EL YO social.

Este artículo es la continuación de:

EL YO

Para disfrutar de este artículo invito a los lectores a dejarse llevar. Esto no es una tesis, o un paradigma científico ni un debate. Es una invitación para tener otra mirada, de nosotros mismos. Los que decidan seguirla, serán bienvenidos, los que no, no están obligados a leer el artículo.

Ayer meditamos sobre el yo material. La asociación del cuerpo y el yo. Si realizamos la meditación de forma correcta, vimos que los límites de nuestros cuerpo son muy difusos. Compartimos en nuestro cuerpo a todos los seres sintientes, formamos parte de un todo. No existe un yo exclusivo, individualizado, excluyente en nuestro cuerpo físico.

La evolución del yo en la historia, parte en el hombre recolector y cazador de un yo subordinado al grupo, con una manifestación de conciencia del yo muy pequeña. En esta época lo importante era la supervivencia del grupo. El individuo no dudaba en sacrificarse y poner por delante los intereses del grupo frente a los suyos propios.

En el Neolítico el yo va creciendo y se aísla ante la seguridad de la comida, la riqueza y las diferencias entre profesiones. El grupo empieza a competir entre si.

En las primeras civilizaciones La religión, la conexión con el entorno, todo hacia pensar que el mundo era de una determinada manera, las cosas tienen que ser como son y se aceptan, por la pertenencia al grupo. El individuo se debe, a ese grupo y a ese mandato divino.

La cultura griega rompió los esquemas mantenidos hasta la fecha. El ser humano no tenía porque seguir los dictados del orden natural o divino. El hombre tenía la capacidad de escribir su propia historia. Aquí surgió la democracia. El yo se empoderó, pensando que desde el individuo se podía mejorar la sociedad, el grupo.

De aquí y hasta nuestros días surgen dos tipos de sociedades:

  • Individualistas (Dan más importancia al individuo) :
    • Producen mayor depresión. Por la falta de recompensas y la frustración al no conseguir ideales.
    • El sentimiento de culpa más importante que el de vergüenza.
    • Tiende a describir su yo sin basarse en las relaciones con los otros.
    • El trabajo colectivo y la ausencia de recompensa individual es considerado negativo
  • Colectivistas (Dan más importancia al grupo)
    • Las sociedades asiáticas, colectivistas poseen una idea menos clara y consistente de si mismas y peor autoestima.
    • Las sociedades colectivistas producen mayor ansiedad. El sentimiento de vergüenza es más importante que el de culpa.
    • Tienden a describir su yo basándose en las relaciones con los otros y la interdependencia entre el grupo, de pertenencia social.

En las últimas décadas el apego al yo en occidente ha crecido exponencialmente, a medida que las estructuras que limitaban su expansión iban perdiendo terreno:

  • La familia y la sociedad (nación, estado), se consideraban más importantes que el individuo.
  • Las tradiciones culturales y sociales, impedían a las personas jóvenes sobresalir en exceso frente a sus mayores.
  • La religión y la conciencia ética, controlaban nuestras acciones en base a la moral y el desarrollo individual de la persona proponiendo objetivos de vida y autorrealización.

Finalmente el yo se convierte en objetivo de si mismo, que busca la autocomplacencia, la inmortalidad, La felicidad en la posesión, el deseo, el liderato sobre los otros y cuya consecuencia es la frustración permanente, ante la incapacidad por saciar el sentimiento de soledad del ser.

Las contradicciones del yo.

  • A mis emociones y deseos le gusta una chica, pero al estar emparejada mi pensamiento me dice que no es ético. Prevalece el deseo o lo ético.
  • Mi cuerpo ha nacido en España pero me siento francés… que prevalece lo físico o lo mental.

El yo es un conjunto de conceptos llenos de incongruencias insalvables:

  • ¿ Cuantos yoes somos?
  • Cuando donamos un órgano para un trasplante ¿Damos parte de nuestro yo?
  • ¿Las creencias religiosas forman parte de nuestro yo?
  • ¿Nuestro yo cambia constantemente como mi cuerpo o permanece estable?

¿ EXISTE REALMENTE EL YO ?

El autoconcepto (yo) es una convención social que clarifica el lenguaje:

  • Indica quien posee las cosas
  • indica quien realiza la acción…

El yo es necesario cuando se conoce su esencia última, pero muy peligroso si se alimenta de forma insaciable, adquiriendo existencia real por su propio lado.

MEDITACIÓN SOBRE LA EXISTENCIA REAL DEL YO

  1. Adoptamos una postura adecuada para la meditación.  Primero nos tranquilizamos apartando de nuestra mente cualquier preocupación que tengamos. Prestamos atención a los sonidos del entorno y luego centramos la atención en nuestra respiración. Permanecemos un rato así, centrados en nuestra respiración. Si aparecen pensamientos los dejamos y volvemos a centrarnos en la respiración. El sonido del agua ayudaría a lograr esa relajación mental. Es entonces cuando debemos tener un pensamiento positivo, por ejemplo voy a dejar que mi mente recorra por senderos nuevos, voy a permitir, sin oponer obstáculos, que fluyan las sensaciones inducidas libremente.
  2.  Cuando percibamos que estamos relajados iniciamos la siguiente fase de la meditación, la analítica.
    • Pensamos que el yo existe realmente como entidad separada al dar por buenas asunciones distorsionadas:
    • Continuidad.- Pensamos que nuestro yo se crea al venir al mundo y desaparecerá al morir. Sentimos que es el actor de nuestras acciones, pensador de nuestros pensamientos el que siente nuestras emociones y que aunque puede tener algunos cambios evolutivos se mantiene en una esencia básica.
      • Si por enfermedad o accidente perdemos la memoria. ¿Cómo podría recomponer mi yo? ¿Cómo sentiría el yo en ese momento? ¿ si te cuentan diferentes personas distintas versiones de tu pasado, como te sentirías?. En los casos de amnesia muchas personas cambian radicalmente de comportamiento ante un reset del yo. ¿Depende el yo de la memoria?, ¿De la sociedad que habitamos?
    • Coherencia o sensación de un único yo..- No basta con la memoria; para dar continuidad al yo no deberían de existir contradicciones ( se puede desear una cosa pero no tener ganas y dudar. La ideología, los sentimientos afectivos, la pluralidad, las dudas de idea sobre acciones realizadas, sobre los objetivos a seguir
      • Todo lo que hacemos está interpretado por nuestra mente en base a nuestra biografía y la coherencia con nuestro hacer. Los trastornos de personalidad múltiples suponen una subordinación a varios yoes con la misma prevalencia. Normalmente entre los diferentes yoes existen jerarquías que cambian según factores emocionales, sociales…
    • Originalidad.- es la creencia de que nuestro yo es único. Yo me siento diferente de todos los demás y mejor que ellos. La importancia de la separación y distinción es crucial para la pervivencia del yo.
      • La enfermedad en los demás es un dato, pero en mi es una catástrofe, una alarma desmedida. Si diésemos a los demás la misma importancia que a nosotros, reaccionaríamos igual al conocer la noticia de un desastre o una enfermedad. El yo nos hace creer mas importantes, diferentes y esa es la razón por la que sufrimos más angustia, más dolor ante una enfermedad o adversidad. ¿Es el yo antisocial?
    • Control.- Sentimos como el yo puede aplicar un férreo control sobre nuestro cuerpo y nuestra mente, pero esto es sólo una ilusión:
      • Sentimos frustración por nuestro cuerpo que no cumple los cánones de belleza que deseamos. Sin embargo no seguimos la dieta. Nos asustamos al descubrir en nuestra mente deseos como que muera nuestro padre enfermo, o diseñando realidades alternativas sobre éxitos y poderes imaginarios. La mente y el cuerpo son fenómenos transitorios que escapan de nuestro control.
    • Independencia, no-dualidad.– Para comprender esto deberíamos tener cierta experiencia en la meditación. Es fácil cuando miramos un árbol establecer el observador y lo observado. Pero cuando ambos están en nuestro interior la cosa cambia. Se produce una interdependencia entre los dos hasta tal punto que el observador no existe sin lo observado.
      • Considerar que el yo es independiente de lo observado, es considerar que existe una entidad aparte que no se contamine por aquello que percibe. Es como admitir una cohabitación interna.
  3.  Entramos ahora en una fase de la meditación  en la que nos centramos en el objeto de meditación.
    • A lo largo de la historia han existido diferentes formas de contemplar el yo, de concebirte como persona.
    • En mi interior percibo la existencia de varios yoes, éticos, materiales, emocionales, que pugnan entre si para prevalecer en mis decisiones.
    • Se que mi importancia como ser, como persona no es superior a la importancia de los demás seres. Si creyera lo contrario estaría equivocado. La evolución espiritual conlleva la mente de compasión. Desarrollar ésta es el camino a desarrollar.
    • El sufrimiento de todos aquellos que ahora mismo están muriendo, el sufrimiento de los que padecen enfermedad, el sufrimiento de las carencias elementales por desastres o guerras, el sufrimiento de la soledad, de sentirse no querido, de ser victima del acoso, de ser perseguido, de la perdida de los seres, de las posesiones, de tener hambre… todo este sufrimiento no me es ajeno, lo siento, lo comparto.
    • En mi corazón nace un sentimiento de compasión, por el sufrimiento de todos nosotros. Ese sentimiento anula la prevalencia de todo yo individualizado, egoísta y narcisista.
    • Focalizamos nuestra atención en ese objeto de meditación e intentamos retenerlo lo máximo posible sin distraernos. Si perdiéramos el objeto deberíamos volver a la parte analítica para poder construirlo de nuevo.
    • Pasado un tiempo que consideremos adecuado. (Seria interesante que la meditación durara al menos veinte minutos). Pasado este tiempo, dedicamos los logros obtenidos al fin del sufrimiento interior de todos los seres.

4º Finalmente entramos en la etapa pos-meditación, en ella y en el trascurso de nuestra jornada, dedicaremos varias veces a pensar, en las personas que encontramos, ninguna de ellas es de menor importancia que nosotros. Aprendemos a sentir regocijo por los éxitos de los demás y compasión por el dolor de los demás igual que en nosotros.

Al estar inmersos en un proceso que se acaba de iniciar, es necesario prescindir de las valoraciones, positivas o negativas hasta el final del mismo. Es por eso que ruego a los lectores no realizar comentarios, para no influenciar en los lectores que desean seguir la experiencia.

La parte psicológica de este artículo está basada en el libro Vacuidad y no dualidad del Psiquiatra D. Javier García Campayo. Cuya lectura aconsejo.

maestroviejo

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