Archivo de la categoría: frases y reflexiones

«Nuestra alma» Omraam Mikhaël Aïvanhov.

«Para tener unas nociones justas sobre la naturaleza de este principio espiritual que llamamos alma, hay primero que tomar conciencia de que no está encerrada en nuestro cuerpo físico: se extiende mucho más allá y, aunque continúe animándole, viaja para visitar las regiones del espacio más lejanas y las entidades que las habitan. Porque el alma que habita en cada ser humano es una ínfima parte del Alma universal. Y se siente tan limitada, tan apretada en el cuerpo, que su único deseo es desplegarse en el espacio para fundirse en esta inmensidad a la que pertenece. También es un error creer, como se hace generalmente, que el alma cabe enteramente en el ser humano. En realidad, no, sólo una parte muy pequeña del alma tiene en él su morada; la casi totalidad permanece exterior a él y lleva una vida independiente en el océano cósmico.
Nuestra alma supera en mucho a todo lo que podamos imaginarnos sobre ella: esta parte del Alma universal que hay en nosotros tiende sin cesar hacia la inmensidad, hacia lo infinito


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«Las lágrimas» Omraam Mikhaël Aïvanhov.

«Las lágrimas están generalmente asociadas a la pena, pero en realidad, cualquier emoción puede provocar lágrimas. Y como hay emociones de todas clases, las lágrimas son también de todas clases. Hay lágrimas de pena, de ira, de despecho y también las hay de ternura, de gozo, de admiración. Un paisaje, un poema, un cuadro o una música pueden llenar nuestros ojos de lágrimas, pero igualmente ciertas conductas humanas cuando son particularmente bellas y nobles. ¡Y cuántos místicos, al describir sus experiencias, han hablado de las lágrimas provocadas por el éxtasis!
En la medida en que liberan una cierta tensión interior, cualquiera que sea su origen, las lágrimas tienen su utilidad. Pero, evidentemente, las lágrimas de gozo y de fascinación son las más benéficas. No os sequéis estas lágrimas con la mano, porque son preciosas. El Maestro Peter Deunov aconsejaba recogerlas en un pañuelo limpio y conservarlas cuidadosamente, porque poseen una especie de poder mágico. Las lágrimas de despecho, de ira, dejad que se sequen, porque no son más que un poco de agua salada, pero conservad las lágrimas que han sido arrancadas de las profundidades de vuestra alma.»


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«Suicidio divino» Jeff Foster.

– Recientemente estuve hablando con una mujer que planeaba su propio suicidio. Había pasado las últimas semanas resolviendo sus finanzas, pagando sus deudas y tratando de encontrar padres adoptivos para su pequeña hija, quien se quedaría huérfana tras el suicidio de su madre. Muchas personas trataban de intervenir, pero ella ya estaba resuelta. Definitivamente iba a morir. Había estado dando amenazas tiempo atrás, pero esta vez era real. Sus amigos y familiares entraron en pánico. Yo decidí hablar con ella.

«Eso es todo. Yo ya terminé aquí. Mi tiempo en la tierra terminó.», me dijo desde un principio, al comienzo de nuestra primera sesión. Todo se había tornado en un pesar para ella -su trabajo, sus supuestos amigos, sus relaciones fallidas, su brillante pero sobre-activa mente, hasta su propia hija-. Era simple y sencillamente demasiado. Sentía tanto dolor, se encontraba totalmente agotada, cansada y exhausta de tratar de ayudar a la gente todo el tiempo sin recibir nada a cambio. Siempre era ella quien daba todo a todos, ¿pero quién le daba a ella? ¿Dónde estaba la gratitud, el amor? Hasta su hija era «tomar, tomar, tomar», sus demandas eran incesantes. La única salida de este infierno era la muerte. El suicidio era la única solución lógica al problema de vivir. Su seguro de vida dejaría lo suficiente a su familia.

Le permití hablar y hablar. Tenía mucho que decir y yo dije muy poco. Simplemente me puse de su lado, vi y sentí todo lo que hizo, le permití experimentar lo que ella esperaba y permití que su experiencia se convirtiera en la mía también. Fue fácil ya que yo ya conocía ese ambiente de cansancio total, ese «he tratado tan duro de salvar a los demás y nunca he recibido nada», esa desesperación por morir (o al menos por terminar el pesar de la vida). Y también, comprendía la sensación de culpa y horrible tristeza que emergía al imaginar a mis seres queridos tratando de seguir sin mí.

Me mantuve cerca, sin jugar el papel del «guía espiritual» o «experto en prevención de suicidios» o siquiera de «terapeuta”. Ciertamente no le hablé sobre el no dualismo o la ausencia del «yo» o sobre la perfección de la presencia o la ausencia del ego. No nos enzarzamos en discusiones intelectuales sobre lo Absoluto y lo Relativo, sobre la ilusión del libre albedrío o las entradas y salidas de la Unidad. No traté de arreglarla o consolarla ni siquiera de «salvarla». Simplemente la escuché. Quería aprender de ella y no enseñarle nada ni alimentarla con nuevas creencias. ¿Dónde era exactamente que se encontraba en este instante?

Me uní al club de «Nuestras vidas son agotadoras y queremos liberarnos ahora», éramos los agotados, los no amados, los que nadie aprecia, los feos, los gordos, los que estaban al borde del colapso, los que queríamos morir. Los que nadie entendía. Me pregunto si alguien ha estado realmente ahí.

Me pregunto si las personas con las que había hablado sobre su deseo de morir a lo largo de los años -su terapeuta, sus amigos, su familia- habían estado tratando de salvarla, de cambiarla, tratando de convencerla a vivir y seguir viviendo del mismo modo, en lugar de acompañarla y conocerla en su dolor y desesperación, tratando de darle valor a su experiencia del momento presente. ¿Había alguien que en algún momento la hubiese conocido realmente? o ¿todos habían sido alejados por la pena y enojo que ella sentía, o quizás sus propias incomodidades y deseos frustrados de ayudar?

Hablamos durante tres horas. Cuanto más hablábamos, más me ponía en sus zapatos, escuchando y viendo las cosas desde su perspectiva, acompañándola sin tratar de repararla o juzgarla en lo correcto o incorrecto. Cuanto más hacia esto, más se relajaba, abriéndole las puertas a sus verdaderos deseos y sueños ocultos. Lo que se hizo claro fue esto: secretamente, lo último que quería era morir. En el fondo, ella sabía quién era realmente -la consciencia misma- no puede morir. Ella sabía que sólo lo falso podía morir. Que sólo su imagen podía morir. Que sólo los sueños podían morir.

Lo que realmente deseaba no era una muerte física, no la muerte del cuerpo, no el cesar de su respiración o de su latir; quería la muerte de su falsa identidad, la muerte de la pretensión, de la falta de autenticidad… Del «yo» limitado que pretendía ser. La reina de bienes raíces, la mujer caritativa, la que «encajaba» con los demás, la de mente brillante, era totalmente falsa. Su vida y la manera en la que se desarrollaba la estaba sofocando y hasta este momento, la única salida que veía estaba en las pólizas de seguros de vida, las casas de acogida, la ayuda psicológica y últimamente en la muerte.

Pronto se hizo evidente que esta mujer, aunque «muriendo» por fuera, por dentro tenía una rica y creativa esencia que simplemente no había tenido la oportunidad de expresarse. Por dentro estaba llena de vida, tan abierta, tan sensible a todo lo que le rodeaba, tan «amplia» como ella lo describió, «conectada con todo y con todos». Era una fuerza de la naturaleza, un espíritu libre y salvaje que se había limitado totalmente a través de los años. Se había aprisionado para encajar en una idea de segunda mano sobre lo que se consideraba normal, correcto, apropiado o verdadero. Había vivido «la vida incorrecta» por así decirlo. Una muerta y agotada vida de dinero, números y predicciones que estaba destruyendo a la exploradora, aventurera, poeta y visionaria que llevaba dentro… Esta buscadora espiritual… Esta peregrina de gran corazón que realmente era. La parte limitada de ella quería morir, pero el «Gran Yo», como dijo ella, deseaba ser liberado.

Y a pesar de que este no es mi lenguaje (rara vez hablo de un «Gran Yo» o de estar Alineado con El Universo) sabía que deseaba conocerla realmente. Tenía que entrar en su mundo, en su lenguaje… Y quedarme ahí. Sin parpadear por un instante.

Cuanto más entendida, escuchada y no juzgada se sentía, más se relajaba y más hablaba abiertamente sobre sus deseos secretos de viajar, de explorar, de transitar en lo desconocido sin un mapa. Hablaba con una pasión creciente sobre momentos en los que se había sentido libre, viva y despreocupada. Había una aspiración de regresar a la simplicidad. Había un fuego en ella que ardía del amor que había sido sofocado por los intentos de «encajar».

Su depresión suicida había sido un aviso a la vida. El dolor causado al oír la sofocación le había parecido un desesperado deseo de morir. Pero realmente no lo era, ¿o sí? ¡Era el deseo de vivir! ¡Un deseo de más vida! Deseaba vivir, vivir verdaderamente. Ya no quería sofocarse bajo el peso de una falsa imagen. Sólo alguien desesperado por vivir podría experimentar la desesperación por morir. Cada célula de su cuerpo deseaba terminar la pretensión, la falsedad y los sueños vividos a medias. Querían abrirse a la vida, a su escorzo y belleza. No quería morir, quería vivir de una manera real.

¿Cómo se vería en una vida real y sin miedos? Tenía una mente brillante y un corazón abierto, que habían sido cubiertos y desperdiciados en negocios inmobiliarios.

Comenzamos a explorar toda posibilidad realista para que vendiera su casa y se embarcara hacia lo desconocido con su amada hija («mi ángel mandando del cielo»). Siempre había querido viajar a Nueva Zelanda, trabajar, construir una vida allí. Vivir una existencia más simple y verdadera… Quería que su hija estuviera rodeada de gente, paisajes y posibilidades que enriquecieran su alma. ¿Podría hacerse realidad su sueño? ¿Sería eso posible?

Estaba claro que amaba a su hija. Estaba claro que quería que su hija viviera, creciera y aprendiera la verdad. Si colocase a su hija en una casa de acogida para después cometer suicido -que había sido su plan por varios años hasta ahora-, le hubiese estado enseñando sólo limitaciones a la persona que más amaba. Hubiese estado enseñando algo falso, algo irreal. Le hubiese estado enseñando a cerrar oportunidades en lugar de abrirlas. Hubiese estado enseñando muerte, en lugar de vida. No hubiese estado enseñándole la verdad.

El suicidio sería una enseñanza falsa, una manera irreal de vivir y de no vivir. Ella sabía esto en el fondo de su ser.

Si no se suicidaba, si dejaba que su cuerpo viviese, -y por otro lado mataba al yo irreal, dejando de pretender ser alguien que no era, dejando su trabajo y su vida actual que destruía su espíritu– y se embarcaba en lo desconocido, abriéndole la puerta al misterio del universo, podría finalmente convertirse en la madre (y hermana e hija y amiga y amante) que tanto había deseado ser, esa que enseñaba a vivir sin miedos, a ser real, a no rendirse… hasta cuando uno está cansado. Ya no estaba dispuesta a ser «la cansada, la que desea la libertad de toda responsabilidad». Ahora sería totalmente, completamente, increíblemente responsable -en todo el sentido de la palabra-, capaz de responder a la vida, a su hija, a sí misma. Capaz de responder a la llamada que rechazó por tanto tiempo.

Era el no hacerle caso a la vida lo que la estuvo lastimando todos esos años. El deseo de la muerte y la certeza del suicidio en realidad eran una llamada de la vida, gritando una y otra vez «¡vive, vive, vive!».

¿Escucharía esta llamada, ahora que casi todo estaba perdido?

De repente, todo se aclaró. Ya no había opción. Sabía que hacer. Sabía lo que la vida estaba tratando de decirle. Siempre lo había sabido. Si, se iba a matar, pero no en el sentido que su mente se había imaginado. Iba a matar a su yo viejo, a su yo limitado, a su yo falso. ¡Eso era el suicidio verdadero! ¡Eso era la vida llamándole! Iba a terminar con una vida que se había convertido en vana, sin sentido, vacía… Y lo más importante, se había convertido en una vida incorrecta, para ella y para sus seres queridos. Una vida que la había convertido en algo que ella ya no soportaba. Ahora, se dirigía a lo desconocido con su amada hija, y con sus corazones abiertos a posibilidades. Esto ya no era una decisión mental. Ésta no era una conclusión basada en el miedo. Esto era el alivio total. Esto era hundirse en la profunda realidad de sí misma… Esto era honrar la vida. Esto era un descanso profundo.

Su «mente brillante” sólo había podido llegar a la conclusión del suicidio. Había creído que había una opción entre la vida y la muerte y había escogido la muerte. ¿Pero qué era lo que la mente sabía? La verdad de su ser sólo estaba diciendo: VIVE. La mente nunca hubiese podido comprender esto.

No había más opción que vivir.

A la mañana siguiente, me di cuenta que su aventura ya había comenzado. Ya había estado empaquetando, haciendo arreglos, vendiendo cosas que ya no quería, preparándose para su nueva vida. Una vida de libertad, posibilidad y novedad. Ya no se preparaba para morir sino para vivir más. De algún modo, era suicidio todavía, -pero un tipo de suicidio divino-, el suicidio de lo falso.

De cualquier manera, todavía le quedaban muchas cosas por hacer, tantas cosas que planear, tantas cosas que resolver -muy parecido a lo de antes-, pero ahora ya no estaba cansada, ya no estaba deprimida por todo ese quehacer, ya que todos los quehaceres eran verdaderos. Estaba haciendo lo que quería, lo que amaba… Sin esperar que los demás le «dieran algo a cambio».

La relación con su hija cambió de la noche a la mañana. Ahora era obvio que su hija jamás fue un obstáculo a su libertad o agujero por donde se escapase su energía, mucho menos la razón de sus deseos de morir. Su hija era su acompañante, ¡una parte de este suicidio divino! Ahora, su hija ya no estaba «impidiéndole» vivir la vida que siempre había querido. Ahora, era precisamente parte de esa vida. Ya no era «su vida» contra «la mía», ahora era simplemente Vida. Esta vida. Nuestra vida.

Yo no le enseñé nada a esta mujer. En realidad no había «hecho» nada. Yo no tengo teorías psicológicas astutas. Simplemente la escuché profundamente, para así recordarle lo que ella siempre supo. Al escucharla, simplemente le reflejaba su propia realidad, para que así pudiera escucharla por primera vez. Mediante la devastación y la destrucción total, se había creado un espacio para que su verdad emergiera.

Es interesante que la palabra «deprimido» en inglés (depressed), suena muy similar a un «descanso profundo» (deep rest). Podemos ver la depresión no como una enfermedad mental sino, en un nivel más profundo, como un estado de descanso al que se entra cuando estamos completamente exhaustos por el peso de una autodefinición (falsa) de nuestra historia.

Es una pérdida subconsciente de interés por lo superficial. El deseo de la falsa muerte. Este deseo debe ser honrado en lugar de medicado, meditado o analizado.

Es impresionante lo que se puede desarrollar naturalmente cuando la depresión y el deseo de morir (que en realidad es un deseo de descanso), son verdaderamente honrados y acogidos, sin que se ignore o esquive el dolor.

Es increíble lo que puede suceder cuando uno escucha activamente a las personas, desde una lente amorosa y libre de juicio, simplemente aceptando la inteligencia de la vida misma, permitiendo que el divino suicidio despierte, teja su magia misteriosa.


Publicado por SAIKU
DE TODO UN POCO.

«Chispa divina» Omraam Mikhaël Aïvanhov.

«Cómo son los seres, aquí y ahora, no es algo que interese demasiado a un Maestro espiritual. Lo que él se esfuerza en ver, son las divinidades en las que estos seres se convertirán un día. Cada vez que se encuentra con ellos, piensa en esta chispa divina, escondida en ellos y que espera el momento en el que, por fin, tenga las condiciones para manifestarse. Ésta es la más elevada expresión del amor: saber conectarse con la chispa divina presente en cada criatura, para alimentarla y reforzarla.
¡Qué diferentes serían las relaciones entre los humanos si, cuando se encuentran, pudiesen pensar que el hombre o la mujer que tienen ante ellos, es el depositario de una chispa surgida del fuego divino! Incluso en un criminal, hay que buscar esta chispa para tratar de reavivarla. Esto no siempre es posible, pero al menos hay que intentarlo. No siempre sabemos por qué ciertos seres se han dejado arrastrar por una mala pendiente y tampoco sabemos lo que un día puede enderezarles y reavivar de repente la chispa que hay en ellos. Por eso nunca debemos emitir un juicio definitivo sea sobre quién sea


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«La responsabilidad» Omraam Mikhaël Aïvanhov.

«En cualquier campo, sea el político, el social, el científico, el religioso, el moral, se oye a la gente hablar de responsabilidad. Presidentes, ministros, generales, directores, padres, profesores, etc., todos saben que son responsables. Muchos seres humanos y muchos acontecimientos dependen de ellos, de su conducta, de sus decisiones. Pero en realidad la noción de responsabilidad se extiende mucho más allá, porque todas las criaturas que existen están conectadas entre sí y se influencian mutuamente. De esta manera, cada una, no sólo con sus actos sino también con sus pensamientos y sus sentimientos, ejerce una influencia sobre las demás.
Hagan lo que hagan, los humanos son responsables. Pero lo ignoran o, aún sabiéndolo, no lo tienen suficientemente en cuenta, por eso hay tantos sufrimientos en el mundo. Si queréis manifestaros como seres útiles, benéficos, esforzaos por tomar cada una de vuestras actividades como una ocasión de elevaros espiritualmente. Aunque os parezca que lo que hacéis no tiene ningún efecto, en realidad siempre hay en alguna parte, no se sabe dónde, algo bueno que se despierta y que recibe un impulso


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«Estate atento, ¡no dejes pasar la oportunidad!» Diego Alcalde.

Cuando tengas esa curiosidad interior de una vida sin complicaciones, de dar un freno a la alocada carrera de un acelere constante para llegar “no sé bien adónde, pero que sea rápido”; cuando sientas cuestionarte tus decisiones porque no entiendes “por qué pasa lo que pasa”; cuando luego de vivir tus experiencias de “consumir por consumir”, “comprar por comprar”, “tener por tener”, sigues igual de “vacío”; cuando algo en tu pecho (Corazón) intenta decirte que la experiencia que vives en el presente (da igual el adjetivo que le ponga la mente) es la oportunidad para ver con “otra lente” las cosas; cuando te percatas de la sencillez, abundancia, belleza y generosidad de la Naturaleza y te sientes parte de ella;… Cuando todo esto acontece es porque tu Ser riega en ti agua limpia y fresca para que florezca un cambio y brote en ti la Armonía.

¡Date cuenta! no dejes pasar la oportunidad. ¡Evoluciona! Estate atento para poder ver estas posibilidades, sentirlas, atraerlas y aprovecharlas desde el Ser, siempre desde el Ser.

Eres creador, recuerda. Ajusta el “receptor” para sintonizar las señales y baja el volumen de la mente. Sé más perceptivo, siempre el entorno te está comunicando algo. ¡Intuye! Quita de tu andar los cuestionamientos del ego -preguntas, dudas…- poco a poco, todo a su tiempo y mantente atento.

¡Experimenta!, de eso se trata. Pero experimenta desde el Ser. Y para poder discernir entre “capricho del ego” o “experiencia del Ser”, debes estar atento. Empieza a romper el muro del miedo que colocaste para “protegerte” porque te dijeron que las cosas eran de una forma y te mostraron una felicidad ficticia, que te la vendieron envuelta en un paquete cual oferta de fin de semana.

¡Expándete! Descubre Tu Vida, no la que quieren que vivas. Tienes el poder, ¡eres Dios!, ¡somos Dios! No dejes que la mente-ego empañe la vidriera de tu vida.

Si estas palabras resuenan contigo, afina tu sentir, prepara tu “conexión” y deja fluir la “información”. Sé que lo mejor para ti está aquí y ahora, porque lo estás viviendo.

Ya sabes que hacer… ¿Estás atento?


EL CIELO EN LA TIERRA.

Por cada lágrima derramada

Sat Nam ji,

Sí, hoy me siento bendecida y doy las gracias por cada lágrima derramada por mis ojos.

Porque cada una de ellas ha sido fruto de una experiencia que merecía la pena vivir.

Tanto si eran lágrimas de alegría, de dolor o de tristeza, junto con cada una de esas lágrimas venía un aprendizaje.

Porque llorar es de valientes, porque hay que ser valiente para mostrar tu vulnerabilidad.

Gracias, gracias, gracias por todas las lágrimas que he llorado ya… Y gracias también por las que aún han de llegar…

Sat Nam

Sat Sansar Kaur

https://eternorenacer.wordpress.com

«Células» Omraam Mikhaël Aïvanhov.

«Nuestro cuerpo físico está compuesto por un número incalculable de células y cada una de estas células es una entidad viva, una muy pequeña alma inteligente que sabe cómo respirar, cómo alimentarse, cómo eliminar… Mirad cómo trabajan las células del estómago, del hígado, de los órganos sexuales, del corazón, del cerebro. Todas ellas tienen su especialización. Y nuestra inteligencia es la suma de las inteligencias de todas esas pequeñas existencias: dependemos de ellas y ellas dependen de nosotros, formamos una unidad.
El ser humano no puede hacer nada sin el consentimiento de sus células. El día en que éstas dejan de trabajar, de contribuir al buen funcionamiento de su organismo, ya no puede respirar ni alimentarse ni eliminar ni moverse ni pensar. Y no sirve de nada rebelarse contra esta situación. El hombre debe comprender pues, que él es la síntesis de todas estas pequeñas almas inteligentes que viven en él y que cada día, tiene que cuidar de ellas.»


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«Optimismo y pesimismo» Omraam Mikhaël Aïvanhov.

«La cuestión del optimismo y del pesimismo va mucho más allá de lo que se piensa en general. Sólo aquél que busca los bienes espirituales puede ser verdaderamente optimista. En cuanto a aquél que se concentra en los bienes materiales, incluso si al principio está lleno de esperanza, un día u otro se verá obligado a abandonar sus ilusiones.
Optimismo y pesimismo presuponen dos filosofías de la vida. El pesimista no ve más lejos de las pequeñas cosas de la tierra, mientras que el optimista abre su alma a las vastas extensiones del cielo. Sabe que la predestinación del hombre es regresar un día a su patria celestial. En el camino que conduce a esa patria, se encontrará evidentemente con el mal bajo todas sus formas, sufrirá, dudará de sí mismo y de los demás, se desanimará. Pero incluso en los peores momentos no zozobrará, porque en su corazón, en su alma, permanece grabada esta verdad de que Dios le ha creado a su imagen y para él esta imagen de Dios contiene en potencia todas las riquezas, todas las victorias


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La sabiduría cósmica de Carl Sagan en 4 de sus mejores frases

CARL SAGAN PERFECCIONÓ LA COMBINACIÓN ENTRE INTELIGENCIA, ENTRETENIMIENTO Y EMOTIVIDAD PARA PODER HACER LLEGAR CONOCIMIENTO AL GRAN PÚBLICO.

Carl Sagan es sin duda un personaje científico no sólo conocido sino también querido. Como pocos, Sagan combinó el saber especializado con la divulgación amena, con lo cual consiguió que muchísimas personas en todo el mundo se interesaran y conocieran de temas que, en otro ámbito, podrían creerse inalcanzables para el gran público, como la astrofísica, la teoría de la relatividad, el comportamiento del universo y otros.
Hace poco, el sitio de la BBC celebró el legado de Sagan con una compilación de sus frases más célebres y profundas, una delicada destilación de sabiduría que algo tiene del brillo de las galaxias que estudió, la errancia de los planetas y otros cuerpos celestes, el sentido abisal del infinito que nos rodea. Cabe añadir que las citas se acompañan de la referencia donde pueden encontrarse (libros o serie de televisión, en casi todos los casos), lo cual, en tiempos del Internet, siempre se agradece.
A continuación compartimos las imágenes y su traducción, como una muestra breve de cómo la inteligencia y la emotividad pueden colaborar por un mismo propósito y obtener excelentes resultados.
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La ciencia no sólo es compatible con la espiritualidad: es una fuente profunda de espiritualidad.
The Demon-Haunted World: Science as a Candle in the Dark
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Estamos hechos de la misma materia que las estrellas. Somos la manera en que el cosmos se conoce a sí mismo.
Cosmos
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Para las criaturas pequeñas que somos, la vastedad es tolerable sólo gracias al amor.
Contact
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Con frecuencia la imaginación nos lleva a mundos que nunca existieron. Pero sin ella no iríamos a ningún lado.
Cosmos
fuente/Pijamasurf

«Analogías» Omraam Mikhaël Aïvanhov.

«Podemos encontrar analogías entre la vida de ciertos animales y la vida psíquica de los humanos. Observemos por ejemplo al topo: vive bajo tierra, lejos de la luz, y para desplazarse se ve obligado a abrir largas galerías en el suelo que, algunas veces, son destruidas por el arado del labrador. Esta vida oscura y limitada le conviene sin duda, porque es un topo; no puede imaginarse otra. La vida del pez es más libre que la del topo, porque el espacio en dónde se mueve es mucho menos estrecho y sombrío. Pero ¡ mucho más libre es la vida del pájaro ! Todo el espacio le pertenece y canta, se alegra en la luz del sol.
El topo (la tierra), el pez (el agua), el pájaro (el aire) se trata aquí de símbolos: cada uno de ellos corresponde a un nivel de conciencia y el nivel de conciencia determina el destino de los seres


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«Sobre el Sentido del Humor» Hugo Casas.

Reir es una necesidad, pues contribuye a nuestro bienestar general.

Sentido del HumorDicen que la risa es algo propio del ser humano. Lo que sin duda es cierto, es que es algo beneficioso y contribuye a nuestro bienestar físico y psicológico. Obviamente, una persona que nunca se riera caería rápidamente en la neurastenia, lo que se confirma por el hecho de que las personas neurasténicas se ríen muy raramente. La risa es una necesidad vital y también una necesidad mental; tanto es así que la mayoría de la gente está buscando oportunidades para poder hacerlo, de ahí el éxito de las comedias y los espectáculos cómicos.

Pero si bien la risa es una cosa buena, especialmente necesaria en estos tiempos de crisis y pesimismo, podríamos preguntarnos no obstante si podemos reírnos de todo. La mayoría de los comediantes y humoristas interrogados responden a esta cuestión con un rotundo “sí”. Muchas personas también lo piensan, sin que en principio se impongan límites de ningún tipo.

A riesgo de parecer aguafiestas, creo que no hay que reírse de todo, porque no todo puede ser objeto de burla. Pero incluso admitiendo que esto suceda, creo que la manera de hacerlo es muy importante. Hoy en día, más y más humoristas utilizan el cinismo, la ironía, la insolencia y la vulgaridad para hacer reír a la gente. Y por lo general, lo hacen a expensas de una persona en particular, lo que me parece a la vez fácil e inapropiado. Naturalmente, cada uno es libre de practicar y disfrutar de este tipo de humor, pero creo que eso no engrandece ni a unos ni a otros.

Probablemente soy un poco ingenuo, pero creo que el humor, para ser digno de ese nombre, debe estar libre de malicia, de ridículo, de desprecio, de vulgaridad y, en general, de todo lo que implique sentimientos humillantes. En este sentido, creo que el humor más significativo es el que pone de manifiesto la estupidez y la fragilidad humana en general, fomentando nuestro aspecto más infantil, es decir, que favorece el aspecto cómico de una situación, las palabras sutiles y con doble sentido, los malentendidos inocentes de la vida, etc. Ahora bien, esta forma de humor casi ha desaparecido, probablemente debido a que requiere de un talento que no se puede improvisar.

De todos modos, no olvidemos nunca que el humor más sano es el que consiste en reírse de uno mismo. También es una buena manera de prevenir y tratar las “crisis del ego”. Por desgracia, tomarse demasiado en serio a uno mismo se ha convertido en una enfermedad común, sobre todo porque la tendencia actual es la de “mirarse el ombligo” constantemente fomentando el culto a la personalidad. Ya en su época, Victor Hugo afirmó en su obra teatral “Hernani” y en base a una frase bíblica: “Por un título venderían su alma. ¡Vanidad! ¡Vanidad! ¡Todo es vanidad!”.


imagen: kho
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Adriana – Cuando la Naturaleza habla

Pensamiento simiente 22 enero 2016: cuando la naturaleza habla

“Las maravillas infinitas del universo se nos revelan en la exacta medida en que somos capaces de percibirlas: la agudeza de nuestra visión no depende de cuánto seamos capaces de ver, sino de cuánto sentimos. Tampoco el simple conocimiento crea la belleza. La naturaleza interpreta sus canciones más exquisitas a aquellos que la aman. No desvela sus secretos a aquellos que solo vienen para satisfacer sus deseos de análisis, para recoger hechos, sino a los que ven en sus múltiples fenómenos sugerencias de sentimientos más delicados y elevados”.

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Hellen Keller (1880-1968), “La puerta abierta” (1957), Plataforma Editorial.
Imagen: la Barranca, Madrid, 4 octubre 2015.

«Calma y Paciencia» Omraam Mikhaël Aïvanhov.

«Sed pacientes y viviréis mucho tiempo. Diréis: «Pero esto no es posible, ¡hay que gastar tantas energías para soportar las situaciones y a la gente difícil!» No, al contrario. Es con la impaciencia con lo que gastáis más energías. La calma y la paciencia refuerzan la vitalidad y prolongan la vida. Aquél que después de haber estallado contra la gente o los acontecimientos, exclama: «¡Ah! ¡Ya me siento mejor! » no se da cuenta que este «mejor» es en realidad una gran pérdida. Que se analice para saber lo que siente mejor en él: ¿su naturaleza superior o su naturaleza inferior? Y un momento después, cuando vuelve a pensar en esta explosión, ¿está verdaderamente contento de sí mismo? ¿No se pregunta si hubiera sido preferible haberse dominado?
Tratad de experimentar en vosotros la eficacia de esta virtud, la paciencia. Antes de recurrir enseguida a toda clase de jarabes, pociones, elixires y otros brebajes, ¡bebed de la paciencia! Es ella quien reanimará en vosotros los poderes de la vida… unos poderes insospechados


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