En la intersección entre la física cuántica y la espiritualidad surge una de las interpretaciones más fascinantes de los fenómenos cuánticos: la perspectiva del físico teórico Amit Goswami, quien propone una visión revolucionaria donde la conciencia juega un papel fundamental en la realidad cuántica.
En la intersección entre la física cuántica y la espiritualidad surge una fascinante interpretación de los fenómenos cuánticos que parece hacer eco de la filosofía india del vedanta: la perspectiva del físico teórico Amit Goswami, quien propone una visión revolucionaria donde la conciencia juega un papel fundamental en la realidad cuántica.
El entrelazamiento cuántico es uno de los fenómenos más intrigantes de la mecánica cuántica. Ocurre cuando dos o más partículas se generan, interactúan o comparten proximidad espacial de tal manera que el estado cuántico de cada partícula no puede describirse independientemente, sino que debe caracterizarse como un sistema conjunto. Este fenómeno desafía nuestra intuición sobre la realidad física, ya que las partículas entrelazadas mantienen una correlación instantánea independientemente de la distancia que las separe. Einstein, desconcertado por esta aparente violación de la relatividad especial, lo denominó «acción fantasmagórica a distancia», considerándolo uno de los aspectos más problemáticos de la teoría cuántica.
Amit Goswami, profesor emérito de la Universidad de Oregon y autor de «The Self-Aware Universe», propone una interpretación radical que resuelve las aparentes paradojas del entrelazamiento cuántico. Su perspectiva se fundamenta en dos conceptos clave:
Goswami argumenta que el entrelazamiento cuántico revela la existencia de un dominio más allá del espacio-tiempo, caracterizado por lo que él llama «no-localidad». En este dominio, la comunicación no requiere señales físicas y, por tanto, no está limitada por la velocidad de la luz. Esta comunicación instantánea sugiere que, en un nivel fundamental, no hay verdadera separación entre las partículas entrelazadas.
La propuesta más revolucionaria de Goswami es que la conciencia no es un producto emergente de la materia, sino la realidad fundamental del universo. En su visión, el entrelazamiento cuántico demuestra la existencia de una unidad subyacente que es tanto inmanente como trascendente: la conciencia misma. A continuación Goswami explica su visión de la trascendencia-inmanencia:
Las tradiciones espirituales siempre están hablando sobre la trascendencia y la inmanencia. La trascendencia es algo que los diccionarios definen como lo que está más allá y lo inmanente es lo terrenal… a veces se asocia lo trascendente con el cielo. ¿Pero qué es un dominio más allá de la realidad? La existencia de esto es debatible para la visión científica. Así que la ciencia y de alguna manera también la religión han interpretado lo trascendente como el espacio exterior. Este debate ha sido más o menos ganado por la ciencia en tanto que no ha encontrado nada espiritual en el espacio. Sin embargo en la física cuántica esto cambia, en la mecánica cuántica desde el principio tenemos la idea de que los objetos son probabilidades, y luego surge la pregunta de qué es lo que decide qué probabilidades aparezcan. Un experimento en 1982 [experimento de la doble rendija de Alain Aspect] mostró que realmente sí existe un dominio más allá del tiempo y el espacio, que puede ser definido como diferente al espacio y el tiempo ¿Qué tan diferente? Pues en el tiempo-espacio la comunicación siempre procede a través de señales, las cuales deben moverse a un límite finito, esto es la velocidad de la luz. Así que la comunicación siempre tarda un cierto tiempo, los objetos están separados uno del otro. Pero en ese dominio que en la física cuántica se llama no-localidad, no hay tiempo para una comunicación, la comunicación es instantánea.
La interpretación de Goswami tiene profundas implicaciones filosóficas y sugiere que la aparente separación entre objetos y eventos es ilusoria, y que existe una unidad fundamental en el nivel más profundo de la realidad. Asimismo, resuelve la antigua dicotomía entre lo trascendente y lo inmanente, proponiendo que ambos aspectos son manifestaciones de la misma realidad fundamental: la conciencia. Y resuelve también el problema del observador en la mecánica cuántica al proponer que la conciencia es tanto el observador como lo observado, eliminando la dualidad sujeto-objeto.
Imagen: Science Images
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