El sueño es esencial. Nos lo han repetido hasta la saciedad y lo sabemos por experiencia propia. Cuando no dormimos bien, al día siguiente estamos somnolientos, irritables y nuestra productividad cae en picado. Sin embargo, no siempre somos plenamente conscientes de la importancia de esas 8 horas de sueño, sobre todo para nuestro cerebro.
La falta de sueño provoca alteraciones en el funcionamiento cerebral que no suelen detectarse inmediatamente pero que pueden tener consecuencias nefastas a largo plazo. De hecho, mientras dormimos nuestro cerebro se libera de los desechos y sustancias tóxicas que se producen durante la actividad diurna. Si no dormimos lo suficiente, nuestro cerebro se “limpiará” igualmente mientras estamos despiertos, pero es probable que se pase de la raya, lo cual puede convertirse en un problema.
Las células que “limpian” el cerebro
Investigadores de la Università Politécnica delle Marche han descubierto que dormir poco puede hacer que las células gliales destruyan conexiones neuronales sanas; o sea, las sinapsis, que son las que permiten la transmisión de información. A largo plazo, ese proceso podría conducir al desarrollo de trastornos neurodegenerativos como la demencia.
Las células gliales son importantísimas para el buen funcionamiento del cerebro ya que se encargan de mantener el equilibrio de las neuronas, siendo de 5 a 10 veces más abundantes que estas. La neuroglia, como también se les conoce, no solo desempeña funciones de sostén, protección y nutrición, sino que facilitan las conexiones interneuronales y contribuyen a eliminar los desechos de la actividad cerebral.
Además, se encargan de la reparación y regeneración de las lesiones del sistema nervioso. Apenas se produce un daño, estas células se transforman en glías reactivas para solucionar el problema y normalizar niveles de nutrientes y neurotransmisores. Los astrocitos, en particular, eliminan las sinapsis innecesarias para favorecer la regeneración de los tejidos dañados.
Básicamente, son capaces de fagocitar; o sea, “comerse”, los productos de desecho y células dañadas para proteger a las neuronas sanas de los agentes patógenos y otras amenazas. También se encargan de “limpiar” el camino para establecer conexiones neuronales más eficientes, siendo los encargados de borrar la información irrelevante para “hacer espacio” y poder aprender cosas nuevas y crear otros recuerdos. Sin embargo, la falta de sueño altera ese proceso.
Cuanto menos duermas, más conexiones se borrarán de tu cerebro
Los neurocientíficos de la Università Politécnica delle Marche analizaron los efectos de la falta de sueño en ratones comparando los cerebros de aquellos que pudieron dormir libremente, los que se mantuvieron despiertos durante las 8 horas que debían dormir y otro grupo que fue privado del sueño durante 5 días para simular los efectos de la falta de sueño crónica.
La investigación se enfocó en estudiar las diferencias en la actividad de las células gliales según el grado de deprivación de sueño, prestando particular atención al comportamiento de los astrocitos ya que estos se han relacionado con la degeneración cerebral.
Descubrieron un incremento en la actividad de las células gliales. La fagocitosis aumentaba de manera proporcional al déficit de sueño: los astrocitos se encontraban activos en un 6% de las sinapsis en la condición de sueño, un 7% en la deprivación leve y un 13,5% en el grupo que sufrió falta de sueño crónico. O sea, dormir poco «destruye el cerebro». A menos sueño, más se activan los astrocitos.
Estos resultados, que podrían extrapolarse a las personas ya que encajan con la línea de investigaciones anteriores, sugieren que la actividad de algunas células gliales se intensifica en condiciones de insomnio haciendo que los astrocitos no solo eliminen las conexiones irrelevantes y los productos de desecho, sino también las sinapsis sanas.
Este proceso podría empeorar la transmisión neuronal, provocando lesiones cerebrales a largo plazo. De hecho, la actividad intensa de los astrocitos durante largos periodos de tiempo incluso podría terminar provocando muerte neuronal secundaria, por lo que no es extraño que pueda terminar causando o acelerando procesos neurodegenerativos como el Alzheimer.
¿La buena noticia? Los investigadores detectaron que este fenómeno no se produce cuando la privación de sueño es puntual; o sea, cuando pasamos una sola noche sin dormir, sino que es un proceso que se desencadena cuando sufrimos una restricción crónica del sueño; o sea, con el insomnio.
Referencias Bibliográficas:
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