Un universo creado por la mente: la cosmología de Sir James Jeans

El físico y matemático Sir James Jeans fue, junto a Arthur Eddington, uno de los pioneros de la cosmología británica, siendo el autor de la “teoría del estado estacionario” sobre el universo como una continua creación de materia. Ambos serían también muy conocidos por reevaluar el “idealismo” como una posible y mejor base filosófica para la ciencia.

Esta opinión es bien detallada por Jeans en su libro de 1944 The Mysterious UniverseEl misterioso universo, editado en español en Editorial Poblet. Sin embargo, queda preguntar ¿qué se considera idealismo en filosofía cognitiva, de la mente y de las ciencias?

Esta palabra se aplica a cualquier punto de vista sobre la inteligibilidad de lo real que enfatice o parta del espíritu, las ideas o las “abstracciones”. Esta dimensionalidad propiamente mental sería una aproximación más directa o menos falible que los sentidos. Los no idealistas partirían solo de la suposición de que dos cosas relacionadas entre sí no pueden tener efecto sobre las cosas mismas, es decir, una relación como la de la mente y un objeto sería solo una “adicción” externa. Pero para los idealistas, la verdad de este vínculo no se define como un intento de correspondencia entre descripción y el estado de las cosas, siendo mucho más sutil.

Jeans no niega la existencia de la realidad objetiva, pero si la objetividad del conocimiento humano. Las ciencias y las matemáticas son una abstracción subjetiva desde nuestra actividad mental. Una teoría científica es solo parte de una discusión progresiva sobre los cambios coherentes de aquello que señalamos como “mundo externo”. En sus propias palabras:

La esencia real de las sustancias es eternamente incognoscible.

Descubrir la naturaleza de la realidad detrás de las sombras nos enfrenta al hecho de que todas las discusiones sobre la naturaleza última de las cosas son necesariamente estériles a menos que tengamos algunos estándares extraños con los que compararlas.

Aunque no era su propósito, Jeans fue bien consciente de que esta definición del conocimiento es una renuncia al “realismo”. Conocer versa sobre “comportamiento” y no sobre la “mismidad” de las sustancias, lo que son como tales, un punto de vista cercano al “idealismo neokantiano”. Formulaciones y símbolos científicos serían una “creación”:

Una fórmula matemática nunca puede decirnos qué es una cosa, sino sólo cómo se comporta; sólo puede especificar un objeto a través de sus propiedades. Y es poco probable que éstas coincidan en su totalidad con las propiedades de cualquier objeto microscópico de nuestra vida cotidiana.

Esto puede sugerir que estamos proponiendo descartar el realismo por completo y entronizar un idealismo completo en su lugar. Sin embargo, creo que esto sería una declaración demasiado burda de la situación. Si es cierto que la “esencia real de las sustancias” está más allá de nuestro conocimiento, entonces la línea de demarcación entre el realismo y el idealismo se vuelve muy borrosa. Se convierte en poco más que una reliquia de una época pasada en la que se creía que la realidad era idéntica al mecanismo.

Las realidades objetivas existen porque ciertas cosas afectan a su conciencia y a la mía de la misma manera, pero estamos asumiendo algo que no tenemos derecho a asumir si las etiquetamos como “reales” o “ideales”. La verdadera etiqueta es, creo, “matemática”, si podemos estar de acuerdo en que esto debe connotar la totalidad del pensamiento puro y no meramente los estudios del matemático profesional.

Tal etiqueta no implica nada en cuanto a lo que las cosas son en su esencia última, sino simplemente algo en cuanto a cómo se comportan.

El pensamiento de Jeans es tan osado que descarta la posibilidad de conocer directamente lo sustancial de este universo, siendo su identidad solo una serie de “pensamientos puros”:

No relegamos, por supuesto, la materia a la categoría de alucinación o sueños. El universo material sigue siendo tan sustancial como siempre lo fue, y esta afirmación, creo, debe seguir siendo cierta a través de todos los cambios del pensamiento científico o filosófico.

Jeans incluso advierte que, si bien, nuestra comprensión de que este universo es sustancial, el solo hecho de pensar o creer que lo conocemos de ese modo se trata de algo:

…puramente mental que mide el efecto directo de los objetos en nuestro sentido del tacto. Decimos que una piedra o un automóvil son sustanciales, mientras que un eco o un arco iris no lo son. Esta es la definición ordinaria de la palabra, y es un mero absurdo, una contradicción en los términos, decir que las piedras y los automóviles pueden de alguna manera volverse insustanciales, o incluso menos sustanciales, porque ahora los asociamos con fórmulas matemáticas y pensamientos, o con recovecos en el espacio vacío, en lugar de con multitudes de partículas duras.

Jeans partió una paradoja: nuestra realidad subjetiva es todo aquello que nos parece objetivo. Y aquello que excede a la subjetividad, aunque sea real, también excede a la objetividad. El universo como el “sitio” en el que vivimos, o que nuestra comprensión sea entender un universo es una creación de la mente. Sin embargo, mente como “acción” no se trata de mirar al “interior” porque, utilizando a Ludwig Wittgenstein, esto haría imposible la duda y, por tanto, la certeza. Los científicos en efecto deben mirar el comportamiento de los lenguajes humanos, por ejemplo, de una teoría. Y esto es siempre mirar el comportamiento del universo.

Aceptar que lo que nos rodea es una creación de la mente implica aceptar de una vez por todas que pensamos el universo. Para Jeans esta aceptación es también conceder que la ciencia tenga filosofía o que lo sea. La ciencia de principios del siglo XX le parecía, sin duda, una filosofía mejor, un lenguaje consciente de sí mismo y desde el descubrimiento de una sustancialidad más sutil como la radiación o la escala den las partículas. Sin embargo, esta mejoría también supuso revisar el lenguaje de conocimiento de los idealismos del pasado:

El antiguo dualismo de mente y materia, que fue principalmente responsable de la supuesta hostilidad, parece probable que desaparezca, no porque la materia se vuelva de algún modo más sombría o insustancial que hasta ahora, o porque la mente se resuelva en una función del funcionamiento de la materia, sino porque la materia sustancial se resuelva en una creación y manifestación de la mente.

Jeans era algo místico al reconocer una suerte de realidad ubicua y entre lo subjetivo y lo objetivo. Este excedente serían las leyes del universo “aobjetivas” y “asubjetivas”, una mente suprema fuente de la realidad, un “Matemático” libre, que no solo representa:

El universo puede ser mejor representado, aunque todavía de manera muy imperfecta e inadecuada, como consistente en pensamiento puro, el pensamiento de lo que, a falta de una palabra más amplia, debemos describir como un pensador matemático.

A partir de la evidencia intrínseca de Su creación, el Gran Arquitecto del Universo ahora comienza a aparecer como un matemático puro.

El pensamiento de Jeans fue antecesor del de algunos físicos cuánticos que, desde mediados del siglo XX hasta la actualidad, promueven una manera idealista de pensar la ciencia y desde la ciencia consciente de ser un lenguaje creativo que “expande” el universo.

Imagen: idealismo científico, Medium.

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