Entrevista con Liz Tyson-Griffin, directora de Born Free USA, el mayor santuario de primates en Estados Unidos. Muchos de ellos procedentes de laboratorios donde han experimentado con sus cuerpos, en este santuario trabajan para darles una vida después del infierno
Muy pocos animales sobreviven tras su paso por un laboratorio; el final, para la gran mayoría, es el sacrificio y la muerte. Gracias al trabajo de organizaciones y santuarios como Born Free USA, algunos animales tienen la oportunidad de comenzar una nueva vida lejos del sufrimiento.
Este mes de abril lleva en el calendario el Día Mundial del Animal “de” Laboratorio, una fecha que los vivisectores celebran agradeciendo a los animales su trabajo, como si ellos eligieran colaborar y formar parte de esta industria que los explota. Sin embargo, como señala Julieta Campos en el prólogo a su traducción del libro Profesión: animal “de” laboratorio, de Audrey Jougla, publicado en español por ochodoscuatro ediciones, el uso de las comillas resalta que los animales no son del laboratorio, no le pertenecen, sino que se encuentran allí de manera circunstancial. El cambio en el lenguaje deja implícita esa idea que la industria quiere transmitir sobre los animales: que son agentes colaboradores, que lo hacen de forma voluntaria.