El debate central en el cristianismo: Jesús, ¿Hijo de Dios o Dios?

La cuestión de si Jesús es Dios o el Hijo de Dios es uno de los temas más profundos y debatidos en la teología cristiana. ¿Es Jesús simplemente un gran maestro y profeta, o es Él verdaderamente Dios encarnado? ¿Qué significa que sea el Hijo de Dios?

Las implicaciones de considerar a Jesús como Dios o como el Hijo de Dios son profundas y afectan diversos aspectos de la teología cristiana. Si Jesús es Dios, se afirma la doctrina de la Trinidad, donde Jesús es una de las tres personas consustanciales del único Dios, lo que implica una unidad esencial entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Esto refuerza la creencia en la divinidad absoluta de Jesús y su participación directa en la salvación y la creación. En cambio si Jesús es visto únicamente como el Hijo de Dios, se enfatiza su papel como un ser divino pero distinto, creado por el Padre, lo que puede llevar a una comprensión más destacada de la relación entre Dios y la humanidad a través de la encarnación sin comprometer el monoteísmo. Ambas perspectivas influyen en la comprensión de la salvación, la adoración y la naturaleza de la relación entre Dios y los seres humanos.

Jesús en las Escrituras

1. Antiguo Testamento

El Antiguo Testamento contiene varias profecías que los cristianos interpretan como prefiguraciones del Mesías. Aunque no mencionan explícitamente a Jesús, se consideran indicadores de su venida y su naturaleza.

  • Isaías 7:14: «Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.» Emanuel significa «Dios con nosotros», lo que sugiere una presencia divina en el Mesías.
  • Isaías 9:6: «Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.» Este versículo atribuye títulos divinos al futuro Mesías.
  • Miqueas 5:2: «Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad.» Aquí se sugiere la eternidad del Mesías.

2. Nuevo Testamento

El Nuevo Testamento ofrece numerosas referencias directas a la naturaleza de Jesús, proporcionando la base para la creencia en su divinidad y su identidad como Hijo de Dios.

2.1. Evangelios

Los Evangelios, compuestos por Mateo, Marcos, Lucas y Juan, son los primeros cuatro libros del Nuevo Testamento y constituyen las principales fuentes del relato sobre la vida, enseñanzas, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret. Cada Evangelio ofrece una perspectiva única sobre los eventos y el mensaje de Jesús, reflejando diferentes enfoques teológicos y narrativos. El Evangelio de Mateo se enfoca en presentar a Jesús como el Mesías prometido en las Escrituras hebreas, Marcos ofrece un relato conciso y dinámico, Lucas proporciona una perspectiva detallada y universal sobre la vida de Jesús, y Juan profundiza en la divinidad de Jesús y su relación con el Padre.

  • Juan 1:1-14: Este pasaje identifica a Jesús con el «Verbo» (Logos) y declara: «En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios… Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros.» Este texto presenta a Jesús como eterno y divino, parte de Dios mismo.
  • Mateo 1:23: Citando Isaías, el Evangelio de Mateo dice: «He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarán su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros.» Esta declaración refuerza la idea de la encarnación divina en Jesús.
  • Mateo 16:16: Cuando Pedro dice a Jesús, «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente,» Jesús lo acepta y lo elogia por su confesión, indicando su identidad divina.
  • Juan 10:30: Jesús dice: «Yo y el Padre uno somos,» lo que se interpreta como una afirmación de su unidad esencial con Dios Padre.

2.2. Epístolas

Las epístolas, en el contexto del Nuevo Testamento de la Biblia cristiana, son cartas escritas por los apóstoles y otros líderes de la primera iglesia cristiana a comunidades o individuos para instruir, exhortar y corregir. Estas cartas, que forman una parte fundamental de la literatura cristiana primitiva, incluyen epístolas escritas por San Pablo, como las cartas a los Romanos, Corintios, y Efesios, así como otras atribuidas a figuras como Pedro, Santiago y Juan. Las epístolas no solo abordan cuestiones teológicas y doctrinales, sino que también ofrecen orientación práctica sobre la vida cristiana y la ética.

MÁS INFORMACIÓN: San Pablo, vida y obra de un personaje clave en el cristianismo (Juan Pérez Ventura, 2019)

En cuanto al tema de si Jesús es Dios o es el Hijo de Dios, hay varias citas en las Epístolas que se pronuncian sobre ello:

  • Filipenses 2:6-7: «El cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres.» Aquí, se presenta a Jesús como poseedor de la naturaleza divina, que elige renunciar a sus privilegios para encarnarse.
  • Colosenses 2:9: «Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad.» Este versículo indica que la totalidad de la divinidad reside en Jesús.
  • Hebreos 1:3: «El cual, siendo el resplandor de su gloria y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas.» Este pasaje subraya la divinidad y autoridad de Jesús.

La Doctrina de la Trinidad

La doctrina de la Trinidad es fundamental para la comprensión cristiana de Dios y de Jesús. Esta doctrina, aunque no aparece explícitamente en la Biblia, se desarrolló a través de los primeros siglos de la Iglesia para reconciliar diversos pasajes bíblicos que atribuían divinidad a Jesús y al Espíritu Santo con el monoteísmo judío.

1. Primeros Concilios Ecuménicos

Los primeros concilios ecuménicos, celebrados en los primeros siglos del cristianismo, fueron asambleas clave de obispos y líderes eclesiásticos que se reunieron para abordar y resolver controversias teológicas fundamentales y establecer doctrinas esenciales para la fe cristiana.

Concilio de Nicea (325 d.C.)

El Concilio de Nicea fue convocado para abordar la controversia arriana, que sostenía que Jesús fue creado por Dios Padre y, por tanto, no es coeterno ni consustancial con Él. El Concilio afirmó la divinidad de Jesús, declarando que es «consustancial» (de la misma sustancia) con el Padre. El Credo de Nicea incluye la declaración: «Creemos en un solo Señor Jesucristo, Hijo de Dios, unigénito del Padre, esto es, de la sustancia del Padre, Dios de Dios, Luz de Luz, verdadero Dios de verdadero Dios.»

Concilio de Constantinopla (381 d.C.)

Este concilio reafirmó la doctrina de Nicea y expandió el credo, incluyendo una mayor claridad sobre la divinidad del Espíritu Santo, consolidando así la doctrina trinitaria.

Concilio de Calcedonia (451 d.C.)

El Concilio de Calcedonia definió que Jesús tiene dos naturalezas, divina y humana, en una sola persona. Se proclamó que Jesús es «verdadero Dios y verdadero hombre,» una definición crucial para la cristología ortodoxa.

2. Interpretaciones Teológicas

2.1. Trinitarismo

El trinitarismo es la doctrina cristiana que sostiene que Dios existe como una Trinidad, es decir, tres personas distintas pero consustanciales: Dios Padre, Dios Hijo (Jesús Cristo) y Dios Espíritu Santo. Esta doctrina, aunque no aparece explícitamente formulada en la Biblia, se desarrolló a partir de las enseñanzas de las Escrituras y las reflexiones teológicas de los primeros siglos del cristianismo. El trinitarismo busca armonizar las numerosas referencias bíblicas que atribuyen divinidad al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo con el monoteísmo estricto del judaísmo. Uno de los primeros y más significativos desarrollos de esta doctrina se produjo en el Concilio de Nicea en 325 d.C., donde los obispos reunidos afirmaron que Jesús es «consustancial» (homoousios) con el Padre, es decir, de la misma esencia divina, para contrarrestar la herejía del arrianismo que negaba la plena divinidad de Jesús. Esta definición fue ampliada en el Concilio de Constantinopla en 381 d.C., que también aclaró la divinidad del Espíritu Santo, consolidando así la doctrina de la Trinidad.

El trinitarismo se ha convertido en una piedra angular de la mayoría de las denominaciones cristianas, incluyendo la Iglesia católica, la Iglesia ortodoxa y la mayoría de las iglesias protestantes. Los trinitarios creen que aunque las tres personas de la Trinidad son distintas, no están divididas en su esencia ni en su ser; cada una es plenamente Dios, coexistiendo en una perfecta unidad de amor y propósito. La doctrina de la Trinidad intenta expresar la compleja naturaleza de Dios y su manifestación en el mundo, particularmente a través de la encarnación de Jesús y la presencia continua del Espíritu Santo. A lo largo de los siglos, teólogos como Agustín de Hipona y Tomás de Aquino han desarrollado extensas explicaciones filosóficas y teológicas para defender y clarificar esta doctrina, abordando preguntas sobre la relación interna de las personas trinitarias y su coherencia con el monoteísmo. La aceptación del trinitarismo ha sido crucial para la ortodoxia cristiana, y su rechazo ha sido considerado herético por las principales tradiciones cristianas. En la práctica religiosa, la doctrina de la Trinidad influye profundamente en la liturgia, la oración y la comprensión de la salvación, ya que los creyentes adoran a Dios como un ser «triuno» que actúa en el mundo y en sus vidas de maneras distintas pero unidas.

2.2. Unitarismo

El unitarismo es una corriente teológica que rechaza la doctrina tradicional de la Trinidad, afirmando en cambio el monoteísmo absoluto, es decir, la creencia en un solo Dios indivisible. Los unitarios sostienen que Jesús es un gran maestro y profeta, pero no Dios mismo ni una parte de una trinidad divina. Surgido inicialmente en los siglos XVI y XVII durante la Reforma Protestante, el unitarismo encontró terreno fértil entre aquellos que cuestionaban la autoridad y las interpretaciones doctrinales de la Iglesia católica y las principales denominaciones protestantes.

A lo largo de los siglos, el unitarismo evolucionó y se institucionalizó, con figuras prominentes como Miguel Servet, que fue ejecutado por su rechazo a la Trinidad, y Fausto Socino, cuyo pensamiento sociniano influyó significativamente en el desarrollo del unitarismo. Esta teología subraya la humanidad de Jesús y su papel como un líder moral y espiritual, rechazando su divinidad y el concepto de la expiación vicaria. En el siglo XIX, el unitarismo ganó fuerza en América del Norte, especialmente en Nueva Inglaterra, donde se estableció como una denominación distinta, promoviendo valores como la libertad religiosa, la razón, y la ética social. Las iglesias unitarias contemporáneas suelen enfatizar el pensamiento crítico y la justicia social, y a menudo son conocidas por su postura liberal en cuestiones sociales y su apertura a diversas influencias religiosas y filosóficas.

2.3. Arrianismo

San Nicolás abofetea a Arrio durante el Concilio de Nicea

El arrianismo es una doctrina cristológica que surgió en el siglo IV y fue promovida por Arrio, un presbítero de Alejandría. Esta doctrina sostiene que Jesús, aunque preexistente y divino, fue creado por Dios Padre y, por lo tanto, no es coeterno ni consustancial con Él. Arrio argumentaba que, al ser una criatura de Dios, Jesús tuvo un principio y no comparte la misma esencia eterna e inmutable del Padre. El arrianismo presentó un desafío significativo al cristianismo primitivo porque ponía en duda la plena divinidad de Jesús, lo que afectaba la comprensión de la redención y la naturaleza de Dios.

Esta controversia condujo al Concilio de Nicea en 325 d.C., convocado por el emperador Constantino para abordar el conflicto. En este concilio, los obispos reunidos condenaron el arrianismo y proclamaron el Credo de Nicea, que afirmaba que Jesús es «consustancial» (homoousios) con el Padre, es decir, de la misma sustancia o esencia divina. A pesar de esta condena, el arrianismo no desapareció inmediatamente y continuó teniendo seguidores, especialmente entre algunos pueblos germánicos. Las disputas arrianas subrayaron la complejidad y la importancia de las cuestiones cristológicas en la formación de la doctrina ortodoxa y la unidad de la iglesia primitiva, destacando la profunda influencia de las controversias teológicas en el desarrollo histórico del cristianismo.

Jesús en otras tradiciones religiosas

1. Jesús en el judaísmo

En el primer siglo, el judaísmo estaba compuesto por varias corrientes y sectas, como los fariseos, saduceos, esenios y zelotes. La llegada de Jesús y su mensaje tuvo lugar en un contexto de diversidad religiosa y tensiones políticas bajo la ocupación romana.

Jesús es visto por muchos estudiosos judíos como un maestro y rabino que enseñaba dentro del marco del judaísmo del segundo Templo. Sus enseñanzas sobre la ley judía, la ética y la piedad personal se alineaban en muchos aspectos con las tradiciones farisaicas, aunque también contenían elementos que provocaron controversia.

El judaísmo es una religión monoteísta estricta, que sostiene la unicidad absoluta de Dios. La idea de que un ser humano pueda ser Dios o el Hijo de Dios es incompatible con esta creencia fundamental. El Shema, una de las oraciones centrales del judaísmo, declara: «Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios, el Señor es uno» (Deuteronomio 6:4). Esta afirmación de la unidad de Dios excluye cualquier noción de una divinidad compartida. El concepto cristiano de la Trinidad es completamente ajeno al judaísmo. La idea de Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo como tres personas en una sola esencia es vista como una forma de politeísmo, lo cual es incompatible con la fe judía.

Para el judaísmo, el Mesías (Mashiaj) es un líder humano descendiente del rey David que traerá paz mundial, reconstruirá el Templo en Jerusalén y reunirá a los judíos exiliados. Jesús no cumplió estas expectativas mesiánicas, y por lo tanto, no es reconocido como el Mesías en la tradición judía. Los judíos creen que el verdadero Mesías aún está por venir.

MÁS INFORMACIÓN: Jesús de Nazaret y el sábado judío (Juan Pérez Ventura, 2024)

El Talmud, una colección central de escritos rabínicos, menciona a Jesús en varias ocasiones, aunque de manera crítica y en contextos que a menudo reflejan tensiones entre el judaísmo rabínico y el cristianismo emergente. Estas referencias no son uniformes y han sido interpretadas de diversas maneras por los estudiosos. Algunas menciones en el Talmud y otros textos rabínicos antiguos parecen criticar a Jesús y sus seguidores, reflejando las disputas teológicas y sociales entre judíos y cristianos en los primeros siglos. Sin embargo, estas referencias son limitadas y no constituyen una evaluación exhaustiva de Jesús como figura histórica o religiosa.

Durante la Edad Media, las polémicas cristiano-judías a menudo abordaban la figura de Jesús, con pensadores judíos como Maimónides reafirmando la unicidad de Dios y rechazando cualquier divinidad atribuida a Jesús. En la modernidad, estudiosos judíos han adoptado enfoques históricos y críticos para estudiar a Jesús como una figura judía del siglo I, sin aceptar su divinidad.

Para el judaísmo, Jesús no es ni Dios ni el Hijo de Dios. Es visto como un maestro judío del primer siglo que no cumplió con las expectativas mesiánicas de la tradición judía. La creencia en un Dios indivisible y la esperanza en un futuro Mesías son fundamentos centrales del judaísmo que excluyen la aceptación de Jesús en los términos propuestos por el cristianismo. Aunque hay respeto por la figura histórica de Jesús y su influencia, la teología judía mantiene su compromiso con el monoteísmo estricto y la unicidad de Dios.

2. Jesús en el Islam

Jesús, conocido como Isa en árabe, ocupa un lugar destacado en la teología islámica y es considerado uno de los más grandes profetas enviados por Dios (Allah). A diferencia del cristianismo, el Islam no ve a Jesús como el Hijo de Dios o como una encarnación divina, sino como un ser humano elegido por Dios para transmitir su mensaje. En el Islam, Jesús es altamente reverenciado y ocupa una posición especial como uno de los profetas más importantes. Es mencionado en numerosas ocasiones en el Corán, el libro sagrado del Islam, y se le otorgan varios títulos honoríficos, como «Mesías» (Al-Masih), «Palabra de Dios» (Kalimatullah), y «Espíritu de Dios» (Ruhullah).

El Corán narra el nacimiento milagroso de Jesús, enfatizando que fue concebido sin intervención humana. La historia de su nacimiento es relatada en varias suras (capítulos), especialmente en Sura Al-Imran (3) y Sura Maryam (19). Según el Corán:

  • Sura Al-Imran 3:45-47: «Cuando los ángeles dijeron: ‘Oh María, en verdad Allah te da buenas noticias de una palabra de Él, cuyo nombre será el Mesías, Jesús, hijo de María, distinguido en este mundo y en el más allá, y uno de los acercados a Allah.’ Ella dijo: ‘¡Señor mío! ¿Cómo tendré un hijo si no me ha tocado hombre?’ Él dijo: ‘Así es, Allah crea lo que quiere. Cuando decreta algo, Él solo dice: «Sé», y es.’»

Esta narración subraya la creencia en la concepción virginal de Jesús, similar a la tradición cristiana. Además, el Corán atribuye a Jesús numerosos milagros, algunos de los cuales también son mencionados en los Evangelios cristianos, mientras que otros son exclusivos de la tradición islámica:

  • Curación de enfermos y resucitación de muertos: «Y curaré al ciego de nacimiento y al leproso, y resucitaré a los muertos con el permiso de Allah» (Sura Al-Imran 3:49).
  • Hablar en la cuna: «Hablará a la gente en la cuna y en la madurez, y será uno de los justos» (Sura Al-Imran 3:46).
  • Modelar un pájaro de barro y darle vida: «Yo os informo de lo que coméis y de lo que almacenáis en vuestras casas. En esto hay ciertamente un signo para vosotros, si sois creyentes» (Sura Al-Imran 3:49).

Las enseñanzas de Jesús en el Islam se centran en el monoteísmo estricto, la adoración exclusiva de Allah, y la observancia de la justicia y la moralidad. El Corán rechaza la noción de la Trinidad y la divinidad de Jesús, insistiendo en que él es un siervo y profeta de Dios.

El Islam tiene una perspectiva distinta sobre la crucifixión de Jesús en comparación con el cristianismo. Según la creencia islámica, Jesús no fue crucificado, sino que Dios lo elevó al cielo. Esta creencia sostiene que otra persona fue crucificada en lugar de Jesús, y que él fue ascendido directamente al cielo, donde permanece vivo:

  • Sura An-Nisa 4:157-158: «Y por decir: ‘Ciertamente matamos al Mesías, Jesús, hijo de María, el Mensajero de Allah.’ Pero no le mataron ni le crucificaron, sino que les pareció así. Y, ciertamente, aquellos que discrepan sobre ello están en duda acerca de ello. No tienen conocimiento de ello, sino que siguen una conjetura. Y no le mataron, con certeza. Sino que Allah lo elevó hacia Él. Y Allah es Poderoso, Sabio.»

Una creencia fundamental en el Islam es que Jesús regresará al final de los tiempos. Su retorno es un signo de los últimos días y está asociado con la derrota del Anticristo (Dajjal) y el establecimiento de la justicia en la Tierra. Según los hadices (dichos del Profeta Muhammad), Jesús regresará, romperá la cruz, matará al cerdo, y abolirá la Jizya (impuesto sobre los no musulmanes), unificando a la humanidad bajo el Islam.

https://vaventura.com/divulgacion/religion/jesus-dios

Un comentario en “El debate central en el cristianismo: Jesús, ¿Hijo de Dios o Dios?

  1. EL rabino YESHUA DE NAZARET, ni hijo de Dios ni Dios: ES PERSONA. LA PRIMERA PERSONA, con el comienza en el tiempo de los hombres, que este no siglo XXI, está consumiéndose todo tiempo: EL TIEMPO DE LAS PERSONAS… Y es vital, porque este rabino nacido de una persona mujer, que lo engendró y concibió ella misma por su naturaleza biológica, para que ninguna otra mujer tuviera que sufrir que su primogénito fuese muerto… y es por esa naturaleza de Miriam de Jerusalén, fue visitada por LA IDAD HUMUS, Dios, no un ángel, fue Dios el que en el SANTORUM, en la que Miriam en las fiesta de la luz, adolescente hizo el rito del baile de la virgen, tutelada por el sacerdote que la formaba en EL TEMPLO… EL MISMO DIOS, le anunció y bendijo con la consciencia y el conocimiento de EL TODO, para que si quería ella, por la naturaleza de su bilogía dar a luz a YESHUA… Esto es más importante que divinidades, con todos los respetos… Yeshua nació para que DIOS en LA HUMANIDAD, concluyera la evolución de la energía: AL ENTE DEL PENSAMIENTO, EL ESTADO MÁS INCONSCIENTE DE LA ENERGÍA DE LOGRAR SUBSISTIR EN LA NATURALEZA DE LA ENERGÍA QUE ES DISPERSA E IN ANIMADA EN CUERDAS SIN ONDAS… EL ENTE DEL PENSAMIENTO, AL TRASCENDER YESHUA, EN PLENA CONSCIENCIA, AHÍ COMIENZA EL TIEMPO DE LAS PERSONAS QUE HEMOS COMENZADO, MÁS DE 2000 AÑOS DESPUÉS, DIOS CON SU CONCIENCIA Y YESHUA CON SU CONSCIENCIA, LOGRAN QUE EL PENSAMIENTO, LA ENERGÍA, TOME CONCIENCIA QUE EXISTE Y SE CONVIERTE EN EL ESPÍRITU SANTO. Este es mi argumento, en este comentario. Pero que cada persona crea lo que su saber crea… Yo sólo he explicado la metafísica teológica laica de qué pudo suceder, gracias.

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