«Por su proximidad genética a nuestra especie y su alto grado de evolución hace falta una protección especial»
El Ministerio de Derechos Sociales acaba de poner en marcha la maquinaria administrativa para crear una nueva ley que —avanzan los expertos— convertirá a España en un estado «pionero» a nivel europeo e incluso mundial. Hasta ahí nada especialmente interesante. Lo llamativo es a quién se dirigirá esa nueva normativa. Su foco se centra en los «grandes simios», los gorilas, orangutanes, chimpancés y bonobos, primates que, argumenta el Gobierno, son mucho más que «seres sintientes» y muestran los atributos que definen la personalidad humana.
El debate está servido.
¿Qué ha pasado? Que el Gobierno ha activado los engranajes administrativos para crear una ley específica que proteja a los grandes simios, etiqueta bajo la que se agrupa a gorilas, orangutanes, chimpancés y bonobos. La decisión no es del todo nueva. Hace ya casi 20 años se presentó en el Congreso una proposición en favor de los mismos primates y en la Ley de Bienestar Animal de 2023 el propio Gobierno se emplazaba a desarrollar una norma para estas criaturas.
Ni lo uno ni lo otro ha evitado sin embargo que la última propuesta de la Dirección General de Derechos de los Animales haya generado interés. Y es lógico que así sea. España aspira a desarrollar una norma pionera a nivel internacional.
Más que simples «seres sintientes». A la espera de conocer su anteproyecto de ley en detalle, el informe que ha publicado el Gobierno para abrir su plazo de consulta pública avanza ya parte del argumentario de la futura norma, que parte una premisa capital: los grandes simios son mucho más que «seres sintientes», categoría que la legislación española ya reconoce a los animales.
«La ciencia ha demostrado que disponen de capacidades cognitivas como el aprendizaje, la comunicación o el razonamiento complejo que les acercan a las de los seres humanos», recoge el texto de la Dirección General de Derechos Animales: «Además, en un plano superior al de otros mamíferos, los grandes simios parecen estar dotados de autoconciencia e intencionalidad en la toma de decisiones».
Tanto es así, recuerda el organismo, que estos grandes primates «comparten» los 15 atributos que según el bioético estadounidense Joseph Fletcher permiten definir la personalidad humana, como inteligencia, autoconciencia, autocontrol, sentido del tiempo, el futuro y el pasado o capacidad para relacionarse con sus congéneres.
«Protección especial». Que el departamento de Pablo Bustinduy recalque la naturaleza especial de los grandes simios no es casualidad. Son esos rasgos, su «condición de seres sintientes», «proximidad genética a nuestra especie» y «alto grado de evolución» lo que, en opinión del Gobierno, hace necesario desarrollar una «protección especial» para chimpancés, bonobos, gorilas y orangutanes. El objetivo: eliminar prácticas que puedan poner en peligro sus vidas y «dignidad».
Ni experimentación ni fines comerciales. Aunque a la norma todavía le queda una larga tramitación y debate por delante, el Gobierno aspira a cubrir los vacíos legales que existen y alcanzar al menos cinco objetivos. El primero: prohibir de forma expresa que se experimente e investigue con grandes simios si durante el proceso se les causa daños y el resultado no «redunda en su beneficio».
La norma quiere además describir las «condiciones rigurosas» en las que deben vivir —»en todo caso con propósito de conservación», aclara— y vetar cualquier uso comercial, lo que incluye «espectáculos que menoscaben la dignidad» del animal.
140 animales (mínimo). Que sea España la que se lance a la elaboración de una ley pionera y no una nación con poblaciones autóctonas de primates quizás llame la atención, pero lo cierto es que en nuestro país hay un buen número de grandes simios. Más de 140, para ser precisos, según cálculos del Instituto Jane Goodall.
El organismo aclara que esa cifra solo tiene en cuenta los ejemplares que viven en zoológicos y centros de rescate, a donde llegan tras ser confiscados a particulares o rescatados del tráfico ilegal, entregas voluntarias e intercambios. También hay casos en los que los animales nacen directamente privados de libertad.
¿Qué dicen los datos? Desde la Dirección General reconocen a El País que se sabe que hay alrededor de un centenar de grandes simios en los principales zoos de España, aunque «se desconoce el número que puede estar en manos de dueños de forma ilegal o clandestina». Fundación Mona, con sede en Cataluña, comparte otra cifra igual de elocuente con La Vanguardia. Según sus cálculos, habría cerca de 84 chimpancés bajo custodia. Cuando el centro habló con el diario, en julio, ellos mismos tenían 14 y esperaban la llegada de otros tres en cuestión de días.
«El problema es que los centros de acogida ya estamos saturados en España y en Europa, por lo que no es posible sacar a todos los custodiados en los zoológicos y hay que regular mejor sus condiciones y evitar que se reproduzcan para no aumentar una población que seguiría encerrada de por vida», advertían.
317 observaciones. Prueba de que el anteproyecto de ley sobre grandes simios ha generado interés, más allá de las noticias que ha protagonizado en medios de todo el país, es que la Dirección General de Derechos de los Animales recibió 317 comentarios durante la fase de consulta pública, que se cerró el 31 de julio.
El dato lo desveló hace unos días vía X el propio director de la organismo estatal, Joserra Becerra. «Todas las aportaciones serán estudiadas y tenidas en cuenta», garantiza: «Los grandes simios (gorilas, orangutanes, chimpancés) son seres extraordinarios cuya inteligencia y carácter se acercan a los del ser humano».
¿Y cuáles son sus propuestas? Algunas organizaciones han compartido de forma pública sus comentarios u observaciones para la futura ley española. Entre ellas destaca el Instituto Jane Goodall que ha publicado un detallado y extenso listado con las anotaciones que ha enviado al Ministerio de Asuntos Sociales.
Las dos primeras son rotundas: el fin de los programas de reproducción en cautividad en España, ya que, argumenta la institución, los ejemplares que nacen privados de libertad no pueden introducirse luego en hábitat naturales; y, ya a más largo plazo, acabar directamente con la cautividad de grandes simios. Únicamente contempla excepciones en casos muy específicos: aquellos animales confiscados y recuperados del tráfico ilegal y acaben en centros de rehabilitación adecuados.
No son sus únicas propuestas. Entre otras cuestiones, reclama que solo se les aplique eutanasia «en casos muy concretos» en los que el bienestar del animal se vea comprometido, y que se prohíba de forma tajante el uso de estos simios en espectáculos o producciones audiovisuales como actores o parte del decorado.
La reproducción en cautividad, en el foco. El Instituto Jane Goodall no es el único que ha pedido de forma pública que la ley dedique una atención especial a la cría en cautividad. Proyecto Gran Simio reconoce que uno de sus principales retos es precisamente poner fin a los «programas de nacimiento en cautividad que no estén respaldados por ningún informe científico independiente».
«Queda sin duda esperar al texto que proponga la Dirección General, los ataques de los sectores interesados en la explotación de los homínidos no humanos, de las barbaridades que se dirán cuando el texto sea debatido públicamente ante las dos cámaras», anticipa la organización, que espera que la norma marque un punto de inflexión. Sus reclamaciones, recuerdan, ya llegaron al Congreso en 2006 y 2008.
«Seremos pioneros». “Este es un paso muy preliminar pero llevamos décadas esperando, y hasta donde yo sé, creo que no hay una ley en la Unión Europea sobre grandes simios como la que se quiere aprobar, así que seremos los pioneros; si hay regulaciones que, en general, los protegen, pero no una específica», compartía hace unos días con La Vanguardia Marta Merchán, responsable de la Fundación AAP.
Imágenes | Marc Dalmulder (Flickr)
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