Yo psicológico

Este artículo es la continuación de:

EL YO

EL YO social.

Para disfrutar de este artículo invito a los lectores a dejarse llevar. Esto no es una tesis, o un paradigma científico ni un debate. Es una invitación para tener otra mirada, de nosotros mismos. Los que decidan seguirla, serán bienvenidos, los que no, no están obligados a leer el artículo.

Hemos meditado sobre el yo físico. La pregunta es ¿Esto es suficiente para que dejemos de creer en la identidad entre cuerpo y yo? La respuesta es no.

Con una meditación y una comprensión mental, no es suficiente para desarraigarnos del yo físico.

La secuencia apropiada seria comprensión mental, intención, determinación, meditación, deseo. Sólo hacemos aquello que deseamos. Para desear una cosa debemos valorarla y querer obtenerla. La posesión y obtención de esa cualidad, nos permitiría incrementar la autoestima. Entonces haremos esa cosa.

Volvamos al principio. Definamos una conducta. Por ejemplo las selfi es. El posado, la sonrisa, el postureo,… cada foto de un viaje, está estudiada, programada ejecutada y nada más hacerla. Dice: a ver como he quedado y si no gusta, dirá bórrala. Porque nada que no resalte mi cuerpo, puede existir. Luego se aplicaran filtros, apps de mejora incluso en los casos más extremos se llegará a la cirugía en edades tempranas, para corregir lo insufrible, (no ser perfecto a los demás). El paisaje, el lugar sólo sirve para mejorar mi ego. Estoy aquí, yo estoy perfecto. Se hacen viajes para luego decir que se ha estado en sitios paradisiacos, y así dar envidia y saciar tu ego.

La necesidad de ser perfecto en lo físico, es una tendencia social. Me muestro a los demás desde mi perfección y esta obsesión vulnera nuestras mentes, creando un yo megalómano, irascible, insaciable, aburrido.

Cuando voy de viaje, prefiero mirar con mis ojos el paisaje o las construcciones. Creo que se ve diferente así, que al mirar, la pantalla del móvil. Mi cuerpo no soy yo. Cuando miro mi cuerpo veo una herramienta, como un coche. Siempre he sido bastante alto. Esto llamaba mucho la atención de la gente. Recuerdo una vez en Las Hurdes. Un grupo de jóvenes nos alojamos en la casa del cura. Tenía dos alturas. Las puertas eran bajitas y el techo de las escaleras al piso superior también. Era raro que al subir, no me diera un cabezazo contra una gran viga de madera que iba de lado a lado. Cuando sucedía esto, era tal el golpe, que caían las cortinillas que servían de puerta a una alcoba. Tanto se repitieron estos golpes y caidas, que mis amigos fueron escribiendo ays y pegándolos en el techo, en aquella viga. Al cabo del tiempo, ésta se encontraba empapelada de ays. Ser alto puede ser doloroso y tedioso al tener que pasar por las puertas tan bajas. En las fotos no me gusta ponerme. Creo que eso resta importancia y belleza al paisaje o la construcción. Luego me gusta recordar los sitios. A mi ya me tengo muy visto.

Otra cosa que me llama la atención, es esa manía de publicarlo todo, de contar al mundo cualquier cosa que hacemos, ¡ya no digo! los viajes, compras o hazañas. Se cuentan cosas maravillosas, siempre desde la felicidad extrema. Mirando las redes, se diría que la felicidad no tiene límites en nuestra sociedad. Sin embargo la realidad es otra, mucho más cruel. Tanto que, imagino que puede resultar atractivo, refugiarse en ese mundo perfecto de las redes, para olvidar nuestras decepciones y frustraciones. Así los egos adquieren en los perfiles, su máximo esplendor.

El otro, si es mejor, será envidiado, y se intentará menospreciarlo, derribarlo. Por el contrario, si es peor, servirá de escarnio y burla que reafirmará mi posición dominante. Este tipo de conductas se llaman buling y están destrozando a muchos de nuestros hijos. La alternativa de los perdedores es en muchos casos el intento de suicidio.

El ego, la necesidad de prevalecer, de triunfar, de ser el mejor. Pero ¿Es posible que todos sean el mejor? evidentemente no. Entonces ¿Cuál es la solución? La única solución posible es deconstruir al ego y educar nuestra mente.

Efectos adversos del yo.

  • La sensación de carencia o vacío.- Me siento vacío por dentro. Como es posible si tienes de todo, eres joven te permites todos los caprichos… No hay una respuesta satisfactoria. es una sensación interior que no se calma con objetos exteriores, satisfaciendo el ansia de posesión.
    • La respuesta suele ser un problema existencial. Normalmente buscamos la felicidad en el exterior, en los deseos, en la posesión. Pero nada de esto nos sacia. Cuanto más tenemos más queremos. La solución a esa crisis existencial es buscar la solución en nuestro interior en nuestra mente. El camino espiritual que aplaca el ego si produce felicidad verdadera y paz interior.
  • El miedo a la muerte.- es el principal enemigo del yo, tras la muerte desaparece para siempre. Esta preocupación invade a la persona. Intenta vestirse más joven, aparentar menos años, recurrir a todo tipo de pócimas, cirugías, trucos. Pero nada de esto basta. El espejo es el testigo implacable y con cada arruga, se cierne la amenaza invencible que nos atormenta. Se busca en la religión, en el esoterismo. Pero nada de esto parece frenar nuestra exposición al tiempo.
    • En el Budismo la meditación de la muerte es una de las primeras del Lamrim. La aceptación y convivencia con la impermanencia es fundamental, para comprender la vida y disfrutar y solventar las adversidades. Aceptar las cosas tal y como son, sin temerlas sin incrementar la angustia. La consciencia de la muerte nos ayuda a valorar la vida mucho más.
  • La interpretación del mundo y la separación de todo lo demás. El yo se presenta como un tirano y un gran mentiroso. La visión que nos muestra del mundo esta sesgada por sus apetencias, por las frustraciones, por todo aquello que a lo largo de la vida no fue del agrado y por tanto se catalogó como no deseable y evitable. Es el ego el que suele llenar las redes sociales. Tres son las categorías que utiliza el yo: me gusta, no me gusta, indiferente. («Curiosa la similitud con la valoración que nos presentan en muchas páginas de la red»).
    • En el Budismo se nos habla de los tres venenos mentales, que son la causa de todo sufrimiento. El me gusta, es el apego. El no me gusta, el odio. El indiferente, es la ignorancia. Vencer estos tres venenos es el objetivo del camino espiritual que persigue la felicidad, la paz interior.
  • Ausencia de fluir con el mundo.- Cuando te aceptas a ti mismo, a las cosas que te rodean a lo inefable. Es entonces cuando disfrutas realmente de todo lo que haces. Cualquier cosa sim importancia es causa de felicidad.
    • Esto es así porque la causa de la felicidad no está en el exterior. La llevamos dentro de nosotros y cuando la utilizamos todo cambia fuera. Vemos maravillas en las personas que nos rodean y expresamos las emociones sin importarnos si estas son políticamente correctas o no.
  • La profecía autocumplida.- El yo es muy amigo de etiquetar y justificar todo. De ofrecernos conductas programadas ante el miedo al fracaso. Esto nos impide ver la realidad y nos priva de las mejores oportunidades. Si hemos fracasado un par de veces en relaciones de pareja. Nuestro yo nos dirá que no somos muy duchos en las relaciones sociales. Esta profecía se verá cumplida, ya que el miedo al fracaso evitará que lo intentemos en otras ocasiones y prefiramos aislarnos socialmente.
    • Buda nos enseñó las 8 preocupaciones mundanas: Ganancias-perdidas, bueno-malo, alabanza-crítica, buenas -malas noticias. Todas estas etiquetas son en realidad factores limitantes de nosotros mismos. Tendemos a meter en estas categorías todo lo que nos pasa. Cada vez que categorizamos algo, lo adulteramos y nos auto engañamos. Todas las cosas tienen múltiples posibilidades que generalmente desconocemos.
    • La historia de Wei https://insig.ht/FxjKb2NQmyb

MEDITACIÓN SOBRE LA MUERTE

  1. Adoptamos una postura adecuada para la meditación.  Primero nos tranquilizamos apartando de nuestra mente cualquier preocupación que tengamos. Prestamos atención a los sonidos del entorno y luego centramos la atención en nuestra respiración. Permanecemos un rato así, centrados en nuestra respiración. Si aparecen pensamientos los dejamos y volvemos a centrarnos en la respiración. El sonido del agua ayudaría a lograr esa relajación mental. Es entonces cuando debemos tener un pensamiento positivo, por ejemplo voy a dejar que mi mente recorra por senderos nuevos, voy a permitir, sin oponer obstáculos, que fluyan las sensaciones inducidas libremente.
  2.  Cuando percibamos que estamos relajados iniciamos la siguiente fase de la meditación, la analítica.
    • El deseo de disfrutar de los placeres mundanos es tan intenso que no dedicamos tiempo a la práctica espiritual. Esta nos permite poner límites a los efectos perjudiciales del yo.
    • Aunque nuestro yo desea alcanzar la felicidad duradera y la permanencia de esta, en realidad esto no es posible en el mundo exterior.
    • Todo es impermanente, todo cambia y nuestra capacidad de aceptación a adaptación a la impermanencia es crucial para poder sobrevivir sin añadir sufrimiento por la angustia o la no aceptación.
    • La muerte es inevitable, todos tenemos que morir. aunque de forma intelectual todos asumimos esto, preferimos no afrontarlo, no recordarlo. Esto hace que no seamos realmente conscientes de que vamos a morir.
    • Si de forma casual pensamos en la muerte, nuestro pensamiento será : Hoy no me voy a morir. Incluso el mismo día que nos muramos, estaremos planeando lo que va a pasar el día siguiente.
    • La mente que piensa hoy no me voy a morir es engañosa y producto del ego. Es la causa de que nuestra vida no tenga sentido.
    • Sustituyamos el pensamiento engañoso, hoy no me voy a morir por Es posible que muera hoy.
    • Todos los días personas jóvenes, sanas, son  victimas de accidentes… mueren. antes que lo hagan sus padres.
    • Es posible que muera hoy y esto significa que debo sacar el máximo partido del tiempo que me queda. Qué es lo que de verdad deseo hacer, que es lo importante. A que puedo dedicar el poco tiempo que me puede quedar.
    • Tengo que llenar ese vacío existencial, dar sentido a mi vida, fluir con el mundo, con las personas que me rodean, unirme a la vida por última vez.
  3.  Entramos ahora en una fase de la meditación  en la que nos centramos en el objeto de meditación.
    • Aprovechar mi poco tiempo de vida antes de morir. Dejar mi legado, este pensamiento provoca una emoción en mi corazón. Es el deseo de sacar lo mejor de mi mismo,
    • Ese sentimiento es el objeto de meditación, sobre el que debo concentrarme para mantenerlo todo lo que pueda en mi mente, en mi corazón. Si perdiéramos el objeto deberíamos volver a la parte analítica para poder construirlo de nuevo.
    • Pasado un tiempo que consideremos adecuado. (Seria interesante que la meditación durara al menos veinte minutos). Pasado este tiempo, dedicamos los logros obtenidos a mitigar sufrimiento  de todos los seres que ahora mismo están muriendo en el mundo.
  4.  Finalmente entramos en la etapa pos-meditación, en ella y en el trascurso de nuestra jornada, dedicaremos varias veces a pensar, en las personas que encontramos, todas ellas, incluidos nosotros, no estaremos en es planeta, en este mundo en un tiempo que puede ser mañana.
  5. Al estar inmersos en un proceso que se acaba de iniciar, es necesario prescindir de las valoraciones, positivas o negativas hasta el final del mismo. Es por eso que ruego a los lectores no realizar comentarios, para no influenciar en los lectores que desean seguir la experiencia.

    La parte psicológica de este artículo está basada en el libro Vacuidad y no dualidad del Psiquiatra D. Javier García Campayo. Cuya lectura aconsejo.

    maestroviejo

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