Poco van a durar las celebraciones en la NASA. Me refiero a las celebraciones tras el último vuelo del Atlantis que pone fin a la era de los trasbordadores espaciales.
Voces reputadas empiezan a hacer balance y reconocen que los trasbordadores espaciales han dado menos frutos de los esperados; y que los miles y miles de millones de dinero público invertido han servido para muchísimo menos de lo que la NASA prometió.
Y lo mismo ocurre con la Estación Espacial Internacional de los 100 mil millones de dólares, que todavía tiene que empezar a ofrecer alguno de los importantes resultados científicos que anticipó. Todo lo contrario que telescopios como el Hubble, que nos han aportado infinitamente más conocimiento científico sobre el Universo a un coste mucho menor.
Pero lo que más empieza a preocupar en el interior de la NASA es la falta de rumbo de la propia agencia, que no cuenta con un plan claro ni recursos para continuar con la exploración espacial. Tener que alquilar la Soyuz a los rusos les duele, y que China les pueda arrebatar el liderazgo espacial es una verdadera amenaza al principal pilar por el que se fundó la NASA: que EEUU fuera el líder en la exploración humana espacial. Esto está en peligro. Pero atención; también su proyecto científico estrella.
Constellation y James Webb Space Telescope: El riesgo de prometer más de lo que debes
En febrero de 2010 Obama canceló el programa Constellation que desde 2004 estaba trabajando con el Objetivo de enviar humanos a la Luna en y luego a Marte en 2030. El coste iba a ser mucho mayor del inicialmente presupuestado por la NASA, y los plazos no se iban a cumplir ni de cerca. A pesar de haberse invertido ya varios miles de millones de dólares, el proyecto se paró dejando a la deriva el destino de los viajes tripulados al espacio.
No fue una sorpresa. Y la crisis económica más una excusa que una realidad. Aquí en verano de 2008 ya anticipamos en un post titulado “Cotilleos científicos desde la NASA” que había muchas críticas internas al programa Constellation, y apostábamos a que fuera quien fuera el próximo presidente de EEUU lo iba a cancelar. Un año y medio más tarde Obama lo hizo. ¿Motivos? Quien inicialmente hubiera diseñado el plan se quedó corto en los presupuestos y largo en las promesas. Posiblemente con el objetivo de que fuera aprobado y luego ya se verá.
Algo parecido está ocurriendo con el proyecto en marcha más emblemático de la división científica de la NASA; el Telescopio Espacial James Webb llamado a ser el sustituto mejorado del Hubble. Contará con un inmenso espejo primario de 6.5 metros que podrá alcanzar las lejanísimas etapas cuando el Universo se empezó a enfriar y compactar las primeras galaxias. A diferencia del Hubble podrá medir infrarrojos, y estará criogenizado a 50 grados Kelvin para que ni el propio calor del telescopio interfiera en los débiles fotones que le lleguen. Además, operará a un millón y medio de kilómetros de la Tierra haciendo imposible cualquier reparación, pero evitando la contaminación óptica de nuestro planeta. Será la mayor ventana al Universo que nunca hayamos tenido, y nos permitiría investigar el nacimiento de estrellas, detectar planetas con agua líquida, ver etapas primigenias del Universo… y realizar un sinfín de medidas astronómicas sin las cuales las teorías cosmológícas no pueden ser verificadas. Para los que amamos la ciencia es un proyecto apasionante, pero para los políticos que la gestionan existe un problema: de nuevo, será más caro y lento de lo que la NASA anunció. Costará 2 mil millones de dólares más de lo previsto, y no se lanzará en 2014 sino en 2018 como muy pronto. Y esto está fastidiando a muchos miembros del congreso de EEUU, que proponen cancelarlo como castigo a la NASA.
Cotilleos científicos desde la NASA (II)
Esta de la derecha es la sala del edifico 29 del Goddard Space Flight Center a unos 40 minutos de Washington DC, donde se están preparando muchos de los componentes que constituirán el James Webb Space Telescope (JWST). Tomé esta fotografía en octubre del año pasado cuando tras entrevistar a una astrofísica el director de comunicación me acompañó a visitar las instalaciones. En el póster de la entrada a la sala decía que el JWST se lanzaría en 2014. Era lo previsto inicialmente. Cuando pregunté si estaría listo, el director de comunicación hizo un gesto que claramente indicaba “no te puedo responder que ni en sueños”.
Sólo un mes más tarde salía a la luz un informe independiente elaborado por John Casani explicando que el proyecto costaría 6.5 mil millones de dólares en lugar de los 5 mil que estaban previstos, y que el telescopio no estaría listo hasta finales de 2015.
En estos momentos ya se habla de 7 u 8 mil millones de dólares, y la NASA ha anunciado que como muy pronto podría lanzarlo en 2018. Y eso si le dan recursos extra.
No es un despiste. Es mucho dinero público, y se sospecha que la NASA sabía desde el principio que iba a ser más caro y largo de lo que anunciaba. Pero que lo pintó bonito para que lo aprobaran, como parece que hicieron con el programa Constellation.
“Accountability” es una palabra que tiene mala traducción al español. Pero es lo que se le exige a la NASA. Y por eso un comité del congreso de EEUU quiere recortar la financiación y cancelar el JWSP. La NASA agita los brazos gritando que ya se han invertido 4.000 millones de dólares en el proyecto, y parar ahora el JWSP significaría perderlos. Pero ya lo hicieron con el Constellation, y el congreso está dispuesto a repetirlo. El senado tendrá la última palabra.
De hecho, la propuesta de presupuesto para la NASA en 2012 que el congreso ha preparado para el senado es 16.800 millones de dólares. Un recorte de 1.600 millones respecto el de 2011. Si se confirma, adiós al James Space Webb Telescope. Primero se desquebrajó la exploración espacial, y ahora se debilitaría la ciencia. Miedo e incertidumbre en la NASA.
Detractores internos del JWST
No para todos. El Telescopio Espacial James Webb consume el 40% del presupuesto en investigación astrofísica de la NASA. Y esto hay científicos que no lo ven claro.
Si bien parece que el JWST cuenta con más apoyos que detractores, un astrofísico de la NASA en EEUU al que por descontado prometí anonimato me cuenta de manera extraoficial, anónima y no necesariamente representativa: “Personalmente odio el Telescopio Espacial James Webb. Está chupando todo el dinero y matando otros proyectos interesantes como la misión WFIRST destinada a entender el misterio de la energía oscura (algo mucho más cool que las galaxias cutres del JWST). El proyecto JWST es carísimo, irrealizable tal y como está planteado, y los resultados científicos no lo justifican. Además, creo que es muy arriesgado poner todos los esfuerzos y fondos en un único proyecto. NASA necesita replanteárselo, quizás encontrar un socio, o hacer una versión menos ambiciosa”
El autor de este blog ya ha expresado abiertamente que enviar humanos a pasear por el espacio le deja bastante frío. Y todavía mucho más la carrera por ver de qué nacionalidad es el primero en plantar una banderita en Marte. La ciencia para descubrir y comprender el Universo es otra cosa. Es mucho más fascinante. Por eso también le preocupa denotar la indiferencia que parecen mostrar los dirigentes estadounidenses.
Al fin al cabo, nosotros no sabemos muy bien si 17 mil millones de presupuesto anual para la NASA es mucho o poco. Pero al contrastarlo con los 700 mil millones del presupuesto de defensa parece irrisorio. Comparado con los 31 mil millones que los Institutos Nacionales de la Salud dedican a toda la investigación biomédica en cáncer, sida, diabetes, genética humana, enfermedades mentales, neurodegenerativas, alergias, infecciosas, digestivas, enfermedades extrañas, infantiles, del ojo, de los huesos, dentales… Pues qué decir…
El tema es que si después de quedarse sin rumbo en la exploración espacial, la NASA se queda también sin el sustituto del Hubble, la agencia podría entrar en una crisis de identidad importante. Los presupuestos de 2012 tendrán la última palabra.
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