El Principio de la Sincronicidad

sincronicidad

La definición clásica de sincronicidad es “aquella experiencia de dos o más eventos que están transcurriendo aparentemente sin relación causal, siendo algo significativo sólo para el sujeto que lo experimenta”

¿MAGIA O CIENCIA?

Los cientificos también han estudiado la sincronicidad,

Sincronicidad es un término acuñado por Carl Gustav Jung para describir la coincidencia significativa de dos o más sucesos cuyo contenido sea similar o igual y relacionados entre sí de una manera no causal. Dicho con otras palabras, se trata de una coincidencia tan grande que no podemos creer que sea producto de una mera casualidad o al menos intuimos que esa casualidad tiene un significado profundo que desconocemos, como si detrás de esas coincidencias se escondiera un mensaje oculto que no llegamos a desvelar. Por este motivo Jung también las llamó «casualidades signicativas». Es, por ejemplo, ir pensando en una persona determinada por alguna circunstancia y de repente encontrarnos con ella de cara.

“Lo que no hacemos consciente se manifiesta en nuestra vida como destino.”

(Carl Jung)

La vida está llena de momentos casuales que hacen que la vida sea el mayor de los misterios. Desde un punto de vista espiritual podemos comprender las ¨sincronicidades¨ ya que es donde se articula un puente desde nuestro microcosmos hasta el macrocosmos Las coincidencias son signos del espíritu universal golpeando a nuestra puerta. Las personas que no son espirituales le llaman “suerte” pero realmente no hay nada que sea azar.

“Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba” dice el principio de correspondencia de El Kybalion.

Todos hemos oído alguna vez el axioma hermético conocido en el antiguo Egipto como Principio de Correspondencia que enuncia la verdad de cómo arriba es abajo, abajo es arriba”.

Con esta máxima se establece que hay una armonía entre el plano físico, el plano mental y el plano espiritual. Básicamente, esta máxima significa que todo, todos los planos de existencia, están conectados y en correspondencia. El macrocosmos se encuentra en el microcosmos y viceversa: los sistemas solares, las sociedades y la vida en la Tierra reflejan lo mismo.

El principio de correspondencia de El Kybalion afirma que siempre hay una correspondencia entre los plano del ser y la vida. Nos da una clara señal de que estamos conectados con el Todo, el Campo Unificado o aquel orden implicado más allá de la realidad proyectada que muchos llaman la matrix. Así, muchos intuimos que existe una realidad subjetiva que se muestra a trasluz en determinados estados de conciencia, que en la mayoría de las ocasiones aceptamos como casualidades sin sentido.

El mismo Jung observó que algunos pacientes que avanzaban en el proceso ¨alquímico¨ de su Psicología Analítica (hacia la individuación del ser) en muchos casos experimentaban esto… ya es muy famosa la anécdota relatada por Jung y escarabajo dorado que caminaba en la ventana, mientras su paciente le relata un sueño con un escarabajo! Esto lo llevó a delinear una teoría de alineación de las fuerzas universales y las experiencias existenciales de ciertos individuos.

Carl Gustav Jung: El Escarabajo Dorado 

C. G. Jung postula que las explicaciones de los primitivos mitos tenían en cuenta la causalidad, pero esta causalidad era mágica y no pensada a partir de una cadena de acontecimientos como la nuestra.

Ya desde el origen de la Historia conocida surgen diversos mitos que intentan explicar quién hace llover, por qué llueve, por qué el Sol nace dando origen a la luz, por qué la Luna lo sustituye dando origen a la noche, etc. Sus explicaciones volvían siempre a un Dios o a una especie de entidad que, de manera sobrenatural, hacía que algo aconteciera en el mundo fenoménico que habitaban. Para que se tenga una idea en cuanto a la vieja estructura mental que buscaba una explicación a los hechos desconocidos, basta que el lector vea cómo el anochecer y el amanecer son descritos en el libro egipcio Am-Triat, en que es relatado cómo el dios Sol muerto se transforma en Khepera o escarabajo en la décima estación, y cómo, en la duodécima, sube en una barca que lo transportará rejuvenecido a un nuevo amanecer.

«Somos como islas en el mar, separadas de la superficie pero conectadas en la profundidad»

-William James-

El hombre es un microcosmos que encierra todo el universo en su interior, es como un espejo viviente del universo donde las mentes son imágenes de la divinidad capaces de conocer el sistema del universo e imitando los modelos que se producen en él. La sincronicidad nos pone en contacto con el conocimiento inconsciente, y no es un conocimiento consciente tal y como lo concebimos, es más bien un conocimiento previo inconsciente que siempre va por delante y que se conecta con lo que Jung llamó el inconsciente colectivo.

En su libro “sincronicidad”, Jung expone que para la mente primitiva la sincronicidad era un hecho evidente, ningún suceso o acontecimiento se le podía achacar a la casualidad, ya que todo tiene, de alguna manera, una influencia mágica. Jung definió el “pensamiento mágico” como una manifestación primitiva de nuestra idea de la casualidad. Jung teorizó sobre la casualidad constatando que nada se le escapa al inconsciente, y que todos los sucesos tienen una explicación que rebasa nuestro consciente entrando en la esfera de nuestro inconsciente, ya que el azar no existe como tal, y todo lo exterior tiene su explicación en lo interior. El mundo continuamente nos manda mensajes pero no somos capaces conscientemente de darles una explicación, y cuanto más vivimos en nuestro inconsciente más difícil es darle explicación a nuestros sucesos externos.

La sincronía se presenta, en efecto, como la mediación o puente entre “mente y materia”, el mundo de la objetividad y de la subjetividad, la física y la psicología y en el límite, la ciencia y la paraciencia (pues la sincronía proporciona al parecer un modelo de explicación no causal para las técnicas adivinatorias e intuitivas, tales como la astrología o el I Ching.) Detrás de este planteamiento estaría una concepción cosmista en la que prevalece la idea de una “danza que conecta todas las cosas” de un modo no causal.

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Carta astral (Horóscopo).

Los precursores de la idea de sincronicidad

A tal efecto inicia Jung un recorrido histórico que se inicia en oriente y continua paralelamente en occidente, hasta que a lo largo del siglo XVIII se convirtió la causalidad en el principio exclusivo de las ciencias naturales.

Filosofía china: el Tao o sentido, Lao-Tsé: Tao Te King. Ch´uang-Tsé. La nada que ordena el mundo sensorial, concepción taoísta de la totalidad, teoría filosófico-natural medieval de la correspondentia, la simpatía de todas las cosas.17​18​

Filón de Alejandría: el hombre como microcosmos que contiene las imágenes de las naturalezas de las estrellas.

Teofrasto: lo suprasensorial y sensorial unidos por la divinidad.

Plotino: almas individuales procedentes de una única alma universal.

Pico della Mirandolla: el hombre como vínculo y unión de tres mundos: supracelestial, celestial y sublunar.

Agrippa de Nettesheim: «Omnia plena diis esse»: todo está lleno de dioses. El alma del mundo como espíritu que todo lo penetra.
Agrippa influirá en Teofrasto Paracelso en su concepción de la correspondencia entre macrocosmos y microcosmos y en su necesaria apreciación tanto en el filósofo como sobre todo en el médico.

Johann Kepler cita a Aristóteles: el mundo inferior unido al cielo, sus fuerzas gobernadas desde arriba. Correspondencia fundamentada en la tierra, animada por el anima telluris.

Leibniz: armonía preestablecida o sincronismo absoluto entre sucesos psíquicos y físicos (mónadas).

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La evolución del triángulo de Sierpinski

COSMOLOGIA  Y EL  PRINCIPIO DE LA SINCRONICIDAD

La Magia Cósmica se  basa en el Principio de la Sincronicidad , la base de la moderna LEY DE ATRACCIÓN.

«No existe la casualidad, y lo que se nos presenta como azar surge de las fuentes más profundas»

-Friedrich Schiller-

Magia significa Poder. La Magia Natural es la  sabiduría empírica que desconoce el “como” de los resultados obtenidos. La ciencia explica el “como”.

No todo lo que ocurre puede ser explicado con una serie de causas y efectos. Hay conexiones de sucesos que no son fáciles de explicar. La casualidad es, sin duda alguna, una faceta de la ciencia que ha servido de fuente de preocupación a diversos pensadores a lo largo de los siglos.

La naturaleza nos muestra sincronicidades todo el tiempo.

«Preguntas cuál es el principio de todo esto:

Y es esto…

La existencia que se multiplicó por sí misma

Por el puro deleite de ser

Y se proyectó en trillones de seres

Para que pudiera encontrarse a sí misma

Innumerablemente».

Sri Aurobindo

Un ejemplo de sincronía son las bandadas de aves, que logran en vuelo formaciones asombrosas girando y cambiando de forma como si fueran un único organismo. Igual que los cardúmenes. El ritmo de las mareas del mar, el movimiento de los planetas en el vasto universo, las estaciones del año, el día y la noche. Son los ritmos de la inteligencia del universo.

Piensa en las bandadas de pájaros. Cada pájaro obedece reglas muy simples. Pero el grupo en su conjunto hace cosas increíblemente complicadas, como evitar obstáculos y navegar por el planeta sin un solo líder o incluso un plan consciente. Es imposible predecir cómo se comportará. Nunca repite exactamente lo que hace, incluso en circunstancias aparentemente idénticas.

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Pajaros volando en forma de pajaro gigante. Foto tomadas por el fotógrafo alemán Daniel Biber en la Costa Brava

TODOS LOS PÁJAROS SON UN SOLO PÁJARO

El vuelo sincronizado de una parvada de estorninos es uno de los espectáculos de la naturaleza que parece decirnos que los miembros de una especie están conectados por un campo de autoorganización que, al menos por momentos, nos permite  pensar que se trata de una unidad transpersonal.

He pasado muchas sesiones de meditación contemplativa  viendo el espectacular vuelo de bandadas de estorninos sombreando con sus dibujos, la hora dorada del atardecer. Estas aves que rozan el agua y se lanzan sobre el cielo en violentas, aunque milimétricas, aerobacias. Evocan un lenguaje hermético, una ornitomancia, cuyo sentido y explicación científica nos elude. Pero esta relación entre el vuelo coordinado de los estorninos y el lenguaje (y el enigma) es evidenciada por el nombre que tradicionalmente recibe su vuelo: “una murmuración”, un susurro del ángelus o del corazón secreto del cielo.

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Thoth, en una de sus formas como un hombre con cabeza de ibis

El vuelo de otra ave, el ibis, míticamente dio origen al lenguaje escrito, al ser imitado por Thoth, el dios egipcio, renacido como el dios griego Hermes Trimegristo, el autor del Kybalion. Hermes, el dios griego de la comunicación interpretativa, se combinó con Thoth, el dios egipcio de la sabiduría

El Simurg es un pájaro inmortal que anida en las ramas del Árbol de la Ciencia; Burton lo equipara con el águila escandinava que, según la Edda Menor, tiene conocimiento de muchas cosas y anida en las ramas del Árbol Cósmico, que se llama Yggdrasill.

 Firdusi, en el Libro de reyes, que recopila y versifica antiguas leyende del Irán, lo hace padre adoptivo de Zal, padre del héroe del poema; Farid al-Din Attar, en el siglo XIII lo eleva a símbolo o imagen de la divinidad. Esto sucede en el Mantiq al-Tayr (Coloquio de los Pájaros). El argumento de esta alegoría, que integran unos cuatro mil quinientos dísticos, es curioso.

“El remoto rey de los pájaros, el Simurg, deja caer en el centro de China una pluma espléndida; los pájaros deciden buscarlo, hartos de su presente anarquía. Saben que el nombre de su rey quiere decir “Treinta Pájaros”, saben que su alcázar está en el Kaf, la montaña o cordillera circular que rodea la tierra. Al principio, algunos pájaros se acobardan: el ruiseñor alega su amor por la rosa; el loro la belleza que es la razón de que viva enjaulado; la perdiz no puede prescindir de las sierras; ni la garza de los pantanos; ni la lechuza de las ruinas. Acometen al fin la desesperada aventura; superan siete valles o mares, el nombre del penúltimo es Vértigo, el último se llama Aniquilación. Muchos peregrinos desertan; otros mueren en la travesía. Treinta, purificados por sus trabajos, pisan la montaña del Simurg. Lo contemplan al fin: perciben que ellos son el Simurg y que el Simurg es cada uno de ellos y todos ellos”.

Jorge Luis Borges

El ser humano, desde el momento en que se entendió como tal, siempre buscó explicar la realidad que lo circundaba. Esta realidad, muchas veces, le parecía caótica. Siendo así, buscó medios con que poder dar un encadenamiento lógico a los sucesos naturales que se le presentaban a la vista. Así, se empeñó en conocer el mundo y la naturaleza en sus diversos aspectos.

Sea como sea, es sabido que los seres humanos somos propensos a un impulso de reconocimiento de patrones que es, incluso, capaz de verlos donde no existen, por ejemplo en los casos en que la dopamina en el cerebro se encuentra elevada, circunstancia que nos hace propensos al pensamiento mágico y a creer en la buena fortuna. De hecho, ciertos estudios han demostrado que el estrés y los eventos de particular significado emocional nos acercan al pensamiento mágico. Sin embargo, también han probado que el extremo escéptico de ese espectro tampoco es nada saludable: la carencia de capacidad para el pensamiento mágico está, entre otras cosas, ligada a la anhedonia, la incapacidad de experimentar placer.

La ciencia explica y predice.

Los científicos trabajan en dar explicaciones a los fenómenos que ocurren en la naturaleza. Para ello tienen que usar las observaciones de los fenómenos y mediante las teorías tratan de dar sentido a estas observaciones, es decir darles una explicación. Sin embargo no sólo debe explicar, debe también de predecir. Hay muchos fenómenos en los que la predicción es muy evidente como en muchos casos de las ciencias atmosféricas.

De acuerdo con estos patrones de pensamiento, para que algo sea considerado real, debe ser primeramente observable y controlable. Después se intentará delimitar cuál es el fenómeno que lo antecede o provoca. Si no es posible encontrar alguna relación entre el hecho en cuestión y un antecedente cualquiera que pueda haberlo causado, este hecho no es considerado, es decir, los científicos lo dejan de lado bajo pretexto de que no encontraron relación causal alguna del hecho en cuestión.

¿CASUAL O CAUSAL? HE AHÍ EL DILEMA 

La ciencia llegó a atribuir al azar ciertas situaciones en las cuales no encontraba relación causal. 

La Matemática del caos nos muestra que lo que parece el azar es de hecho caótico y tiene un “orden” superior que sólo puede ser percibido desde una perspectiva muy grande. El caos da lugar a la realidad misma. También podría dar lugar a la tendencia de la materia y la inteligencia de crecer y aumentar.

Otros científicos de la talla de Pauli y Bohm quien propone que existe un “Orden implicado y explicado” fuera de nuestro espacio-tiempo, ambos han contribuido a comprender como la conciencia ¨despierta¨ establece un puente o conexión hacia una experiencia trascendente que la ciencia recién está recién comenzando a comprender y valorar.

«No existe la casualidad, y lo que se nos presenta como azar surge de las fuentes más profundas»

-Friedrich Schiller-

Pensamos en alguna persona y nos llama por teléfono, necesitamos alguna cosa y alguien nos lo regala, queremos ver una película y descubrimos que la van a proyectar en el canal que estamos viendo. Esto, que parece mágico, no es mágico es una propiedad del campo que está a nuestra disposición si estamos debidamente conectados.

Conocer el mecanismo para lograr que esto ocurra nos permitirá transformar este fenómeno en un hecho voluntario y así poder provocarlo conscientemente.
Si uno inicia un sendero espiritual pierde la amargura, las preocupaciones y las penas. La seriedad se convierte en alegría y el egoísmo en la necesidad de compartir.
Al experimentar estas sensaciones, al mismo tiempo se acelera la sincronicidad, es decir, entre la intención y el cumplimiento los tiempos se acortan.

Pero entonces diríais ¿y porque no vivimos permanentementeen ese estado idílico en el que todo se resuelve, en el que la información fluye, en el que si fuera verdad seríamos como pequeños dioses creando lo que se nos antojara?. Pues siempre depende de que en la mente haya mensajes positivos, y emociones bondadosas en el corazón, normalmente experimentamos desde la idea preconcebida y decidimos luego que sentir por ella, emitimos un juicio antes de que la realidad se presente y hace que no veamos lo que es sino lo que queremos ver, y la magia se desvanece bajo el peso de la razón sin sentimiento, por el miedo a lo desconocido. El miedo y la duda corta el flujo instantáneamente.

El universo es un entramado de energías que en su conjunto se mueve hacia un destino. Esta visión global del universo es lo que da paso a la elaboración de la teoría de la sincronicidad , que dice que todas las partes están conectadas entre sí. Por lo tanto constantemente el universo está “hablando” y lo que vivimos no está desconectado de lo que sucede afuera.

Cada elemento, cada parte forma parte de un todo, y nosotros al formar parte de ese todo estamos conectados al resto, por lo que si estamos despiertos y atentos podremos descubrir muchos mensajes que vienen de la mano de esa sincronicidad.

Esta teoría se transforma en practica cuando una persona comienza un camino evolutivo o quiere ver un poco más allá de lo que sucede “realmente” en su entorno. Es por eso que quienes tienen el don de la clarividencia utilizan oraculos  como el  I Ching o las runas  que basan su poder  en la ley  de la sincronicidad y los utilizan en forma cotidiana, tanto para saber lo que va a suceder como para interpretar los mensajes del universo.

Si consiguiésemos comprender de antemano las posibles consecuencias de una determinada idea, palabra, hecho o actitud, algunos podrían creer que están adivinando el futuro, aunque realmente, se trataría de una simple previsión, resultado de la comprensión de la relación que existe entre los acontecimientos y que Carl Gustav Jung describió como “sincronicidad”

 Es curiosa la afirmación de Albert Einstein cuando dijo:

La sincronicidad es la manera de Dios de permanecer en el anonimato,

Si bien la “física cuántica”, “la teoría del caos”, el “efecto mariposa” y “la teoría de la sincronicidad” son descubrimientos científicos llevados a cabo en Occidente a lo largo del siglo XX, lo cierto es que no tienen nada de nuevo. En Oriente se llegó a esta misma conclusión alrededor del siglo V antes de Cristo. Según los historiadores, por aquel entonces se popularizó “la ley del karma”, también conocida como “la ley de causa y efecto”

“Cada uno recoge lo que siembra.”

(Buda)

Por más que nos cueste de ver, se recoge lo que se siembra, solo es cuestión de tiempo que todo se sincronice. 

https://santuariodelalba.wordpress.com/2019/12/14/el-principio-de-la-sincronicidad/

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