Irán ayuda a Siria ante el temor a que los chiíes pierdan poder

El régimen informa a la prensa local de una supuesta conspiración a favor de los suníes

Irán ayuda a Siria ante el temor a que los chiíes pierdan poder
Washington, Estambul, Teherán, Tel Aviv, Beirut… El desarrollo de los acontecimientos en Siria es seguido de cerca por numerosas cancillerías, según el analista libanés Ali Al-Iman. «Cualquier cambio en Siria tendrá un enorme eco en el resto del mundo árabe y en Irán», apunta. Recientemente, el portavoz de Exteriores de EE.UU., Mark Turner, aseguraba que existe «información creíble de que Irán está ayudando a Siria» a reprimir a los manifestantes y que le proporciona apoyo logístico. Un punto que Teherán y Damasco se apresuraron a desmentir.
Sin embargo, estas declaraciones dan muestran de la preocupación con que la Casa Blanca observa la estrecha relación entre ambos países. «La alianza entre Irán y Siria es claramente mala para los intereses de EE.UU», continúa Al-Iman, quien advierte de las consecuencias de un empeoramiento de la situación en Siria para el régimen chií de Irán: «Damasco hace de puente entre Hizbolá, Hamás y Teherán. La destrucción de ese puente mermaría la influencia iraní en Oriente Próximo y fortalecería los planes de EE.UU.».

Teherán mantiene sus asuntos con países del Golfo

Además de los problemas que podría suponerle un cambio en el escenario político sirio, Teherán ya mantiene los suyos propios con los países del Golfo. Éstos, durante la celebración esta semana de su Consejo de Cooperación, mostraron su «rechazo a la injerencia iraní en los asuntos del Golfo», como consecuencia del apoyo iraní a los manifestantes de Bahréin, una mayoría chií contraria a sus autoridades suníes. Y al desplante del Golfo le siguió la reacción iraní: «EE.UU. busca crear tensiones entre Irán y los árabes, entre suníes y chiíes», dijo el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad.

En este sentido, según ha podido saber ABC, las autoridades sirias han informado a los directores de la prensa local de que «la magnificación de los disturbios en el país forman parte de una conspiración para dar el poder a los suníes», según explica un periodista local. «Aquí existen dos frentes: uno, el que representan Siria y Teherán, gobernadas por élites chiíes, y, por otra parte, EE.UU. y sus aliados del Golfo», añade la misma fuente.

¿E Israel?

El presidente israelí, Simon Peres, reconoció seguir con preocupación el desarrollo de la revuelta siria. Más vale malo conocido que bueno por conocer. «A pesar de la oposición de Siria a las políticas norteamericanas e israelíes, también mantiene un equilibrio su nacionalismo y la esperanza de un acuerdo de paz con Israel», indica Al-Amin. Y es que, a pesar de que Siria es acusada de armar a Hizbolá y dar cobijo a miembros de Hamás, las fronteras con Israel no han sufrido ningún altercado desde 1974, tras el fin de la Guerra de Yom Kippur.

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