¿Por qué hay que aprender a romper las reglas?

Cuando antes del Siglo de Oro alguien se sentaba ante un folio en blanco para escribir una obra de teatro, tenía muy claro cómo tenía que ser esa historia. Había una norma clara, obligatoria, para escribir una buena obra: tres unidades, de tiempo, lugar y acción. Pero, cuando alguien se ponía a hacer ese trabajo en el Siglo de Oro, podía hacer casi lo que quisiese: se había roto la regla de la unidad. Romper las normas generó algunos de los clásicos incuestionables de la literatura española. Cabe preguntarse si Lope de Vega sería Lope de Vega si no se hubiese rechazado lo establecido.

Romper las reglas, en no pocas ocasiones, da miedo. Tampoco resulta cómodo ni fácil (que se lo digan si no a todas aquellas personas que pintaron o escribieron algo radicalmente nuevo y se encontraron con las críticas y las burlas de sus contemporáneos), pero muchas veces es necesario. Nadie podría imaginar hoy el arte sin el impresionismo y, sin embargo, sus obras fueron expuestas en el Salón de los Rechazados, la contra-exposición que en 1863 mostró aquellas pinturas que rompían de tal manera con lo esperado que el jurado del Salón de París no las consideró dignas de su exposición oficial.

Por supuesto, como recuerdan desde Psychology Today, no todas las reglas son iguales. Algunas normas –sea por cuestiones éticas o sociales– no pueden romperse. En otros terrenos, sin embargo, ver las cosas en una escala de grises no es tan malo. Con todo, si se van a romper las reglas hay que tener claro por qué se hace o que reporte un cierto valor. Esto es, ser rebelde por ser rebelde, señalan los expertos, no aporta mucho.

De hecho, aquí se podría añadir una cuestión importante, la de cómo al romper las normas no se debe olvidar a las demás personas. El mantra interno que usaba Facebook en sus inicios era el de «moverse rápido y romper cosas». Poco importan las reglas, se podría traducir, rómpelas para que avance la tecnología y ya veremos luego las consecuencias. Sin embargo, el paso del tiempo ha demostrado que esa ruptura no trajo nada bueno, porque si bien llevó a que el mercado de las redes sociales creciese de forma abrumadora, varios ámbitos de la sociedad salieron bastante perjudicados.

Nadie podría imaginar hoy el arte sin el impresionismo y, sin embargo, sus obras fueron expuestas en el Salón de los Rechazados

Pero –y volviendo a lo personal y los datos del análisis de Psychology Today– aceptar las normas porque sí no es necesariamente una buena cosa: a veces con ello simplemente se está creando una presión extra sobre la persona, una que no merece en absoluto la pena.

Rechazar lo establecido puede llevar a vivir mejor –y más acorde con la propia persona– y crear resultados notables, como se ha visto en la historia del arte o en la literatura pero también en la tecnología, la arquitectura o la moda, entre otras. Sin las mujeres que a finales del siglo XIX decidieron romper con las normas de lo que era «ser una señora» y se lanzaron a practicar deporte y vestirse con trajes sastres, corsés más ligeros o hasta bombachos, posiblemente la moda de las siguientes décadas no nos hubiese llevado a donde estamos ahora.

Un análisis de FastCompany recomienda, como «guía para romper las reglas» –lo cual no deja de ser paradójico– y mejorar la propia creatividad, abandonar los deadlines y las horas de oficina si eso no funciona y no obsesionarse con la productividad y el trabajo completado. Recuerdan que la creatividad implica muchas veces un camino en el que lo inacabado consume tiempo y puede ser la llave para el trabajo futuro. En cierto modo, se podría decir que obsesionarse con lo que funciona –lo establecido– no tiene sentido si a ti, justamente, no te da resultados. Eso puede ser un potente lastre, especialmente en un momento en el que existe una cierta obsesión con las rutinas de trabajo, con los trucos de productividad y con lo que hacen quienes triunfan en un campo.

No hay que esforzarse mucho en una búsqueda en internet para encontrar listas y parámetros de cómo debe ser el trabajo creativo y las normas que se deben incorporar al día a día para lograr el éxito. Se buscan las normas que ayudarán a triunfar: por ejemplo, en el campo literario, cuántas palabras se deben producir al día, cuántos meses máximo debería llevar escribir una novela o cuántas máximas reescrituras deberíamos permitirnos. En lugar de romper con las normas, se crean nuevas. Y esto ocurre a pesar de que no existe una receta mágica para conseguir el éxito creativo.

https://ethic.es/2024/10/por-que-hay-que-aprender-a-romper-las-reglas/

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