España es ya una dictadura personal de Sánchez: La democracia ha sido asesinada/La amnistía y Puigdemont

FR.- El PSOE da un cheque en blanco a Pedro Sánchez para que apruebe la amnistía que le exigen los separatistas catalanes para votar su investidura como presidente del gobierno. Esa amnistía es el paso definitivo que le faltaba a España para convertirse, de hecho, en una dictadura personal de Pedro Sánchez.

Ya tenemos en España un tirano que se ha cargado la democracia, la separación de poderes, la Constitución y el respeto a la voluntad popular.

Tener a un tirano en el poder significa, según el derecho internacional vigente, tener el derecho y el deber de combatirlo y realizar los esfuerzos necesarios para expulsarlo, dentro del respeto a la Constitución y a las leyes básicas.

Alguien que antepone sus propios intereses a los de la nación y el bien común, que gobierna contra la voluntad de los ciudadano, más del 65 por ciento de los cuales se oponen a la amnistía, y que no respeta las reglas de la democracia no merece respeto y debe ser considerado enemigo de la nación y del pueblo.

El Rey, las Fuerzas Armadas y los altos órganos judiciales, junto con la sociedad civil, la prensa libre y los demócratas no sólo tienen el derecho, sino también el deber de impedir el atropello contrario a la Constitución que preparan los socialistas bajo el nocivo y vergonzoso liderazgo de Pedro Sánchez.

Para que la democracia exista, tiene que funcionar el respeto a las leyes, en especial a la Constitución, el respeto también a la soberanía popular y a la voluntad del pueblo, el funcionamiento independiente de los tres grandes poderes del Estado, el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, el funcionamiento de controles y contrapesos que limiten el poder excesivo del gobierno, partidos políticos que funcionen con democracia interna el funcionamiento de unos medios de comunicación libres e independientes que fiscalicen al poder, difundan la verdad e informen verazmente al pueblo, que tiene derecho a estar informado en democracia, elecciones realmente libres y limpias y la existencia de una sociedad civil organizada que sirva de contrapeso al poder.

Pues bien, ninguna de esas exigencias se cumplen plenamente en la España de Sánchez, convertida, por voluntad del PSOE sanchista, en una tiranía.

Sólo una voz discordante en todo el Comité Federal del PSOE, la de García-Page, retrata un partido de índole fascista o comunista, encuadrado en torno a su líder, como lo estaban la URSS de Stalin, la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini, no en torno a la ley y al pueblo, como debiera ser en democracia.

Para colmo, el presunto “disidente”, presidente de Castilla la Mancha, afirma que “acatará” lo que decida el partido, otro rasgo genuinamente comunista y fascista, sistemas donde el partido y el líder están siempre por encima de la ley, de la razón, del bien común y de la voluntad de las mayorías.

El PSOE, al apoyar la tiranía de Sánchez, ha contraído una deuda inmensa con España al protagonizar el asesinato de la democracia y la instauración en España de una especie de comunismo camuflado de democracia que es la vergüenza de Occidente y del llamado mundo libre.

También la oposición y la ciudadanía se han llenado de oprobio por no haber impedido el brutal atropello sanchista a la Constitución y a la legalidad vigente.

Pero la mayor deuda contraída con España le corresponde a aquellas instituciones y personas que tienen el deber constitucional de defender España de atentados y ataques como el que representa el sanchismo. El Rey, las Fuerzas Armadas y la Justicia tienen una misión especial como defensores del orden constitucional.

La amnistía que Sánchez se dispone a conceder a los delincuentes catalanes está ya en preparación, pero no para que “encaje” en la Constitución, como dicen, sino para presentarla rodeada de un relato mentiroso y falso, pero aparentemente beneficioso para la nación. De hecho, lo que se está preparando no es el encaje legal y constitucional de la amnistía, sino el envoltorio que disimule que es obra de la tiranía y que esconda su brutalidad, indecencia y arbitrariedad antidemocrática.

El PSOE cree que fortalece su poder y hegemonía con su indecente y antidemocrático “cheque en blanco” a Pedro Sánchez, pero en realidad ha cavado su tumba porque tarde o temprano España terminará levantándose contra el tirano y expulsándolo, como ya ha ocurrido en el pasado.

Y cuando eso ocurra, el PSOE penetrará en la catacumbas de la política y de la Historia,, envuelto en traición y oprobio, para nunca más salir.

Voto en blanco

España es ya una dictadura personal de Sánchez: La democracia ha sido asesinada

La amnistía y Puigdemont

La amnistía y Puigdemont

 
 

Hace unos días, tomando como punto de partida un artículo de Tomás de la Quadra en El País, escribí que el problema no era la amnistía, sino Puigdemont. La aprobación de una amnistía “material” a través de la extensión de los indultos a los políticos y funcionarios nacionalistas implicados en el procés sería recibida con naturalidad por la mayoría de la sociedad española. Lo que no resulta aceptable es que Carles Puigdemont sea amnistiado. Estoy convencido de que, si se hiciera una encuesta en la que se preguntara a los ciudadanos por la adopción de una medida de gracia para los implicados en el proceso con la exclusión de Puigdemont, el resultado sería completamente distinto que el que tendría la medida de gracia que incluyera a Puigdemont. 

Hoy pretendo examinar la relación entre la amnistía y Puigdemont desde una perspectiva distinta, que entiendo que es la que tiene más peso en la percepción que tiene de la amnistía el propio expresident de la Generalitat.

Es obvio que, cuando Carles Puigdemont decidió atravesar la frontera y situar su residencia en Bélgica, lo hizo porque se maliciaba que la persecución penal que se iba a poner en marcha iba a ser terrible. También lo es que no podía desconocer que, con esa decisión, agravaba la situación de los demás miembros del Govern y de la Mesa del Parlament que se quedaban en España. Y no era obvio, pero sí previsible, que la persecución penal se extendiera a un número importante de políticos y funcionarios que, de alguna manera, su hubieran visto implicados en el recorrido del procés, como ha acabado ocurriendo. La decisión de salir de España no tuvo consecuencias solamente para él, sino para muchos más.

A lo largo de estos seis años los procesamientos y condenas que se han ido produciendo tienen que haberse convertido en una tortura permanente para Carles Puigdemont. ¿Cómo no hacerte responsable de dichos procesamientos y condenas y cómo sobrellevar, desde fuera, el dolor y la angustia de todas esas personas, sus familias y amigos que no tuvieron ni siquiera la posibilidad de hacer lo que él pudo hacer? ¿Y que no le han recriminado que hiciera lo que hizo y que posiblemente le han seguido dando su voto en todas las elecciones desde las de diciembre de 2017? Esa fidelidad en circunstancias tan extraordinariamente adversas es la que ha hecho posible que en las elecciones del pasado 23J el “partido de Puigdemont” se haya convertido en indispensable para la investidura del presidente del Gobierno.

Por esto es por lo que consideró que Carles Puigdemont apoyaría con seguridad la investidura. La amnistía para quienes le han estado apoyando con un enorme costo personal y familiar no era una opción, sino una obligación moral. Tengo la impresión de que es el último acto de su trayectoria política. Carles Puigdemont en su fuero interno sabe que ya no está en condiciones de hacer política y que lo mejor que puede hacer, tras haber quitado el peso de los procesamientos, condenas y multas de sus seguidores, es abandonar la escena política. 

Es lo que habría ocurrido si hubiera tenido la posibilidad de convocar las elecciones de diciembre de 2017. Pero la aplicación del 155 de la forma en que se hizo se lo impidió. Para Carles Puigdemont ser el gestor de la autonomía de Catalunya no ha tenido, posiblemente nunca, mucho interés. Si ganó ser presidente de la Generalitat fue porque pensaba que había un recorrido hacia la independencia más allá de la autonomía prevista en la Constitución. Pero ahora, tras saber dónde están los límites de dicha gestión de la autonomía, mucho menos.  

https://www.eldiario.es/contracorriente/amnistia-puigdemont_132_10640691.html

2 comentarios en “España es ya una dictadura personal de Sánchez: La democracia ha sido asesinada/La amnistía y Puigdemont

  1. Lo cierto es que el independentismo catalán tiene un problema con las negociaciones en curso para la investidura de Sánchez, y no es la amnistía en sí sino la letra pequeña del acuerdo de gobierno.

    Mucho se habla de la amnistía por ser lo más llamativo del acuerdo, pero hay algo mucho más importante y decisivo en ése tratado y, aunque permanece en un discreto segundo plano, puede suponer un cambio profundo e irreversible.

    Me refiero a que en el acuerdo que se está negociando no solo va la amnistía sino también la renuncia a la DUI ( declaración unilateral de independencia ), lo que supondría de facto la muerte del independentismo catalán y la normalización democrática de las relaciones de Cataluña y España. Y todos los actores implicados lo saben y conocen su importancia.

    No habrá acuerdo sin ésa renuncia, y si se produce ( la renuncia ) será el fin del independentismo y la posible muerte del partido de Puigdemont. ¿ Qué sentido tiene un partido y un líder cuya única razón de ser es buscar la independencia si se renuncia a ella ? ¿ quién va a apoyar a un partido cuyos objetivos son inalcanzables ?

    El gran beneficiado en Cataluña sería ERC que se quedaría como actor único a la izquierda del PSC que subiría en votos al ser una opción más razonable y moderada. Pero en el conjunto del Estado también saldríamos ganando al enterrar definitivamente la vía de declaraciones unilaterales de independencia y reconduciendo la política al marco constitucional y democrático. Sería domesticar a la bestia. Tal vez no sea una mala idea.

    Sigue sin parecerme aceptable la amnistía, pero también veo que en el paquete de negociación ( la mencionada letra pequeña ) puede haber algo que sí suponga un avance y una ganancia en la normalización democrática de la situación. El independentismo agoniza y ésta puede ser una buena ocasión y maniobra para darle el tiro de gracia.

    Y seguro que los implicados en la negociación lo saben.

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