferir que todo en el universo material es el resultado de la vibración, un concurso fortuito de átomos. Este fue el secreto detrás de la filosofía de Schopenhauer, el gurú de Hitler, de que el mundo material es solo una ilusión y ningún objeto físico tiene una realidad permanente. La única realidad es la vibración«. Desde este punto de vista, la estructura reticular de los elementos, su «forma cristalina pura«, es una representación de esas vibraciones. Como consecuencia de esta visión, las fuerzas físicas pueden a su vez entenderse como distorsiones en esa estructura. Tengamos en cuenta estos puntos de vista, porque los encontraremos de nuevo más adelante. Así surgió la extraña idea nazi de la “física aria”, un término acuñado por dos físicos alemanes que fueron Premio Nobel de Física, en que ambos fueron fervientes seguidores del partido nazi: el Dr. Philipp Lenard y el Dr. Johannes Stark. Los objetivos directos de este paradigma fueron contrarrestar la considerada física judía de Einstein representada por sus teorías de la relatividad. Pero otro objetivo menos conocido fueron las teorías mecánicas cuánticas de Heisenberg con su famoso principio de incertidumbre. En resumen, los físico Stark y Lenard estaban, como el Dr. Kozyrev mucho más tarde en Rusia, muy incómodos con la naturaleza contraria a la intuición de la física mecánica cuántica y relativista. Si bien los grandes errores y contradicciones de su «física aria» son bien conocidos y se ensayan casi hasta el cansancio como ejemplos del persistente colapso de la física dentro de la Alemania nazi, la verdad, de hecho, puede no ser tan simple, ya que si proyectos como el de la Campana existió en la Alemania nazi, y si lograron los resultados sensacionales que se les atribuyen, entonces lo que la «física aria» realmente representa habría sido un intento de establecer los contornos y la filosofía de un paradigma completamente diferente de la física.

En este sentido, Brooks hace una serie de observaciones bastante interesantes: «Mucho antes la física aria sospechó que cuando Einstein estaba trabajando en la teoría del campo unificado, se dio cuenta de que la relatividad no podía acomodarse en ella, pero para entonces le era imposible admitir su error anterior. Mientras descartaba la relatividad por completo, la física aria también refutaba la física cuántica sobre la base de que todas las teorías del campo unificado seguían viendo el espacio-tiempo en los términos de Einstein. Dado que la ciencia hermética aceptaba otras dimensiones más allá de nuestras propias dimensiones y más allá de nuestro propio continuo, presumiblemente esto, junto con la afirmación de que el mundo subatómico no tiene una estructura independiente, era lo que la física aria consideraba que faltaba en la teoría cuántica«. En resumen, la física aria era un intento de desarrollar lo mismo que desarrolló el astrónomo y astrofísico ruso Nikolái Kózyrev, es decir, una ciencia del tiempo y la «mecánica causal» basada en los movimientos en espiral y las distorsiones en el espacio-tiempo representadas por la torsión. En resumen, la “física aria” en realidad estaba diciendo que la geometría de la relatividad general es inadecuada para la unificación de la gravedad y el electromagnetismo y que al considerar ciertos efectos parecería que hay una subestructura de la mecánica cuántica aún no conocida y que merece ser investigada, que las teorías de dimensiones superiores son aceptables ya que la indeterminación de la mecánica cuántica sólo podría superarse por medio de tales teorías de dimensiones superiores. Como Farrell argumentó en su libro Secrets of the Unified Field, el trabajo del ingeniero eléctrico húngaro estadounidense que promovió el uso de métodos de álgebra lineal, álgebra multilineal y geometría diferencial en el campo, Gabriel Kron, es crucial para cualquier aplicación práctica de las teorías del campo unificado. Sin duda llamó la atención de los nazis y los impulsó al desarrollo tanto de la física como de la ciencia y tecnologías no basadas en la teoría del campo unificado de Einstein, sino de la teoría del campo unificado del físico y matemático alemán Theodore Kaluza. Además, para los nazis esta teoría, con sus cuatro dimensiones de espacio y una de tiempo, era una teoría hiperdimensional que no había sido originada por un físico judío. Por otro lado, Kaluza permaneció en Alemania en varios puestos docentes durante la era nazi.

Si esto era realmente lo que realmente estaba sucediendo detrás de escena en la Alemania nazi, entonces los físicos alemanes no podrían haber evitado llegar a la misma conclusión a la que llegó Kozyrev, y con el mismo resultado de que el tiempo no era un escalar, sino una fuerza activa, una fuerza de torsión. Y ello fue evidente en las SS a través de las influencias alquímicas de Wiligut, el entorno científico de la «física aria«, y los diversos artículos de teoría del campo unificado de las décadas de 1920 y 1930. Otra área de diferencia especulativa entre la interpretación de Witkowski de la Campana y la de Farrell es que Witkowski sostiene que la operación eléctrica de la Campana era continua y dependía de la corriente alterna normal. Pero Farrell, en Secrets of the Unified Field, opina que el apodo de la Campana como «la colmena«, debido a su característico zumbido sibilante, tal vez indicaba la rápida apertura y cierre de un interruptor de corriente continua de muy alto voltaje, que entregaba varios miles de pulsos de corriente continua de alto voltaje al dispositivo. Además, la proximidad de una planta de energía a las instalaciones de prueba de la Campana puede haber sido un testimonio más de esta posibilidad, entregando enormes cantidades de energía que podrían no haber sido suficientes con grandes cantidades de baterías. Pero, ¿cuál sería el propósito de la utilización de dos tipos de potenciales eléctricos? Para responder a esta pregunta, debemos volver nuevamente a la muy creíble racionalización de Witkowski de los principios científicos de la Campana: «Sí, el plasma a veces crea una especie de vórtice, pero esto suele ser un efecto secundario. Nadie todavía, nadie después de la guerra, ha construido un dispositivo de ‘foco de plasma’ principalmente para el giro rápido de iones pesados, ya que la construcción interna de cada plasma es puramente estática. La concepción de cilindros giratorios o contra-rotantes sigue siendo desconocida. ¡A nadie se le ha ocurrido la idea de hacer esto!». Y Witkowski continua: «Me imaginé un gran tambor de metal, en el que había una pequeña cantidad de mercurio. El tambor sería entonces acelerado a una velocidad de, digamos, decenas de miles de revoluciones por minuto. Bajo la influencia de la fuerza centrífuga, el mercurio, como líquido, cubriría las paredes del tambor creando una capa delgada. Después de alcanzar la velocidad objetivo, se crearía una descarga eléctrica de alto voltaje entre la circunferencia del tambor (la capa de mercurio) y su eje, el núcleo. Teóricamente esto aceleraría los iones de mercurio hacia el núcleo, a una velocidad de muchos kilómetros por segundo. Pero dado que el mercurio ya poseería una cierta torsión, en la debida medida de acercarse al núcleo, su velocidad angular aumentaría desarrollando así un aumento en la velocidad de rotación. En el caso del tambor con mercurio, esto conduciría a una superposición de las dos velocidades, creada por la conservación del par y como resultado del flujo de corriente eléctrica. De mis cálculos aproximados se deduce que por este medio sería posible lograr una velocidad del último vórtice ‘comprimido’ del orden de incluso cientos de miles de revoluciones por segundo«.

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Hasta ahora todo bien, pero como señaló Farrell en su libro Secrets of the Unified Field, esto racionaliza la rotación pero no la contra-rotación de los tambores. Si tales efectos se lograran con tambores que giran en sentido contrario, anidados uno dentro del otro, esto habría creado una especie de efecto dentro del dispositivo mismo, una especie de “zona neutral temporal” entre los dos tambores que giran en sentido contrario y el núcleo estacionario del dispositivo. Por lo tanto, todo el dispositivo no habría estado dentro de esta zona, un ejercicio bastante contraproducente si el objetivo fuera tanto la manipulación del espacio-tiempo como la creación de una tecnología de propulsión de campo. Por lo tanto, Farrell argumenta que la posible configuración de los tambores era de uno encima del otro. Aquí el efecto de la descarga es diferente, mientras que los principios que subyacen al análisis de Witkowski siguen siendo los mismos, ya que la «zona neutral» se crea a lo largo de dos ejes: entre los tambores y el núcleo estacionario, paralelo al eje de rotación de los tambores, o » verticalmente”, por así decirlo, y una zona horizontal entre los tambores, que se extiende más allá del dispositivo en el plano perpendicular al eje de rotación. Una vez más, viene a la mente la analogía de exprimir la lata de refresco, ya que el área de máxima tensión estará precisamente en el plano de rotación perpendicular al eje de rotación. Se puede extender más el análisis en una dirección mucho más especulativa. Con un metal de alta viscosidad y baja estabilidad como el mercurio, el alto giro de los tambores tendrá dos posibles efectos: primero, aplastará los núcleos de los átomos, o mejor, los iones de mercurio y el plasma, en uno de los núcleos. con deformidades de los átomos de alto espín. Esto, a su vez, inducirá las «nuevas radiactividades» y los modelos de fisión en los artículos de física recientes, décadas después de la guerra. Además, este estado de alto espín de un plasma ionizado producirá a su vez una carga eléctrica de acuerdo con la orientación del espín. Observemos ahora lo que sucede con la relación de los plasmas y los compuestos que se hacen girar en los dos tambores, ya que se acumula una ligera diferencia de carga entre los dos, con la «zona neutral» intermedia entre ellos. Si el tambor superior se hace girar para crear una carga positiva y el inferior una negativa, la diferencia posiblemente producirá un efecto de levitación, exactamente como los testigos describieron haber visto en los alrededores de prueba de la Campana, cuando describieron haber visto un tipo de barril azul pálido flotando en el aire.

Con descargas repentinas y repetidas de corriente continua de alto voltaje desde los tambores al núcleo estacionario, todos los demás principios permanecen más o menos como los describió Witkowski, con un posible efecto adicional. Tales descargas equivaldrían en efecto a una «detención repentina» de la rotación de los iones, liberando enormes cantidades de energía a medida que, por un breve momento, perdieran su momento angular. Esta energía se liberaría muy probablemente en forma de radiación de muy alta frecuencia, tal como rayos X y rayos gamma, de manera similar a los estallidos gamma observados por David Radius Hudson en sus metales del grupo del platino de alto espín, en una especie de «bomba de torsión«. En otras palabras, la principal racionalización es la de maximizar el efecto total de la torsión en tres dimensiones, y no la única dimensión implícita en el análisis de Witkowski, por cualquier medio práctico disponible con la tecnología de 1940. Con todos los «cortocircuitos» masivos y repetidos de dicho sistema, no es de extrañar que la Campana emitiera el zumbido y silbido característico cuando estaba en funcionamiento, que le valió su apodo de la colmena. Si ahora asumimos que el núcleo estacionario central era el que utilizaba una corriente alterna y continua en los tambores, con el núcleo central con una carga positiva y los tambores con una carga negativa entre sí, se creaba un efecto aún mayor. Por supuesto, la ingeniería eléctrica de todo esto habría sido complicada, dados los diferenciales de carga, dos tipos de potenciales eléctricos y los altos voltajes involucrados, y habría requerido a alguien con experiencia en tales cosas y en el manejo complicado de alto voltaje. corriente continua y su medición y control precisos. Alguien como el Dr. Kurt Debus, el diseñador de la central eléctrica que suministraba energía a la Campana y posterior director de vuelo de la NASA, como consecuencia de la operación Paperclip. La idea de un repentino pulso de corriente continua de alto voltaje con un vórtice magnético, uno de los principios posiblemente en funcionamiento en la Campana para maximizar la fuerza de torsión, se encuentra en otro lugar muy inusual, Se trata de la publicación sobre los primeros ovnis The Case for the UFOs del Dr. Morris K. Jessup, que fue la fuente sobre el origen del misterioso Experimento Filadelfia. Según el investigador William Lyne, ideas similares de usar dos tipos de potencial eléctrico con diferenciales de carga también estaban en el centro de la idea de Nikola Tesla para un avión eléctrico. William Lyne, al resumir los puntos de vista de Tesla sobre el éter y los circuitos eléctricos como sistemas abiertos, señala que la fuerza motriz eléctrica no se debe simplemente a las «corrientes variables«, sino a la «rarefacción y compresión del éter» provocada por diferentes tipos de corrientes que varían rápidamente. La implicación era que, mientras que ya en 1884 Tesla había hecho cálculos para su máquina voladora cuando emigró por primera vez a los Estados Unidos, más tarde afirmó que su «torpedo dirigible» podía alcanzar las increíbles velocidades de 1.738.091 kilómetros por hora.

La idea de la compresión y rarefacción del éter a través del estrés eléctrico causado por dos tipos de potencial eléctrico, junto con la idea de que la estructura de la materia no es más que un movimiento vorticial en ese éter, hace que las ideas de Tesla estuviesen muy por delante de su tiempo. Pero, sin embargo, es el mismo principio que los une a todos: la utilización de dos tipos de potencial eléctrico y diferencial de carga a altos voltajes. Y, en particular, la utilización de Tesla supuestamente fue con el propósito expreso de lograr un avión «eléctrico«. Otra propiedad de la Campana es el de su enfriamiento criogénico, ya sea por nitrógeno líquido u oxígeno. Esta propiedad, como es bien sabido, es un componente de los superconductores, pues las temperaturas extremadamente bajas reducen la resistencia eléctrica al punto que la corriente eléctrica circula “libremente”. Otra propiedad de los superconductores observada recientemente es también su tendencia, como observó Hudson, a perder peso. Este es otro indicador de cuán minuciosamente los nazis habían racionalizado científicamente el proyecto, y también es otro indicio de que el principio en evidencia nuevamente es maximizar un efecto de torsión cuando el Suero 525 giratorio y súper enfriado fuese pulsado eléctricamente. Pero hay otro hecho que conviene recordar. En el examen anterior de los experimentos «alquímicos» de transmutaciones de cantidades diminutas de mercurio en oro que formaban parte de la ciencia de la década de 1920, se recordará que el físico japonés Nagaoka observó que «Para estar seguro de la transmutación, la purificación repetida de (mercurio) por destilación al vacío a temperaturas inferiores a 200°. Dado que el artículo sobre su experimento se publicó en la prestigiosa revista científica alemana Naturwissenschaften, la referencia difícilmente podría haberse perdido entre los científicos nazis, especialmente porque el profesor Dr. Walther Gerlach había escrito un artículo sobre esta «alquimia«, ya que su especialidad. era el espín, la gravedad y la resonancia magnética, Y más aún porque era el jefe científico del proyecto de la Campana. Algunos investigadores han propuesto que la Campana en realidad no era más que una forma avanzada de las tecnologías nazis de separación de isótopos centrífugos. Ello plantea preguntas interesantes. ¿Qué le sucedió exactamente a su misterioso combustible, Suero 525, mientras giraba y se pulsaba eléctricamente dentro de la Campana? Dado todo lo que se ha aprendido sobre los estados de alto espín y la construcción real y la posible disposición interna de los cilindros contra-rotatorios de la Campana, es remotamente factible que algunos de sus resultados clasificados como secretos puedan haber sido transmutaciones inusuales de los elementos constituyentes del Suero 525 y sus propiedades radiactivas.

Entonces, juntando todo esto, tenemos que el superenfriamiento del dispositivo, para reducir en gran medida la resistencia eléctrica y aumentar el estado de giro del suero que está girando; también tenemos el alto giro mecánico en sí mismo. Asimismo tenemos la contra-rotación de la sustancia en dos tambores, posiblemente dispuestos uno encima del otro. Adicionalmente tenemos la posible racionalización del dispositivo en una forma modificada a partir de la teoría del campo unificado de Kaluza, que incorporó la torsión en una geometría cilíndrica. Finalmente, tenemos el posible uso de dos tipos de potencial eléctrico, corriente alterna y continua, en el dispositivo en condiciones de estrés de alto voltaje del Suero 525. A lo largo de todo ello, un principio se destaca como la base probable de todas estas cosas, y es que se emplearon todos los efectos y artificios concebibles para maximizar un efecto puro de torsión en el mismo medio físico del espacio-tiempo. Con este principio en mente, es una deducción lógica llegar a la conclusión de que el compuesto misterioso, el «combustible» de la Campana, era un componente tan esencial en el funcionamiento real del dispositivo y el logro de los efectos buscados, que la sustancia había sido específicamente diseñada y confeccionada para maximizar y posiblemente también para medir este efecto de torsión al mismo tiempo. Para argumentar este caso, uno debe volver a un comentario poco conocido de Igor Witkowski en su magistral libro La verdad sobre la Wunderwaffe sobre la composición química real del compuesto. Antes de cada ensayo se colocaba en el núcleo una especie de recipiente oblongo de cerámica, que se definía como un “frasco de vacío”, rodeado por una capa de plomo de aproximadamente 3 cm de espesor. por aproximadamente de 1 a 1,5 m de largo y lleno de una extraña sustancia metálica, de color violeta dorado, que conservaba a temperatura ambiente la consistencia de una “gelatina ligeramente coagulada”. De la información producida se desprende que esta sustancia tenía el nombre en clave “IRR XERUM-525” y contenía, entre otros componentes, óxido de torio y óxido de berilio. El nombre también apareció en la documentación. Era una especie de amalgama de mercurio, que probablemente contenía varios isótopos pesados.

El mercurio, esta vez ya en forma pura, también estaba presente dentro de los cilindros giratorios. Antes del comienzo de cada experimento, y quizás también durante su duración, el mercurio se enfriaba intensamente. Dado que apareció información sobre el uso de grandes cantidades de gas líquido, nitrógeno y oxígeno, parecía que eran precisamente estos los medios de enfriamiento. Todo el dispositivo, es decir, los cilindros y el núcleo, se recubrían con la mencionada carcasa de cerámica, en forma de campana, un cilindro redondeado en la parte superior coronado con una especie de gancho. Todo el dispositivo tenía alrededor de 1,5 metros de diámetro y unos 2,5 metros de altura. Con respecto al óxido de berilio y el óxido de torio, vale la pena recordar que la obsesión nazi con estos elementos era un misterio para los equipos de inteligencia aliados que ingresaban en Alemania y rastreaban en busca de cualquier rastro de evidencia sobre los proyectos nucleares nazis. De hecho, esta obsesión por el torio es uno de los misterios perdurables de la guerra, como relata Witkowski: «La misión de los Estados Unidos no pudo explicar el importante papel del torio en la investigación alemana«. Pero, ¿por qué la amalgama de torio, radio y berilio con mercurio? La respuesta se encuentra, una vez más, en la forma particular de los estados de alto espín de los núcleos conocidos como isómeros. Como se vio en el examen de los metales anómalos del grupo del platino de Hudson, tales núcleos superdeformados de alto espín tienen una variedad de formas extrañas y asimétricas. Curiosamente, los elementos en el rango del radio al torio toman lo que se conoce como formas de «octupolo» y tienen umbrales de excitación bajos para alcanzar su estado isomérico de alto espín y alta energía. Aún más significativo es un descubrimiento reciente que emana del Laboratorio Lawrence Livermore. La investigadora Anne Stark, en un artículo titulado «Los investigadores se acercan a activar y desactivar la descomposición del isómero nuclear», mencionó algunas propiedades inusuales de un isómero de torio. Es mejor citar sus palabras reales, para permitir que se exhiba el significado completo del descubrimiento: «Los investigadores de Livermore estudiaron un isómero de torio-229. Este isómero es único en el sentido de que su energía de excitación está cerca de las energías ópticas, lo que implica que algún día los científicos podrán hacer la transición de los núcleos de torio-229 entre los estados fundamental e isomérico utilizando un láser de mesa. Durante años, los investigadores han estado fascinados con este isómero porque podría conducir a nuevos avances científicos y tecnológicos. Entre ellos se encuentran: un estudio cuántico de un reloj con una precisión sin igual, de un qubit (un bit cuántico) excepcional para la computación cuántica y para probar los efectos del entorno químico en las tasas de desintegración nuclear. Los isómeros también pueden servir como batería para almacenar grandes cantidades de energía«.

Si los nazis hubieran desarrollado no solo láseres de cavidad de láser óptico de estado sólido como un láser de rubí, sino láseres de gas sintonizables rudimentarios para la separación de isótopos, ¿podrían haber notado esta propiedad del isómero inusual del torio-229? Hay evidencias que argumentan a favor de la posible existencia de una versión rudimentaria de tal tecnología de separación de isótopos por láser dentro de los proyectos secretos del Tercer Reich. Este hecho, junto con la importancia inusualmente alta que tuvo el torio en los proyectos nucleares nazis, parecería argumentar a favor de que la respuesta a esa pregunta sea afirmativa, por la presencia de óxido de torio dentro de la receta del “IRR XERUM-525” de los nazis. Este «Suero 525″ se racionalizó mejor cuando los nazis descubrieron sus estados de excitación peculiarmente bajos. Además, su estado isomérico de alto espín, en una amalgama con mercurio, también sería otro ejemplo de la confección deliberada del «Suero 525″ como sustancia para maximizar los efectos de torsión evidentes en los otros parámetros operativos y de diseño de la Campana. Además, es concebible, dado el color violeta rojizo y la alta densidad del «Suero 525″, que quizás fuera un precursor de toda la historia del «Mercurio rojo» soviético y quizás por derecho propio un poderoso «explosivo«. Pero hay otra pista en el artículo de la investigadora Anne Stark que acabamos de citar, y es su uso no solo como maximizador de la torsión, sino como medidor de la misma. Pero hay otra explicación altamente especulativa, que merece mención a pesar de su probabilidad extremadamente baja de ser cierta. Aquí nuevamente, uno se enfrenta al gran misterio de cuán radical fue realmente la búsqueda nazi de superarmas. El misterio comienza con algo que Farrell descubrió al escribir su libro sobre el proyecto de la bomba atómica nazi, Reich of the Black Sun (Reich del Sol Negro). El misterio se encontró en un comunicado japonés con Tokio del agregado militar imperial de la Embajada de Japón en Estocolmo, un comunicado interceptado y descifrado por los Aliados en 1944 justo antes del comienzo de la Batalla de las Ardenas el 16 de diciembre de 1944. El comunicado describía lo que la inteligencia japonesa había aprendido sobre la investigación de la bomba atómica alemana, investigación que el comunicado no deja dudas que se encuentra en un alto estado de desarrollo, y no como la leyenda de la posguerra afirmaba sobre la incompetencia nuclear nazi. Pero luego, hacia el final del comunicado, aparece un pasaje sorprendente que indica que los nazis buscaban algo más que simples bombas atómicas: «Naturalmente, ha habido muchos ejemplos, incluso antes de este, de intentos exitosos de romper átomos individuales. Sin embargo, en lo que se refiere a la demostración de cualquier resultado práctico, parece que no pudieron dividir un gran número de átomos en un solo grupo. Es decir, requieren para la división de cada átomo individual una fuerza que desintegre la órbita del electrón. Por otro lado, el material que están usando los alemanes tiene, aparentemente, una gravedad específica mucho mayor que cualquier cosa que se haya usado hasta ahora. En este sentido, se han hecho alusiones a SIRIUS y estrellas del grupo de estrellas enanas blancas».

Tengamos en cuenta lo que dice realmente el comunicado japonés: Los alemanes en realidad estaban usando algún tipo de material con una gran «gravedad específica«. Dado que el agregado militar japonés probablemente no tenía más que un conocimiento superficial de la física, está utilizando el término más preciso que se le ocurrió para describir la sustancia. Pero una pista importante, aunque radical, se ofrece en su siguiente declaración. Que el material tiene alguna conexión con las estrellas enanas blancas y con la materia superdensa. Entonces, en conjunto, lo que dice el comunicado es que los alemanes estaban tratando de idear un super explosivo, no a través de las rutas «convencionales» de fisión nuclear o fusión termonuclear, sino a través de materia súper densa. La idea de un explosivo súper denso como combustible para una bomba ciertamente no era ajena a la forma nazi de racionalizar la física. Fue patentado antes de la Segunda Guerra Mundial en Austria, y una modificación de la idea fue patentada en Alemania en 1943. Su inventor, el Dr. Karl Nowak, explicó que la razón de su invento fue crear una superbomba sin los efectos radiactivos que eran evidentes en las explosiones atómicas y termonucleares. En otras palabras, los nazis ya estaban mirando más allá de la era termonuclear hacia la creación de sistemas de armas de segunda y tercera generación que darían el mismo “golpe” ofensivo y estratégico, ¡pero sin los efectos secundarios! En teoría, la bomba funcionaba, pero estaba mucho más allá de las capacidades tecnológicas de Alemania, o cualquier otra potencia, en ese período de tiempo. Estas ideas, por supuesto, recuerdan las supuestas propiedades del Mercurio Rojo. Pero aquí hay una diferencia importante, porque el comunicado japonés deja en claro que, cualquiera que sea la densidad del material que los alemanes estaban usando, era una densidad de materia que normalmente no se encuentra en la Tierra. Dado que es muy poco probable, si no francamente inverosímil, que los alemanes pusieran sus manos en materia súper densa de una «estrella enana blanca» durante la guerra, y mucho menos en un material que pesaría una tonelada por pulgada cúbica, el agregado japonés es, sin embargo, muy claro que es de una densidad mucho mayor que cualquier elemento conocido o descubierto. Entonces, si de hecho poseían algún tipo de materia súper densa, ¿cuál era? La respuesta, una vez más, parece que está en el torio y en algunas afirmaciones muy inusuales que un grupo de científicos hizo mucho más recientemente.

El 29 de abril de 2008, Fox News informó que unos científicos podrían haber encontrado rastros del elemento superpesado 122 (llamado Unbibium, con el símbolo químico Ubb) y, además, el elemento era extremadamente estable, a diferencia de la mayoría de los elementos superpesados que se descomponen. en cuestión de unas pocas milésimas de segundo, y además, que encontraron rastros de este elemento de forma natural en el torio. Por supuesto, casi de inmediato, la “ciencia convencional” intervino y denunció los resultados, cuestionando los métodos de aquellos científicos, alegando equipos defectuosos, muestreo defectuoso, metodología defectuosa y/o conclusiones erróneas. Pero los autores del artículo científico que hacía tal afirmación se negaron a retractarse de sus afirmaciones y hallazgos, a pesar del rechazo de su artículo por parte de revistas científicas tan prestigiosas como Nature. De hecho, los científicos formaban un equipo internacional de ocho personas, que representaban a Israel, Suecia, Francia, además de dos alemanes y dos estadounidenses. El documento en sí se titulaba «Evidencia de un núcleo superpesado de larga duración con número de masa atómica A = 292 y número atómico Z en Th natural«. En otras palabras, estos científicos afirmaban haber encontrado cantidades muy pequeñas del elemento 122, Unbibium, que se encuentra en el torio natural. Sin embargo, es lo que dice el resumen y el documento mismo lo que es aún más impresionante: «evidencia de la existencia de un núcleo superpesado con número de masa atómica A=292 y abundancia (1-10) x 10-12 en relación con 232 Th en un estudio de Th natural utilizando espectrometría de masas de campo de sector de plasma acoplado inductivamente. La masa medida coincide con las predicciones para la masa de un isótopo con número atómico Z=122 o un elemento cercano. Su semivida estimada de t½ >108 (años) sugiere que existe un estado isomérico de larga duración en este isótopo. Se discute la posibilidad de que pueda pertenecer a una nueva clase de estados isoméricos super e hiperdeformados de alto espín de larga duración«. La pregunta ¿qué tan pesado puede ser un núcleo? es un problema fundamental en la física nuclear. Experimentalmente, los elementos hasta Z=118 se han producido sintéticamente mediante reacciones de iones pesados, con vidas medias de los núcleos Z=106 a 118 que van desde unos pocos minutos hasta alrededor de un milisegundo. Sin embargo, en un estudio reciente de sustancias naturales (torio), se han observado estados isoméricos de larga vida.

Tengamos en cuenta lo que afirman los autores de este artículo: Un elemento súper denso, unbibium elemento 122, puede existir en el torio natural en cantidades extremadamente pequeñas, desde 1 parte en un cuatrillón hasta 1 parte en 100 billones. La longevidad de ese elemento, la característica que lo hace estable durante millones de años, es su estado isomérico, es decir, su estabilidad se gana por su forma y rotación a alta velocidad; y el elemento se aisló mediante métodos de espectrografía de masas más o menos estándar. Si el elemento es estable durante millones de años y se puede separar mediante métodos «estándar» de espectrografía de masas, entonces teóricamente uno podría acumular cantidades del elemento 122 almacenando grandes cantidades de torio y separando el unbibium de él. Entonces, ¿qué pasa si la ciencia convencional está equivocada y los autores del artículo tienen razón? Además, ¿y si los nazis, utilizando alguna tecnología prototípica de separación de isótopos con láser y espectrografía de masas, una tecnología que poseían, también hubieran notado algo muy similar? Después de todo, su propio científico y uno de los estudiantes más brillantes de Gerlach, el Dr. Ing. Ott Christian Hilgenberg, había predicho la aparición de elementos superpesados. Independientemente de cómo contemplemos la obsesión nazi por almacenar cantidades masivas de torio, está claro que su obsesión con el elemento 122 no puede racionalizarse sobre la base de la física nuclear estándar. De hecho, como ya se vio, esto fue lo que más desconcertó a los equipos científicos y de inteligencia aliados que entraron en la Alemania nazi y buscaron pistas sobre su programa nuclear. De hecho, no hay una buena manera de racionalizarlo que no sea una de las dos alternativas mencionadas anteriormente y, en particular, ambas alternativas involucran un alto estado de rotación de los isómeros. Y que también se tenga en cuenta que el estado de espín extremadamente alto de los isómeros también es el mejor candidato para explicar las referencias crípticas al uso nazi de materia superdensa en sus experimentos. También existe otra posibilidad que también abre el elemento unbibium. Un atributo reclamado para la alquímica Piedra Filosofal y, de hecho, para las antiguas «Tablas de Destinos» sumerias que formaron una pieza central tecnológica de una supuesta antigua «Guerra Cósmica«, que fue precisamente su indestructibilidad. Una materia súper densa del orden del unbibium o cualquier otra materia isomérica en estado estable también calificaría para la indestructibilidad.

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Durante el curso de las discusiones con Joseph P. Farrell sobre las transcripciones de Farm Hall y la separación de isótopos con láser, el Sr. Hoagland también mencionó una posible racionalización del Suero 525 de la Campana. Desde este punto de vista, argumentó que era menos un «combustible» para el dispositivo y más un dispositivo de medición exacta de la cantidad de torsión y desplazamientos temporales que el dispositivo realmente produjo. Una vez más, esta opinión se explica plenamente por los descubrimientos del Laboratorio Nacional Lawrence Livermore. En las condiciones normales de desintegración radiactiva o isomérica al estado fundamental ordinario de un elemento, tales desintegraciones se pueden medir con precisión en términos de tiempo. Por lo tanto, si se producen torsiones extremas y desplazamientos temporales, la mejor herramienta para medirlos sería a través de cambios en las tasas de desintegración radiactiva. Sin embargo, bajo las condiciones del efecto puro de torsión extrema que se argumenta como el principio básico de la operación de la Campana tales tasas de descomposición cambiarían drásticamente y, bajo ciertas condiciones, podrían incluso resultar propiedades de protección radioactiva. En consecuencia, hay mucho que recomendar de la hipótesis del Sr. Hoagland. De hecho, si uno sigue cuidadosamente el análisis de Witkowski, este «suero» se colocó dentro de una «botella termo» en el núcleo estacionario y el eje de rotación de la Campana, una posición eminentemente lógica para que la ocupara un «compuesto de medición«. En esa posición, sus propiedades de alto espín probablemente no se empleaban para maximizar aún más el efecto de torsión en el dispositivo. Sin embargo, es esta misma propiedad la que también argumenta que el suero también fue el combustible de la Campana, con su rotación mecánica de alto espín junto con la posible presencia del isómero torio-229, por lo que el principio de maximizar la torsión pura estaría nuevamente en evidencia. Por lo tanto, la mejor manera de que la sustancia funcionase como un medidor es si estuviera presente tanto en el núcleo como en los tambores giratorios, donde, bajo las condiciones extremas de estrés «alquímico«, al estilo de Kozyrev, al que estuvo sujeta en la Campana, los científicos nazis pueden haber observado una serie de transmutaciones y efectos extraños, entre ellos, posiblemente, estallidos de radiación de rayos gamma y transmutaciones de fisión nuclear asimétrica asociadas con elementos de estado de alto espín.

Visto todo esto en contexto, juntos, la Campana y su “combustible”, el Suero 525 alquímico nazi, representan una tecnología prototípica de una física “unificada”, una tecnología que, como la física misma, era una tecnología “unificada” capaz de una variedad de aplicaciones potenciales. Primero, para la «energía libre» extraída del medio del espacio-tiempo en sí mismo a través de una «puerta de torsión» hiperdimensional. Pero es igualmente el caso, si las especulaciones y los argumentos anteriores son ciertos, que las dos tecnologías de la Campana y el Suero 525 también representan los primeros pasos prototípicos hacia una tecnología de propulsión de campo, a través del enfoque de maximizar un efecto de torsión para manipular el tejido del espacio-tiempo. Como observa Witkowski, una nueva física de este tipo no solo era necesaria para cualquier exploración tripulada realmente práctica del espacio profundo, sino que también era muy importante por una razón mucho más inmediata: solo «una propulsión basada en una nueva física era lo único que podría cambiar el curso de la guerra”. Los nazis habían previsto la necesidad de una nueva física hiperdimensional, no solo como la única base sólida para las misiones tripuladas al espacio profundo, sino también, en última instancia, para sus planes de dominación global. Pero hay una aplicación potencial final de la Campana y su «combustible» el Suero 525, y es como un arma, con una tecnología capaz de modificar la estructura del espacio-tiempo para la independencia energética. La propulsión también era una tecnología con un terrible potencial de armamento, que empequeñecería el poder destructivo de las bombas termonucleares más grandes. De hecho, si cualquiera de las especulaciones sobre el torio antes mencionadas tuviesen relación con la obsesión nazi en dicho elemento, entonces su papel como posible constituyente en el Suero 525, dado su estado isomérico de alto espín, estaría prácticamente asegurado, ya que la Campana misma era un dispositivo que dependía de la rotación a alta velocidad. De hecho, si el enigmático Suero 525 fuera un compuesto de mercurio y óxido del isómero de torio-229, entonces su color alquímico púrpura rojizo, su fuerte liquidez viscosa a temperatura ambiente, lo convertiría en el candidato ideal para el tipo de explosivo por derecho propio más tarde reclamado por el mercurio rojo soviético en la década de 1990. Y dado que los soviéticos se llevaron su propia parte del botín tecnológico nazi, no se puede descartar la posibilidad de que incluso ello haya formado la base para la posterior leyenda del mercurio rojo y las posibles investigaciones y síntesis soviéticas de compuestos similares. Además, como se verá más adelante, existe la posibilidad de que uno de los físicos más brillantes de la Alemania de posguerra pudo haber estado involucrado en una investigación de guerra de esa misma naturaleza. El suero 525 es testimonio del hecho de que el Tercer Reich alquímico pudo muy bien haber tenido éxito en todos estos objetivos para el proyecto de la Campana.

Pero hay algo más en los misterios del extraño compuesto que solo su composición química y usos en el proyecto de la Campana, y ello hace referencia al caso de otros dos científicos alemanes poco conocidos, pero muy importantes. Ellos son el doctor en medicina Hubertus Strughold, posteriormente un científico captado por Estados Unidos dentro de la Operación Paperclip que provocó que terminase en una posición influyente dentro de la comunidad de medicina espacial de la NASA, y el Dr. Pascual Jordan, uno de los desarrolladores clave de la mecánica cuántica. Ambos fueron firmes partidarios del régimen nazi, y la participación de ambos en los proyectos secretos del Tercer Reich es prácticamente desconocida hasta el día de hoy. Y una vez más, es gracias a la investigación penetrante y brillante de Igor Witkowski que se ha sugerido la posible conexión de cualquiera de los dos con el proyecto de la Campana. Dentro de las instalaciones secretas subterráneas de las SS en la Baja Silesia, en los alrededores de la zona de pruebas de la Campana, había una instalación en particular que parecía estar conectada con el área médica del proyecto de la Campana, un área que buscaba investigar sus efectos en los seres humanos. Había, escribe Witkowski, “una estación de prueba experimental para probar el sistema de control de una nueva nave voladora y su influencia en los humanos, especialmente en niños con discapacidad mental, dirigida por Hubertus Strughold”. Todo ello ubicado en el castillo de Fürstenstein, que fue uno de los centros conectados con el proyecto de la Campana y, de hecho, aún se conservan grandes búnkeres subterráneos ubicados debajo del castillo y sus alrededores. Curiosamente, Witkowski también se refirió a una entrevista que el Dr. Strughold concedió al escritor polaco Kakolewski en la década de 1960, en la que afirmaba que, efectivamente, había realizado experimentos durante la primera parte de 1945 en el castillo Fürstenstein, con “un simulador de vuelo espacial”, presumiblemente una centrifugadora o cámara de presión. La importancia de la participación del Dr. Strughold en la experimentación médica dentro de una de las instalaciones y centros directamente relacionados con el proyecto de la Campana lo veremos más adelante.

Por ahora, sin embargo, es importante notar que es en este contexto que Witkowski resume el tamaño real del proyecto de la Campana. No se trataba simplemente de un proyecto de laboratorio que abarcaba una sola instalación y un solo dispositivo. Más bien, si uno lo combina con todos los demás proyectos super secretos clasificados de las SS emprendidos por el Grupo Kammler dentro y alrededor del Protectorado alemán de Bohemia. Moravia y la Baja Silesia, entonces obtendremos una empresa que empleó, junto con prisioneros de campos de concentración, a más de 60.000 personas, algo que es equivalente al número de personas en el Proyecto Manhattan estadounidense. Sin embargo, este proyecto es mucho más importante ya que puede permitirnos comprender una tecnología crucial para el futuro, un enfoque completamente diferente de la fuerza de la gravedad, y la «puerta de entrada a las estrellas«. Con la presencia del Dr. Hubertus Strughold en el castillo de Fürstenstein, y más tarde dentro del programa de medicina espacial de la NASA, uno tiene una pista más sobre el misterio de la influencia de los nazis en la posguerra. Y tomemos nota de una implicación del Dr. Strughold en relación con la Campana. Se trataría de que la torsión extrema puede alterar las tasas normales de descomposición de los materiales radiactivos. Por lo tanto, si la Campana lo estaba haciendo, entonces una tecnología importante se estaba abriendo a los nazis para la posibilidad de crear un escudo radioactivo. Hay, sin embargo, un caso aún más extraño de un científico de la Alemania nazi, y ese es el del Dr. Pascual Jordan, quien, junto con los famosos físicos Heisenberg, Schrödinger y algunos otros, fue uno de los principales contribuyentes al desarrollo temprano de la mecánica cuántica. Y con Jordan, realmente nos enfrentamos a un enigma importante . Una vez más, es Witkowski quien descubrió su posible conexión con el proyecto de la Campana: «Parece probable que otro científico desempeñó algún papel en este proyecto, aunque su nombre no apareció en los protocolos de interrogatorio originales; sus obras únicas podrían constituir parte de la base teórica de los experimentos. Se trata del profesor Pascual Jordan, uno de los físicos más destacados y enigmáticos del Tercer Reich.  Durante la guerra, trabajó en una teoría que describía el fenómeno de ‘separación de campos magnéticos’, vinculando el aislamiento de campos magnéticos con efectos gravitacionales. Poco después de la guerra, se perfeccionó y se combinó con los trabajos de otro científico que, en la actualidad se la conoce como la teoría de Jordan-Thiry. Se considera uno de los logros más fundamentales de la física del siglo XX y Jordan era un candidato casi seguro para recibir el Premio Nobel en 1954. Sin embargo, finalmente fue descalificado después de que se revelara su papel durante la guerra. La teoría de Jordan-Thiry forma la base para analizar los vórtices de plasma relativistas«.

Pero esto no constituye el verdadero misterio del trabajo de Jordan durante la guerra. Parte del misterio consiste en el hecho de que, a pesar de ser uno de los fundadores fundamentales de la mecánica cuántica y haber escrito una serie de artículos importantes e incluso libros de texto sobre el tema, abandonó el tema antes de la guerra y cambió a la cosmología física, comenzando a elaborar conceptos que eventualmente conducirían a su teoría de que todas las constantes fundamentales de la física eran variables con el tiempo, tal como decía Kozyrev. De hecho es remarcable su misteriosa ausencia en la investigación de armas secretas nazis en tiempos de guerra. Pero el mayor misterio de Jordan era el hecho de que era un miembro del Partido Nazi, y que, siendo uno de los físicos teóricos más brillantes de Alemania, nunca fue públicamente un participante importante en ninguno de los proyectos secretos avanzados del Tercer Reich. Al unirse al partido nazi en mayo de 1933, posteriormente se alistó en los famosos Camisas Pardas, las Sturmabteilung o SA de Ernst Röhm. En 1939 se había alistado en la Luftwaffe e hizo algunos trabajos menores en el centro de desarrollo de cohetes de Peenemünde. Sin embargo, Jordán era un verdadero creyente nazi. Su «convicción de que el ‘peligro bolchevique’ tenía que ser erradicado lo llevó a los brazos de los nazis«. A pesar de haber ofrecido al gobierno nazi una serie de propuestas para proyectos de armas avanzadas, Jordan fue aparentemente ignorado: «Este apoyo ideológico permaneció unilateral ya que (los nazis) nunca lo recompensaron con una posición de liderazgo en su programa de investigación de armas como lo hicieron en muchos otros casos. Durante los años 30, después de que los nazis tomaran el poder, se aisló cada vez más incluso dentro de la comunidad física alemana. Esto explica por qué varias contribuciones importantes de Jordan que se adelantaron a los tiempos pasaron desapercibidas«. Pero hay varias formas de interpretar la notoria ausencia de Jordan en los proyectos de armas secretas de los nazis. La primera, y más obvia, es que fue ignorado no solo por su papel fundamental en el desarrollo de la mecánica cuántica sino también por su estrecha asociación con físicos judíos durante la era pre-nazi. Tales ideas y asociaciones lo habrían convertido en un anatema para la ideología de la «física aria» promovida por Lenard y Stark, y un «riesgo de seguridad» potencial para las SS que supervisaban los proyectos de armas secretas.

Sin embargo, tal explicación ignora dos hechos sobresalientes: uno es la brillantez de Jordan y la voluntad del Grupo Kammler de las SS de suspender la adherencia normal requerida a las proscripciones ideológicas nazis, por la recompensa potencial de ese «pensamiento innovador«, del cual Jordan era, sin duda, un maestro. En pocas palabras, no es lógico que los nazis, o mejor dicho, las SS, no lo hubiesen utilizado, y probablemente en algún proyecto altamente clasificado. La segunda explicación es que Jordan no estaba al tanto de los más altos secretos por la misma razón por la que Heisenberg y otros científicos de alto perfil no lo estaban. El ser un científico tan conocido habría convertido a Jordan en un objetivo de alta prioridad para la captura o el asesinato por parte de los aliados. Haberle confiado secretos confidenciales habría puesto esos secretos en riesgo de compromiso en caso de que los aliados lo capturaran y lo torturaran para obtener información. Pero nuevamente, la explicación falla, no solo por las razones citadas anteriormente, sino también por el hecho de que Jordan, después de unirse al partido nazi, parecía demasiado dispuesto a abandonar la mecánica cuántica y perseguir las ideas cosmológicas que eventualmente lo llevarían a su formulación de la idea de que las constantes de la física eran variables a lo largo del tiempo, una concepción bastante acorde con la física implícita en el proyecto de la Campana. Y la variabilidad del tiempo, como demostró tan ampliamente el Dr. Kozyrev, era un efecto de la torsión. Además, el Dr. Pascual Jordan sabía leer el trabajo de Kaluza y utilizar las matemáticas del tensor de torsión, como cualquiera de su época. Esto nos lleva inevitablemente a la tercera explicación, y tal vez la más plausible, a saber, que la versión pública de su no participación en proyectos sensibles de armas secretas nazis era solo eso, una versión pública promovida para desviar la atención del hecho de que sus teorías encajaban perfectamente con los parámetros conceptuales del proyecto de la Campana, y que, como afirma Witkowski, seguramente estaba involucrado en él. Y como se verá más adelante, Jordan emerge en una conexión muy inusual en el período de posguerra, junto con nada menos que el Dr. Wernher Von Braun!

Debe mencionarse una posible conexión final. Como se señaló, Jordan comenzó a moverse hacia la cosmología y a desarrollar puntos de vista que eventualmente lo llevarían a concluir que las constantes de la física, incluida la de la gravedad misma, eran variables con el tiempo. Entonces, en términos de física planetaria, esto implicaba la opinión de que la gravedad de un planeta cambia con el tiempo porque su masa cambia a medida que la energía de torsión ingresa en el planeta a través del ahora familiar mecanismo de su rotación. El vínculo entre la masa cambiante, la gravedad y tales sistemas giratorios, de hecho, también había sido planteado por uno de los estudiantes más brillantes y talentosos del Dr. Walther Gerlach, el Dr. Ing. Ott Christian Hilgenberg, en una serie de artículos de antes de la guerra. En el centro de las ideas de Hilgenberg estaba incluso la idea de que la Tierra misma estaba creciendo y expandiéndose gradualmente como resultado de estos factores. Y el propio Gerlach era, como ahora sabemos, no solo el jefe del proyecto de la Campana, sino también un amigo cercano del físico austriaco Joseph Lense, quien había predicho los efectos de arrastre de la entonces idea teórica de los objetos en la órbita terrestre, efectos que resultaban de su rotación. Con un suelo conceptual tan rico en el que desarrollar proyectos como la Campana, y con la naturaleza de unidad de la comunidad física alemana antes de la guerra, es lógico que Jordan hubiera estado al tanto de los pensamientos de sus colegas, y viceversa. Si Walther Gerlach, a pesar de ser un ferviente partidario del régimen nazi, nunca fue miembro del partido nazi, y si, con su estrecha asociación con la “física judía” y los físicos judíos antes de la asunción del poder por parte de los nazis, después de todo no fue suficiente para descalificarlo de encabezar el proyecto de la Campana e incluso del proyecto de la bomba atómica nazi, entonces no es lógico que Jordan, no solo un miembro del Partido Nazi sino anteriormente miembro de las SA y la Luftwaffe fuese excluido de tales proyectos.

Se ha argumentado que el Dr. Hubertus Strughold posiblemente era miembro del equipo de investigación médica de la Campana. Si es así, entonces la presencia posterior tanto del Dr. Hubertus Strughold como del Dr. Kurt Debus dentro de la NASA es un fuerte indicador de que una tecnología secreta y rudimentaria de antigravedad o «electrogravedad» posiblemente estuvo en juego durante el programa Apolo estadounidense. Además, el hecho de que Strughold pudo haber estado involucrado en la experimentación médica para limitar los efectos de campo tóxicos y letales de la Campana y el Suero 525 en los seres humanos, utilizando desafortunadas víctimas de los campos de concentración en sus experimentos, y el hecho de que estos experimentos parecen haber tenido un éxito limitado, refuerza aún más la hipótesis de los dos programas espaciales, uno abierto al consumo público y otro encubierto basado en tecnología secreta avanzada, un programa espacial de dos vías que comenzó durante la Segunda Guerra Mundial, si no antes. Un área de aplicabilidad crucial de esta especulación es la llamada hipótesis del «Engaño del Apolo«, es decir, que nunca se enviaron seres humanos a la Luna. Muchos han especulado sobre la supuesta letalidad de pasar a través de los cinturones de radiación de Van Allen a cualquier humano tan débilmente protegido de sus efectos como en el Módulo de Comando Apolo. Aceptando esta proposición por el bien del argumento, la presencia de una tecnología antigravedad rudimentaria basada en torsión o escalar dentro de la NASA, una tecnología basada en la de los nazis, entonces un efecto de tal tecnología sería alterar radicalmente las tasas de descomposición inalterables de la radiactividad y una tecnología que, además, puede proteger contra ella. Si la Campana y su «combustible«, el Suero 525, de hecho pudieron crear una especie de «burbuja de espacio-tiempo» alrededor del dispositivo, entonces se deduce que la misma tecnología también podría habernos llevado a través de la Cinturones de Van Allen hacia la Luna. Hubertus Strughold, como Kurt Debus, es otra pista potencial de que algo más está sucediendo dentro de la NASA y otros programas estadounidenses además de los simples cohetes, y que “algo más” ha estado sucediendo desde el final de la guerra. Su presencia también indica que los nazis estaban, hasta cierto punto, ejerciendo influencia y control sobre su desarrollo, incluso en los Estados Unidos de la posguerra. Porque las implicaciones tecnológicas, históricas y políticas de la Campana, del Suero 525 y de su física implícita son tan claras ahora como lo habrían sido entonces para los nazis montados en cohetes. Si alguna vez ha de haber una presencia humana en el espacio profundo, entonces otra tecnología y física que la de meros cohetes es totalmente necesaria. Es una condición sine qua non para tal presencia. Esto habría sido tan claro para los nazis entonces, como lo es para los Estados Unidos ahora, y como veremos más adelante, finalmente lo admite sutilmente la NASA.

Por lo tanto, la implicación es tan perturbadora como especulativa, ya que parecería que la hipótesis de los dos programas espaciales de la posguerra tuvo su comienzo en la misma Segunda Guerra Mundial, con los cohetes nazis representando, como lo hicieron para los programas estadounidenses y soviéticos de la posguerra, el material de consumo público, y los exóticos proyectos secretos en antigravedad, torsión y la manipulación del tejido del espacio-tiempo formado parte de otro proyecto ultrasecreto. Pero, ¿hay alguna prueba más de que los alemanes hubieran racionalizado científicamente las cosas hasta este punto durante el curso de la guerra? Si bien no hay pruebas directas, hay un caso muy intrigante de un físico alemán poco conocido que comenzó a pensar de manera similar poco después de la guerra y que hizo un trabajo inusual para los nazis durante la guerra, trabajo que nadie parece saber pero que le costó muy caro. Según los científicos alemanes Walter Dröscher y Jochem Häuser: “Un espacio de Heim es un espacio cuantizado que comprende superficies elementales con orientación (giro). Un espacio de Heim puede comprender varios subespacios». Es apropiado terminar este estudio de la boda alquímica de la física y el antiguo hermetismo donde comenzó: en el vacío. Pero el vacío no del medio alquímico transmutador, sino del espacio. Incluso aquí, sin embargo, hay conexiones entre los dos vacíos, y se necesitó un físico teórico alemán poco conocido para plantearlo con precisión matemática. Este físico era, además, uno de esos gigantes intelectuales genuinos, porque sus ideas se formaron enteramente, como Einstein, en su cerebro. Pero, a diferencia de Einstein, se forjaron en circunstancias mucho más limitantes personalmente, porque era casi ciego y sordo, y no tenía manos, todo ello resultado de las lesiones que sufrió durante un misterioso accidente de guerra mientras investigaba para los nazis. El nombre del físico alemán era Burkhart Heim (1925–2001). Y su teoría, la teoría de Heim, es una teoría del campo unificado hiperdimensional totalmente geometrizada y cuantificada, una heredera moderna de la línea de teorías clásicas del campo unificado que se remonta a la primera teoría hiperdimensional de Theodor Kaluza, él mismo un matemático alemán en 1921 y heredero también de las muchas versiones de la teoría del campo unificado presentada por Albert Einstein en la década de 1920 y principios de la de 1930.

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Pero, como se verá, con la teoría de Burkhart Heim se está tratando con un marco conceptual que, en su extraordinaria profundidad y poder predictivo, no es solo una teoría comprobable, sino una teoría que además une los hilos sugeridos a lo largo de las páginas anteriores. Es una teoría con hiperdimensiones, subespacios, hiperespacios y, lo más importante de todo, un entramado de un espacio-tiempo orientado al espín completamente cuantizado, capaz de predecir masas de partículas fundamentales a partir de los primeros principios. En general, es un monumento imponente de un intelecto imponente, un monumento y un intelecto que se vuelve aún más misterioso porque la teoría se ignoró casi por completo fuera de Alemania, excepto en ciertos lugares. ¿Y qué hay del hombre y el intelecto detrás de la teoría? La respuesta a esa pregunta encierra un misterio aún mayor. Joseph P. Farell se encontró por primera vez con el nombre de Burkhart Heim cuando leyó un libro de Leonard Cramp que ahora se considera un clásico sobre los ovnis, UFOs and Anti-Gravity: Piece for a Jigsaw. El libro de Cramp era inusual en el sentido de que no era el típico libro sobre ovnis, incluso en su tratamiento de la posible ciencia de los ovnis, ya que se apegaba al análisis basado en una corriente de una física poco conocida. Y el nombre de Heim ocupaba un lugar destacado en el texto: «Burkhard Heim, extremadamente discapacitado por las heridas de guerra, ya que es ciego, sin brazos y casi sordo, ha desarrollado una teoría de seis dimensiones que contiene la teoría de la relatividad general y la teoría cuántica de campos como casos especiales. Lo que significa que el formalismo de estas dos teorías se deriva al ignorar ciertos miembros en las ecuaciones de campo de Heim. Por lo tanto, el enfoque teórico de Heim tiene un carácter más universal que cualquier otro enfoque teórico tratado actualmente. Además, salva algunas contradicciones fundamentales entre la relatividad general y la teoría cuántica, que tiende a restringirlas al dominio macro y microcósmico. Por lo tanto, el lector no se sorprenderá al saber que la teoría de las seis dimensiones de Burkhard Heim arroja resultados que predicen los fenómenos físicos mencionados en otras partes de este libro«. Esto sorprendió a Farrell porque, de hecho, si Heim hubiera hecho lo que Cramp dice que hizo, y lo hizo en solo seis dimensiones ya que, después de todo, algunas versiones de la teoría de cuerdas tenían hasta veintiséis dimensiones y eran completamente incomprobables, entonces sí en verdad lo había hecho. encontró la Piedra Filosofal, el Santo Grial, de la física teórica moderna: la unificación de la relatividad y la mecánica cuántica. Y el factor decisivo que «vendió» la teoría fueron los «fenómenos físicos mencionados en otras partes de este libro«, es decir, la teoría predijo un acoplamiento del electromagnetismo y, lo que es más importante, del magnetismo mismo, con la gravedad, con implicaciones antigravedad específicas.

Farrell estaba fascinado con esta posibilidad, y siguió leyendo el libro de Cramp, queriendo saber más de este físico alemán poco conocido: «Se vuelve obvio que debemos mirar al núcleo mismo de la gravitación si alguna vez vamos a lograr un vuelo espacial real. Sin duda, son consideraciones como éstas las que llevaron a Burkhard Heim a desarrollar su teoría del campo de seis dimensiones. Sus resultados se refieren en particular a las ‘relaciones mutuas entre la fuerza gravitatoria y la materia que la genera’. Heim postula que dado que las ondas electromagnéticas son casos especiales de campos materiales, entonces los campos electromagnéticos deben ir acompañados de campos gravitatorios. Las investigaciones teóricas de Heim han demostrado que el mesocampo puede existir en dos estados, contrabárico y dinabárico. Cuando es contrabárica es capaz de transformar ondas electromagnéticas directamente en gravitatorias, por lo que podría inducir la aceleración de la masa a partir de una conversión directa de ondas electromagnéticas. Heim cree que la energía requerida para este fenómeno podría derivarse directamente de los procesos nucleares. Aunque hasta ahora Heim centró su atención principalmente en las consecuencias para los vuelos espaciales, resulta evidente que un proceso de conversión idéntico podría emplearse para generar energía cinética a partir de la electricidad sin ningún proceso termodinámico intermedio derrochador, es decir, prácticamente libre de pérdidas. En el estado dinabárico, el ‘campo intermedio’ se invierte de modo que la energía electromagnética se libera directamente de la materia, sin calor ni otros desechos que la acompañen. Fantásticas perspectivas resultarían si las técnicas de ingeniería estuvieran disponibles para aprovechar el estado dinabárico».  Además, se debe enfatizar, el enfoque de Heim no entra en conflicto con las leyes conocidas de la naturaleza y, de hecho, está estrictamente de acuerdo con la teoría cuántica. Los investigadores de ovnis notarán aquí el paralelo con los efectos electromagnéticos que producen los ovnis. La teoría de Heim continúa prediciendo las interacciones mutuas entre las fuerzas de inercia y las radiaciones electromagnéticas. Einstein dijo que eran equivalentes a las fuerzas gravitatorias.

Los siguientes comentarios del experto en aeronáutica Alfred Richard Weyl serán alentadores para los investigadores sobre ovnis. Escribiendo sobre el trabajo de Heim, Weyl dijo: «En la teoría de Heim, el miembro que representa la radiación electromagnética está relacionado, por medio de un ‘operador’, es decir, una instrucción para llevar a cabo determinadas manipulaciones de cálculos de manera ordenada, con una ‘ densidad espacial variable en el tiempo’. Supone una fuerza de inercia de tal naturaleza que el tratamiento de la radiación electromagnética por parte del operador produce efectos sobre la inercia a partir de la radiación. Si fuera posible realizar este ‘operador’ físicamente, es decir, idear medios que realmente lleven a cabo la manipulación formalista de la teoría, la transferencia directa de ondas electromagnéticas, por ejemplo, la luz, en fuerza mecánica u ondas gravitacionales, se convertiría en realidad, sujeto a algún factor de eficiencia, por supuesto. Además, la masa podría convertirse directamente en radiación sin la producción de calor. El campo intermediario de Heim, representado por el espíritu que motiva a su ‘operador’, también mostraría la posibilidad de neutralizar o revertir la aceleración gravitacional a expensas directas de la masa-energía, por medio de una conversión electromagnética/gravitacional que impondría prácticamente que no hubiese ninguna pérdida. Un estado dinabárico del campo intermedio también debería ser capaz de producir la conversión directa de masa en energía electromagnética, sin el calor resultado de la formación de productos de desecho. Si las conclusiones de Heim a partir de su teoría resultaran realizables, ciertas consecuencias fantásticas del tipo que se suele atribuir a los ‘platillos voladores’, incluida su inmunidad a los efectos de aceleraciones rápidas, serían alcanzables. También parecería posible propulsar vehículos espaciales a partir de fuentes externas de energía natural, es decir, a partir de la conversión de luz u otra radiación electromagnética«.

Debemos hacer referencia a lo que Cramp ha insinuado con sus comentarios: Heim parecía haber desarrollado su teoría precisamente como una respuesta a las necesidades de una presencia humana genuina en el espacio profundo, una presencia que requería el desarrollo de un paradigma físico completamente nuevo. La teoría hiperdimensional de Heim parecía predecir la protección gravitacional e incluso los efectos antigravitatorios, que Heim llama por su término más técnicamente correcto de efectos «contrabáricos«, además de algunos estados o tipos de materia, sombras de los alquimistas y del “oro” americano de David Hudson. El espacio mismo tenía una “densidad” que era “variable en el tiempo”, sombras de los alquimistas y de Nikolai Kozyrev. Sin embargo, más allá de estas vagas afirmaciones generalizadas, Cramp no dijo nada más sobre la teoría de Heim. Así que Farrell se propuso averiguar más sobre el Heim y su notable teoría. Muchos años después de leer el libro de Cramp sobre Heim, Farrell compró una vieja copia de un documental sobre ovnis en una librería local, también especializada en películas, videos y documentales inusuales. El documental se llamaba Above Top Secret, Part Two. Cuando Farrell comenzó a ver el documental, le quedó claro que no estaba viendo el típico largometraje sobre ovnis, lleno de historias sin fundamento de abducciones y experimentos médicos. Ciertamente, el video contenía tales elementos, pero estos se intercalaron entre una serie de entrevistas muy serias con algunas personas interesantes. Farrell habría descartado el documental como una tontería más, si no hubiera sido por la presencia de un hombre que le hizo prestar mucha atención. Este hombre era el barón Jesco Von Puttkamer, un hombre alto y de aspecto distinguido, con el cabello plateado y vestido con un traje a medida, que explicaba tranquilamente, con marcado acento alemán, lo que la NASA tenía que hacer para mirar más allá de los cohetes químicos hacia una nueva física y nuevas tecnologías. Pero eso no es lo que más llamó la atención de Farrell, sino que lo que le llamó verdaderamente la atención fue la descripción del video sobre él (Jesco Von Puttkamer) como simplemente un «asesor» de la NASA, así como también de Gene Roddenberry, creador de las famosas series de televisión de ciencia ficción de Star Trek, en que se utilizaban tecnologías muy avanzadas a su tiempo. Sin embargo, la mayoría de los espectadores del documental probablemente no sabían que Jesco Von Puttkamer no era un alemán común que casualmente trabajaba para la NASA o como consultor de Gene Roddenberry en relación a la serie Star Trek. Jesco Von Puttkamer no era otro que el ayudante naval personal del Estado Mayor de Adolf Hitler antes y durante la Segunda Guerra Mundial. Incluso hay una foto de un joven Von Puttkamer de pie con Göring y Adolf Hitler, que está inclinado sobre un mapa, en la sala de mapas de la Cancillería del Reich en Berlín, planeando la invasión de Francia. En la célebre biografía de Hitler de John Toland. Von Puttkamer comenzó la guerra como capitán de la marina alemana, pero al final de la guerra había sido ascendido a almirante.

¿Qué hacía el que fue ayudante naval personal de Adolf Hitler trabajando para la NASA? Pero antes de que la pregunta se hubiera formulado en la mente de Farrell, el documental presentó a otro anciano alemán de cabello plateado, hablando bastante despacio y con mesurada deliberación, siendo interpretado por un comentarista. Ese hombre, según decía el pie de foto era Burkhart Heim. Sin embargo, cuando Farrell escuchó los breves comentarios de Heim, se hizo evidente que los productores del documental no tenían la menor idea de la importancia de sus teorías, o que la tenían y deliberadamente se esforzaban por evitar hablar. sobre ellas, porque el propio Heim simplemente estaba hablando en contra de la energía nuclear y sus consecuencias ambientales, así como sobre sus conexiones con el complejo militar-industrial de Alemania Occidental. La razón por la que Farrell sospechó de un camuflaje deliberado de la teoría de Heim fue la presencia del propio Puttkamer, el ayudante naval de Hitler, ya que, como también sabía, la Marina alemana, comenzando durante la era de Weimar y continuando hasta el propio Tercer Reich, había mostrado una interés en el desarrollo de tecnologías de energía alternativa. Y, además, un almirante alemán estuvo involucrado de alguna manera en el proyecto de la Campana. La conexión de los servicios navales con tales tecnologías alternativas tampoco se limitó a Alemania, ya que la Marina de los Estados Unidos también se mostró interesada a través de la Oficina de Investigación Naval y su comité Project Orbiter/Vanguard, que incluía, entre otros, al Dr. Wernher Von Braun. Farrell llegó a la conclusión de que la inclusión de Jesco Von Puttkamer y Heim, y la omisión de cualquier mención de las implicaciones extraordinarias de la teoría de Heim en el documental no fue un accidente. Había sido un intento deliberado de señalar con el dedo sutil una vez más a la Alemania nazi. Y eso nos lleva a la extraordinaria teoría de Heim, y al misterio aún mayor de lo que estaba haciendo para los nazis que le costó los brazos, la vista y el oído. Inusualmente, fue cuando Heim murió en 2001 a la edad de setenta y seis años que su teoría ganó notoriedad por primera vez fuera de Alemania, más notablemente en los Estados Unidos, en una serie de artículos presentados en varias conferencias técnicas por sus asociados Walter Dröscher y Jochem. Häuser, quienes habían revisado y ampliado su teoría siguiendo las líneas que el mismo Heim estaba esbozando en el momento de su muerte.

Como se indicó anteriormente, el propio Heim, según Leonard Cramp, comenzó a elaborar los detalles de su teoría precisamente en referencia a la solución del problema de una presencia humana permanente en el espacio profundo. Tal presencia, razonó Heim, solo podría ser establecida por un paradigma completamente nuevo de la física, con todas sus tecnologías revolucionarias implícitas. En su artículo sobre la teoría de Heim presentado en la 40.ª Conferencia y Exhibición Conjunta de Propulsión en julio de 2004 en Fort Lauderdale, Dröscher y Häuser mencionan este mismo problema en relación con el “Programa de Propulsión Innovadora” de la NASA: «Para un transporte espacial lunar efectivo y eficiente, así como un vuelo espacial interplanetario o incluso interestelar, se necesita una revolución en la tecnología de propulsión espacial. Con respecto a los requisitos del Programa de Propulsión Innovadora (BPP) de la NASA, un revolucionario sistema de propulsión espacial no debería utilizar combustible o utilizar una cantidad muy limitada. También se planteaba la posibilidad de una velocidad superlumínica así como la exigencia de un presupuesto energético bajo. Esto descartaba inmediatamente cualquier dispositivo que volase cerca de la velocidad de la luz, ya que su masa tendería al infinito, según la Relatividad Especial. Una nave espacial con una masa de 105 kg, que volase a una velocidad del 1% de la velocidad de la luz, transportaría un contenido de energía de 4,5×1017 julios. Incluso si la nave espacial pudiese contar con un reactor nuclear de 100 megavatios, se necesitarían unos 143 años para producir esta cantidad de energía. Se entiende que las leyes de la física actual no permiten un sistema de propulsión espacial tan revolucionario. Las técnicas de propulsión de este tipo solo pueden surgir de la física novedosa, es decir, teorías físicas que brindan una unificación de la física que sea consistente y que se base en principios básicos generalmente aceptados, ya sea eliminando parte del límite o dando lugar a fuerzas fundamentales adicionales, y proporcionando así alternativas a los principios de propulsión actuales«. Dado que la teoría de Heim en sí misma solo está publicada y disponible en Alemania, y procede de una fuente muy inusual, el examen de su teoría se realizará a través de su forma revisada tal como la presentan sus asociados. Al hacerlo, uno debe asumir que sus críticas al estado contemporáneo de la física teórica son reflejos de las del propio Heim. Habiendo declarado la necesidad de una física y una tecnología innovadoras, Dröscher y Häuser señalan algunas de las dificultades fundamentales de la mecánica cuántica y el dogma de la relatividad: «La teoría cuántica en su forma actual no conduce a una explicación de las estructuras elementales de la materia, y tampoco conduce a una cosmología consistente. En la teoría cuántica la existencia de la materia se da por sentada, definiendo una partícula como una estructura puntual. En la física clásica, incluida la Teoría General de la Relatividad, la ciencia parte de la creencia de que el espacio y el tiempo son infinitamente divisibles, en otras palabras, que el espacio-tiempo es continuo, una variedad diferenciable en el sentido matemático. Ambas ideas contradicen el principio omnipresente de cuantización de la Naturaleza e inmediatamente conducen a contradicciones en forma de infinitas autoenergías o autoaceleraciones«.

Además, los problemas generales de los modelos estándar contemporáneos van mucho más allá y conducen, tal vez intencionalmente, a callejones sin salida: «La teoría cuántica no ha sido capaz de entregar el espectro de masas de las partículas elementales, ni existe una explicación teórica para sus tiempos de vida, ni se pueden derivar los números cuánticos. Ninguna de estas teorías es capaz de explicar la naturaleza de la materia y la inercia, temas que son esenciales para la física de un sistema de propulsión completamente novedoso«. Esto lleva al primer y más fundamental principio de la Teoría de Heim: La geometrización y cuantificación del propio espacio-tiempo. Dröscher y Häuser señalan que Heim no rechazó una idea fundamental de Einstein, tanto en su Teoría General de la Relatividad como, lo que es más importante, en sus versiones posteriores de la Teoría del Campo Unificado, a saber, que las fuerzas físicas se pueden describir geométricamente. Así, las fuerzas no sólo eran funciones de la geometría, sino que la geometría eran las fuerzas. Pero hay una idea crucial en la versión de la teoría de Heim, tomada del modelo estándar de la mecánica cuántica, y son «los dos ingredientes importantes que Einstein no usó«, a saber, «un espacio-tiempo discreto y un espacio dimensional superior, provisto de características adicionales especiales”. Por lo tanto, la teoría de Heim es una extensión lógica de la comprensión de la mecánica cuántica y las diversas teorías del campo unificado de las décadas de 1920 y 1930, en el sentido de que todas las interacciones físicas se describen como geometrías y en la comprensión crucial de que el espacio-tiempo mismo está cuantizado, es decir, que no se construye con unidades infinitamente divisibles cada vez más pequeñas, sino con unidades discretas de espacio y tiempo “más pequeñas posibles”. Por lo tanto, la teoría de Heim no es solo una «teoría del campo unificado completamente geometrizada«, sino que tiene profundas implicaciones, ya que da lugar «a un concepto novedoso para una tecnología avanzada de transporte espacial, que permite, en principio, viajes superlumínicos«. Esta unificación se lleva a cabo, en su versión extendida, mediante un “espacio orientado al espín” cuantificado en ocho dimensiones. Como resultado, su poder predictivo es enorme, ya que no solo predice propiedades fundamentales de las partículas, como masas y tiempos de vida, sino también que «es posible una transformación de la energía de las ondas electromagnéticas a frecuencias específicas en energía similar a la gravitatoria«.

Al llegar a este punto, Heim siguió el principio de la Relatividad General y lo universalizó. En la Relatividad General, la materia dobla el espacio-tiempo en sí mismo o, para decirlo de otra manera, la materia es una «curva» en la estructura del espacio-tiempo: “la materia y la curvatura del espacio-tiempo son iguales”. Dado que la geometría y la materia misma son equivalentes y, en esa medida, dado que la materia es causada por la geometría de la distorsión del espacio-tiempo, entonces la esencia de la Teoría de Heim es que cada interacción física o campos, incluyendo la gravedad, el electromagnetismo y las fuerzas nucleares fuertes y débiles de la mecánica cuántica son distorsiones en lo que de otro modo sería un espacio-tiempo indiferenciable no distorsionado. Heim presentó por primera vez este punto de vista en 1952 en el Congreso Internacional de Aeronáutica en Stuttgart, Alemania, una fecha bastante cercana al final de la Segunda Guerra Mundial, y no sin sus propias implicaciones sugerentes, como se verá. Heim desarrolló más formalmente estas ideas en las primeras versiones de su teoría a fines de la década de 1950 y principios de la de 1960, el período preciso en el que apareció el libro de Leonard Cramp, que describe sus puntos de vista por primera vez para un público general de habla inglesa. Esta idea conduce a su vez al siguiente componente fundamental de las versiones extendidas de ocho y doce dimensiones de su teoría. Dröscher y Häuser presentan este aspecto de su teoría de la siguiente manera: «Según Heim, todo el universo comprende una rejilla metrónica. El espacio que no contiene ninguna información consiste en una cuadrícula euclidiana discreta. Sin embargo, el espacio vacío debe ser isotrópico con respecto a la orientación del espín. Si todos los giros metrónicos de un volumen de seis dimensiones apuntaran hacia afuera o hacia adentro, tal mundo no tendría una potencialidad de giro. Por lo tanto, las celdas con todos los espines hacia afuera tienen que tener celdas vecinas con todos los espines hacia adentro y viceversa. Esta estructura de espín alternativa satisface el requisito de isotropía, pero proporciona espacio vacío con potencial de espín. Por lo tanto, el espacio vacío está vacío de eventos físicos, pero tiene una potencialidad inherente para que sucedan eventos físicos«. En otras palabras, el vacío normal del espacio en sí mismo, sin distorsiones de información como masa o materia, es un potencial puro para que «sucedan cosas«, siendo equivalente al medio transmutador de los antiguos. Como vacío es una nada indiferenciada, ya que hay un equilibrio de orientaciones de espín en todas sus celdas. Es así, cuando ese balance o equilibrio se desequilibra y entra en no-equilibrio, donde prevalece una preponderancia de orientación de espín de uno u otro tipo, del que surge toda interacción física y toda materia. El no equilibrio y el giro son los mecanismos mismos no solo para las diferenciaciones de la creación, sino que también son los mecanismos mismos de la unificación de la física o, para decirlo en términos alquímicos, para la ‘encarnación‘ del medio mismo. dentro de la materia normal.

Por lo tanto, la teoría de Heim incorpora y corrobora las ideas fundamentales de Jordan y Kozyrev, ya que las partículas mismas son «entidades geométricas que poseen una estructura interna que cambia cíclicamente en el tiempo. Las partículas elementales no son entidades puntuales, sino que consisten en una rejilla metrónica«. Así, en un sentido peculiarmente paralelo a algunos puntos de vista antiguos, “el espacio y el tiempo no son el contenedor de las cosas, sino que son, debido a su naturaleza dinámica cíclica, las cosas mismas”. En manos de Heim, esta visión dinámica conduce a una cosmología verdaderamente extraordinaria, porque el espacio dimensional superior está compuesto por un entramado de “metrones” de tal manera que no hay “singularidades” o infinitos que llenan los modelos estándar, y que tienen que ser obtenidos al deshacerse por el elegante truco matemático de la renormalización. Así, el universo comenzó como un solo metro que cubría toda su superficie, el medio indiferenciado, y a medida que aumentaba el número de metros, su tamaño disminuía. En resumen, la orientación del espín y las características de fuerza activa del tiempo mismo son el pilar fundamental de la teoría de Heim. Asimismo, en la extensión de doce dimensiones de la teoría original de Heim, hay cinco unidades semánticas, a saber, los subespacios, el tiempo, la organización, la información y la dirección de la información. Excepto por las 3 dimensiones espaciales, todas las demás coordenadas son imaginarias. Se pueden construir varios tensores métricos a partir de estos subespacios. Estas interacciones adicionales son la base detrás de la afirmación de que la teoría promete un gran avance en la física y en las tecnologías de propulsión y energía, tales como la repulsión gravitacional, que es análoga a la «energía oscura» del modelo estándar, Heim la llama con el peculiar término «quintaesencia», un término con sus propias asociaciones alquímicas, como se ha visto, y por lo tanto quizás sugerente de influencias en el trabajo sobre el pensamiento de Heim distintas de las puramente relacionadas con la física, a saber, la alquímica. Pero también hay una reacción de «gravitofotón» que «permite la conversión de la radiación electromagnética en un campo similar al gravitacional«. Podemos ver que el espacio hiperdimensional de Heim en realidad se compone de cinco subespacios, uno de los cuales es nuestro espacio tridimensional normal. Dicho de otra manera, nuestro espacio tridimensional está influenciado por distorsiones en el espacio superior de nueve dimensiones compuesto por sus subespacios, recordando la observación del esoterista y masón Manly P. Hall de que la confección exitosa de la Piedra Filosofal debe realizarse mediante una operación que ocurre simultáneamente en cuatro mundos separados.

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Es precisamente la predicción de la teoría de Heim de un acoplamiento gravitacional-electromagnético directo lo que Dröscher y Häuser proponen como base “para el novedoso concepto de propulsión espacial” que explicaremos a continuación. Es digno de mención el experimento antigravedad de la Agencia Espacial Europea y la Fuerza Aérea de Estados Unidos en relación a la teoría de Heim. En efecto, tomando como punto de partida una serie de experimentos patrocinados conjuntamente por la Agencia Espacial Europea y la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, Dröscher y Häuser resumen los experimentos y sus implicaciones de la siguiente manera: «En un experimento reciente (marzo de 2006), financiado por la Agencia Espacial Europea y la Oficina de Investigación Científica de la Fuerza Aérea, Taimer et al. informe sobre la generación de un campo gravitacional toroidal (tangencial, azimutal) en un anillo de niobio superconductor rotativo acelerado (velocidad angular dependiente del tiempo). En julio de 2006, en una presentación en la Universidad de Berkeley, Taimar mostró resultados experimentales mejorados que confirmaron hallazgos experimentales previos. Muy recientemente, en octubre de 2006 y febrero de 2007, los mismos autores informaron que repitieron sus experimentos empleando tanto acelerómetros como giroscopios de anillo láser que midieron con mucha precisión el campo gravitatorio-magnético. El campo de aceleración se observó claramente y su naturaleza rotacional se determinó mediante un conjunto de cuatro acelerómetros en el plano del anillo. Dado que el experimento genera un campo gravitatorio artificial, que está en el plano del anillo giratorio, no se puede utilizar como principio de propulsión. Sin embargo, es de gran importancia, ya que muestra por primera vez que un campo gravitatorio puede generarse de otra manera que no sea la acumulación de masa«. Una vez más, la mención de los superconductores recuerda las observaciones de Hudson sobre las anomalías de pérdida de masa en su extraño material y las explicaciones del físico Hal Puthoff. Pero tengamos en cuenta lo que Dröscher y Häuser concluyen sobre la configuración del experimento, dado que el campo gravitacional artificial se generó en el plano de rotación del superconductor, y no en el plano paralelo al eje de rotación, ningún beneficio propulsor práctico podría derivarse del experimento. Y aquí, precisamente, es donde interviene la teoría única de Heim: «Las consideraciones teóricas obtenidas de la Teoría extendida de Heim llevan a la conclusión de que un experimento debería ser posible para generar un campo gravitatorio que actúe paralelo al eje de rotación de un anillo giratorio y por lo tanto, si se confirma, podría servir como demostrador de un principio de propulsión de campo. Luego, los autores proponen un aparato para probar esta hipótesis que consta de dos sistemas contra-rotativos dispuestos, según las predicciones de la teoría de Heim, uno encima del otro, exactamente como se ha conjeturado que era la configuración interna real de la Campana nazi, ¡tambores giratorios!».

Que esta teoría predijera tan específicamente tales efectos, dentro de tan poco tiempo después del final de la Segunda Guerra Mundial, con su sospechosa semejanza con la configuración real propuesta para los tambores contra-rotativos internos de la Campana, sugiere que quizás hay más en juego en la formación de la teoría de Heim de lo que parece. Y esto solo se confirma por el misterio de en qué tipo de investigación participó realmente Heim durante la guerra. Como se mencionó, Heim realizó la mayor parte de su trabajo teórico completamente en su cerebro, ya que perdió las manos, la vista y el oído en un accidente de guerra mientras realizaba una investigación para los nazis nunca especificada durante la guerra. Por mucho que uno lo intente, uno simplemente no puede encontrar ningún material o indicaciones sobre lo que Heim podría haber estado haciendo, por lo que uno se ve arrojado de nuevo a una cierta especulación. Todo lo que se sabe sobre el accidente que dejó a Heim discapacitado de por vida es que en algún momento entre 1942 y 1943 Heim fue reclutado para prestar servicio en la Luftwaffe. En algún momento durante este período envió una carta al Reichsanstalt Químico-Técnico de Berlín, tras lo cual fue convocado para trabajar allí en el desarrollo de los nuevos explosivos. Fue aquí donde sufrió el accidente. Pero, ¿qué tipo de explosivo podría haber sido? Una pista, tal vez, la proporciona el hecho de que en algún momento durante 1943, aparentemente en el mismo período de tiempo de esta investigación, Heim conoció al famoso fundador de la mecánica cuántica, Werner Heisenberg. Heim informó a Heisenberg de su plan para usar la implosión química para facilitar una explosión atómica. Este diseño se basó en la idea que desarrolló para una bomba de hidrógeno limpia cuando tenía 18 años. Pero como se ha visto en relación a la «Leyenda del Mercurio Rojo» soviético, la idea de una bomba de hidrógeno limpia, una que no dependiera de una bomba atómica como fusible, requería precisamente un gran avance en tecnologías de explosivos convencionales, el llamado explosivo balotécnico. Y como se vio, una propuesta para tal explosivo era precisamente el estado de alto espín de ciertos isótopos conocidos como isómeros, los cuales, si se les inducía a “detener repentinamente” su giro, liberarían la energía de su momento angular en un destello masivo de energía electromagnética, energía en forma de rayos gamma de alta frecuencia que, si se configuraba correctamente en un detonador de implosión, podría obtener energías suficientes para iniciar la fusión nuclear y desencadenar potenciales destructivos mucho mayores de la bomba de hidrógeno. Dado el papel destacado y central de la orientación del espín en la teoría posterior de Heim, parece que se debe considerar la posibilidad, por muy especulativa que sea, de que Heim haya estado involucrado en tal investigación para los nazis. Y si su accidente tal vez es un indicador de que esta investigación puede haber tenido cierto éxito. Y hay un último factor a recordar a este respecto, y es que Heisenberg, según las últimas investigaciones de Igor Witkowski, dirigió precisamente un grupo dedicado a la investigación nuclear en la Universidad de Dresden ¿Es posible que el contacto de Heim con Heisenberg y sus comentarios sobre una bomba de hidrógeno limpia estén relacionados con los propósitos desconocidos de esa investigación? Parece una posibilidad que se debería contemplar.

Y si la teoría de Heim hace predicciones tan específicas sobre la naturaleza del efecto de acoplamiento gravitatorio-electromagnético que se puede formular en un experimento sobre esta base utilizando sistemas apilados contra-rotantes, entonces las conexiones con la Campana y su misterioso Suero 525, un compuesto que puede haber empleado isómeros de torio de alto espín, son aún más sorprendentes. Empieza a parecer que Heim posiblemente estuvo involucrado en alguna investigación muy secreta para los nazis, y que su posterior teoría de la posguerra, que se aproxima tanto a los detalles de las racionalizaciones científicas para el proyecto de la Campana, puede haber sido precisamente un intento de elaborar con mayor detalle los resultados de ese proyecto. Otro misterio que rodea a Heim es su persistente naturaleza esotérica. Como se ha señalado, el propio Heim llamó a su quinta interacción física la fuerza de la “quintaesencia”, un término con raíces específicamente alquímicas. Como para insinuar esta influencia, Heim eligió curiosamente publicar dos libros altamente matemáticos y técnicos, en alemán, que describen su teoría. Pero no lo hizo con ninguna editorial científica, sino con un editor de la New Age (Nueva Era). Dado lo que hemos aprendido sobre las influencias alquímicas de Wiligut en el trabajo de las SS, y su gran parecido con los parámetros reales del proyecto de la Campana, una vez más el vínculo conceptual con la teoría formalizada posterior de Heim es curioso y agrega más peso a la especulación de que pudo haber tenido alguna conexión con el proyecto. Como para hacer aún más convincente la extraña conexión de Burkhart Heim con la investigación secreta nazi, poco después de que la noticia de la naturaleza de la primera versión en seis dimensiones de su teoría circulara por toda Alemania, Heim recibió la visita de Wernher Von Braun y nada menos que Pascual Jordan, cuyas propias teorías compartían muchas similitudes con las de Heim. Y ambos científicos elogiaron su trabajo por contener implicaciones impresionantes.

Entonces, ¿qué pasaba por la mente del tranquilo físico alemán Burkhart Heim, un hombre que deliberadamente evitó aprender inglés para que su asombrosa teoría nunca circulara fuera de Alemania? En primer lugar tiene, como mínimo, un intelecto brillantemente penetrante con un pasado posiblemente dudoso trabajando para los nazis en algunos proyectos muy sensibles, un pasado por el que tal vez deliberadamente trató de limpiar su conciencia con su defensa de la paz durante la posguerra y mediante formas de producción de energía que no estuvieran basadas en la energía nuclear o recursos no renovables. En su teoría, un espacio y un tiempo completamente geometrizados y cuantizados eran para Heim la naturaleza misma del medio físico transmutador. El espacio es, en cierto sentido, la Piedra Filosofal, porque para que haya una presencia humana genuina en el espacio profundo, se requerirá, como Heim vio y los nazis antes que él, un avance en la física, un avance basado en la capacidad de encarnar un medio transmutador en materia de tecnología humana, una encarnación que, en algún sentido y para bien o para mal, «transformará alquímicamente» a la humanidad misma. Y eso, a su vez, podría requerir la elaboración de algún Suero 525 nuevo, para ser utilizado en alguna Campana nueva. O, para decirlo de otra manera, el viejo Suero 525 y la vieja Campana nazi simplemente continuaron siendo trabajados, en algún lugar, en el más absoluto secreto, y llevados a una perfección solo insinuada en los experimentos nazis originales. Con la teoría hiperdimensional de Heim, completada con su espacio orientado al espín, su visión del espacio como una red de información, como un «cristal» cuyos defectos reflejan, y de hecho representan las fuerzas físicas, nos trasladamos, según Farrell, a la meseta de Giza, en Egipto, contemplando lo que probablemente fue el enorme cristal de la mayor máquina hiperdimensional alquímica de la humanidad, la Gran Pirámide. Terminamos con la visión del espacio y del medio físico mismo como un medio transmutador cuyas diferenciaciones, que seguramente dieron origen al universo, surgieron de una “diferenciación primaria”, de una asimetría y desequilibrio últimos, de la física de un “giro primigenio”, para emplear la sugerente frase de Wiligut, cuyo ideograma es la esvástica. Si hay algo que une las tres búsquedas alquímicas de la «piedra filosofal trina«, el «Oro» estadounidense, el «Mercurio Rojo» soviético y el «Suero 525» nazi, es la rotación, el giro, la torsión. Este último punto se puede ilustrar mejor apelando a la versión alquímica del escudo trinitario de la formulación agustiniana de la doctrina de la Trinidad, una formulación que, como sugirió Farrell, en realidad no era más que una formulación de física bajo la apariencia de una doctrina metafísica y religiosa. Si uno coloca la «piedra filosofal» de los conceptos de «espín y torsión» en el círculo central, y cada una de las tres sustancias exóticas que hemos examinado: el «Oro» estadounidense, el «Mercurio Rojo» soviético y el «Suero 525» nazi, en cada uno de los tres vértices del escudo, se ve el enlace: La piedra trinitaria, con el giro y la torsión como concepto unificador

Sin embargo, lo verdaderamente paradójico de este viaje no ha sido su naturaleza alquímica, sino que no sólo parece haber sido conocido, o al menos preservado, tanto por los alquimistas, sino también conocido o al menos redescubierto por los soviéticos y los nazis. Con Hudson, nos encontramos con un redescubrimiento paradójico, aunque en gran medida accidental, y por esa razón tanto más convincente, de la Piedra Filosofal, y mediante procesos muy similares a los que están al alcance de la tenue tecnología de los alquimistas. Con Kozyrev y los soviéticos, el principio de rotación de sistemas abiertos, de torsión y tiempo siempre cambiantes, confirmó otra idea alquímica más: que el tiempo lo era todo para la realización de una confección alquímica exitosa de la Piedra Filosofal. Con Kozyrev, el descubrimiento accidental había sido abandonado por la ciencia real, por la verificabilidad real y por la ingeniería real de las fuerzas del tiempo. Uno siente, con los soviéticos, un desarrollo estrechamente racionalizado. Tal vez, al final, la leyenda del Mercurio Rojo soviético es realmente un testimonio del éxito explosivo de su investigación. Pero es con los nazis que encontramos todos los hilos completamente racionalizados: la influencia real esotérica y oculta de la alquimia en las SS a través de Wiligut, la comprensión profunda de la esvástica como un ideograma de ese «giro primario«, la naturaleza alquímica del espacio-tiempo mismo, la mezcla del descubrimiento accidental y un programa bien concebido para recuperar esa ciencia del control del espacio-tiempo. Todos los hilos condujeron y se unieron en el Tercer Reich nazi, la Campana y el Suero 525, y nuevamente después en su supervivencia a través de la Operación Paperclip de los Estados Unidos para llevar a este país a los principales científicos alemanes. como Debus, y posiblemente con Strughold, que trabajaron en estos proyectos. Pero la historia, sin embargo, no termina ahí. Joseph P. Farrell ya había mencionado la conexión entre Heinrich Himmler y el arqueólogo y erudito esotérico de las SS Otto Rahn a través del “Rasputín de Himmler”, Karl Maria Wiligut. Pero hay más en Otto Rahn que el ser simplemente una especie de «Indiana Jones» nazi o el erudito esotérico de las SS favorito de Himmler, ya que los rumores modernos que lo rodean son casi tan extraños como el hombre mismo.

La fama de Otto Rahn se basa en muy pocos trabajos sobre alquimia y la búsqueda del Santo Grial. De hecho, fue Otto Rahn, sobre la base de su exposición erudita de toda la leyenda tal como se materializó por primera vez en la epopeya medieval sobre el Grial, Parzifal, de Wolfram Von Eschenbach, quien sugirió por primera vez que los personajes y nombres de lugares en la epopeya podrían rastrearse hasta individuos y lugares específicos en la zona del sur de Francia conocida como Languedoc. Otto Rahn, siguiendo bastante de cerca a Eschenbach, no era de la opinión de que el Grial constituía tanto la copa perdida de Jesús, sino más bien una piedra perdida o una tabla de conocimiento. Eschenbach lo describió en términos bastante vívidos: «Guyot, el maestro de gran renombre, encontró, en escritura pagana confusa, la leyenda que se remonta a la fuente principal de todas las leyendas. En un achmardi verde esmeralda llevó la perfección del Paraíso, era el objeto llamado el Grial«. La referencia a un achmardi verde esmeralda recuerda la tradición esotérica y alquímica de que Thoth, el dios egipcio de la sabiduría, que los griegos llamarían más tarde Hermes Trismegisto, inscribió toda su sabiduría y ciencia en una tablilla verde esmeralda. También recuerda relatos similares de la mitología sumeria sobre las Tablillas de los Destinos perdidas, por las que se libraron muchas guerras entre los dioses. En resumen, Otto Rahn estaba descifrando la tradición alquímica y esto, como se ha visto, era una preocupación primordial para los círculos superiores e internos de las SS de Himmler. Para Rahn, el Grial no era una copa perdida, sino una piedra perdida: «El místico-filósofo francés René Guénon dijo que la etimología de la palabra Grial deriva de: Grial = Gor = piedra preciosa y Al = estilo, combinados dando una piedra preciosa grabada. Este Grial revela el Libro de la Clave o el secreto final. Las piedras fueron grabadas por una raza de prediluvianos, superhombres arios, residentes en Hiperbórea (Thule o Isla Blanca)«. No era, por tanto, el tesoro escondido o la copa perdida de Jesús lo que los nazis, a través de Rahn, buscaban en el Languedoc, en el sur de Francia, sino el conocimiento perdido, la ciencia perdida y la tecnología perdida. De hecho, durante el viaje de Rahn a aquella región del sur de Francia, escribió una carta en septiembre de 1935 directamente a Wiligut, “contándole con entusiasmo sobre un lugar que estaba visitando en su búsqueda del Grial y pidiéndole total secreto excepto para Himmler”.

De hecho, como señala el investigador Nigel Graddon sobre Otto Rahn, es este conocimiento perdido, esta tablilla de piedra antediluviana perdida y su posible ubicación en el Languedoc lo que podría haber sido parte de una agenda completamente oculta detrás de la cruzada genocida contra los albigenses o cátaros en la región, que tuvo lugar entre 1209 y 1244, y que fue promovida por el papado y el rey de Francia, así como la más reciente masacre, en 1944, de campesinos franceses en el pueblo de Ouradour por parte de las Waffen SS en la misma región. Además, Rahn, como los alquimistas antes que él, creía, basándose en sus investigaciones, que el Vellocino de oro de fama mitológica en la historia de Jasón y los argonautas era lo mismo que la Piedra Filosofal. Pero había otra conexión que Rahn había deducido: «Raoul Lefèvre escribió su Histoire de Jason en 1456 en la que la característica notable es la inclusión tanto del Vellocino de oro como del pergamino de la Tabla esmeralda de Hermes Trismegistus. Un rey llamado Apolo recibió un pergamino del dios Marte que contenía todos los misterios que deben preservarse para lograr tan elevada cosa. La cosa elevada es el Vellocino«. La referencia al planeta Marte, antiguo dios de la guerra en tantas culturas humanas antiguas, establece la conexión entre la Piedra Filosofal, la Tablilla Esmeralda de Thoth-Hermes, las antiguas Tablillas de los Destinos sumerias, y el sugerente tema de Marte y una guerra cósmica. La conexión es inquietante, porque si esto era evidente para Otto Rahn, y no hay evidencia directa de que lo fuera, entonces significaría que su presencia y el interés de los nazis en el Languedoc era encontrar y explotar militarmente este conocimiento perdido. De hecho, intentaban recuperarlo, otro rumor más asociado con Otto Rahn, o mejor dicho, con sus maestros de las SS, era que las SS, desde sus antepasados prenazis en la Sociedad Vril, intentaban construir tecnologías para el viaje en el tiempo. Si bien hasta ahora no ha habido evidencia real de esto más allá de una narración muy repetida de la historia, Nigel Graddon menciona que el interés de los nazis por el Tíbet puede tener alguna conexión con esta historia, y que “el trabajo de tecnología del tiempo del Dr. Karl Obermayer, Nikola Tesla y Rudolf Steiner” en nombre de la llamada “Fundación Prometheus” supuestamente “se llevó a cabo para frustrar los peores excesos de la verdadera agenda de Hitler”, una agenda que según Graddon implica fuertemente que era la de controlar el tiempo.

Un segundo rumor que conecta a Otto Rahn con estos misteriosos sucesos en relación con la tecnología de control de tiempo es que hay rumores de que algún objeto con propiedades superconductoras fue sacado de contrabando de Alemania a los Estados Unidos en algún momento de 1938. Si, de hecho, Rahn estaba estrechamente relacionado con el Rasputín de Himmler, Wiligut, como sugiere su carta, entonces es posible que Rahn haya descubierto este aspecto de la ciencia y la sabiduría perdidas que encontró en sus estudios de textos esotéricos. En un último dato tentador, el investigador de Otto Rahn, Nigel Graddon, también menciona la leyenda de Asteria, «que colgó millones de cristales con hilos de plata dentro de la cúpula celestial y llamó a sus estrellas«. También cita un pasaje en verso de una sección de los Vedas llamada La Red de Indra: «Hay una red interminable de hilos en todo el universo. Los hilos horizontales están en el espacio. Los hilos verticales están en el tiempo. En cada cruce de hilos, hay un individuo. Y cada individuo es una cuenta de cristal. La gran luz del ser absoluto ilumina y penetra cada perla de cristal, y también, cada perla de cristal refleja no solo la luz de todos los demás cristales en la red, sino también cada reflejo de cada reflejo en todo el Universo«. Es parte de la tradición, tanto de la astrología como de la alquimia, que cada estrella y planeta tiene su propia asociación única con un tipo específico de piedra preciosa o cristal. Y asimismo, en la teoría de Heim, el espacio-tiempo no es sólo un entramado de células orientadas al espín, sino que los propios fenómenos físicos de los objetos y las fuerzas son distorsiones en ese entramado “cristalino”. Nigel Graddon luego señala un peculiar descubrimiento reciente: «En 1992, la Conferencia Anual de Ciencias Lunares y Planetarias celebrada en Houston, Texas, informó que un análisis de los estudios llevados a cabo en la Instalación del Telescopio Infrarrojo en Mauna Kea en Hawai indicó que las nubes moleculares contienen un átomo de carbono muy inusual unido a un átomo de hidrógeno y a otros tres átomos de carbono. Un análisis posterior mostró que estas gotas de gas y polvo, que eventualmente proporcionan la luz a las estrellas, están llenas de micro-diamantes flotantes. ¿Es solo un accidente que los pueblos antiguos creían que las estrellas titilantes en los cielos eran cristales, o tenían información de un tiempo perdido en el pasado lejano?». Dado lo que ahora sabemos sobre Wiligut, Rahn y todo el resumen de la misión de la SS Ahnenerbedienst, habría que especular que los nazis ya habían respondido a esa pregunta en favor de la transmisión de información de un pasado remoto.

En una pieza final de información sorprendente, Nigel Graddon afirma que: «La escritora Elizabeth Van Buren considera la Segunda Guerra Mundial como un intento colosal del lado oscuro de la humanidad para aprovechar los secretos del Tiempo. De manera similar, Maurice Magré creía que la esvástica simbolizaba el poder del Tiempo. El martillo de Thor, Mjolnir, está asociado con las características alquímicas de la esvástica, que simboliza la transmutación y los orígenes de la materia. Pero si la Segunda Guerra Mundial fue, en cierto sentido, una guerra para crear y controlar la tecnología de manipulación del espacio-tiempo, entonces, en ese sentido, fue una guerra alquímica. Un examen minucioso y la consideración de esta propuesta radical y altamente especulativa revelarán su profundidad, ya que la Alemania nazi tuvo que liberarse del sistema financiero occidental impuesto a la Alemania de Weimar en el Tratado de Versalles mediante la alquimia. En resumen, no solo tenía que encontrar sino financiar la física para liberarse de los cárteles dinásticos del capital financiero internacional y de las pocas manos supremamente privadas y ricas que lo controlaban. El dinero fiduciario moderno y la banca de reserva son de hecho una manifestación de la “nada” transmutativa de la Piedra Filosofal, ya que a partir de la creación del crédito de la nada, se produce el oro. Al nacionalizar esa institución y arrebatársela de manos privadas y secretas, y usarla para financiar la física alquímica, estaba comenzando a desarrollarse como la fuente de energía definitiva, como el poder supremo para transportar a la humanidad y como el poder supremo para la destrucción en un día del juicio final. Los nazis indicaron que habían entendido la naturaleza de la Piedra Filosofal. Habían visto y entendido completamente la conexión entre la física alquímica y las finanzas alquímicas. Y estaban dispuestos a ponerlo en usos sumamente malignos y destructivos. Pero esa conexión entre la física alquímica y las finanzas alquímicas es, quizás, una relación que requiere su propia exposición«.

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Fuentes:

  • Joseph P. Farrell – The SS Brotherhood of the Bell The Nazis Incredible Secret Technology
  • Joseph P. Farrell – Nazi International The Nazis Postwar Plan to Control the Worlds of Science, Finance, Space, and Conflict
  • Joseph P. Farrell – Reich Of The Black Sun Nazi Secret Weapons  The Cold War Allied Legend
  • Joseph P. Farrell – The Third Way The Nazi International, European Union, And Corporate Fascism
  • Geoffrey Brooks – Hitler’s Terror Weapons: From V1 to Vimana
  • Joseph P. Farrell – The Giza Death Star
  • Jean-Michel Angebert – Hitler y la Tradicion Catara
  • Michael Baigent, Richard Leigh y Henry Lincoln – El enigma sagrado
  • Michael J Thornton – El Nazismo
  • Louis Pauwels & Jacques Bergier – La Rebelion De Los Brujos
  • Débora Goldstern – Claves Ocultas Del Nazismo
  • Rudolf Von Sebottendorff – Antes de la llegada de Hitler
  • Otto Rahn – Cruzada contra el Grial
  • Joseph P. Farrell – The Cosmic War Interplanetary Warfare, Modern Physics, and Ancient Texts A Study in Non-Catastrophist Interpretations
  • Joseph P. Farrell – The Philosophers Stone Alchemy and the Secret Research for Exotic Matter
  • Joseph P. Farrell – The Grid of the Gods The Aftermath of the Cosmic War and the Physics of the Pyramid Peoples
  • Joseph P. Farrell – Covert Wars and Breakaway Civilizations The Secret Space Program, Celestial Psyops and  Hidden Conflicts

Los proyectos científicos secretos de la Alemania nazi

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