Si le hicieras la pregunta a un tlamatinime, sabio o filósofo azteca, sobre qué es la felicidad, te diría que estás en un error al pensar que es el objetivo último de la vida. En esto el sabio azteca se parece un poco a un maestro budista, pues para los budistas también esa pregunta es errónea, aunque las similitudes se acaban allí.
Aunque o existen demasiadas fuentes de calidad sobre el pensamiento de Anáhuac, sí tenemos algunas que nos ayudan a vislumbrar el pensamiento de los pobladores de estas tierras, particularmente de los aztecas, entre ellas destaca el Códice Florentino del misionero franciscano Bernardino de Sahagún. Este códice recopila la moral y filosofía de los aztecas, destacando los Huehuetlatolli, discursos de sabios y mayores. Aquí encontramos lo que también se puede designar como «toltequidad» el cuerpo de conocimientos o o sabiduría común a los diversas culturas de esta zona cultural que suele conocerse como Mesoamérica, pero que resulta más adecuado llamar Anáhuac.
A diferencia de otras filosofías más individualistas, los tlamatinime aztecas argumentaban que debemos comenzar con nuestro entorno y relaciones antes de enfocarnos en el cuerpo y la mente. Creían que nadie es perfecto y que necesitamos a los demás para salir adelante. El enfoque azteca se centra en la comunidad, en un sentimiento de pertenencia a una entidad colectiva y viva. No buscaban la perfección ni la inmutabilidad, sino el apoyo mutuo para superar los desafíos.
Para los aztecas, tener una buena vida no estaba asociado con ser feliz. Un refrán azteca lo resume como «resbaladiza, escurridiza es la tierra». Según el Códice Florentino: «Quizás alguna vez uno fue de buena vida; después cayó en algún mal, como si se había resbalado en el barro”. Para ellos, no era realista aspirar a una vida perfecta sin errores. En cambio, se enfocaban en llevar una vida que valiera la pena, conocida como Neltiliztli. Esta palabra se traduce como «arraigo», «tener raíces fuertes» o «verdad y bondad», y se encuentra en la comunidad. Podemos hablar de que para los aztecas la clave de la vida estaba en Neltiliztli, que tambíen podemos traducir como «arraigamiento» o «echar raíces», lo cual recuerda una idea importante que encontramos en Simone Weil, la filósofa francesa que hablaba de la importancia de mantenerse conectado no sólo a la `propia tierra sino a la propia cultura y a una tradición de conocimiento. Esto en oposición a la moderna cultura occidental capitalista que practica por default un desarraigo. Tradición, familia, entorno, cultura… estas son palabras claves que debemos de recuperar.
Las claves de la felicidad para los aztecas pueden encontrarse en cuatro puntos:
Cuidar el Cuerpo: Practicaban ejercicios diarios y posturas similares al yoga, como la posición del loto.
Importancia de la psique o el principio sensible: No solo la mente, sino también los sentimientos eran esenciales.
Apoyo en la Comunidad: Lazos familiares, amigos, vecinos y consejos de personas con más experiencia eran fundamentales para superar las caídas.
Arraigo a Teotl: Esta deidad representaba la naturaleza y la energía vital, buscando armonizar el cuerpo, la mente y el propósito social con la admiración ante la naturaleza
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