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MANIPULACIÓN EXTRATERRESTRE EN LA HISTORIA SECRETA DEL CRISTIANISMO. LOS COMPETIDORES.1ª PARTE

Si hay una historia más distorsionada, es la historia de las religiones.

El cristianismo ha sido especialmente una religión, que ha sufrido los “ajustes” continuos, debido al enorme poder que durante más de 2000 años ha tenido en el mundo.

Uno de los aspectos más desconocidos,  se sitúa precisamente en los tiempos de Jesús.

Nos situamos en Judea, Jesús tiene cada vez más seguidores. El imperio romano domina la región y el mundo. Judea es un estado incómodo para roma, los judíos no aceptan la ocupación y se espera la llegada del mesías para que libere la región.

Pero además de Jesús existen otros hombres, con más fama, con más discípulos, que también predican en la región. Ellos son los competidores de Jesús.

Apolonio de Tiana, el otro Jesucristo.-

Fue un hombre famoso en su tiempo en todo Oriente, promulgó la paz entre los hombres, tuvo un gran número de seguidores, realizó milagros inexplicables desde la razón, luchó contra los poderosos que oprimían al pueblo, curó enfermos y devolvió la vida a los muertos.

Finalmente, fue juzgado por un tribunal romano y nada se sabe de su cadáver.

El protagonista de estos hechos podría perfectamente ser Jesucristo, base fundamental de algunas de las religiones más importantes del planeta.

Sin embargo, la persona que se corresponde a lo anteriormente citado es Apolonio de Tiana, un misterioso personaje cuya vida es tan apasionante como desconocida es su figura en la actualidad.

Apolonio nació en Tiana el año 4 a.C., en la región de la Capadocia turca.

Su nacimiento es extraño, como el de Jesús.

Su madre tuvo un sueño durante el cual quedó embarazada de él.

Fue discípulo de Pitágoras, era vegetariano, iba siempre descalzo, fue atraído por el ascetismo y durante 15 años no pronunció una sola palabra.

Cuando murió su padre donó toda su herencia, mostrando su rechazo a los bienes materiales.

Recorrió buena parte de oriente y el mediterráneo.

En Éfeso acabó con una plaga, en Corinto realizó exorcismos, más tarde se dice que profetizó el futuro de los emperadores en Babilonia; y en Roma resucitó a una mujer muerta. Más tarde viajó a Egipto, Etiopía… siempre rodeado de sus numerosos seguidores.

Tuvo una vida muy similar a la de Jesucristo, como hombre capaz de mover masas que le seguían dirigidas por su fe en él como salvador.

Finalmente en Italia fue detenido acusado de conspirar contra el emperador Domiciano y de cometer sacrilegio.

Le ofrecieron proclamarse culpable pero no accedió por no creerse culpable de tal delito.

Cuando lo condenaron dijo lo siguiente: ‘no podéis detener a mi alma, ni siquiera a mi cuerpo’. Y allí mismo, ante el tribunal romano, se desvaneció, desapareciendo antes los ojos de los aturdidos miembros del tribunal.

Después de la inexplicable huida de Roma, su pista reaparece en Dicearquia y más tarde en Creta, lugar donde falleció. Tras su muerte se apareció a un joven que tiempo atrás no creyó en sus palabras sobre la inmortalidad del alma. Nunca se ha encontrado su cuerpo.

Apolonio de Tiana

Biografía. Célebre filósofo místico: N. en Tiana, pequeña aldea de la Capadocia, tres o cuatro años antes de J. C.; M. en Efeso hacia el año 97, reinando Nerón.

Pretendía descender de los antiguos fundadores de Tiana y llevado a la edad de catorce años a estudiar con Eutidemo, profesor de retórica en Tarso, sintió tal disgusto al ver la relajación de costumbres de aquella ciudad, que consiguió de su padre le permitiera trasladarse a un pueblo vecino.

A ejemplo de Pitágoras, cuyas doctrinas había abrazado, sólo se alimentaba de legumbres, se abstenía del vino y de las mujeres, daba sus bienes a los pobres y vivía en los templos.

Su género de vida y su lenguaje sentencioso y oscuro, hicieron tal impresión en el vulgo que no tardó en verse rodeado de numerosos discípulos. Los artesanos abandonaban sus talleres; las ciudades le enviaban embajadores; los árabes cantaban sus alabanzas y se dice que se hizo admirar de los brahmanes de la India, de los magos de la Persia y de los sacerdotes del Egipto. En Hierápolis, ciudad de la Siria situada en el lugar en que estuvo la antigua Nínive, en Efeso, en Esmirna, en Atenas, en Corinto y en otras grandes poblaciones de la Grecia, Apolonio apareció como preceptor del género humano, visitando los templos, corrigiendo las costumbres y predicando la reforma de todos los abusos.

Quiso ser admitido en los misterios de Eleusis, pero tratado de mago se le prohibió la entrada en ellos, interdicto que no se le levantó hasta los últimos días de su vida. En Roma, a donde según su expresión había ido para ver qué especie de animal era un tirano, condenó el uso de los baños y hasta se dice que hizo milagros.

Al pasar por delante de él el féretro que conducía a una doncella perteneciente a una familia consular, se acercó a ella, pronunció algunas palabras místicas y la doncella, a quien se creía muerta, se levantó y se fue por su pie a casa de sus padres. Éstos le ofrecieron una crecida suma, pero él la aceptó sólo para dársela como dote a la doncella. Un día, la multitud aterrada presenciaba un eclipse de sol acompañado de una fuerte tormenta.

Apolonio miró al cielo y dijo en tono profético: «Algo grande sucederá y no sucederá». Tres días después cayó un rayo en el palacio de Nerón y derribó la copa que el Emperador se llevaba a los labios. El pueblo creyó ver en aquel incidente el cumplimiento de la profecía de Apolonio.

Vespasiano, que le había conocido en Alejandría, le miraba como hombre divino y le pedía consejo, que el filósofo le daba con la misma libertad que había usado ya en muchas ocasiones. Habiendo cantado un día Nerón en un teatro en los juegos públicos, Tigelino preguntó a Apolonio qué pensaba del Emperador: «Le hago mucho más favor que tú, respondió el filósofo; tú le crees digno de cantar; yo de callarse». El rey de Babilonia le pedía un medio de reinar con tranquilidad. Apolonio se limitó a contestarle: «Ten muchos amigos y pocos confidentes».

Sorprendido un esclavo con la concubina del mismo rey, el príncipe preguntó a Apolonio cómo castigaría al culpable. «Dejándole la vida», contestó el filósofo. Y como el rey se mostraba sorprendido, añadió: «Si vive, su amor será el mayor de los suplicios».

En el reinado de Domiciano, Apolonio fue acusado de magia, encerrado en un calabozo, después de haberle hecho cortar el pelo y las barbas, y allí cargado de grillos y cadenas. Desterrado después por el mismo Emperador, murió al poco tiempo, lo cual no fue obstáculo para que a su muerte se le erigieran estatuas y se le hicieran honores divinos. Efeso, Rodas y la isla de Creta pretenden poseer su tumba, y Tiana, que le dedicó un templo, obtuvo en memoria suya el título de ciudad sagrada, lo que le daba el derecho de elegir magistrados.

Lampridio asegura que el emperador Alejandro Severo tenía en su oratorio entre los retratos de Cristo, Abraham y Orfeo, el de Apolonio, y Vopisco (Vida de Aurelio), que hace de él grandes elogios, dice que debe honrársele como ser superior a la humanidad, y promete, si el tiempo no le falta, escribir la vida del hombre que hizo cosas que sobrepujan el límite de las facultades humanas.

Hasta el siglo V, la reputación de Apolonio se mantuvo viva aun entre los cristianos. Prueba de ello es que León, ministro del rey de los visigodos, invitó a Sidonio Apolinar, obispo de Auvernia, a que le tradujera la vida del filósofo escrita por Philostrato. El obispo escogió el ejemplar más correcto y sobre él hizo su traducción que remitió al ministro con una carta en que ensalza las virtudes del filósofo; diciendo que sólo le faltaba para ser perfecto haber sido cristiano.

A lo que parece, a lo que debe su descrédito es a sus mismos discípulos que, queriendo realzar su mérito, le han presentado como un impostor atribuyéndole milagros y profecías que le colocan a la altura de los embaucadores vulgares. La vida que posteriormente escribió Philostrato está tomada de otra debida a uno de los compañeros de Apolonio, llamado Damis. De sus escritos auténticos el único que nos queda es la Apología, conservada por Philostrato (VII, 7).

Una vez vista la vida de este personaje se diría que al igual que Jesús, estaba tocado por la “divinidad”.

Sus milagros, su nacimiento, sus desapariciones su capacidad para atraer a las masas, lo convierten en un candidato serio para convertirse en un líder espiritual que dirija al pueblo.

Se dice que su error fue dedicarse sobre todo a las clases más altas. Sus seguidores eran acomodados al contrario que Jesús cuyos seguidores eran sobre todo los humildes.

Simón el Mago, gran rival de Cristo

¡Pobre Simón el Mago! Contemporáneo de Cristo, sin duda fue su mas poderoso rival. ¿No lo convirtió la literatura cristiana de los primeros siglos en una especie de monstruo anticristo, de fundador histórico de la gnosis de nombre mentiroso según la expresión de Ireneo de Lyon.

Simón se diferencia netamente de los otros pseudomesías de la época. Hoy se sabe, sobre todo a través de sus detractores, que Simón el Mago fue el «padre de la gnosis». Se le debe la elaboración de uno de los primeros sistemas gnósticos. En «Les Gnostiques», Madeleine Scopello define claramente la gnosis como «un don divino reservado a unos elegidos, que les permite unirse a Dios o, más aun, reintegrarlo» Simón defiende a menudo la tesis según la cual existe detrás del Dios creador otro Dios oculto, que se asemeja a la Deidad de la que habla Maestro Eckhart. Por eso polemizó larga y violentamente con los primeros cristianos, sobre todo con Pedro.

El otro rasgo distintivo de Simón es su carácter de mago. Al igual que Jesús, obra numerosos milagros públicos y maravilla a las masas. También es capaz de mostrarse aterrador. Sus prodigios causan miedo: entra en las ciudades rodeado de espectros, hace caminar a las estatuas, etc. Desgraciadamente, la mayoría de las fuentes sobre este Mesías herético proceden de sus adversarios cristianos. Por consiguiente, resulta muy difícil distinguir la verdad de la leyenda, ya que autores como Ireneo de Lyon o Clemente de Alejandría lo presentan siempre como un ser pérfido deshonesto y, forzosamente, peligroso.
He aquí en cualquier caso un posible resumen de la vida alucinante de Simón el Mago.

Nuestro hombre nace en Gitta, en Samaria, aproximadamente en la misma época que Cristo. Es samaritano. Pertenece, pues, a una entidad religiosa muy concreta que todavía hoy sobrevive en Israel. La doctrina samaritana se asemeja muchisimo al judaísmo. Incluso puede ser considerada una rama disidente, aun cuando los samaritanos se refieren estrictamente al Pentateuco. Se trata de un puro monoteísmo, despropósito de toda influencia gnóstica.
En tales condiciones, Simón no puede ser considerado en absoluto el Mesías esperado por los samaritanos, el Taheb. No se sitúa en la ortodoxia samaritana. Nuestro hombre descubre en seguida en si mismo una naturaleza divina. Se declara el verdadero Cristo y acaba por considerarse la emanación directa de Dios en la tierra.

Predicador itinerante, recorre el mundo mediterráneo en compañía de una soberbia prostituta llamada Helena, a la que ha comprado en un burdel de Alejandría. Para sus discípulos, ¡Helena es la encarnación del pensamiento divino! Allí por donde pasa, Simón obra los milagros más asombrosos. En sus Homilías, donde la emprende violentamente contra «el herético», Clemente de Alejandría cita el curioso testimonio de un tal Aquila. «Simón hace caminar a las estatuas; se revuelca sobre el fuego sin quemarse; a veces incluso vuela; convierte las piedras en pan; se metamorfosea en serpiente o en cabra y aparece con dos caras; se transforma en oro; abre puertas cerradas con llave; rompe el hierro; en los festines, hace aparecer fantasmas dotados de las formas más diversas; obedeciendo sus ordenes, los muebles de una casa se presentan por si solos para el servicio, sin que se pueda ver quien los pone en movimiento». Clemente expresa evidentemente su asombro ante semejante relato, y añade: «Pero Aquila y Niceto me aseguraron haber visto con sus propios ojos muchisimos prodigios de esta clase».

Aquí nos encontramos ante uno de los mayores misterios del mesianismo. A lo largo de la historia se ve a presuntos Mesías obrar milagros públicos. Tomemos el caso de Simón. La autenticidad de los prodigios se encuentra avalada por dos de sus feroces adversarios cristianos: Niceto y Aquila. ¡Dos discípulos de Cristo reconocen que aquel al que tienen por un impostor realiza a veces los mismos milagros que su Dios! Es realmente extraño.
En realidad, Clemente y los demás cristianos no niegan los prodigios de Simón, sino que los atribuyen a la magia e insisten constantemente en su aspecto negativo. Es preciso decir que el mago samaritano adopta en ocasiones aspecto de brujo, tal como atestigua Berenice, hija de la cananea Justa, que reside en Tiro, en Fenicia: «Pero escuchad ahora los otros hechos que conciernen al propio Simón y que tal vez ignoráis. Todos los días hace que aparezcan en plena plaza publica espectros y fantasmas, llenando así de estupor a toda la ciudad. A su paso, las estatuas se ponen en movimiento. Va precedido de una multitud de sombras que según él son almas de muertos. Varios hombres se esforzaron en convencerlo de impostura, pero él logró atraerlos en su favor. Luego, algun tiempo después, con el pretexto de ofrecerles un festín, inmoló un buey y, habiéndolos recibido en su mesa, los castigó con diversas enfermedades y los entregó a unos demonios. En resumen, causando daño a muchas personas, se hace pasar un Dios. Y no solo es temido; también es colmado de honores».

En la historia de Berenice seguramente hay una parte de propaganda y de exageración. Pero, pese a todo, la duda puede subsistir: ¿Seduce Simón a los pueblos o los aterroriza? Un día afirma poder crear con sus manos un ser vivo, a semejanza del Creador. Le bastaría poseer el alma de un niño. ¡Mas bien inquietante! No obstante, el sombrío mago no ha abandonado la luz. Ha mantenido una larga polémica con los cristianos. Incluso un día solicita incorporarse a las filas de Cristo. Pero, según los Hechos de los Apóstoles (8, 9-25), Simón trata de sobornar a Pedro para obtener el poder de imponer las manos. Esta indignidad se hizo celebre. Incluso se incorporo al lenguaje corriente de la teología con el nombre de «simonía». Realmente, para la Iglesia católica Simón es el adversario, un autentico Anticristo

Su muerte continua siendo un enigma, al igual que su vida, que constantemente va entre mito y realidad. Nos han llegado dos contradictorias.
Según la primera, Simón habría muerto en Roma durante una violenta discusión con el apóstol Pedro. Le habría asegurado a este ser capaz de volar por los aires. Para demostrar sus palabras, este efectivamente lo habría hecho. Pero, al implorarle Pedro de inmediato al Señor, Simón se habría estrellado ante los ojos de la multitud.
La segunda es todavía más simbólica. Durante un debate con los apóstoles (¡otra vez!), Simón habría afirmado que, si se le enterraba vivo, resucitaría al cabo de tres días, a semejanza de su rival Jesús. Pero el excesivamente presuntuoso mago habría sucumbido en su tumba bajo tierra.

Cualquiera que sea el fin real de Simón el Mago, no es en absoluto comparable a la muerte «mediatica» que le hizo sufrir la Iglesia en sus primeros días. Este rival de Cristo no cuenta en la actualidad con ningún discípulo. De sus tesis, no nos quedan más que exposiciones hostiles.
De este modo paga, desde hace dos mil años, su concepción herética del mundo, según la cual «aquel que viene de Dios es Dios»

De nuevo nos encontramos ante un personaje singular. La magia, reconocida por sus enemigos, es real. Sus prodigios le sitúan como tocado por dios, pretende deslumbrar a la gente con sus prodigios. Quiere que la sola visión de sus poderes  sea suficiente para que todos le sigan.

Esto sin duda bastaba en la antigüedad, pero en la Judea del año 30 d. C. y ante los competidores que predicaban sin cesar y aspiraban al puesto de Mesías, ya no bastaban los trucos de magia o tecnologías divinas, ahora el mensaje, la oratoria, el sentido de la vida. De dónde venimos, a donde vamos, cual es nuestra misión sobre la Tierra. Los hombres buscan en la religión estas respuestas.


SIMON BAR KOJBA

Se esperaba la llegada de un guerrero, de un libertador, Jesús había muerto y resucitado, pero los romanos seguían en Judea.

Simón Bar Kojba es descendiente de David, desde el principio sus palabras fueron contra roma.

Dijo que era el mesías, el hijo de Dios y para demostrarlo, expulsaría a los romanos de la sagrada tierra de Jerusalén.

Quiso que los seguidores de Jesús y de los otros profetas, le siguiesen a él.

Organizó un ejército y una estrategia eficaz y logró expulsar a los romanos y liberar Judea.

Está claro que Simón Bar Kojba no era un profeta, sino un líder militar y político que aprovechó la religión para los intereses políticos.

Está claro que a partir de él, roma se tomó muy en serio, la región. Había que encontrar la forma de pacificar la zona, había que encontrar otra vía que la militar. La ideológica, la religiosa, había que encontrar una religión de conveniencia.

Hay mucha incertidumbre acerca de la causa inmediata de esa revuelta, pues de ella sólo poseemos documentación esparsa y no-contemporánea (Dion Cássio [1] y Eusébio) [2], además de algunos descubrimientos arqueológicas en las cuevas de los desiertos de la Judéia.

Lo que se sabe es que ella ocurrió después del viaje del emperador Adriano por Oriente, entre los años 130 y 131, ocasión en que él dejó claro su propósito de revitalizar el Helenismo mientras esteio cultural del Imperio Romano, en aquella región. Entre sus planes estaba la reconstrucción de Jerusalén como una ciudad helenística y donde, sobre el monte del templo de IHVH sería erguido un santuario dedicado la Júpiter Capitolino, decisión que hay de tener herido los sentimientos religiosos de los judíos.

Este parece haber sido la mecha de la revuelta en la Judéia. [3], aunque Cássio Dion afirme que ella ya venía siendo preparada, a partir de las comunidades de la Diáspora, desde lo levante de 115 (Segunda Revuelta Judaica).

La Revuelta

Cuando la revuelta comienza, los romanos son cogidos de sorpresa. Grupos de judíos armados emboscan destacamentos de la Décima Legião, inflingindo-les pesadas pérdidas. Acto continuo, la fortaleza romana en Cesaréia es atacada y parcialmente destruida.

Como un rastilho de pólvora, la revuelta se esparce por toda la provincia, con los rebeldes fabricando y reuniendo armas, y fortificando ciudades.

El Legado imperial, Quintus Tineius Rufus, que gobierna la Judéia, se muestra incapaz de sufocar lo levante, y mismo cuando el gobernador de la Siria, Gaio Publio Marcellus, recibe órdenes para ayudarlo, y desplaza a II Legião Traiana Fortis y la VI Legião Ferrata para la Judéia, no es posible impedir que los amotinados tomen Jerusalén.

La esa altura, evidencia-si, entre los combatientes judíos, el liderazgo de un joven comandante, Simão bar Koziba, en quien el Rabi Akiva reconoce el «Mashiach» (Messias) davídico, aguardado ansiosamente, y le intercambia el nombre para «bar Kokhba» (hijo de la estrella). Al frente de sus comandados, Simão entra en Jerusalén, es saludado como «Príncipe de Israel», y proclama la independencia del estado judío. Monedas son cunhadas con decirlos «Primero año de la liberación de Jerusalén» y «Primero año de la redención de Israel«.

Por las cartas y otros vestigios arqueológicos descubiertos en los desiertos a oeste del Mar Muerto, se tienen una idea del tipo de guerra que los rebeldes emprendieron contra los romanos, tuteando en pequeños grupos, atacando el enemigo de emboscada y refugiándose en cavernas. «En cada peñasco, en cada rochedo, se ocultaba un guerrillero judío, impiedoso y desesperado, que no tenía ni esperaba misericórdia» [4]. Comunidades de gentíos desprotegidas, tales como los descendientes de los veteranos de la XV Legião Apollinaris, que se habían establecido en Emaús, en 71, son atacadas y dizimadas sin piedad. Por cerca de tres años y medio, esos guerrilleros infernizaram la vida de los legionários.

Esas cartas también muestran el control que Simão ejercía sobre el pueblo de las aldeas: confisco de cereales, recrutamento compulsório y otras medidas coercitivas [5], a ejemplo de las practicadas por Simão bar Giora, en la Primera Revuelta Judaica.

La situación es tan seria que Adriano despacha, para la Judéia, su mejor general, Sexto Júlio Severo, que estaba gobernando la Britânia. Contando con diez legiões, además de tropas auxiliares (en total, cerca de cien mil hombres), Severo usa la misma táctica de los guerrilleros judíos: divide su fuerzas en grupos de pequeñas unidades móviles, comandadas por tribunos y centuriões, grupos de reacción rápida que pueden responder listamente, siempre que llegan informes de actividades de guerrilla. Además de eso, localiza y cerca los reductos rebeldes, obligándolos a la rendição o a la muerte por hambre.

Dion Cassio nos dice que cerca de 50 escondites de los rebeldes fueron localizados y eliminados. Dice también que 985 vilas judías fueron destruidas en la campaña y 580 mil judíos muertos por la espada (además de los que murieron por hambre). [6].

Hasta que, en 135, Severo finalmente encurrala bar Kokhba en Betar, 6 millas a suroeste de Jerusalén. [7] A pesar de la tenacidade de sus defensores, el reducto es invadido y los romanos massacram todos los que en él encuentran. ES el fin del «Hijo de la Estrella» y de la Tercera Revuelta Judaica.

Después

Terminada la guerra, la Judéia está devastada. Cassio Dion describe la provincia como «casi un desierto». Centenares de miles de judíos murieron luchando, de hambre o por enfermedades. Prisioneros judíos abarrotam los mercados de esclavos, aviltando los precios de los cautivos (Un esclavo se hace más barato del que un caballo [8]). Los inaptos al trabajo son enviados a los Circos, para servir de entretenimiento a platéias sanguinárias, que aprecian verlos ser retalhados por las lâminas de los Gladiadores o dilacerados por las presas de animales salvajes.

Los romanos también sufrieron pérdidas considerables. En el informe de 135, a Senado]], informándolo sobre el fin de la guerra, el emperador prefiere omitir la fórmula habitual: «Yo y las legiões estamos bien«.

Jerusalén es reconstruída de acuerdo con el proyecto de Adriano, recibiendo el nombre de Aelia Capitolina [9], donde los judíos quedan prohibidos de entrar, bajo pena de muerte, mientras el nombre de la provincia es cambiado de Judéia para Siria Palestina (Syria Palaestina).

Hasta aquí la primera parte de este post.

En la segunda parte,  se veran más candidatos, se analizará quienes forman el jurado,  y quien es el vencedor, y por qué, de este singular concurso celebrado hace más de 2.000 años.

religion y ovnis

La conexión mas clara entre  los OVNIS y la religión, la podemos encontrar en la Biblia.  Para ello, deberemos olvidar el dogma de fe que a todos prácticamente nos han implantado desde pequeños y nos daremos cuenta de que muchos de los pasajes bíblicos, son testimonios precientíficos de contactos con OVNIS. Lamentablemente, ha transcurrido tanto tiempo que desde que se escribieron los relatos, que es imposible demostrar que las referencias descriptivas de la Biblia, se refieran específicamente a contactos con OVNIS, no obstante, veremos algunos pasajes.

Éxodo 13,21-22
“…E iba Yahvé al frente de ellos, de día en una columna de nube para guiarlos en el camino y de noche en una columna de fuego para alumbrarlos. La columna de nube no se apartaba del pueblo de día, ni de noche la de fuego…”

Éxodo 14,19-20

“…Se levanto el Ángel de Yahvé que marchaba al frente del ejercito de Israel, y se puso detrás de ellos. Se levanto también la columna de nube de delante de ellos y se coloco a la espalda, intercalándose así entre el campamento de los egipcios y el campamento de los israelíes. Era nube y tinieblas (por una parte), y (por la otra) iluminaba la noche, de modo que no pudieron acercarse aquellos a estos en toda la noche…”

IV de los Reyes 2,11-12
“…Mientras seguían andando y hablando, he aquí que un carro de fuego y caballos de fuego separaron al uno del otro y subió Elías en un torbellino al cielo. Eliseo miraba y clamaba: ¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su caballería! Y no lo vio mas…”

Isaías 60,8

“…¿Quiénes son éstos que vuelan como nubes, y como palomas a sus ventanas? 9 Ciertamente a mí esperarán los de la costa, y las naves de Tarsis desde el principio, para traer tus hijos de lejos, su plata y su oro con ellos, al nombre de Jehová tu Dios, y al Santo de Israel, que te ha glorificado…”


Ezequiel 1,15-27

«…Y sucedió que el año treinta, el día cinco del cuarto mes, estando yo en medio de los cautivos, junto al río Cobar, se abrieron los cielos, y tuve visiones de parte de Dios. En el día cinco del mes, en el año quinto de la deportación del rey Jeconías, llegó la palabra de Yahvé a Ezequiel, hijo de Buzí, en la tierra de los caldeos, junto al río Cobar; y fue allí sobre él la mano de Yahvé. Miré, y ví como venía del norte un torbellino, una gran nube y un fuego que se revolvía dentro de si mismo. Alrededor de ello había un resplandor y en su centro algo semejante a un metal brillante que salía del medio del fuego. En el medio había la figura de cuatro seres vivientes, cuyo aspecto era este: tenían semejanza de hombre y cada uno tenía cuatro aspectos y cada uno cuatro alas…”

Jonás 2,1

“…Entonces Yahvé hizo venir un pez grande para que se tragara a Jonás; y estuvo Jonás en las entrañas del pez tres días y tres noches…”


Tras leer estos pasajes bíblicos, sin tener que realizar un profundo análisis y olvidando la fe, podemos reconocer algunos de los casos OVNI muy parecidos a los que se han documentado desde 1947.

Difícilmente podemos probar que el extraño objeto que describe el profeta Ezequiel que iba delante de ellos era un OVNI,  pero bien podía tratarse de una nave espacial que no solo es técnicamente factible sino que está diseñado para cumplir sus funciones y sus propósitos, que no eran otros que guiarlos con luz por la noche, humo por de día y

separarlos del enemigo.

El carro de fuego y caballos de fuego descritos en el pasaje IV de los Reyes y que subió a Elías en un torbellino al cielo,

bien podría tratarse de una abdución.

Lo descrito en el pasaje Ezequiel 1,15-27, podría ser un  OVNI que viniera desde una nave nodriza situada en orbita

fuera de la atmósfera, lo que explicaría que la aparición se produjera en medio de un torbellino de fuego y humo. Este

tipo de avistamiento, con objeto circular, parecido al acero,  transparente  y en el que se puede ver a sus ocupantes,

ha sido documentado miles de veces en todo el mundo y,  muy particularmente, en la zona de Cádiz y Málaga, donde llegó a ser habitual este tipo de relato en los años 70 y 80.

Sobre Jonás y sus tres días en las entrañas de un pez… ¿un submarino quizás?

Los pasajes de la Biblia en los que podemos interpretar referencias a los OVNIS se cuentan por cientos en todos los

libros que la conforman, pero hay uno en particular que contiene unos aspectos tan desconcertantes que nos lleva a pensar que los hechos no sucedieron tal y como se narran en el Génesis: La destrucción de Sodoma y Gomorra.

Génesis 19:24-25

“…Yahvé hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego de Yahvé desde los cielos. Y destruyó estas ciudades y toda la llanura, todos los habitantes de las ciudades y toda la vegetación del suelo…”

Ambas ciudades fueron borradas de la faz de la tierra por su impiedad y lascivia, pero son muchos los investigadores que no aceptan esta simple explicación y suponen que los hechos ocurrieron de otra manera.

Realmente, la desaparición de estas dos ciudades es extraña ya desde el día anterior a producirse:

“…Mas tarde, se les apareció Yahveh en el encinar de Mamré, estando el sentado a la puerta de la tienda, en el mayor calor del día. Alzó, pues, sus ojos, miró y he aquí que había tres varones puestos en pie junto a el. En cuanto los vio, corrió a su encuentro desde la puerta de la tienda y se prosternó en tierra…”

Abraham, emocionado por la visita, les ofreció comida, cosa que aceptaron de buen grado. Mientras el estaba respetuosamente de pie, los tres hombres dieron cuenta de la comida ofrecida. No cabe duda, de que, aun siendo Yahveh y dos ángeles, se trataba de personas de carne y hueso y no de espíritus intangibles. Tampoco queda duda de que se trataban de varones, algo que se recoge en otras partes de la Biblia y que esa noche también queda patente cuando, en casa de Lot, los dos ángeles están a punto de ser sodomizados por los vecinos, algo que suponemos, debía ser bastante habitual en aquellos lares.

Retomando aquella mañana, tras informarle a Abraham de que en un año, Sara, su esposa, tendría un hijo, Yahveh le comunica su intención de destruir Sodoma y Gomorra, misión a la que envía a los dos ángeles varones. De que esta misión se cumplió no hay duda ya que como señala el Génesis:

“…Por su parte, Abraham, madrugando, dirigióse de mañana al lugar donde había estado de pie ante Yahveh y oteando hacia el lado de Sodoma y Gomorra y hacia todo el país de la cuenca, vio que subía de la tierra humo, como la humareda de un horno…”

El castigo se había llevado a cabo, pero hay algunos detalles previos que han dado motivo a las más diversas especulaciones. No se entiende, como por ejemplo, que tratándose de dos ángeles enviados por el mismo Dios, tanto Lot como su familia pongan en duda su palabra y no se crean que tal destrucción vaya a producirse, al punto que los yernos, designados también para salvarse, se lo toman a broma y prefieren seguir durmiendo.

Ya por que imaginaran que tal castigo era impensable o porque entendieran que a un Dios le sobran recursos para destruir a todos los de alrededor y dejarlos a ellos sanos y salvos, el caso es que fue preciso sacar de la ciudad al matrimonio y a sus dos hijas prácticamente a la fuerza. Así mismo, resulta chocante que, como el texto da a entender de forma explicita, el desastre fuera inevitable y estuviese programado para una hora concreta:

“… Al despuntar el alba, los ángeles apremiaron a Lot diciendo: ¡Levántate, toma a tu mujer y a tus dos hijas aquí presentes no vayas a perecer en el castigo de la ciudad! Mas como el ronceaba, los varones agarraron de la mano a el, a su mujer y a sus dos hijas, merced a la compasión de Yaveh hacia el y le sacaron, poniéndole fuera de la ciudad…”

Leyendo estos textos del Génesis, da la impresión de que los únicos que estaban asustados eran los ángeles, porque Lot había pasado la noche durmiendo placidamente y aun se permitió remolonear cuando los enviados le instaban a salvarse.  Después, está la advertencia en el último momento:

» …Escapa, por tu vida. No mires atrás, ni te detengas en toda la llanura, si no quieres perecer…».

De este aviso, se desprende que mirar atrás implica un riesgo, que no puede ser otro que el de quedarse ciego, y que detenerse, implica quedarse dentro del área del desastre. Estas dos recomendaciones, según muchos, permiten identificar claramente al agente que causó la destrucción. Algo, capaz de emitir una luz cegadora y con un inmenso poder de destrucción, es decir, una bomba atómica.

Como vemos, podemos atribuir estos hechos fácilmente a unos alienígenas tecnológicamente mas avanzados, aunque nos queda la duda de porque habrían de destruir las dos ciudades, aunque como vimos en el capitulo anterior en una de las pinturas de Tassilli,  los OVNIS han presentado actitud hostil en mas de una ocasión.

La teoría de ataque con bomba atómica, proviene del científico ruso Alexander Kazantezev y podemos leer mas sobre la misma en el libro del Doctor Jiménez del Oso “En busca del misterio” de la editorial Nowtilus.

Dejando atrás la Biblia, nos centraremos ahora en unos sucesos ocurridos en Portugal a principios del siglo pasado.

El 13 de mayo de 1917, tres niños portugueses, se hallaban con su ganado en un lugar conocido como Fátima. Vieron un relámpago y la niña mayor, Lucía dos Santos, indicó a sus primos Jacinta y Francisco que regresaran a su casa antes de la inminente tormenta que se avecinaba. Al girarse, sobre un encina vieron “a una señora vestida de blanco, mas brillante que el sol”. “La señora” habló con ellos y les dijo que venia del cielo y que regresaran a ese mismo lugar el día 13 del mes siguiente.

Los niños volvieron al lugar y “la señora” los citó para asistir a Cova de Iria el siguiente día 13. Así lo hicieron y aquel día, “la señora” les habría hecho unas revelaciones, que mas tarde serian conocidas como “los secretos de Fátima”. Así mismo, en esta aparición, pidió a los niños que siguieran acudiendo allí cada día 13 y que en octubre, les diría quien era, que era lo que quería de ellos y les prometió un milagro para que la gente pudiera creerles.

El rumor se fue extendiendo rápidamente, tanto que ya se hablaba de que era la Virgen la que se aparecía a los tres pastorcillos y cada vez era mayor el número de personas que los acompañaban a Cova de Iria. Pero todo lo que ocurría allí, se limitaba al relato de los tres niños, ya que ninguno de las personas que los acompañaban podía ver o escuchar a “la señora”.

El 13 de octubre de 1917, día en que la Virgen había prometido un milagro, se habían reunido en la explanada de Fátima unas 70.000 personas, esperando ver un algún tipo de fenómeno prodigioso, y vaya si lo vieron.

La Virgen, tras anunciar el final de la guerra (la primera guerra mundial), anunciar que sanaría a aquellos enfermos que pidieran perdón por sus pecados y pedir que le construyeran una capilla en su nombre, se alejó y fue cuando ocurrió “el milagro solar”.

Según relató Avelino de Almeida,  periodista del periódico O Século, “Lucía dio la orden de observar el sol, ante lo cual la inmensa multitud se giró para mirar hacia el astro Rey que en ese momento, se mostraba libre de nubes. Era posible mirarlo fijamente y ver el contorno del disco sin el menor problema, ya que no quemaba ni cegaba. De pronto, el “sol” realizó movimientos bruscos nunca vistos, fuera de todas las leyes de la física. El sol, bailó, hacía delante y hacia atrás, giro sobre si mismo y fue de derecha a izquierda”.

Otro testigo relato que “era algo esférico, como la Luna, y parecía echo de materia pulida y la luz se tornó violácea y mas tarde, amarillenta. Poco después el sol comenzó a girar sobre si mismo y en momento, ante el estupor de los allí presentes, el sol se desprendió de la bóveda celeste y se abalanzó sobre los atónitos espectadores, para luego alejarse.”

Finalmente, el Sol se volvió transparente y dentro del disco se observaron tres seres, que evidentemente influenciados por el contexto religioso del asunto, fueron interpretados como la sagrada familia. Uno de los ocupantes del “Sol” fue visto con el brazo extendido, lo que fue interpretado por todos como una bendición de San José.

Este suceso, fue observado por miles de personas allí presentes, con lo que se rompe el precepto de testis unus, testis

nullus (testigo único, testigo nulo) y si bien podría pensarse que fue una alucinación colectiva, desde el punto de vista médico, resulta improbable una sugestión idéntica para tan elevado número de personas. De todas formas, aun asumiendo que todo fuera producto de la imaginación de las 70.000 almas allí presentes, el prodigio solar pudo ser observado en un radio de unos 40 kms alrededor de Fátima, tal como lo aseveran los testimonios de los habitantes de Alburitel, pueblo situado a 18 kms y el testimonio del poeta Afonso Lopes Vieira, que observó el fenómeno desde Sao Pedro de Moel, a 40 kms de distancia.

Evidentemente, lo que danzó en los cielos aquel día no fue el sol, ya que ningún observatorio astronómico a nivel mundial detectó el más mínimo problema con el astro Rey, por no hablar de las consecuencias catastróficas no solo para nuestro planeta si no para todo el sistema solar que hubiera llevado consigo el desplazamiento de la estrella, tales como cambios gravitatorios, de órbitas, etc.

Si prestamos atención a lo relatado por los testigos, el “Sol” se parece bastante a los Vimanas relatados en el Ramayana y evidentemente, es un relato similar a lo descrito por Ezequiel en la Biblia cuando habla de que puede ver a los ocupantes del sol. Como vemos, lo ocurrido en Fátima no fue más que un contacto con un OVNI, aunque con muchísima repercusión en el lugar y es lógico que se achacara a una aparición mariana, ya que a nadie se le habría ocurrido pensar en un OVNI, puesto que el término ni si quiera se había inventado.

A la vista de todo lo expuesto en este capítulo, queda muy claro que los OVNIS han sido considerados Dioses en prácticamente todas las culturas antiguas y que además, en el caso de la religión católica, han sido sus actos los que nos han llevado a creer tal cosa. Ahora bien, la gran pregunta es ¿Con que propósito?

EL TÉRMINO DIOS

Después de la cuarta conclusión, es posible que lectores creyentes del blog, se sientan ofendidos.

¿Fueron los extraterrestres y no Dios quien creó al hombre? La Biblia dice lo contrario.

Personalmente, creo que para los que somos creyentes, resulta un alivio, comprobar que Dios no tenía que ver nada en todas esas atrocidades del Antiguo Testamento.

Veamos un concepto de Dios moderno, publicado en http://www.tendencias21.net/Teologos-y-cientificos-debaten-sobre-la-accion-divina-en-el-mundo_a4659.html?preaction=nl&id=1453142&idnl=71899&

Teólogos y científicos debaten sobre la acción divina en el mundo

La mecánica cuántica ofrece un lugar perfecto para Dios, pero obliga a cambiar la noción tradicional que tenemos de Él

Desde hace unos veinticinco años, teólogos y físicos han intentado encontrar la manera de describir la forma en que Dios obra directamente en el universo creado. El indeterminismo propuesto por algunas interpretaciones de la mecánica cuántica ofrece el posible ‘lugar’ perfecto en el que Dios podría intervenir en el curso de la historia universal sin interferir en el orden natural regido por las leyes de la naturaleza. Esta propuesta, sin embargo, promueve la visión de que Dios obra a la manera de las causas naturales, lo que implica un radical cambio en la noción tradicional de Dios. Por Ignacio A. Silva.

La noción cristiana (tanto como judía y musulmana) de Dios incluye sin dudas la creencia de que Dios obra providencialmente en el universo. Dios, no hay duda de esto dentro del credo de las grandes religiones monoteístas, está decididamente involucrado en el desarrollo y la evolución del universo y, sobre todo, en la historia de la humanidad. Sin embargo, explicar la manera en que esto acontece parecería restringir la autonomía de la naturaleza y socavar los fundamentos de las ciencias naturales. Es evidente que la naturaleza no necesita de nada externo a ella para causar eventos naturales.

Para muchos, la ciencia moderna es evidencia clara y distinta de que el mundo natural se comporta de una manera absolutamente determinista. Cada estado del universo natural es efecto del estado precedente, y causa del estado consecuente. Nada es dejado al azar o la casualidad. Esta es la postura tan vehementemente sostenida por Laplace, en el siglo XVIII. Desde esta perspectiva es casi evidente que Dios no podría actuar providentemente de ninguna manera en tal naturaleza.

Las acciones providentes de Dios (o acciones especiales, como son llamadas en el debate contemporáneo) son aquellas que acontecen en un lugar y tiempo particulares del universo creado. Así entendida, ninguna acción divina especial puede ser admitida en una perspectiva determinista del universo. Quizás una suerte de deísmo general pueda ser aceptado, en el que Dios se limitase a crear el universo material y las leyes por las cuales tal universo se rige. Así, Robert Russell, del Center for Theology and the Natural Sciences en Berkeley, afirma que desde el siglo XVII en el que se vio el surgimiento de la ciencia moderna, la teología cristiana ha estado buscando la forma de describir a un Dios providente a la par de la descripción científica del mundo. (1)

En esta situación, la única solución que pudo ser aceptada fue que, para obrar directa y providencialmente en el universo, Dios simplemente rompiera las leyes de la naturaleza, descritas por las ciencias naturales. Sin embargo, esta opinión acarreaba graves consecuencias tanto epistemológicas como teológicas: los fundamentos de la ciencia natural, en tanto que describe las relaciones causales entre eventos naturales, se caerían a pedazos, ya que las regularidades que las ciencias descubrían podrían ser cambiadas en cualquier momento por la acción directa del Creador. Además, un Dios que necesitaba ‘corregir’ el curso del universo creado podía ser visto como un Dios no del todo poderoso como se lo describe tradicionalmente.

Por estos motivos, en los últimos años del siglo XX y principios del siglo XXI, algunos teólogos comenzaron un proyecto de investigación en el que se buscaban teorías científicas que pudiesen aceptar una interpretación no-determinista. Así, la naturaleza descrita por tales teorías implicaría eventos o procesos en los que, por lo menos en algún nivel de tal naturaleza, habría una falta de causas suficientes naturales. La idea fundamental era que, en tales procesos, sería Dios quien ofreciera lo que le faltaba a la naturaleza para causar tales eventos naturales.

La llegada de la mecánica cuántica a los primeros planos de la física de comienzos del siglo XX claramente desafió toda descripción determinista del mundo, y proveyó el puntapié inicial para una interpretación causalmente abierta del mundo natural. Dado, entonces, que la teoría cuántica puede ser interpretada indeterminísticamente, por lo que el universo natural, por lo menos en sus niveles más fundamentales, tendría una falta de causas suficientes, el ‘lugar’ donde Dios pudiese actuar en el universo creado fue encontrado. El universo, según la descripción científica dada por la mecánica cuántica, no es un sistema causal totalmente cerrado: las leyes naturales, descubiertas y descritas por la ciencia, sugieren que ella tiene alguna suerte de agujeros causales. (2)

Así, el dilema entre aceptar un Dios providente o aceptar la visión determinista del mundo que ofrece la ciencia moderna parecía disolverse por completo: en un mundo indeterminista Dios podría actuar en los procesos naturales sin romper o suspender las leyes naturales. La teología ya podría descansar tranquila, teniendo entre sus manos una descripción de un Dios providente que obra en naturaleza de manera no-intervencionista y objetiva (NIODA, por sus siglas en inglés: Non Indeterministic Objective Divine Action). NIODA, entonces, sostiene que Dios obra directa y objetivamente en el universo creado y que al hacerlo no rompe ninguna ley natural, ya que obra, de alguna manera, dentro de tales leyes.

Esta propuesta trajo aparejadas muchas respuestas desde ámbitos científicos, epistemológicos, metafísicos y teológicos. En las próximas líneas voy a presentar los argumentos de Robert Russell a favor de NIODA, y me limitaré a una objeción metafísica: en esta perspectiva, Dios terminaría siendo considerado una causa natural más. De este modo, la noción tradicional de Dios en cuanto omnipotente y providente, así como trascendente, debería ser dejada de lado, lo que implicaría algunas consecuencias teológicas indeseables.

En palabras de Robert Russell ‘las acciones especiales y objetivas de Dios son no-intervencionistas cuando causan eventos que van más allá de los descritos por las leyes de la naturaleza sin romperlas ni suspenderlas, porque la causalidad eficiente natural, descrita por tales leyes, es creada por Dios ex nihilo para ser insuficiente para causar este particular tipo de eventos.’ (3). Las preguntas que surgen en este punto son: ¿cómo es que esto sucede? ¿Cómo hace Dios para actuar a través de los eventos cuánticos?

Mecánica cuántica y acción divina

Penrose ha explicado con gran claridad que la teoría cuántica involucra dos tipos de procesos en todo sistema cuántico: la evolución (U) del sistema en el tiempo y la interacción del sistema en el momento de la medición (R). El primero es descrito por la ecuación de Schrödinger, ecuación de por sí determinista. (4)

Así, la falta de determinismo causal en los eventos cuánticos no se encuentra en la evolución temporal del sistema, el proceso (U). Sin embargo, sí se encuentra en el proceso (R): la medición de tal sistema (5). Durante este proceso, el proceso indeterminista sucede en lo que se conoce como el colapso de la función de onda, en el que el sistema, que se encontraba en una superposición de estados, es reducido a uno de tales estados, sin aparente causa natural para colapsar en tal estado.

Inmediatamente después de la medición, la ecuación de Schrödinger vuelve a describir el sistema, hasta que una nueva medición se lleve a cabo. De acuerdo con la mecánica cuántica, solamente en los procesos de medición se puede encontrar un indeterminismo causal. La interpretación estándar de estos hechos es la llamada interpretación de Copenhagen, sostenida por Niels Bohr y Werner Heisenberg, y rechazada por Albert Einstein.

Russell, entre tantos otros, acepta esta interpretación y afirma que la suma total de las condiciones naturales que afectan a un proceso cuántico, es decir, la suma total de las condiciones que la ciencia contemporánea puede descubrir y describir con sus ecuaciones, es necesario pero en principio insuficiente para determinar tal o cual resultado de la medición, o evento cuántico. De esta manera, el futuro del sistema está ontológicamente abierto, sub-determinado por las condiciones naturales actuando sobre la superposición presente de estados de tal sistema.

Dadas estas condiciones, Russell afirma enfáticamente que Dios obra, junto con la naturaleza, para causar los eventos cuánticos sub-determinados. La naturaleza provee las causas necesarias, pero es Dios obrando en conjunto con la naturaleza lo que constituye la causa suficiente para que tal evento ocurra (6). Así entonces, se puede describir teológicamente a un Dios que obra providencialmente dentro de los procesos causales naturales sin romper, suspender, ni violar las leyes de la naturaleza descritas por la ciencia contemporánea.

La posición final de Russell es que Dios obra en todos los eventos cuánticos, dado que ninguno de ellos está completamente determinado por causas naturales, y el principio de razón suficiente implica que debe haber una razón suficiente para causar cada evento. En algunas ocasiones Dios podría no obrar con un objetivo determinado, con lo que no ‘elegiría’ la manera en que el sistema cuántico colapsase.

Claro está, en otras ocasiones Dios sí elegiría que el sistema siguiera su evolución de tal o cual manera para favorecer algún objetivo buscado, como por ejemplo promover la vida. Así, Dios estaría obrando de manera providencial en tal evento particular. Este tipo de acción divina podría servir hasta para una comunicación de Dios con los hombres a través de los procesos cuánticos neuronales, y así explicar desde profecías hasta el don de lenguas (8).

Explícitamente Russell afirma que, de acuerdo con la interpretación indeterminista de la teoría cuántica, no hay causas naturales suficientes para causar los eventos cuánticos particulares, lo que implica que Dios no es una causa natural. Si este fuera el caso, las acciones de Dios en el universo creado podrían ser descubiertas por la ciencia. Sin embargo, Russell remarca, las acciones de Dios permanecen ocultas a la ciencia (9). De esta manera, Dios completa lo que la naturaleza ofrece, trayendo a término el futuro que Él promete para toda la creación (10).

Causas naturales y acción divina

Es evidente que, esencialmente, la noción de causalidad con la que Russell está trabajando tiene como nota característica el ser una causalidad determinista. Esta perspectiva es claramente dependiente de la manera de entender la causalidad de la ciencia moderna del siglo XIX, en la que, típicamente, causalidad y determinismo eran identificados. Por este motivo Russell asume que cualquier intromisión de Dios en el desarrollo y desenvolvimiento de la causalidad natural atenta directamente contra la autonomía del universo creado.

Llevando hasta el extremo a estos dos presupuestos, la conclusión que sigue es que Dios debe ser tratado como actuando a la manera de una causa natural. Russell explícitamente rechaza, varias veces a lo largo de su obra, esta posición. Dice, por ejemplo: ‘La causalidad de Dios es radicalmente diferente de cualquier otro tipo de causalidad que conozcamos.’(11) No obstante, muchos autores han afirmado que la pregunta acerca de si Dios es o no considerado como una causa natural más debe ser, por lo menos, enfrentada nuevamente, pues no parece tener una respuesta tan simple.

William Stoeger, del Observatorio Vaticano en Roma, no está seguro de que el debate contemporáneo haya logrado evitar colocar a Dios en el marco de las causas creadas al explicar este obrar a través de la mecánica cuántica (12). Taede Smedes, teólogo holandés, y Michael Dodds, filósofo y sacerdote dominico, son un poco más extremos en sus posiciones: ninguno de los dos acepta que el debate haya logrado tratar a la causalidad divina como algo distinto de la causalidad creada.

Dodds afirma que ‘los esfuerzos de algunos teólogos de situar el obrar divino dentro de los espacios disponibles en la teoría cuántica sugieren que siguen trabajando con una noción unívoca de la causalidad en la que el obrar divino siempre aparece en peligro de tropezar e intervenir con la causalidad de otros agentes.’ (13) Smedes es aun más severo. Asegura que buscar alguna forma de indeterminación en los niveles cuánticos sugiere que el obrar divino ‘compite con las leyes de la naturaleza y que está en el mismo nivel ontológico que el obrar del orden natural.’ (14)

Sin embargo, según Russell, Dios no puede ser tomado como una causa natural más, porque, dada la interpretación ontológicamente indeterminista de la mecánica cuántica, la teoría misma no permite que ninguna causa natural cause el colapso de la función de onda (15). Con todo, mi pregunta es: ¿es posible considerar que Dios es radicalmente diferente a las causas naturales si Dios debe actuar para completar el obrar de la naturaleza dentro de los parámetros, leyes, de la naturaleza, al igual que las causas naturales?

Para intentar resolver esta cuestión será conveniente hacer algunas distinciones. En primer lugar, será necesario notar que no es lo mismo decir que

1) se concibe a Dios como siendo una causa natural más,
2) Dios obra como una causa natural, reteniendo su divinidad.

Las críticas de Smedes afirman, evidentemente, la primera opción. Se dirigen a la afirmación de que la causalidad de Dios es concebida como estando al mismo nivel que la causalidad natural creada. Russell, empero, no parece querer admitir esta posibilidad. En cambio, parecería que Russell no podría negar la segunda opción. De hecho, si este no fuera el caso, todo el debate acerca del obrar de Dios en la naturaleza carecería de razón de ser. En un sentido, dentro de los límites de este debate, Dios está atado por las leyes de la naturaleza que, al final, confinan a Dios a obrar siguiéndolas. De ahí que Dios es concebido como obrando a la manera de las causas naturales, siguiendo las leyes de la naturaleza, que rigen la causalidad de las causas naturales, y por lo tanto rigen la forma en que Dios causa en la naturaleza.

Russell admite que Dios interactúa con la naturaleza creada al nivel cuántico en el proceso de observación o medición del sistema cuántico. Evidentemente, Russell explica, dado que la teoría nos dice que no hay causas naturales que causen el colapso de la función de onda del sistema de una manera particular, Dios no puede ser concebido como una causa natural, aunque sí como causando tal colapso dentro de los parámetros dados por la teoría. Así, según Russell, la teoría dice que no hay causas naturales, por lo tanto Dios no es una causa natural.

Esta forma de razonamiento me lleva a proponer una segunda distinción, que nos hará comprender mejor la manera en que las causas naturales son concebidas en este debate. Según Russell las causas naturales son definidas por la teoría científica. De este modo, dado que la teoría dice que no hay causas naturales, aunque el teólogo (Russell en este caso) encuentre a Dios como la causa del colapso de la función de onda, Dios no es una causa natural. Llamaré a esta posición como el ‘criterio epistemológico’ para discernir causas naturales. Por otro lado, siguiendo a Dodds y quizás también a Smedes, una causa natural tiene su propia manera de causar, el cual es regido por las leyes de la naturaleza, las que son expresadas por las teorías científicas. Las causas naturales, en esta perspectiva, son anteriores a la teoría científica, y, de alguna manera, la teoría es definida por tales causas. Llamaré a esta posición el ‘criterio ontológico’ para discernir causas naturales.

El enfoque epistemológico de Russell deriva de la tradición de Copenhagen, en particular de las ideas epistemológicas de Heisenberg, quien admitía que la teoría determinaba lo que era observado. Para lograr entender cabalmente los fenómenos descriptos por la mecánica cuántica, Heisenberg echó mano de las ideas de Einstein para interpretar cualquier fenómeno físico: solamente aquello que la teoría considera observable puede ser observado.

Evidentemente, Russell ha tomado este método y lo ha llevado aun más lejos al afirmar que las causas naturales que la teoría descubre son las que verdaderamente existen. Heisenberg y Einstein hacían ciencia al aplicar su método para evitar el uso excesivo de conceptos no aptos para describir los fenómenos a nivel cuántico (tales como la órbita de un electrón o la temperatura de una partícula subatómica). Russell, en cambio, utiliza este método con una fuerte impronta filosófica afirmando la existencia o la no existencia de causas naturales al aceptar lo que la teoría científica dice (16).

La teoría, sin embargo, no dice absolutamente nada acerca de lo que no puede ser observado. No dice que no hay nada más, o que hay algo más. La interpretación de la teoría, por otro lado, funciona de otra manera. En ella se hace una descripción ontológica de lo que sucede para que acontezca el colapso de la función de onda. De esta forma, la interpretación indeterminista de la teoría cuántica dice que no hay causas naturales que hagan que el colapso acontezca. En este sentido, según el argumento de Russell, Dios no es una causa natural causando el colapso, simplemente porque la teoría interpretada dice que no lo es.

Según el criterio ontológico descrito más arriba, las causas naturales no dependen de una teoría para ser causas naturales. Simplemente lo son. La pregunta aquí es qué es lo que define a algo como una causa natural, si no es la teoría que las describe. Una causa natural puede ser definida como aquella que, perteneciendo al mundo natural, obra de acuerdo a sus propios poderes y capacidades, permaneciendo dentro de los límites del orden natural, por ejemplo considerado como las leyes naturales. Entonces, si Dios requiere obrar dentro de estos límites del orden natural, tendría que considerárselo como actuando a la manera de las causas naturales, aunque no pertenezca a él.

Ahora bien, si tomásemos el criterio epistemológico de Russell para discernir las causas naturales, no habría manera de evaluar el razonamiento en su totalidad, dado que sería un argumento autocontenido. La interpretación ontológica de la mecánica cuántica, tal como es entendida por Russell, simplemente nos dice todo lo que hay que saber: qué es una causa natural, cuáles son las causas naturales, qué tipo de causas naturales existen y podemos encontrar, y cómo causan.

De este modo, no deja ningún parámetro o criterio de decisión. Por lo tanto, si queremos tener algún otro criterio de decisión por sobre la interpretación de la teoría (para poder juzgar si tal o cual interpretación es correcta), debemos adoptar el criterio ontológico para discernir las causas naturales. Aun más, si aceptamos que la teoría interpretada es suficiente para determinar cuáles son las causas naturales, estaríamos tomando el riesgo de no poder ver fuera de tal teoría y descubrir diferentes causas naturales. Evidentemente, esto inhibiría el desarrollo de nuevas y mejores teorías para explicar el mundo natural.

El criterio ontológico

En conclusión, el mejor criterio para juzgar sobre las causas naturales en este debate es el adoptado por Dodds y Smedes: el criterio ontológico. Mientras que los argumentos de Russell para distinguir las causas naturales de la causalidad divina no parecen ser suficiente, por lo que Dios, en tanto que agente causal en la naturaleza, parecería ser concebido como actuando a la manera de las causas naturales (17).

Russell no tiene ninguna duda acerca del poder ilimitado de Dios. Aceptando, entonces, que Dios es un ser omnipotente, no habría ninguna dificultad para aceptar que Dios puede causar cualquier evento que cualquier causa natural pudiese causar. Sin embargo, un efecto natural en un mundo natural requiere una causa, ya sea una causa natural o una causa divina, que estará causando a la manera de las causas naturales pues obrará al nivel de las causas naturales, es decir, dentro de los límites del orden natural. De esta manera, si se lleva hasta las últimas consecuencias la propuesta de Russell, Dios debe ser concebido como causando a la manera de las causas naturales.

Ahora bien, un Dios concebido de esta manera es un Dios que dejará de ser trascendente, pues estará sumergido dentro del orden causal por Él creado. Asimismo, será un Dios que carecerá del tradicional atributo de omnipotencia, pues su poder se ve limitado por los parámetros dispuestos por la ciencia. Este Dios, que obra a la manera de las causas naturales creadas, es un Dios que deja de ser el Dios tradicional de las grandes religiones monoteístas.

En última instancia, si queremos mantener el concepto tradicional de Dios, aquel Dios omnipotente y por lo tanto omni-misericordioso y benevolente, será preciso buscar otra manera de entender sus acciones providentes. NIODA no parece ser la solución tan ansiosamente buscada por los teólogos modernos.

Ignacio A. Silva, Fundación Decyr, Argentina, Harris Manchester College, University of Oxford

Explicación científica de las Plagas de Egipto

Un grupo de investigadores encontró evidencias científicas de la serie de calamidades que comenzó con el Nilo teñido de sangre, catástrofe a la que siguieron hordas de ranas, mosquitos y langostas, pestilencia, enfermedad y granizo de fuego, entre otros terribles males.

En lugar de atribuirlos a un Dios vengativo, los científicos creen que estos desastres pudieron ser la consecuencia de una cadena de fenómenos naturales provocados por cambios en el clima e incluso por una erupción volcánica. Para estas afirmaciones, los estudiosos reunieron pruebas convincentes.

La mayoría de los arqueólogos cree que las plagas azotaron la antigua ciudad de Pi-Ramsés en el Delta del Nilo, que fue capital de Egipto durante el reinado del faraón Ramsés II (1279 a.C.-1.213 a.C.).

La ciudad fue abandonada hace 3.000 años y los científicos creen que las plagas pueden ser la explicación. Climatólogos que estudian esa época descubrieron un cambio drástico en el clima de la zona hacia el final del reinado de Ramsés II. Tras analizar las estalagmitas de algunas cuevas egipcias, fueron capaces de reconstruir un registro de los patrones del clima utilizando trazas de elementos radiactivos contenidos en la roca. De esta forma, saben que el reinado del faraón coincidió con un clima «cálido y húmedo, muy favorable, pero sólo duró unas pocas décadas», explica al diario Daily Telegraph Augusto Magini, paleoclimatólogo de la Universidad de Heidelberg. Después, el clima cambió, comenzó un período seco y se iniciaron las plagas.

Primera plaga: el agua se convierte en sangre

Según los científicos, la cadena de castigos bíblicos comenzó de la siguiente forma: El aumento de las temperaturas secó el Nilo, convirtiendo el río en un curso lento de aguas fangosas. Estas condiciones fueron perfectas para la llegada de la primera plaga: el agua convertida en sangre. Obviamente, no se trata de sangre, sin de un aspecto rojizo de las aguas provocado por un alga tóxica de agua dulce. La Oscillatoria rubescens, conocida como alga Sangre Borgoña, tiene una antigüedad de al menos 3.000 años y sigue provocando los mismos efectos en la actualidad. Cuando muere, tiñe el agua de rojo.

Segunda, tercera y cuarta plagas: ranas, mosquitos e insectos
La invasión de las algas abrió la puerta a la llegada de la segunda, tercera y cuarta plaga. Hordas de ranas, mosquitos y otros insectos capaces de dañar a personas y ganado. Posiblemente, la llegada de las algas tóxicas obligó a las ranas a dejar el agua donde vivían. Al morir los anfibios, mosquitos, moscas y demás insectos se vieron libres de uno de sus depredadores, y se multiplicaron sin control.

Quinta y sexta plagas: pestilencia, úlceras y sarpullidos incurables
La multiplicación de los insectos causó a su vez la quinta y sexta plagas, que la Biblia describe como pestilencia, enfermedades epidémicas que exterminaron el ganado, y úlceras y sarpullidos incurables, enfermedades que afectaron seriamente a la población y que pudieron ser transmitidas por mosquitos como el de la malaria.

Séptima plaga: granizo de fuego y hielo

Por si fuera poco, otro desastre natural ocurrido a más de 400 kilómetros de distancia pudo ser el origen de la séptima, octava y novena plaga, que traen el granizo de fuego, las langostas y la oscuridad a Egipto. Una de las erupciones volcánicas más grandes de la historia se produjo cuando Thera, un volcán que era parte de la isal mediterránea de Santorini, explotó hace unos 3.500 años, lanzando miles de millones de toneladas de cenizas volcánicas en la atmósfera. Expertos del Instituto de Física Atmosférica en Alemania considera que la ceniza volcánica podría haber chocado con tormentas sobre Egipto y producir un espectacular granizo.

Octava, novena y décima plagas: langostas, oscuridad y muerte de los primogénitos
¿Y las langostas? Según explica el biólogo canadiense Siro Trevisanato, autor de un libro sobre las plagas, la caída de la ceniza pudo provocar anomalías climáticas, que se traducen en mayores precipitaciones y aumento de la humedad, condiciones idóneas para las langostas. De igual forma, la ceniza también pudo haber bloqueado la luz solar (la plaga de la oscuridad).
La plaga final, el castigo más duro, es la muerte de los primogénitos de Egipto, por la que el primer hijo de cada pareja moría sin remedio. La causa pudo ser un hongo que envenenó los suministros de grano. Como los primeros hijos varones tenían privilegios, quizás comían primero convirtiéndose en las primeras víctimas.

Los manuscritos del mar Muerto


Abril de 1947. En Qumrán, arisca zona cerca de las riberas del mar Muerto, un pastor beduino recogía su rebaño cuando descubrió una grieta entre las rocas: una cueva. Cuando, ya a la mañana siguiente, el pastor y sus primos decidieron adentrarse en penumbra no podían saber que estaban a punto de protagonizar uno de los grandes descubrimientos arqueológicos del siglo XX.

En aquella cueva había varios manuscritos que parecían muy antiguos. Durante los años siguientes se llevaron a cabo diferentes excavaciones. El fruto de tales trabajos son centenares de pergaminos escritos principalmente en hebreo y arameo, aunque también en griego, entre el III a.C y el año 68. ¿Quiénes habían sido los autores?¿A qué se debe la enorme expectativa creada en derredor suyo?

A principios del primer siglo de nuestra era, digamos en el año 0, las tres grandes sectas, o si se prefiere los tres grandes grupos, o comunidades, entre los judíos eran: los saduceos, los fariseos y los esenios. Un cuarto grupo, el de los celotas, solamente cristalizará consistentemente hasta algunos años después de la muerte de Jesús.

Nuestra atención recae en el tercer grupo. Los esenios formaban una pequeña comunidad de judíos piadosos, un grupo cerrado y fanático, que consideraban impuro el culto del Templo y se creían aliento del verdadero Israel y depositarios últimos de la Alianza en un medio social que veían cada vez más paganizado.

Pues bien, una fracción de esenios consideró oportuno separarse de la matriz palestina y, dirigidos por el Maestro Justo, emigrar al desierto, a Qumrán, en espera piadosa de la próxima llegada de Dios.
Este subgrupo de esenios, como se ve, ya se inscribe, bastante prematuramente, en ese espíritu apocalíptico que recorría la Palestina de hace 2000 de la mano de mesías itinerantes, tal como podría haberlo sido el propio Jesús.

Los manuscritos del mar Muerto se clasifican en bíblicos, apócrifos y sectarios. Su descubrimiento enseguida suscitó un interés mayúsculo. Unos textos de una secta judía de hace más de dos mil años, algunas de cuyas prácticas parecían guardar cierto paralelismos con los primeros grupúsculos cristianos, ¿no revelarían los secretos ocultos del mismo Jesús y, por extensión, del cristianismo?

En este punto, las consecuencias del descubrimiento de los pergaminos de Qumrán se bifurcan en los dos niveles de textos hallados. Respecto al canon bíblico, los manuscritos se muestran muy similares a la versión actual del Antiguo Testamento, basada en la traducción griega de los Setenta.

Por otra parte, en los textos sectarios se encuentran prácticas y expresiones que recuerdan a las de un cristianismo primitivo e incluso algunos investigadores ven una influencia esenia en el evangelio de Juan. Así las cosas, ¿fue Jesús un esenio?

Manuscritos del mar muerto. Canal Historia. Eisenman y su erroneas teorias

http://www.tu.tv/videos/manuscritos-del-mar-muerto-canal-histor_1

«Los manuscritos del Mar Muerto»(Jesucristo el esenio sacerdote Impío:B.Thiering

http://video.google.com/videoplay?docid=8879675813645349092#

¿Es ésta el Arca de Noé?

Un grupo de investigadores evangélicos integrado por expertos turcos y chinos asegura haber localizado la bíblica Arca de Noé en el Monte Ararat, según informó este martes la prensa turca.

A pesar de que los arqueólogos se muestran casi convencidos de que han encontrado la mítica embarcación, de momento no han aportado pruebas que confirmen que se trata del Arca de Noé: «No es 100% seguro que sea el Arca, pero sí pensamos que lo es al 99,9%», indicó Ving en declaraciones a la agencia turca Anadolu.

Uno de los miembros del grupo, el documentalista chino Yang Ving Cing aseguró que han localizado una estructura de madera antigua a una altitud de 4.000 metros en el Ararat, situado al este de Turquía, cerca de la frontera con Irán. Afirma que los restos encontrados tienen una antigüedad de 4.800 años.

El explorador es miembro de una organización internacional dedicada a la búsqueda de la mítica embarcación en la que, según la Biblia, Noé y su familia escaparon del Diluvio Universal.

Compartimentos para animales

«La estructura del barco tiene muchos compartimentos y eso señala que pueden ser los espacios en los que se ubicaron los animales», indicó.

También explicó que ha contactado ya al Gobierno turco para pedir que proteja la zona y poder iniciar las excavaciones y añadió que se solicitará a la Unesco que incluya esta región en su listado de patrimonio de la humanidad.

No es la primera vez que grupos de buscadores del Arca aseguran haber localizado la embarcación en el Ararat, la montaña más alta de Turquía, donde la Biblia narra que varó Noé cuando bajaron las aguas del Diluvio Universal.

En Hong Kong, donde el pasado año se inauguró la mayor réplica del Arca de Noé del mundo, se exhibe un pedazo de madera petrificada de unos 5.000 años de antigüedad obtenida durante una expedición hongkonesa al Monte Ararat y que algunos creen que pudo haber pertenecido a la verdadera embarcación.

Diluvio Universal

Los científicos sí han hallado evidencias de lo que pudo ser el Diluvio Universal. En 2007 un estudio encontró pruebas de que hace más de 8.000 años un inmenso glaciar se derritió en el Atlántico Norte y provocó una subida de hasta 1,4 metros en el nivel del mar. Como consecuencia, el Mar Negro se inundó de agua salada y hubo un gran desplazamiento de población entre los primeros campesinos humanos. Los científicos calculan que se inundaron 72.000 kilómetros cuadrados en 34 años, lo que causó la emigración de 145.000 personas. El episodio pudo transmitirse de generación en generación como el recuerdo de un gran diluvio y pudo dar origen al mito de Noé.

En 1999 el oceanógrafo estadounidense Robert Ballard encontró restos geológicos de una gigantesca avenida de aguas que pudo dar lugar al Diluvio Universal y que, según sus cálculos, ocurrió hace entre 7.500 y 6.900 años.

Algunos expertos en geología son escépticos respecto a la presencia de los restos del Arca de Noé en Turquía.

No, el título no es una contradicción. El Ararat es el pico más alto de Turquía pero pertenece a la Armenia histórica, de hecho se encuentra muy cerca de la frontera con la actual República de Armenia y es visible desde gran parte de este país, especialmente desde su capital, Yereván.

El Ararat, con sus 5137 metros de altura, es una cumbre legendaria. Según la propia Biblia, fue allí donde se posó el Arca de Noé después del diluvio universal. Algunas fotografías aéreas modernas muestran restos de lo que podría ser un barco enterrado, y se han encontrado trozos de madera de miles de años de antigüedad, lo que es fuente de especulaciones.

Sea como fuere, el Ararat es un pico imponente, visible desde muchísima distancia, que atrae a muchos viajeros. Existen rutas de escalada asequibles para alpinistas expertos, pero se requiere el permiso del gobierno turco así como el empleo de guías turcos acreditados.

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La Biblia del Diablo

En plena Guerra de los Treinta años (1618- 1648), durante el enfrentamiento de los estamentos protestantes checos y los católicos ortodoxos de la Casa de los Habsburgo, una tropa de protestantes suecos robaron, del Palacio de Praga, un misterioso manuscrito medieval, el más grande del mundo.

Aunque, a priori, pasó inadvertido en el botín de guerra, compuesto principalmente por obras de arte y libros coleccionados por el emperador Rodolfo II, al tratarse de un voluminoso volumen, llamó la atención de la monarca sueca. Ésta lo definió como una obra diabólica, y encabezó el catálogo de sus colecciones desde el año 1650.

Se decía que “La biblia del diablo” había sido escrito por un monje emparedado vivo. Independientemente de su extraño y siniestro contenido, llamaba la atención sus dimensiones -90 X 50 centímetros-; las crónicas de la época recogen que eran necesarios dos hombres para trasladarlo.

Las primeras referencias respecto a este libro se retoman al año 1295, pero algunos expertos apuntan a que es mucho más antiguo. Más de 160 animales fueron sacrificados para elaborar sus páginas, que contienen versiones latinas de la Biblia y de la Crónica Checa del canónigo praguese Kosmas del siglo XII.

Igualmente, entre sus 300 páginas se encuentran -extrañamente- dos trabajos del historiador judío José Flavio; los famosos “Orígenes” del arzobispo San Isidoro de Sevilla (VII) y tratados sobre el cuerpo humano del médico griego Galeno. La rica y cuidada decoración de la “Biblia del Diablo” hace pensar que este monje escribano dedicó

toda su vida a esta gran obra. Otros apuntan que, antes de la invención de la imprenta, los monjes escribanos eran muy apreciados; es más, sus manos solían embalsamarse si éstos en vida habían sido muy diestros. Muchas leyendas nacieron en torno a estos peculiares monjes. Una de ellas, es la que respecta al autor de “La Biblia del Diablo”.

Un monje benedictino, en la Bohemia oriental, había sido condenado a ser enterrado vivo por una grave ofensa. Desesperado, se atrevió a asegurar que, para expiar su culpa y glorificar al convento, escribiría la mayor obra jamás escrita. A pesar de no creerle, le suministraron pluma y pergamino. Éste intentó reproducir la Biblia en una noche y al comprobar que no lo lograría, invocó al Diablo y le vendió su alma. Al amanecer el libro estaba acabado, con la imagen del Diablo oculto en sus páginas.

Muchos han intentado recuperar este volumen, pero los suecos se niegan a devolverlo. Actualmente, el preciado ejemplar reposa en Estocolmo.

Las catacumbas de los monjes Capuchinos

Muertos de las catacumbas de los Capuchinos.

Una de las leyendas más terroríficas de la historia nos remonta a Palermo, (Sicilia, Italia) en el año 1599, época en la cual las Catacumbas de los monjes Capuchinos dieron que hablar. Fue en ese mismo año en el que los frailes se dieron cuenta que el espacio de las antiguas catacumbas resultaba poco espacioso para la demanda de cuerpos que debían depositar en ellas y decidieron ampliarlas bajo la zona del altar mayor de la Iglesia de los Capuchinos. El antiguo lugar en donde se encontraban las mismas quedó deshabitado y listo ara usarse como una especie de hospital para los frailes y fieles de la región de Palermo. Pero fue a partir e ese momento en que la leyenda comenzó.

Todos aquellos que llegaban a Palermo debían entrar por una compuerta; cada vez que alguien quería ingresar a la ciudad las compuertas se cerraban casi herméticamente resultando imposible adentrase en la misma. Mientras tanto, los frailes seguían moviendo los cuerpos de los frailes muertos hasta las nuevas catacumbas y fue allí que todo se mismos permanecía “blanda”, tal como sucede en muertos que llevan pocos días de defunción. No existía explicación lógica para este suceso ya que además de haber enterrado a dichos sacerdotes hacía varios años ya, los frailes encargados de dar la sepultura habían embalsamado por medio de una técnica especial a los cuerpos.

Los cuerpos fueron colocados en las nuevas tumbas y nichos excavados en las paredes. El tiempo pasaba y los mismos no se deterioraban, de hecho permanecían casi intactos (recordemos que los frailes capuchinos no enterraban los cuerpos en ataúdes sino directamente en la tierra).

Entre los años 1866 y 1897 los frailes capuchinos fueron expulsados de Palermo. El Ayuntamiento de Palermo se hizo cargo de las catacumbas pero no se interesaron por el cuidado de los cuerpos tal como lo hacían sus antiguos propietarios. Fue recién en el año 1897 cuando los capuchinos regresan a Palermo y comienzan la enorme labor de restauran los daños producidos en los cuerpos por el mal cuidado de las autoridades sicilianas.

A partir de 1898 se da lugar no solo a frailes sino a cualquier tipo de ciudadano que quisiese ser sepultado en las catacumbas. Allí todo cambió: los misterios comenzaron a hacerse presente nuevamente. Se comentaba que los cuerpos de las mujeres expuestos en las galerías de la cripta cobraban vida. Los lugareños comentaban que pasadas las 12 de la noche veían salir el espectro de una mujer embarazada corriendo alrededor de las cripta con un bebe ensangrentado en brazos.

Una de las historias más famosas que proviene de las catacumbas de los Capuchinos es la de la pequeña Rosalía Lombardo, una niña que por orden de sus padre, un mafioso de principios del siglo pasado, es mandada a embalsamar por medio de una técnica que consistía en una inyección de fuertes químicos. Tan exitosa fue la técnica que hoy en día el cadáver parece estar intacto, parece que Rosalía durmiera, sin embargo muchos afirman que no es así. Los encargados del cuidado de las instalaciones afirman haber visto a la niña jugar sola en los oscuros pasillos de las catacumbas. El 4 de marzo de 1967, Juan Antonelli, un turista curioso, afirmó haber visto a Rosalía llorando en una de las galerías.

Muchas son las historias que se desprenden de las misteriosas catacumbas capuchinas. Hoy en día puedes conocerlas y descubrir los misterios tu mismo.

MISTERIOS CRISTIANOS

La aparición en Alejandría hace más de un año de un vaso de cerámica con una inscripción en griego que parecía decir “Cristo, el mago”, parece reforzar el vínculo entre el Nazareno y Egipto, escuela de toda clase de sabios y profetas en la Antigüedad. Sin embargo, no es la única prueba que une a Jesús con la tierra de los faraones. Algunas tradiciones, mitos y leyendas señalan a Egipto como la cuna del conocimiento del Mesías.


Jesús y Egipto constituyen una combinación difícilmente superable; un verdadero cóctel de misterio, tradición, magia y fe. Quizá la figura del Mesías, más asentada en nuestra tradición judeocristiana, nos aproxima al entendimiento de una de las culturas más fascinantes de la Antigüedad, la egipcia. El conocimiento de su paso por el Valle del Nilo no viene de las Escrituras Sagradas, sino de fuentes indirectas, textos apócrifos e, incluso, de leyendas de dudosa credibilidad, pero, en definitiva, señala a Egipto como la escuela donde se formó como sabio. La vasija descubierta en el Portus Magnus de Alejandría podría ser una prueba de ello, como ya veremos. El Nuevo Testamento proporciona muy pocos datos en relación a los años pasados por Jesús en este país. El Evangelio de Mateo es el único que recoge el viaje del niño al Valle del Nilo. En el versículo 13 podemos leer: “Después que ellos se retiraron, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: ‘Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle’”.

En aquella época, pocos años antes del cambio de era, Egipto era ya una provincia del Imperio que estaba gobernada por el emperador romano Octavio Augusto. Aun así, conservaba gran parte del conocimiento y de la sofisticación que la habían caracterizado durante miles de años. Filósofos, pensadores, sabios y científicos de toda clase viajaban a Alejandría, ciudad que había sustituido a la Atenas de la época clásica como centro del saber de todo el mundo. Sin embargo, y a pesar de la abundancia de menciones, en muchos casos solamente la tradición oral y las leyendas alimentadas durante siglos a la luz de las hogueras del desierto constituyen la prueba fidedigna de la presencia de Jesús en tierras del Valle del Nilo. ¿Es la nueva vasija descubierta en Alejandría por Franck Goddio la prueba tangible de la presencia de Jesús en Egipto? Y, yendo mucho más allá, ¿podríamos dudar no solamente de la existencia histórica de Jesús sino, como es lógico, de su presencia en Egipto? Muchos expertos, sin embargo, no necesitan la aparición de un objeto tangible para demostrar los movimientos de Jesús por el País del Nilo. Ni tampoco la fe.

En palabras del doctor Antonio Piñero, catedrático de Filología Griega en la Universidad Complutense de Madrid, no se puede concebir el nacimiento y la expansión del cristianismo sin el reconocimiento de una figura real como la de Jesús”. Tomando como premisa esta afirmación podemos analizar la abundancia de lugares y objetos relacionados con Jesús que hay en aquel país. Según la tradición, fue el apóstol san Marcos quien en el año 40 evangelizó Egipto. Fuera o no así, lo cierto es que Egipto siempre ha sido uno de los lugares predilectos de las Sagradas Escrituras. Muy cerca del monasterio de la Virgen María de Maadi (El Cairo), lugar en el que descansó la Sagrada Familia, sucedió un supuesto hecho milagroso el 12 de marzo de 1976. En las aguas del Nilo apareció flotando una Biblia abierta por el Libro de Isaías, capitulo 19, versículo 25, en el que se puede leer “Bendito sea mi pueblo Egipto”. Hoy la Biblia se guarda en el citado monasterio como una reliquia para devoción de todos los fieles.

¿Podemos conocer con certeza los lugares donde supuestamente descansó Jesús o las escuelas en las que se formó en Egipto?

La ruta sagrada

En Egipto encontramos casi una veintena de lugares en los que, supuestamente, descansó la Sagrada Familia durante su estancia en el país, escondida de las fuerzas de Herodes.
Estos enclaves van desde el Delta, en el norte del país, hasta el Egipto Medio y conforman un enrevesado recorrido de casi 3.000 km. A lo largo del mismo podemos encontrar reliquias sorprendentes, algunas de las cuales recuerdan al mundo islámico, cultura en la que, no lo olvidemos, se ve imbuido Egipto desde el siglo VII. Relatos imprecisos, principalmente de monjes eremitas de los primeros siglos de la era cristiana, refieren la visita de Jesús a varios lugares del Delta.

Entre ellos cabe destacar Bubastis, la actual Tel Basta, localidad dedicada a la antigua diosa gata Bastet. Pero de la presencia de Jesús en ella –si realmente estuvo allí– solamente quedan algunos monasterios e iglesias dedicados a la advocación de la Virgen María. Sin embargo, el azar del destino sí nos ha legado una supuesta prueba en forma de reliquia de la estancia de la Sagrada Familia en la moderna ciudad de Sakha. La tradición cuenta que a su paso por este lugar Jesús posó el pie sobre una piedra y dejó su divina impronta en ella. Desde entonces el lugar pasó a llamarse en lengua copta Bikha Isous, es decir, “la huella de Jesús”. La supuesta reliquia fue descubierta en el transcurso de unas excavaciones arqueológicas realizadas en el año 1986 en los alrededores de la iglesia. En la actualidad, esta “huella” es uno de los objetos de devoción más venerados por los cristianos coptos.

Algo parecido sucedió camino del Alto Egipto (al sur), cuando la Sagrada Familia recorría en barca las aguas del Nilo que cruzan la ciudad de Cinópolis, dedicada antiguamente al perro Anubis. Al pasar por la montaña de Gebel Al Tair, un enorme bloque de roca se desprendió de la cima y se precipitó sobre la embarcación. Ante el susto de María y José, el niño Jesús levantó la mano y detuvo con ella la piedra, quedando su impronta grabada en la misma. Cuando el rey de Jerusalén, Almerico, invadió el Alto Egipto, cortó la piedra y se llevó la reliquia a Siria en el año 1168.