La Conciencia Total, un viaje de Centramiento y Liberación

La vida del ser humano puede ser contemplada como un fascinante proceso psicológico evolutivo, donde el punto de partida es la formación y desarrollo de la idea que tenemos de nosotros mismos, conocida como el «yo idea». Esta concepción inicial no solo es una mero construcción mental, sino que tiene un impacto profundo en nuestra forma de funcionar en el mundo, dando forma a nuestro modo de ser y a una perdida de la consciencia interior.

El yo-idea actúa como un núcleo fundamental en nuestra psique, influenciando en nuestras acciones, decisiones y percepciones. Es esencial entender que esta idea no es estática; más bien, evoluciona a lo largo del tiempo, siendo moldeada por nuestras experiencias, interacciones sociales y reflexiones internas. En este sentido, la evolución psicológica no solo implica el crecimiento físico, sino también el desarrollo continuo de nuestra identidad y autoconcepto.

Una chica en una calle transitada

Formación y desarrollo del Yo idea en nuestra vida

La formación del «yo-idea» comienza desde nuestra infancia, influenciada por factores como la crianza, la educación, las relaciones interpersonales y las experiencias vitales. Estas influencias moldean gradualmente nuestra percepción de quiénes somos y cómo encajamos en el mundo que nos rodea. A medida que internalizamos estas percepciones, el «yo idea» se convierte en un filtro a través del cual interpretamos eventos, enfrentamos desafíos y nos relacionamos con los demás.

Este núcleo psicológico no solo guía nuestras acciones externas, sino que también juega un papel crucial en nuestra salud mental y emocional. Un «yo-idea» positivo y saludable puede nutrir la autoconfianza, la resiliencia y la adaptabilidad, permitiéndonos enfrentar los desafíos con una mentalidad positiva. Por otro lado, un «yo idea» negativo o distorsionado puede dar lugar a inseguridades, ansiedades y patrones de comportamiento perjudiciales.

Es importante destacar que la evolución psicológica no es lineal ni homogénea. A lo largo de la vida, nos encontramos con momentos de cambios significativos que desafían y redefinen nuestro «yo-idea». Estos momentos pueden incluir experiencias de éxito, fracaso, pérdida, amor y autodescubrimiento. Cada encuentro deja una huella en nuestro núcleo psicológico, contribuyendo a la complejidad y riqueza de nuestra identidad que esta en constante evolución.

La introspección consciente y el cultivo de la autoconsciencia son herramientas valiosas en este proceso evolutivo. Al examinar críticamente nuestro «yo idea», podemos identificar patrones limitantes, superar traumas pasados y fomentar un crecimiento personal continuo. La psicoterapia, la meditación y otras prácticas reflexivas pueden ser recursos valiosos para explorar y comprender más profundamente nuestro núcleo psicológico.

La desaparición del Yo idea y la inmersión en el Yo experiencia

A medida que el individuo avanza en su proceso de maduración, se embarca en un viaje de autodescubrimiento que lo lleva a cuestionar la solidez de su «yo-idea» y del modo en que ha concebido su propia existencia. Este viaje revela gradualmente la relatividad de estas construcciones mentales, abriendo paso a una conexión más profunda con el «yo experiencia». En este contexto, el individuo experimenta una transformación significativa, donde el eje central de su ser se redefine, surgiendo como un nuevo núcleo que trasciende las limitaciones del antiguo paradigma.

La desidentificación del «yo idea» se convierte en un catalizador clave en este proceso evolutivo. Al liberarse de las ataduras autoimpuestas de su identidad superficial, la persona se sumerge en la riqueza y complejidad del «yo experiencia». Este cambio de perspectiva no solo amplía la comprensión de sí mismo, sino que también facilita una apertura hacia la diversidad de las experiencias humanas.

Mujer mirándose en un espejo, el yo idea y la consciencia

La aceptación del «yo experiencia» como el nuevo núcleo central lleva consigo una liberación de las restricciones previas asociadas con el modo de ser anterior. La persona se vuelve más receptiva a las diversas formas y modos de ser de los demás, que anteriormente podían percibirse con recelo, temor o desconfianza. Este desapego del antiguo modo de ser propicia un ambiente propicio para la aceptación y el entendimiento mutuo.

El individuo, al soltar la identificación de su antiguo yo personal, experimenta una apertura a la diversidad y a la riqueza de las distintas formas de ser. Las diferencias ya no son percibidas como amenazas, sino como expresiones únicas de la complejidad humana. Esta transformación en la percepción de uno mismo y de los demás contribuye a la creación de un entorno más armonioso y compasivo.

En este nuevo estado de consciencia, las «otras» formas de ser dejan de ser problemas que requieren defensa. La empatía y la comprensión reemplazan a la desconfianza, fomentando la construcción de conexiones más profundas y significativas con aquellos que antes podrían haber sido considerados como «diferentes». La aceptación se convierte en un puente que une a las personas, trascendiendo las barreras autoimpuestas del ego y permitiendo la coexistencia pacífica en la diversidad.

La Evolución hacia el Yo superior y la Consciencia Participativa

A medida que la persona experimenta un ensanchamiento de su «campo», se forma un sentido de hermandad y pertenencia a un grupo social más amplio. Este proceso culmina en la percepción de una nueva unidad, un núcleo emergente que podríamos llamar el «yo superior» (social). En esta etapa de desarrollo, la individualidad cede paso a una comprensión más extensa de la existencia. Uno comienza a darse cuenta de que la nueva unidad social también tiene un núcleo, un punto central que une a todos los individuos dentro de este tejido más amplio de relaciones. Este «yo superior» (social) transforma la percepción, generando un sentido renovado de aceptación y hermandad.

Desde este nuevo centro de consciencia, la visión se amplía para incluir a los demás, a las personas y a la naturaleza como extensiones de la propia consciencia. La aceptación florece, y se reconoce que cada ser es una expresión única de la vastedad del universo individual expandido. Esta comprensión lleva a la formación de un «yo superior» que participa activamente en la vida colectiva.

La consciencia participativa implica una conexión profunda y una comprensión de que todos los seres comparten una existencia común. Las experiencias individuales se entrelazan con las de los demás, creando una red de interdependencia y colaboración. La naturaleza y las personas dejan de ser simplemente objetos externos; en cambio, son modos de consciencia que enriquecen la experiencia colectiva.

Esta nueva unidad mucho más amplia trasciende las fronteras individuales y cultiva una consciencia compartida. La empatía se convierte en la fuerza motriz, y la acción se guía por un sentido de responsabilidad hacia el bienestar colectivo. Las relaciones se transforman en conexiones significativas, y la cooperación reemplaza a la competencia.

El Universo, el Más Allá y la la Mente divina

A medida que el individuo avanza en su camino de crecimiento y desarrollo, la evolución de la consciencia toma giros sorprendentes. La formación de una nueva unidad, el «yo superior social», marca un hito significativo. Sin embargo, esta unidad también revela su propio núcleo superior, llevando a la persona a una experiencia transformadora: la percepción y vivencia del Yo superior.

Este Yo superior se manifiesta cuando la persona asume plenamente el núcleo de la unidad social. Se convierte en una experiencia de ser que trasciende la individualidad y se siente como una conexión profunda con la totalidad. Desde esta perspectiva, la consciencia se expande más allá de los límites del yo personal para abrazar la interconexión con los demás y el mundo.

No obstante, este proceso evolutivo no se detiene aquí. Al abrirse a la consciencia aún superior, la persona se embarca en un viaje hacia la comprensión del Universo en sí. Descubre que el universo, en su vastedad infinita, también tiene un nuevo centro. Este centro se describe con diversos nombres: la Mente divina, el Ser Supremo, entre otros.

Un túnel en el universo en relación con la consciencia y la mente divina

La asunción de este centro superior implica una conexión directa con la esencia misma del universo. La persona se convierte en un reflejo consciente de la Mente divina o el Ser Supremo, experimentando una unidad profunda con la totalidad de la existencia. Este estado de consciencia trascendental va más allá de las limitaciones del yo individual o incluso del yo-superior social.

En esta etapa avanzada de la evolución de la consciencia, la experiencia del Yo superior se expande hasta fusionarse con la comprensión de la Mente divina. La separación entre el individuo y el universo se desvanece, dando paso a una consciencia cósmica donde la dualidad se disuelve y todo es percibido como una expresión armoniosa de la realidad última.

Pasos para avanzar por los distintos niveles de consciencia

Avanzar por las diferentes etapas de consciencia y autoconocimiento es un viaje personal y continuo. Aquí hay algunas sugerencias para explorar y avanzar en este proceso:

Autoconsciencia

  • Práctica de la Atención Plena: Desarrolla la capacidad de observarte a ti mismo en el momento presente. La meditación y la atención plena pueden ayudarte a cultivar esta habilidad.
  • Journaling: Lleva un diario para reflexionar sobre tus pensamientos, emociones y experiencias diarias. Esto puede ayudarte a identificar patrones y áreas de crecimiento.

Identificación del Yo Actual

  1. Autoreflexión Profunda: Investiga tus valores, creencias y motivaciones. Pregúntate a ti mismo quién eres realmente y qué es importante para ti.
  2. Feedback Externo: Busca retroalimentación honesta de amigos cercanos, familiares o mentores. A veces, otros pueden proporcionar perspectivas valiosas.

Centramiento en el Núcleo Actual

  • Prácticas Espirituales: Explora prácticas espirituales que te conecten con tu núcleo interior. Esto puede incluir la meditación, el yoga o la contemplación.
  • Terapia o Coaching: Busca el apoyo de profesionales que te ayuden a explorar y comprender tu núcleo más profundo.

Liberación y Expansión

  • Aceptación y Desapego: Aprende a aceptar las cosas tal como son y suelta las identificaciones que pueden limitarte. La práctica del desapego puede ser útil en este proceso.
  • Exploración de Nuevas Experiencias: Expande tus horizontes, prueba nuevas actividades, conoce personas diferentes. La variedad de experiencias puede enriquecer tu perspectiva.

Desarrollo de una Nueva Consciencia

  • Estudio y Lectura: Investiga filosofías, religiones y enseñanzas espirituales. La ampliación de tus conocimientos puede contribuir a una mayor comprensión.
  • Conexión con la Naturaleza: Explora la conexión con el entorno natural. Muchas personas encuentran una nueva consciencia al conectarse con la naturaleza y reconocerse como parte de algo más grande.

Conexión con el Universo

  • Meditación Trascendental: Prácticas de meditación más avanzadas pueden ayudarte a explorar estados de consciencia más elevados y conectarte con dimensiones universales.
  • Estudio de Filosofías Universales: Investiga filosofías que exploran la unidad y la conexión con el universo, como el misticismo o la filosofía oriental.

Integración de la Mente Divina o Ser Supremo:

  • Oración o Contemplación Profunda: Si es parte de tu práctica, la oración o la contemplación profunda pueden ser formas de conectarte con conceptos más elevados de la Mente Divina o el Ser Supremo.
  • Servicio y Compasión: Desarrolla un sentido de propósito mediante el servicio a los demás y la práctica de la compasión. Esto puede ayudarte a sentirte conectado con algo más grande que tú.

La evolución de la Consciencia… Un proceso jerárquico de centramiento y liberación

Desde una perspectiva evolutiva, la expansión de la consciencia opera de manera jerárquica, siguiendo un proceso sucesivo que implica centrarse en el núcleo de conjuntos anteriores para luego integrarse en conjuntos más amplios. Este proceso no solo requiere una inmersión en el núcleo del campo previo, sino que también implica soltar las identificaciones y tensiones asociadas con ese campo. Esta liberación proporciona la libertad necesaria para relacionarse con campos más extensos y, al mismo tiempo, da lugar al desarrollo de una nueva consciencia de totalidad, que a su vez genera su propio centro o núcleo.

La clave de este proceso evolutivo radica en la atención y el centramiento en el núcleo del conjunto actual. Al enfocarse en este núcleo, la persona no solo profundiza su comprensión del campo en el que se encuentra, sino que también experimenta una transformación interna. Este centramiento actúa como un catalizador para perder la identificación y la tensión previas asociadas con el campo anterior.

Al sentirse núcleo en el conjunto actual, la persona adquiere la capacidad de soltar. Este acto de soltar no implica desinterés o desconexión, sino más bien una liberación de las limitaciones autoimpuestas que podrían haber surgido en la identificación con el campo anterior. La liberación proporciona la libertad necesaria para expandirse hacia conjuntos más grandes, relacionarse con otros campos y explorar nuevas dimensiones de la experiencia.

La transición hacia conjuntos más amplios no es solo un movimiento lateral, sino que también conlleva el desarrollo de una nueva consciencia de totalidad. Esta consciencia abarca la comprensión de la interconexión y la interdependencia de todos los conjuntos. A medida que se desarrolla esta consciencia más amplia, surge un nuevo centro o núcleo que representa la unidad dentro de la totalidad.

Este proceso evolutivo se revela como una sucesión de etapas, donde cada centramiento y soltar conduce a una expansión de la consciencia y a la creación de nuevos núcleos. La jerarquía no implica superioridad o inferioridad, sino más bien una secuencia natural de desarrollo que lleva a la persona a una comprensión cada vez más profunda y expansiva de sí misma y del universo que la rodea.

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