El mundo actual es estresante. Es fácil dejarse llevar por las obligaciones cotidianas, correr de una tarea a otra y terminar abrumado por el estrés. Cuando sentimos su punzada, buscamos algo que nos ayude a desconectar y liberar las tensiones. Pero a veces las cosas relajantes que escogemos son un arma de doble filo y terminan creando más tensión, aunque no seamos plenamente conscientes de ello.
1. Darte un atracón de series
Es comprensible que después de una larga semana de trabajo, te apetezca quedarte en casa y tirarte en el sofá bajo la manta mirando la televisión. En esas largas horas de trabajo, esa actividad se te antoja sumamente relajante. Sin embargo, tiene trampa.
Todos necesitamos momentos ocasionales de indulgencia, pero no es lo mismo que convertirlos en un mecanismo de afrontamiento. Sentarte delante del televisor actúa como un anestésico: hace que te olvides momentáneamente del estrés, pero no lo resuelve.
De hecho, a menudo añade más tensión emocional y nerviosa simplemente porque estar atento a lo que sucede en la pantalla y seguir la trama implica un procesamiento adicional, cuando quizá lo que necesites sea descansar la mente, no embotarla. Por ese motivo, no es extraño que investigadores de la Universidad de Michigan descubrieran que el 32% de las personas reconocen que después de un atracón de series duermen peor y sufren fatiga.
2. Hacer otras cosas para distraerte
Aunque parezca un contrasentido, muchas personas luchan contra el estrés añadiendo más tareas a su agenda. Cuando se sienten estresadas por un conflicto familiar, por ejemplo, asumen más obligaciones en el trabajo para evitar directamente la fuente del estrés.
Sin embargo, esa estrategia de evitación no dará buenos resultados a largo plazo. Aunque mantendrá tu mente ocupada, evitando pensar en lo que te estresa, no solucionará el problema de base y generará un mayor agotamiento en el plano físico y mental.
Cuando comienzas a decir “sí” a una serie de cosas para las cuales no tienes tiempo ni el ancho de banda emocional o mental… caes en una espiral que conduce al resentimiento y la frustración, lo cual terminará agravando el estrés del que pretendes escapar.
3. Decirte que no debes estresarte
¿Alguna vez has intentado relajarte para terminar más abrumado por los pensamientos negativos y las preocupaciones? Sabemos que el estrés es dañino, sobre todo cuando se mantiene durante largos periodos de tiempo, por lo que nos recordamos que no debemos estresarnos. Sin embargo, en ese punto puedes caer en lo que se conoce como “relajación por estrés”, un estado de ansiedad inducido por los intentos infructuosos de relajarse.
Un estudio realizado en la Universidad Estatal de Pensilvania estimó que entre el 30 y el 50% de las personas suelen sufrir ansiedad paradójica. Los intentos de relajación intencional en situaciones que suponen una gran carga mental, pueden atraparte en un círculo vicioso y destructivo en el que no logras aliviar el estrés y experimentas más emociones negativas.
En parte, ello se debe a que añades más presión. Cuando te dices que no debes sentirte estresado, se activa un mecanismo de vigilancia para detectar y anular todas las señales de estrés, lo cual agrega más tensión. Debido al efecto rebote, lo que te preocupa se fija y crece. Y cuando estás en ese estado, no puedes disfrutar plenamente de las cosas relajantes.
¿Cómo relajarte – de verdad?
Recuerda que, como norma, la evasión no funciona. Distraerte de lo que te preocupa puede ser una estrategia válida de manera puntual, pero no debería convertirse en una estrategia a largo plazo porque probablemente agravará la situación. Cuanto más ignores tu estrés, más permanecerá en el fondo de tu mente, hasta el punto que incluso las cosas más “insignificantes” comenzarán a resultar abrumadoras.
Intenta descubrir las fuentes de esa tensión emocional para que puedas minimizar su impacto en la medida de lo posible. De esta forma estarás abordando el problema de raíz. Si se debe al exceso de trabajo, intenta bajar un poco la marcha y si la causa es un problema de pareja, intenta solucionarlo.
Por supuesto, también tendrás que encontrar esas cosas relajantes que te ayudan a mantener el equilibrio emocional. Cada persona es diferente, a veces hay que probar varias opciones para encontrar lo que funciona mejor. Algunas personas se relajan escuchando música, otras haciendo meditación o dando un paseo por la naturaleza.
Las cosas relajantes – de verdad – son aquellas que te permiten desconectar del mundo para conectar contigo mismo. Por tanto, si quieres reducir el estrés, quizá debas comenzar por aprender a decir “no” sin dar explicaciones, establecer límites y dedicar más tiempo para ti.
Referencias Bibliográficas:
Exelmans, L. & Van den Bulck, J. (2017) Binge viewing, sleep, and the role of pre-sleep arousal. J Clin Sleep Med; 13(8): 1001-1008.
Heide, F. J. & Borkovec, T. D. (1983) Relaxation-induced anxiety: Paradoxical anxiety enhancement due to relaxation training. Journal of Consulting and Clinical Psychology;51(2), 171–182.