En 1959, cuando los astronautas de la NASA vieron por primera vez su diminuta cápsula espacial Mercury, diseñada con espacio para una sola persona, no quedaron muy impresionados.
Parecía no tener ventanas y pocos controles: los pilotos se quejaban de que dentro serían poco más que «jamón enlatado» .
Este conflicto entre el deseo de los astronautas de volar en una nave espacial y el deseo de los ingenieros de simplemente poner a un hombre en órbita (y de hacerlo regresar vivo) se ilustra en la película The Right Stuff .
En ella, el héroe de traje plateado John Glenn amenaza con compartir sus opiniones con la prensa, así que los ingenieros acceden a instalarle claraboyas y la instrumentación adecuada a la nave.
Casi 60 años después, se vive un escenario similar en Houston, Estados Unidos.
En este momento, los astronautas negocian con los ingenieros el diseño interior y los controles que llevará Orion, la nueva nave espacial de la NASA con capacidad para para cuatro personas. Luego de volar sin tripulación en 2014, está previsto que Orion parta con astronautas a bordo dentro de los próximos cinco años.
Hoy, el papel de John Glenn lo ocupa Steve Bowen, un excomandante de submarinos y veterano de tres misiones en el transbordador espacial.
Le pedí a Bowen su primera impresión de Orion.
«Es realmente estrecho» , me dice. «Es muy apretado para cuatro personas. Las dos personas en la parte de atrás mirarán hacia los asientos del piloto y el comandante que están encima de ellos».