El sitio de la única tumba dentro de la cueva está alineado con el solsticio de verano, según ha podido determinar el explorador y cineasta Alex Chionetti en su más reciente expedición.
Crédito: Vertical Extreme/Alex Chionetti.
Como amigo y discípulo de los principales protagonistas y descubridores de las cuevas en la década de 1960, Chionetti realizó una serie de expediciones entre 2006 y 2009. En 2007, llegó a las profundidades de la cueva principal (la cueva del río Coangos) después de varios meses de idas y venidas a través de la jungla y enfrentando hostilidades de los indígenas locales.
Chionetti descubrió figuras de animales a lo largo de los ríos subterráneos en el sistema de cuevas de Tayos de Pastaza, así como un grabado en una pátina dorada que representa un doble cuadrilátero. Además, en Coangos, fue el primero en grabar digitalmente la entrada ahora conocida como Puerta de Moricz (anteriormente Puerta de von Däniken), destacando lo que se llama «la piedra angular», un detalle arquitectónico que probaría que partes de la estructura han sido construidas o adaptadas al paisaje o entorno natural de las cuevas.
Alineación con el solsticio
Más recientemente, el explorador argentino regresó a la cueva de los Tayos en el río Coangos con una expedición de ocho personas para investigar un fenómeno que le había intrigado durante años: si la luz del solsticio —ya sea de verano o invierno— influye en ciertos sitios considerados sagrados dentro de las cuevas.
Uno de estos sitios es una abertura secundaria conocida como «El Pozo de la Luz», donde también penetra la luz solar. Este lugar fue el sitio del único hallazgo arqueológico en 1976: una tumba que contenía un esqueleto rodeado de artefactos, incluyendo cerámicas, decoraciones y una concha de Spondylus, lo que indica contacto con las culturas costeras del Pacífico.
Crédito: Vertical Extreme/Alex Chionetti.
Al sincronizar su expedición con el solsticio de invierno (del 21 al 23 de junio), Chionetti determinó que la luz no se alinea con el sitio de enterramiento en estas fechas. Sin embargo, sí se desplaza para coincidir con el solsticio de verano, alrededor del 21 de diciembre.
«Tanto las culturas de la selva como las andinas estaban orientadas hacia el sol y seguían una alineación perfecta con el meridiano ecuatorial. Esta correlación astro-arqueológica se evidencia en la forma de pirámides, plataformas, calzadas, acueductos, caminos empedrados y ciudades compuestas por tolas», precisó el explorador en declaraciones a MysteryPlanet.com.ar.
Alex Chionetti lidiando con una de las arañas gigantes que los exploradores suelen encontrar en las cuevas de los Tayos. Crédito: Vertical Extreme/Alex Chionetti.
Chionetti también logró un hito histórico al alcanzar la estalagmita donde Neil Armstrong, el primer hombre en la Luna, se tomó una célebre fotografía durante su exploración de la cueva a mediados de los años setenta.
La Odisea de los Tayos
La expedición de este año coincidió con el lanzamiento del libro La Odisea de los Tayos (2024), publicado por Grupo Planeta, una obra que Chionetti tardó más de tres décadas en completarse. El autor incluso firmó copias del libro en lo profundo de la cueva, compartiendo información inédita sobre la verdadera historia y los eventos de la cueva, diferenciando la realidad de la ficción.
También lideró otra expedición relacionada con trabajos previos, donde anunció que se encontrarían evidencias de culturas avanzadas. Estas predicciones se han confirmado en los últimos años a través de descubrimientos realizados con LiDAR en la región del río Upano. Esta área elevada, que abarca más de 300 kilómetros cuadrados, está compuesta por cientos, si no miles, de tolas o estructuras semi-piramidales, que sirvieron como viviendas y lugares de culto para millones de habitantes miles de años antes de Cristo.
Otra observación preocupante por parte del explorador argentino fue la disminución de la población de aves Tayos, en comparación con sus expediciones anteriores entre 2006 y 2009. Esta disminución en el número de aves se ha vinculado al aumento del turismo de aventura y las incursiones de visitantes nacionales y extranjeros, especialmente durante los fines de semana festivos.
Alex Chionetti sosteniendo una de las aves que le da el nombre a la cueva de los Tayos en una de sus expediciones anteriores.
«Es imperativo realizar un conteo de aves y evaluar el impacto del turismo en estos santuarios, considerados sagrados por la nación Shuar, que continúa gestionando el acceso a sus sistemas de cuevas», concluyó Chionetti.
Por MysteryPlanet.com.ar.