Tanto Niels Bohr como Alfred North Whitehead argumentaron que la percepción juega un papel crucial en la configuración de la realidad. Si bien sus enfoques provienen de diferentes campos, física y filosofía respectivamente, ambos convergen en la idea de que el acto de observar no es un proceso pasivo, sino que está íntimamente ligado a la naturaleza de lo que se observa.

Bohr, a través de su principio de complementariedad, postuló que los fenómenos subatómicos, como la luz, no poseen propiedades inherentes definidas hasta que son observados. La elección del dispositivo experimental, que encarna una teoría particular sobre la naturaleza, determina si la luz se manifestará como onda o partícula. Es decir, el acto de observación no revela simplemente una realidad preexistente, sino que participa en su configuración.

Whitehead, por su parte, desarrolló una filosofía del organismo donde la prehensión, o captación, es el elemento fundamental de la experiencia. Esta prehensión no se limita a la percepción sensorial consciente, sino que abarca también lo que se capta inconscientemente. Tanto lo mental como lo físico se entrelazan en este proceso de apropiación y entrega, de recepción y emisión de luz, que conforma la realidad.

En ambos casos, se desdibuja la línea divisoria entre el sujeto que observa y el objeto observado. Para Bohr, el observador y el dispositivo experimental son parte integral del fenómeno observado. Para Whitehead, la prehensión implica una fusión de pluralidades, un proceso creativo en el que el sujeto y el objeto se configuran mutuamente.

La realidad, en este sentido, no es un conjunto de entidades estáticas con propiedades predefinidas, sino un proceso dinámico y relacional en el que la percepción juega un papel fundamental.

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