Este colosal monumento funerario, localizado en el Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera de España, fue construido mil años antes que la primera pirámide de Egipto.
Hace aproximadamente unos 6.000 años, en el sur de la actual España, los agricultores y pastores neolíticos construyeron una enorme cámara de piedra que aún se mantiene sorprendentemente intacta: el Dolmen de Menga.
La solidez de esta estructura ha llamado la atención de arqueólogos, que, usando nueva tecnología como escáneres, láser de alta resolución y fotografías de las primeras excavaciones anteriores, intentan descubrir los secretos de su construcción. Las conclusiones de este estudio fueron bastante sorprendentes: los constructores del neolítico poseían un buen conocimiento rudimentario de física, geometría, geología y principios arquitectónicos.
“Estas personas no tenían planos con los que trabajar ni, hasta donde sabemos, experiencia previa en la construcción de algo así”, afirma el coautor del estudio Leonardo García Sanjuán, arqueólogo de la Universidad de Sevilla. “Y, sin embargo, sabían cómo encajar enormes bloques de piedra con una precisión que mantendría el monumento intacto durante casi 6.000 años. No hay manera de poder hacer eso sin al menos un conocimiento básico de ciencia», añade.
En una investigación complementaria, los arqueólogos se habían centrado en descubrir el origen de las piedras que componen esta cripta mediante un minucioso mapeo geológico de alta resolución y un análisis petrográfico y estratigráfico de toda la estructura. El estudio demostró un gran conocimiento sin precedentes en el uso de la madera y la piedra de los constructores.
El dolmen es anterior al círculo de piedras principal de Stonehenge, en el Reino Unido, en unos 1.000 años, pero el proceso de construcción descrito en el estudio habría implicado técnicas similares y exigido un nivel similar de ingeniería.
El Dolmen de Menga
El Dolmen de Menga es un monumento megalítico, declarado Patrimonio Mundial el 15 de julio de 2016 y Bien de Interés Cultural. Está situado en la ciudad de Antequera (Málaga, Andalucía, España) y forma parte del Sitio de los Dólmenes de Antequera.
Se trata de un sepulcro construido con grandes piedras verticales (ortostatos) y horizontales (cobijas). Para construir el dolmen, los hombres de entonces transportaron 32 bloques de piedra gigantes desde una cantera situada a un kilómetro de distancia y los utilizaron para formar las paredes, los pilares y el techo de una enorme cámara de unos 28 metros de largo, 6 metros de ancho y 3,5 metros de alto. Se supone que la última cobija pesa unas ciento ochenta toneladas y posee pilares intermedios, un recurso constructivo muy raro en el megalitismo europeo.
Los investigadores sugieren que transportar estas enormes losas desde la cantera hasta su destino sin que se rompieran habría demandado un cuidado excepcional, especialmente en el caso de la arenisca blanda utilizada para el techo. Plantean que esto pudo lograrse mediante el uso de pistas de madera construidas específicamente para reducir la fricción mientras arrastraban las piedras, similar a la técnica que se cree fue utilizada por los constructores de Stonehenge.
Además, para estabilizar una construcción tan colosal y evitar las filtraciones de agua se utilizaron pilares, que impedían el deterioro de estas piedras blandas y aseguraban la estabilidad del dolmen. Sin dudas, esto prueba que los constructores poseían un buen conocimiento de las propiedades geotécnicas y geológicas del material rocoso y de la calidad del terreno elegido para asentar el dolmen
La construcción
Otra tarea que demandaba una gran precisión y destreza era encajar las losas verticales en los huecos tallados a 1,5 metros de profundidad en la roca madre. Los escáneres láser revelaron que los constructores emplearon contrapesos y rampas para mover cuidadosamente las losas, inclinándolas con una precisión milimétrica. Las piedras estaban talladas en facetas que permitían que se bloquearan con sus vecinas una vez que se retiraban los pesos y las rampas.
«Este estudio revela la precisión con la que se tuvo que trabajar, mostrando un extraordinario dominio de las dimensiones y los ángulos. Con piedras de ese tamaño, no había margen para errores al colocarlas en su posición. Si una sola de ellas se desviaba unos pocos centímetros, corregirlo habría sido extremadamente difícil una vez que la piedra vertical estuviera en su zanja», comenta Michael Parker Pearson, arqueólogo del University College de Londres. «Es el tipo de cosas que vemos en Stonehenge mil años después, con la unión de mortaja y espiga de montantes y dinteles», agrega.
Sin embargo, a diferencia de Stonehenge, el Dolmen de Menga está ubicado en una zona con actividad sísmica y propensa a terremotos. A pesar de esto, después de casi 6.000 años, la mampostería sigue firme y segura, asegura García Sanjuán. «Estas personas realmente sabían lo que hacían».
Referencia de la noticia:
Rodríguez, J.A.L., Sanjuán, L.G., Álvarez-Valero, A.M. et al. The provenance of the stones in the Menga dolmen reveals one of the greatest engineering feats of the Neolithic. Sci Rep 13, 21184 (2023). https://doi.org/10.1038/s41598-023-47423-y
https://www.meteored.com.ar/noticias/ciencia/dolmen-de-menga-un-estudio-concluye-que-los-constructores-del-neolitico-tenian-un-elevado-conocimiento-en-ciencias.html