No hace mucho que conozco a Carmen Rangel. La he visto en dos ocasiones y han coincidido con mis dos últimas visitas a Barcelona, en cuyos alrededores vive. Me ha contado su historia, la de una persona connumerosas amalgamas de mercurio en su boca (los llamados empastes dentales “de plata”, por su color, hechos con un 50% de metilmercurio, muy tóxico). Este es un problema que sufren muchas personas sin que en la mayor parte de los casos lo sepan; los empastes que llevan en la boca pueden ser la causa de un montón de síntomas que están advirtiendo sobre una enfermedad, la intoxicación crónica por mercurio o hidrargirismo(quien quiera saber más sobre ello sepa que el libro La salud que viene dediqué un capítulo entero a ello).
“En 2006, la extracción sin protocolo adecuado de siete empastes dentales de amalgama de mercurio me produjo intoxicación mercurial crónica. Como consecuencia de ello, tengo reconocida la Incapacidad Laboral en grado de Absoluta por el Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) por “hipersensibilidad a la química múltiple” (sic)”.
Un conocido toxicólogo, SNX, negó lo que era más que evidente a pesar de todo lo que se le mostraba. Se limitó a mandarle una analítica en sangre y orina, cuando está científicamente demostrado que puede no haber una cantidad importante de mercurio en sangre o no estar excretándose apenas en orina, pero estar acumulado o acumulándose en muchos órganos (riñones, cerebro, hígado vesícula biliar, etc. Los resultados de la Prueba de la Hidrargiria Provocada mostraron altísimos niveles de mercurio y metales pesados acumulados en los riñones. Pero el toxicólogo no reconocería su error.
La intoxicación mercurial crónica de Rangel la reconoció en 2009 un juez pero en la sentencia se culpa a las algas y otros alimentos que tomaba en su tratamiento.
“Tengo que acatar la decisión del juez, aceptar una autoridad o norma legal pero no la comparto. Yo no había empezado el tratamiento quelante -desintoxicante- con algas antes de ver mis altos niveles de mercurio en un primer análisis de sangre. Por tanto, no tomaba entonces algas. En todo caso, una se pregunta si los asiáticos, vegetarianos y tantos otros que suelen cocinar algas frecuentemente en sus comidas, se intoxican por las algas. No parece que sea el caso, pues un estudio realizado recientemente en Japón ha demostrado que la gente vive más tiempo y de forma más saludable en las áreas donde se consumen algas en abundancia. Y los casos de hemorragia cerebral y de hipertensión arterial son realmente raros en estas zonas.
De cualquier forma, sin negar que los productos marinos, por desgracia, tienen cada vez más mercurio, plomo, arsénico, etc, el mercurio proviene de distintas fuentes; no lo ‘fabrica’ el pescado, el marisco, las algas marinas“.
Carmen continúa intoxicada y poco a poco va haciendo tratamientos para “limpiarse”. Mientras se pregunta:
“¿Hasta cuando va a continuar esto impune? ¿Tenemos que ver cómo se deteriora nuestra salud, la de nuestros amigos e incluso hijos por el mercurio y otros tóxicos? ¿Por qué se prohíben los termómetros y tensiómetros de mercurio, las pinturas con mercurio, las gotas oftálmicas con mercurio, la mercromina, pero se sigue permitiendo poner en la boca? Cuando los dentistas retiran las amalgamas de tu boca se considera “residuo altamente tóxico” y el Consejo General de Colegios Oficiales de Odontólogos y Estomatólogos de España aconseja retirarlas con guantes. ¿He de costearme todo el tratamiento, por más que reclamo que se me abone, ya que la segunda opinión de otro toxicólogo público es que continúe con la medicina alternativa porque en la pública no existe tratamiento?”.
Sanidad continúa mirando para otro lado en este problema y es responsable de la decrépita situación médica de los enfermos. La Administración ha de costear a los afectados por mercurio (y por otros tóxicos) los tratamientos privados mientras no los haya públicos. Algunas personas pensarán que no están los tiempos como para que la muy tocada sanidad pública asuma los costes privados de tratamientos pero el asunto puede verse como una inversión y no como un gasto; “si se invierte en nuestros tratamientos, a medio-largo plazo,la mejora de nuestra salud nos convertirá también en personas más rentables para el sistema (con menos bajas laborales, menos ingresos hospitalarios, menos gastos en medicación paliativa, etc,). No caben excusas, pues“.
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