“Si has construido castillos en el aire, tu trabajo no está perdido; ahora solo tienes que colocar las bases debajo de ellos”, escribió Henry David Thoreau. Por desgracia, pocas personas son capaces de encontrar la combinación exacta de inspiración y perseverancia. Muchos alimentan grandes sueños, pero no dan los pasos necesarios para que se materialicen. Y otros se dejan llevar por las circunstancias, como hojas movidas por el viento, sin una estrategia clara, de manera que desperdician su tiempo y energía.
En la vida, los sueños no se materializan sin una estrategia. Pero ni siquiera tener una estrategia es garantía de éxito. También hay que dar pasos consistentes para alcanzar nuestras metas sabiendo leer y aprovechar los cambios que se producen en nuestro entorno. Por ese motivo, es importante comprender la diferencia entre estrategia y táctica, así como el papel que ambas deben jugar en nuestra vida.
¿Cuál es la diferencia entre estrategia y táctica?
Las tácticas son acciones concretas encaminadas a resolver problemas específicos y alcanzar un objetivo inmediato. Generalmente implica aprovechar las circunstancias a nuestro favor. En cambio, la estrategia implica una planificación a largo plazo para conseguir metas más ambiciosas.
En sentido general, las 3 diferencias entre estrategia y táctica son:
- Alcance temporal: la estrategia son planes a largo plazo que podemos tardar meses o incluso años en conseguir mientras que las tácticas son acciones rápidas y acotadas en el tiempo.
- Nivel de concreción: la estrategia suele implicar objetivos más abstractos mientras que las tácticas se caracterizan por su nivel de pragmatismo. Una estrategia suele implicar una visión más amplia y un abordaje más integral. En cambio, las tácticas son acciones concretas que buscan solucionar problemas más específicos. De hecho, mientras que una estrategia contiene diferentes tácticas para alcanzar varios objetivos, estas se enfocan en un único fin.
- Resultados: las estrategias, por su gran alcance, suelen brindar resultados con el paso del tiempo, por lo que es necesario ser perseverantes y no desfallecer, mientras que las tácticas ofrecen resultados más inmediatos, aunque también con un alcance más limitado.
¿Por qué necesitamos tanto la estrategia como la táctica en nuestra vida?
En una sociedad cada vez más acostumbrada a satisfacer sus deseos rápidamente, los comportamientos tácticos priman sobre el establecimiento de estrategias. Se prioriza la búsqueda de resultados inmediatos aprovechando la dirección que han tomado las circunstancias.
Cuando esta mentalidad se extiende a todos los niveles, comienza a primar al caos y la incertidumbre ya que no existe una dirección clara. La falta de objetivos y de una estrategia a largo plazo para conseguirlos hace que las decisiones y comportamientos cambien según la dirección del viento.
Sin embargo, enfocarnos únicamente en los logros a corto plazo hace que perdamos la perspectiva más amplia, precisamente esa que da sentido a nuestra vida y nos permite alcanzar los sueños más ambiciosos. En ese contexto, no es difícil que la sensación del absurdo y lo ilógico se asiente. Cuando no podemos encontrar un hilo conductor, el sentido y el significado (esenciales para sentirnos seguros y tranquilos) se vuelven inaccesibles.
Las tácticas, sin una estrategia, pueden arrebatarnos la tierra bajo los pies. Eso genera un estado de intranquilidad y zozobra o incluso de angustia ya que no logramos comprender la dirección en la que debemos movernos.
El justo equilibrio entre estrategia y táctica para ir en la dirección que deseamos
Cuando nos limitamos a responder tácticamente aprovechando los cambios del entorno, podemos obtener beneficios a corto plazo, pero si estos no responden a una estrategia mayor, es probable que vayamos por la vida dando bandazos, malgastando nuestro tiempo y energía, sin lograr aquello que verdaderamente puede marcar la diferencia.
Muchas personas creen que aprovechar las circunstancias es una muestra de inteligencia o incluso de saber fluir, pero lo cierto es que sin un plan mayor que nos brinde sentido y orientación, se convierte únicamente en un oportunismo vano. Si no tienes clara tu dirección y te limitas a seguir la corriente, es probable que termines en un puerto que no te gusta.
Asimismo, tener grandes sueños sin un plan táctico para cumplirlo, conduce a la frustración. Para lograr algo en la vida necesitamos ir dando pequeños pasos. Si no somos capaces de captar las señales del entorno y aprovechar las oportunidades, difícilmente podremos avanzar en la dirección deseada.
Por tanto, en la vida debemos asegurarnos de encontrar el justo equilibrio entre estrategia y táctica. Debemos soñar, pero también plantearnos metas. Y cada una de esas metas deben estar respaldadas por acciones concretas. De esa forma, sabremos cuándo la corriente es propicia. Esperaremos pacientemente cuando no lo sea. Y construiremos las condiciones para lograr nuestros objetivos.
El poder de la planificación: de la táctica a la estrategia para conseguir una vida plena