Se trata de unos textos difíciles bajo la forma ligera de “leyenda” que como indica su etimología son cosas que se deben leer, y que, también, se deben saber leer, pues nos hablan de una realidad otra, que nada tiene que ver con lo que llamamos cotidianamente realidad, por lo que su lectura no es fácil. Además, los alquimistas han sido especialmente cuidadosos a la hora de proteger esta realidad bajo los símbolos, las alegorías y las fábulas que la velan al tiempo que la revelan a quien tiene la llave de estos tesoros.
Estas leyenda o fábulas evidentemente tratan de cosas fabulosas, desconocidas para el ser humano nacido en este mundo, pero que, sin embargo, puede llegar a conocer, siempre que tenga deseo de ello, pues cómo escriben en su introducción los autores de Alchimie, contes et legendes: “En el camino peligroso que lleva de las tinieblas de la ignorancia a la realización gloriosa del adeptado, el Libro es una primera y necesaria etapa”. El Libro representa a todos los libros santos y sabios, por eso lo escriben con mayúscula. El Libro es también, el comienzo obligado de la búsqueda alquímica, pues para eso fue escrito, para recordar a sus lectores cuál es su verdadero deseo y señalarles el camino hacia él, por eso se dice que estos libros son exhortaciones a la búsqueda más que respuestas a los misterios que nunca ningún adepto pondría por escrito. Lee, lee, lee, relee, trabaja y encontrarás, reza la divisa alquímica. Primero lee, lee, lee con el corazón y enamórate de las palabras, y aún más, enamórate del perfume luminoso que desprenden estas palabras, aunque en una primera lectura no las entiendas. Debes leerlas, releerlas y después, de nuevo, volverlas a leer, quizás entonces este perfume que has percibido en las diversas lecturas acabará coagulándose en una luz pura que te iluminará para siempre.
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