Las comunidades más afectadas por la sequía son Andalucía, Murcia, Extremadura, Valencia y Cataluña
Laguna de Santa Olalla, en Doñana, seca en agosto de 2022
La sequía es un fenómeno climático que, además de efectos medioambientales, conlleva graves consecuencias económicas y sociales. En España, la sequía ha sido una preocupación constante en las últimas décadas, ya que es uno de los países más vulnerables a la escasez de agua debido a su ubicación geográfica y su clima mediterráneo.
La falta de agua tiene un impacto directo en el sector agrícola, que es uno de los principales motores de la economía española. El efecto más evidente de la sequía es la reducción de la cantidad de agua disponible para el riego de los cultivos, lo que también puede resultar en una disminución de la producción y una pérdida de empleos en el sector agrícola. Además, la falta de agua afecta a la calidad de los cultivos, lo que puede afectar a su valor y a los precios en el mercado.
La sequía también puede tener un impacto en otros sectores económicos, como la producción de energía hidroeléctrica. La falta de agua puede reducir la cantidad de energía que se puede producir a través de las centrales hidroeléctricas, lo que se traduce en un aumento de los precios de la energía y una disminución de la disponibilidad.
Poniendo el foco en el empleo, la sequía ha desembocado en un impacto significativo en las comunidades rurales que dependen de la agricultura y la ganadería como fuente principal de ingresos. La disminución de la producción agrícola, además de destruir empleo, puede aumentar la emigración de trabajadores hacia zonas urbanas. Asimismo, la sequía puede tener un impacto en el turismo, que es otro sector económico vital en la economía española. La falta de agua puede afectar la calidad de las playas y los recursos naturales, lo que puede reducir el número de turistas y los empleos relacionados con el sector.
Por aterrizarlo a la batalla medioambiental actual, si se vacía el parque natural de Doñana, donde más de la mitad de las lagunas han desaparecido a costa de los sistemas de regadíos legales e ilegales, todos los empleos relacionados con la actividad económica del acuífero entran en riesgo. Es más, el agotamiento del agua ha provocado que incluso las explotaciones legales tengan problemas para regar.
La España más seca: 27% del país en alerta
En los últimos 30 años, algunas comunidades autónomas en España han sido más afectadas por la sequía que otras. Aquellas que se encuentran en el sureste y suroeste interior de España tienen un clima más seco y menos lluvias y por tanto son las más vulnerables a la sequía. Andalucía, Murcia, Extremadura, Valencia y Cataluña son algunas de las comunidades autónomas que han experimentado sequías recurrentes en las últimas décadas. Es más, según el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), el 27% de España ya está en alerta o en emergencia por escasez de agua.
Es Andalucía la que se lleva la fama de ser una de las regiones más afectadas por la sequía en España. La región ha experimentado una disminución significativa en la cantidad de lluvia en los últimos años, lo que ha afectado a la producción agrícola y la disponibilidad de agua para los hogares, la industria y el turismo. Los embalses de las cuencas andaluzas están al mínimo de su capacidad, sin ir más lejos, la principal que es la del Guadalquivir, está al 25,2% y las perspectivas meteorológicas no anticipan un cambio de patrón en el futuro, según la Aemet.
Murcia es otra región que ha sido afectada por la sequía en los últimos años. La falta de agua ha obligado a duplicar los riegos y está llegando a provocar víctimas en el campo: el estrés hídrico está acabando con los frutos de plantas como los olivos, mientras que los animales silvestres se ven obligados a desplazarse a los cultivos para conseguir el alimento que no encuentran en su entorno natural, lo que ha desembocado en órdenes cinegéticas para abatir animales como el conejo o el jabalí todos los días del año.
También se encuentra en una grave situación Extremadura, pues a pesar de estar en el oeste, la región sufre una de las sequías más severas desde 1970, sobre todo en zonas como La Serena, la Campiña Sur y Tentudía, donde los habitantes tienen interiorizado apurar el uso del agua en su cultura.
La Comunidad Valenciana también ha experimentado sequías recurrentes en los últimos años. La región es conocida por su producción de naranjas y otros cítricos, pero la falta de agua ha afectado la producción agrícola y ha llevado a la pérdida de empleos en el sector. Además, la sequía ha afectado la calidad del agua en la región, lo que ha afectado a la industria turística y ha llevado a restricciones en el uso del agua. Cataluña, es un caso similar, pues su famosa producción de vino y aceite de oliva se ha visto afectada.
En conclusión, la sequía arrasa embalses, cultivos y también a la economía y el empleo en España, especialmente en el sector agrícola y el turismo. Cada vez son más urgentes medidas eficaces para gestionar la escasez de agua y reducir los impactos económicos y sociales de la sequía en nuestro país, entre las posibilidades destacan la implementación de medidas de conservación del agua, la inversión en infraestructuras de riego más eficientes y la diversificación de la economía en las regiones más afectadas. Todo este escenario ocurre en una primavera de 2023 en el que las altas temperaturas y la falta de agua han provocado que desde Andalucía a Cataluña los ciudadanos se encomienden tanto en los pasos de Semana Santa como en celebraciones posteriores a la Virgen del Rocío con una plegaria convertida en protagonista: que llueva.
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