La ansiedad es una respuesta normal ante ciertas circunstancias, al igual que el miedo. El problema se produce cuando se instala como un patrón de respuesta habitual ante situaciones que no son amenazantes. Entonces se convierte en un trastorno que afecta enormemente la calidad de vida. Las personas que sufren un trastorno del espectro autista son más propensas a responder con ansiedad ante las circunstancias de la vida cotidiana, algo que termina minando profundamente su bienestar y provoca dificultades en los contextos sociales.
La estrecha relación entre autismo y ansiedad que necesitamos comprender
Las tasas de ansiedad son más altas en las personas autistas. Los trastornos de ansiedad afectan a alrededor del 18% de la población en Estados Unidos, por ejemplo, por lo que es el trastorno mental más común. Sin embargo, las cifras se disparan en las personas con trastorno del espectro autista: casi el 40% de los niños y el 50% de estos adultos experimentan algún tipo de trastorno de ansiedad, según reveló un estudio realizado en la Universidad de Ámsterdam.
Las personas con autismo pueden desarrollar desde ansiedad generalizada hasta agorafobia, el miedo a los espacios abiertos y a las multitudes, ansiedad social u otras fobias específicas. Las comorbilidades son muy elevadas: el 30% de las personas con autismo desarrollan fobias específicas, el 17% un trastorno obsesivo-compulsivo, el 15% ansiedad generalizada y el 2% sufren ataques de pánico.
Esos datos indican que existe un vínculo muy estrecho entre ansiedad y autismo. De hecho, un estudio desarrollado en la Universidad Nacional de Singapur reveló que las escasas competencias sociales relacionadas con los trastornos del espectro autista aumentan el riesgo de desarrollar ansiedad social mientras que las conductas repetitivas y las experiencias sensoriales aversivas incrementan las posibilidades de sufrir síntomas obsesivo-compulsivos.
El problema es que los síntomas propios de los trastornos del espectro autista favorecen las respuestas ansiógenas y actúan a su vez como desencadenantes desarrollando un círculo vicioso.
1. Alteraciones de la integración sensorial
Las personas autistas prestan mucha atención a los detalles, pero tienen dificultades para integrar los datos sensoriales del entorno en un cuadro coherente. Por esa razón, la sobreestimulación sensorial suele generar un gran estrés.
A la persona con un trastorno del espectro autista le resulta muy difícil gestionar el exceso de estímulos, como los que se producen en un centro comercial o en la consulta del dentista, de manera que pueden sufrir una crisis nerviosa. De hecho, los ambientes escolares o laborales demasiado ruidosos o caóticos también pueden provocar esa saturación sensorial y conducir a ataques de pánico.
2. Falta de control sobre su entorno
Las personas que sufren un trastorno del espectro autista necesitan mantener bajo control su entorno. Esa necesidad se manifiesta a través de su fijación con el orden y los hábitos. Las conductas repetitivas o seguir siempre las mismas rutinas les ayudan a ordenar un mundo que a menudo perciben como caótico, ambiguo e incierto.
Por ese motivo, la sensación de que lo que sucede se les escapa de las manos puede desencadenar la ansiedad. Las situaciones nuevas o inesperadas, la necesidad de cambiar sus hábitos o de salirse del guion programado pueden generar un gran nerviosismo y tensión.
3. Dificultades en las relaciones sociales
Las personas con un trastorno del espectro autista suelen procesar el lenguaje de manera diferente y tienen dificultades para comprender las emociones y perspectivas de los demás, lo que significa que su ansiedad podría aumentar cuando quienes los rodean no logran entenderlos o ellos no se hacen entender.
También existe un vínculo entre la ansiedad y las situaciones sociales. De hecho, las relaciones sociales son bastante caóticas y cambiantes, lo que puede hacer que las personas con autismo experimenten un estado de ansiedad permanente que se agudiza con las presiones sociales. Obviamente, esos sentimientos de soledad y alienación pueden intensificar los síntomas de ansiedad. Sin el apoyo de familiares y amigos, los síntomas suelen exacerbarse.
¿Cuáles son los síntomas de la ansiedad en el autismo?
Detectar la ansiedad en el autismo no siempre es fácil porque a veces los síntomas parecen solaparse. Sin embargo, es importante ser conscientes de que la ansiedad no aparece porque sí, sino que existen razones y causas que la desencadenan.
Si sospechas que tu hijo sufre un trastorno de ansiedad, es fundamental separar los comportamientos que se derivan de esta de aquellos que corresponden al trastorno del espectro autista.
Por ejemplo, el hecho de que los sentimientos de pánico y preocupación se vuelvan abrumadores, hasta el punto que la persona no logra controlarlos, es una señal de ansiedad. También se acompaña de síntomas físicos como las palpitaciones, dificultades para respirar, tensión muscular, agitación, sudoración, náuseas, mareos y temblores.
Además, los trastornos de ansiedad se expresan a través de síntomas conductuales. El niño o el adulto puede evitar ir a la escuela o al trabajo debido al trastorno de ansiedad social, por ejemplo. En el caso de los niños y adolescentes, pueden mostrar comportamientos más repetitivos, huir de las situaciones ansiógenas o buscar consuelo constantemente y apegarse aún más a sus rutinas.
Debes tener tener presente que el agobio y la angustia pueden provocar crisis, arrebatos y, en el peor de los casos, autolesiones.
Las opciones de tratamiento para la ansiedad en el autismo
Aunque no existen muchos estudios sobre el tratamiento de la ansiedad en el autismo, hay varias opciones cuya eficacia ha sido comprobada en la praxis, como la Terapia de Análisis Aplicado a la Conducta (ABA), la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC), la Terapia Interoceptiva y la Comunicación aumentativa Alternativa (CAA). Las dietas sensoriales, la terapia de arte expresiva, el ejercicio y algunos medicamentos para la ansiedad también son adecuados, dependiendo de la persona y sus necesidades específicas.
- Terapia ABA
La terapia de análisis aplicado a la conducta es un tipo de tratamiento basado en el aprendizaje y el comportamiento. Ayuda a los niños autistas a desarrollar habilidades reforzando ciertos comportamientos, de manera que aprenden con la repetición. Este tipo de terapia puede ser útil para a aliviar la ansiedad de manera indirecta pues, al desarrollar su autonomía e independencia, les permite gestionar mejor las demandas del entorno, lo cual reduce el nivel de estrés al que se exponen a diario.
- Terapia cognitivo-conductual
La terapia cognitivo-conductual también es un tratamiento común y eficaz para la ansiedad. Se enfoca en ayudar a las personas autistas a lidiar con los problemas abrumadores brindándoles técnicas prácticas que también les permitirán mejorar su estado de ánimo. Esta terapia consiste básicamente en enseñarles a dividir los problemas en partes más pequeñas para que puedan lidiar mejor con ellos y no les generen tanta angustia.
- Terapia Interoceptiva
La terapia interoceptiva es un tratamiento de exposición recomendado para adultos que sufren autismo y ansiedad. Consiste en reproducir de manera repetida las sensaciones físicas asociadas a la ansiedad y al miedo para aumentar la tolerancia a las mismas y reducir la angustia que suelen generar. Aunque la terapia de exposición es muy eficaz, es importante que la realice un psicólogo especializado pues de lo contrario podría crear el efecto opuesto y acrecentar aún más la ansiedad.
- Comunicación Aumentativa Alternativa
La comunicación aumentativa alternativa es un tipo de terapia para las personas con un trastorno del espectro autista que tienen dificultades con el lenguaje. Básicamente, recurre a los instrumentos de intervención educativa y logopédica para aumentar su capacidad comunicativa y de expresión, lo cual puede ayudarles a gestionar mejor las situaciones sociales y evitar que se conviertan en una fuente de estrés permanente.
Por último, es importante tener presente que la ansiedad puede tener un impacto muy negativo en la vida diaria de las personas autistas. Es importante identificar sus síntomas y buscar opciones de tratamiento para que no afecte demasiado su desempeño y autonomía. Si se trata de tu hijo o una persona significativa, tómate el tiempo necesario para profundizar en lo que le ocurre. Valida sus sentimientos, ayúdale a desafiar sus miedos y pide ayuda psicológica porque, en estos casos, puede marcar una gran diferencia.
Referencias Bibliográficas:
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