domi los Jemeres Rojos de Pol Pot en Nom Pen

Historia

Los buenos, los malos y los feos: esta es una manera sencilla de resumir la historia de Camboya. Los principios fueron prósperos, y culminaron con el gigantesco imperio de Angkor, sin rival en la región durante cuatro siglos de dominación. A partir del s. xiii llegaron los malos, época en que los vecinos trataron constantemente de minar el territorio camboyano. En el s. xx la situación se volvió realmente fea, debido a una brutal guerra civil que culminó en el gobierno genocida de los jemeres rojos (1975-1979), del que Camboya todavía se está recuperando.

ORÍGENES DE LOS JEMERES

La leyenda cuenta que Camboya se originó de la unión de una princesa y un extranjero. Este último era un brahmán indio llamado Kaundinya y la princesa, la hija de un rey naga que gobernaba un acuoso país. Un día, cuando Kaundinya se acercó a la costa, la princesa salió a su encuentro en una barca para saludarlo. Kaundinya disparó una flecha con su arco mágico a la embarcación de la princesa y ella, asustada, accedió a casarse con él. Necesitada de una dote, su padre tomó las aguas de su tierra y se las entregó a Kaundinya para que las gobernara. El nuevo reino fue llamado Kambuja.

Como muchas leyendas, esta es bastante imprecisa, pero dice algo sobre las fuerzas culturales que han provocado la existencia de Camboya, en especial su relación con la India, el gran vecino. Las tradiciones religiosas, reales y escritas de Camboya provienen de la India y empezaron a unirse formando una entidad cultural determinada entre los ss. i y v d.c.

Se sabe muy poco acerca de la Camboya prehistórica. La mayor parte del sureste era un golfo enorme y poco profundo que progresivamente fue llenándose de sedimentos en las desembocaduras del Mekong, convirtiendo esta tierra en un lugar rico en minerales, ideal para la agricultura. Se han encontrado fósiles de cavernícolas en el noroeste del país, así como tarros de cerámica, los cuales, sometidos a la prueba del carbono, se sabe que datan de alrededor del 4200 a.C., pero resulta difícil decir si hay una relación directa entre estos elaboradores de vasijas que vivían en cuevas y los jemeres contemporáneos. Sin embargo, exámenes de huesos que datan de aproximadamente el año 1500 a.C., sugieren que la gente que vivía en Camboya en aquella época se parecía a los camboyanos actuales. Según los primeros documentos chinos, estos eran “feos” y “oscuros” e iban desnudos. Sin embargo, conviene armarse de una saludable dosis de escepticismo al interpretar las crónicas de la China imperial sobre sus ‘bárbaros’ vecinos.

PRIMEROS REINOS CAMBOYANOS

El poder camboyano no empezó y acabó con Angkor. Hubo varios reinos poderosos en la zona antes del s. ix.

A partir del s. i, se produjo la indianización de Camboya a través de asentamientos comerciales que surgieron en el litoral de lo que es actualmente el sur de Vietnam, pero que en su día estaba habitado por los jemeres. Estas colonias eran importantes puertos de parada para los barcos que seguían la ruta comercial desde la bahía de Bengala hasta las provincias meridionales de China. El más grande de estos reinos nacientes fue conocido como Funan por los chinos, y pudo haber existido en una zona entre Ba Phnom, en la provincia de Prey Veng, un enclave solo recomendable a los obsesionados por la arqueología, y Oc-Eo, en la provincia de Kien Giang, al sur de Vietnam. Funan habría sido contemporánea de Champasak, en el sur de Laos (entonces conocida como Kuruksetra), y otros feudos menos conocidos de la zona.

Funan es un nombre chino y puede ser una transliteración de la antigua palabra jemer bnam (montaña). Aunque se sabe muy poco de Funan, tuvo mucha importancia como uno de los primeros centros de poder del sureste asiático.

Es muy probable que entre los ss. i y viii, Camboya estuviera ocupada por una serie de pequeños estados, cada uno de ellos con sus propias élites que unas veces realizaban uniones matrimoniales estratégicas y otras entablaban guerras entre ellas. Sin duda Funan fue uno de esos estados, y como importante puerto marítimo habría sido crucial en la transmisión de la cultura india hacia el interior de Camboya.

Básicamente, lo poco que los historiadores conocen de Funan ha sido deducido de fuentes chinas. Según estas, la Camboya del período de Funan (ss. i a vi d.C.) adoró las deidades hindúes Shiva y Vishnu y, al mismo tiempo, el budismo. El linga (tótem fálico) parece haber sido el centro del ritual y un emblema de poder real, una característica que iba a evolucionar más tarde en el culto angkoriano del dios-rey. Asimismo, la gente practicaba el riego primitivo, que permitía un exitoso cultivo del arroz, y comercializaba materias primas, como especias, con China y la India.

Desde el s. vi, la población de Camboya empezó a concentrarse gradualmente a orillas de los ríos Mekong y Tonlé Sap, donde en la actualidad viven la mayoría de los camboyanos. Este movimiento migratorio pudo estar relacionado con el desarrollo de la agricultura de los humedales de arroz. Entre los ss. vi y viii, Camboya fue probablemente una colección de reinos que competían entre sí, gobernados por reyes autocráticos que legitimaron su poder absoluto con los conceptos de castas jerárquicas importados de la India.

Esta época se suele conocer como período Chenla. De nuevo, como Funan, es una palabra china y hay pocos argumentos para apoyar la tesis de que Chenla fuera un reino unificado que dominara toda Camboya. De hecho, los propios chinos se referían a “Chenla del agua” y “Chenla de la tierra”. Chenla del agua se situaba en Angkor Borei y el monte sagrado de Phnom Da, cerca de la actual capital de la provincia de Takeo, y Chenla de la tierra, en los tramos superiores del río Mekong y al este del lago Tonlé Sap, cerca de Sambor Prei Kuk, una parada esencial en un excursión cronológica por la historia de Camboya.

AUGE DEL IMPERIO DE ANGKOR

De manera gradual, la región camboyana se fue volviendo más cohesionada. Al poco tiempo los reinos fracturados de Camboya se unirían en un extenso imperio asiático.

En la montaña sagrada de Phnom Kulen, al noreste de Angkor, un popular lugar de peregrinación para los jemeres en la actualidad, figura una inscripción en la que Jayavarman II [802-850] se proclamaba a sí mismo “monarca universal” o devaraja(dios-rey) en el año 802. Se cree que de joven pudo residir en la corte budista de Shailendras, en Java. A su vuelta a Camboya instigó un levantamiento contra el control javanés de las tierras del sur de Camboya. Jayavarman II consiguió poner el país bajo su control con alianzas y conquistas, y se convirtió en el primer monarca en gobernar la mayor parte de lo que es Camboya en la actualidad.

Jayavarman II fue el primero de una larga sucesión de reyes que dominaron el auge y la caída del mayor imperio continental que haya visto el sureste asiático, y que iba a legar la impresionante herencia de Angkor. La clave del meteórico ascenso de Angkor fue el dominio del agua y un elaborado sistema hidráulico que permitió a los antiguos jemeres domesticar los elementos. Los primeros documentos de las masivas obras de irrigación que sostenían a la población de Angkor datan del reino de Indravarman I [877-889], que construyó la baray (reserva) de Indratataka. Su reinado también marca el florecimiento del arte angkoriano, con la construcción de templos en la zona de Roluos, especialmente Bakong.

A principios del s. xi, el reino de Angkor empezaba a perder el control de su territorio. Suryavarman I [1002–1049], un usurpador, llenó el vacío de poder y, como Jayavarman II dos siglos antes, reunificó el reino a través de la guerra y de alianzas, extendiendo las fronteras del imperio. Se empezaba a establecer una pauta, que se repitió a lo largo del período angkoriano: dislocación y confusión, seguida de reunificación y expansión bajo el mandato de un poderoso rey. En el ámbito de la arquitectura, los períodos más productivos se dieron tras épocas de confusión, lo que indica que los monarcas recién llegados sentían la necesidad de legitimar su poder con enormes proyectos de construcción.

En el año 1066 los conflictos dividieron de nuevo Angkor, convirtiéndolo en el centro de las pujas rivales por el poder. Hasta el ascenso de Suryavarman II [1112–1152] el reino no se volvió a unificar. Suryavarman II se embarcó en otra fase de expansión, promoviendo costosas guerras en Vietnam y en la región conocida como Champa. Suryavarman II ha pasado a la historia como el rey que, en su devoción por la deidad hindú Vishnu, encargó la construcción del majestuoso templo de Angkor Wat. Para conocer los acontecimientos de esta época, hay que visitar los bajorrelieves del pasillo suroeste de Angkor Wat, que representan el reinado de Suryavarman II.

Suryavarman II sometió Champa y la redujo a un estado vasallo, pero los chams contraatacaron en 1177 con una expedición naval por el Mekong y hacia el lago Tonlé Sap. Ocuparon por sorpresa la ciudad de Angkor y mataron al rey Dharanindravarman II. Al año siguiente, un primo de Suryavarman II concentró a las tropas jemeres y logró derrotar a los chams en otra batalla naval más. El nuevo líder fue coronado como Jayavarman VII en 1181.

Devoto seguidor del budismo mahayana, Jayavarman VII [1181-1219] construyó la ciudad de Angkor Thom y muchos otros grandes monumentos. De hecho, muchos de los templos que se visitan actualmente cerca de Angkor se construyeron durante el reinado de Jayavarman VII. Sin embargo, fue un personaje con muchas contradicciones. Los bajorrelieves del Bayón le representan dominando batallas muy feroces, en cambio hay estatuas que representan al rey con un aspecto meditativo, muy espiritual. Su programa de construcción de templos y otras obras públicas fue llevado a cabo con mucha precipitación, sin duda con una enorme dureza para los trabajadores que ponían su esfuerzo, lo que aceleró el declive del imperio. En parte le empujaba un deseo por legitimar su reinado, en parte sabía que podía haber otros contrincantes más próximos a la línea sucesoria real, y en parte tenía la necesidad de introducir una nueva religión entre una población donde predominaba la fe hindú. De alguna manera, fue también el primer líder progresista de Camboya, pues proclamó la población como igual, abolió las castas y se embarcó en un programa de construcción de escuelas, hospitales y carreteras.

DECLIVE Y CAÍDA DE ANGKOR

Angkor fue el epicentro de un imperio increíble que dominó gran parte de la región del Mekong, pero que en su día inició un declive irreversible.

Varios estudiosos aseguran que este declive ya se podía vislumbrar en el horizonte en la época en que se construyó Angkor Wat, cuando el imperio angkoriano estaba en la cúspide de su extraordinaria productividad. Hay indicadores de que la red de irrigación trabajaba demasiado y que poco a poco empezó a encenagarse debido a la masiva deforestación que había tenido lugar en las zonas más densamente pobladas al norte y al este de Angkor. Los proyectos de construcción masiva, como los de Angkor Wat y Angkor Thom, sin duda provocaron muchos problemas en las arcas reales y grandes tensiones en los miles de esclavos y entre la gente corriente que los subvencionaba mediante el trabajo duro y los impuestos. Tras el reinado de Jayavarman VII, la construcción de templos se frenó, en gran parte porque las obras públicas de este acabaron con la arenisca local y habían dejado exhausta a la población.

Otro desafío para los reyes posteriores fueron los conflictos religiosos y las rivalidades. La religión estatal cambió varias veces durante los años del ocaso del imperio, y los reyes pasaron más tiempo envueltos en la iconoclastia, desfigurando más los templos de sus predecesores que construyendo otros para rememorar sus propios logros. Cada cierto tiempo estas actividades desembocaban en una guerra civil.

Angkor empezaba a perder el control de la periferia de su imperio. Al mismo tiempo, los tailandeses estaban en auge, tras escapar al sur desde Yunnan huyendo de Kublai Khan y de sus hordas mongolas. Los tailandeses, primero desde Sukothai y después desde Ayuthaya, aumentaron su fortaleza e hicieron repetidas incursiones en Angkor antes de saquear la ciudad en 1431 y llevarse a miles de intelectuales, artesanos y bailarinas de la corte real. Durante este período, quizá arrastrada por las oportunidades que ofrecía el comercio marítimo con China y temerosa de los cada vez más belicosos tailandeses, la élite jemer empezó a emigrar a la zona de Phnom Penh. La capital cambió varias veces a lo largo de los siglos, pero al final se situó en la actual Phnom Penh.

A partir de 1600 y hasta la llegada de los franceses en 1863, en Camboya reinaron una serie de monarcas débiles acosados por rivalidades dinásticas. Para hacer frente a las conspiraciones, buscaron la protección, concedida, naturalmente, a un alto precio, de Tailandia o Vietnam. En el s. xvii, los señores Nguyen de Vietnam del Sur acudieron al rescate del rey camboyano a cambio de derechos de asentamiento en la región del delta del Mekong. Los jemeres todavía se refieren a esta zona como Kampuchea Krom (Baja Camboya), aunque en la actualidad está poblada por vietnamitas.

En el oeste, los thais controlaron las provincias de Battambang y Siem Reap desde 1794, y ejercieron mucha influencia sobre la familia real camboyana. De hecho, un rey fue coronado en Bangkok y colocado en el trono en Udong con la ayuda del ejército thai. Que Camboya sobreviviera a lo largo del s. xviii como una entidad individual es debido a las preocupaciones de sus vecinos: mientras los thais gastaban su energía y sus recursos luchando contra los birmanos, los vietnamitas se encontraban completamente absortos en contiendas internas. Este patrón continuó durante más de dos siglos, mientras la siempre débil Camboya se debatía entre dos tigres poderosos.

OCUPACIÓN FRANCESA DE CAMBOYA

La era del toma y daca entre los señores thais y los vietnamitas llegó a su fin en 1863, cuando cañones franceses intimidaron al rey Norodom I [1860-1904] hasta que firmó un tratado que consagraba el territorio como un protectorado. Irónicamente, en realidad era un protectorado, es decir, un espacio protegido, porque Camboya corría el peligro de seguir el mismo camino que Champa y desaparecer del mapa. El control francés de Camboya se desarrolló como una campaña supeditada a los intereses en Vietnam, increíblemente parecida a la experiencia americana que se vivió un siglo después, y que inicialmente implicaba pocas interferencias directas en los temas internos de Camboya. La presencia francesa también ayudó a mantener a Norodom en el trono a pesar de las ambiciones de sus rebeldes hermanastros.

En la década de 1870, los oficiales franceses asentados en Camboya empezaron a ejercer presión para tener un mayor control sobre los asuntos internos. En 1884 Norodom se vio forzado a firmar un tratado que transformó su país en una auténtica colonia, provocando una rebelión de dos años que constituyó el único gran levantamiento en Camboya antes de la Segunda Guerra Mundial. La rebelión tan solo finalizó cuando el rey persuadió a los rebeldes de abandonar las armas a cambio del retorno al statu quo anterior.

Durante las décadas siguientes, los oficiales camboyanos de alto rango abrieron la puerta al control francés directo sobre el día a día de la administración del país, al ver ciertas ventajas en consentir el poder galo. Los franceses mantuvieron la corte de Norodom en un esplendor desconocido desde el apogeo de Angkor, lo que ayudó a afianzar la posición de la monarquía. En 1907, los propios franceses presionaron a Tailandia para que devolviera las provincias del noroeste de Battambang, Siem Reap y Sisophon a cambio de concesiones territoriales de Laos a los tailandeses. Esto significó que Angkor cayera bajo el control camboyano por primera vez en más de un siglo.

A Norodom I le sucedió Sisowath [1904-1927], y a este, el rey Monivong [1927-1941]. A la muerte de Monivong, el gobernador general francés de la Indochina ocupada por Japón, el almirante Jean Decoux, colocó al príncipe Norodom Sihanouk, de 19 años, en el trono camboyano. Las autoridades francesas supusieron que el joven Sihanouk sería flexible, pero no calcularon bien.

Durante la Segunda Guerra Mundial, las fuerzas niponas ocuparon la mayor parte de Asia, y Camboya no fue una excepción. Sin embargo, los japoneses permitieron a la Francia de Vichy alineada con los alemanes controlar Camboya. El precio fue conceder a Tailandia (un aliado japonés, si puede llamarse así) gran parte de las provincias de Battambang y Siem Reap de nuevo, zonas que no fueron devueltas hasta 1947. Sin embargo, con la caída de París en 1944, los japoneses se vieron forzados a tomar el control directo del territorio a principios de 1945. Tras la Segunda Guerra Mundial, los franceses volvieron, convirtiendo a Camboya en un estado autónomo dentro de la Unión Francesa, pero reteniendo el control de facto. Los años inmediatamente posteriores a la guerra estuvieron marcados por las disputas entre varias facciones políticas del país, una situación que se hizo más inestable por la guerra Minh entre franceses y vietnamitas, que luego se extendió a Vietnam y Laos, y finalmente a Camboya. Los vietnamitas, igual que sucedió veinte años después en la guerra contra Lon Nol y el ejército de EE UU, se entrenaron y lucharon con grupos jemeres Issarak (jemeres libres) contra las autoridades francesas.

LA ÉPOCA DE SIHANOUK

El período que siguió a la independencia fue de paz y prosperidad; fue la época dorada de Camboya, unos años de creatividad y optimismo. Phnom Penh aumentó de tamaño y de estatura, los templos de Angkor se convirtieron en el mayor reclamo turístico del sureste asiático y Sihanouk recibió a muchos líderes influyentes de todo el mundo. No obstante, la Guerra de Vietnam no tardaría en extenderse a los países vecinos.

A finales de 1952 el rey Sihanouk disolvió el recién creado parlamento, declaró la ley marcial y se embarcó en una “cruzada real”: una campaña itinerante con el objeto de recabar apoyo internacional para conseguir la emancipación de su país. El 9 de noviembre de 1953 se proclamó la independencia de Camboya, reconocida por la Conferencia de Ginebra en mayo de 1954, que puso fin al control francés de Indochina. En 1955 Sihanouk abdicó, temeroso de ser marginado del poder. El “cruzado real” se convirtió en “ciudadano Sihanouk”. Juró no volver nunca más al trono, el cual fue ocupado por su padre. Fue un golpe maestro que ofreció a Sihanouk tanto autoridad real como poder político supremo. Su partido recién creado, Sangkum Reastr Niyum (Comunidad Socialista Popular), ganó todos los escaños del parlamento en las elecciones de septiembre de 1955 y Sihanouk dirigió la política del país durante los quince años siguientes.

Aunque temía a los comunistas vietnamitas, Sihanouk veía a Vietnam del Sur y Tailandia, ambos aliados de EE UU, como las mayores amenazas para la seguridad de Camboya, e incluso para su supervivencia. En un intento por esquivar estas amenazas, declaró la neutralidad de Camboya y rechazó aceptar más ayuda estadounidense, que hasta entonces había significado una parte importante del presupuesto militar del país. También nacionalizó muchas industrias, incluido el negocio arrocero. En 1965, Sihanouk, convencido de que EE UU había estado conspirando contra él y su familia, rompió relaciones diplomáticas con Washington y se alió con los norvietnamitas y China. Además, permitió a los comunistas usar el territorio camboyano en su batalla contra Vietnam del Sur y EE UU. Sihanouk estaba tomando posiciones, una opción peligrosa en una región tan volátil.

Estos movimientos y las políticas económicas socialistas emprendidas hicieron que los elementos conservadores de la sociedad camboyana fueran apartados del poder, incluidos los jefes militares y la élite urbana. A su vez, los camboyanos de izquierdas, muchos de ellos educados en el extranjero, mostraron su desacuerdo con la política doméstica. Agravó los problemas de Sihanouk el hecho de que todas las clases sociales estuvieran hartas de la corrupción dominante en las esferas gubernamentales y en los círculos cercanos a la familia real. Aunque la mayoría de los campesinos reverenciaba a Sihanouk como una figura semidivina, en 1967 estalló una rebelión rural en Samlot, Battambang, que hizo que el monarca considerara que la mayor amenaza para su régimen venía de la izquierda. Cediendo a las presiones del ejército, puso en marcha una dura política represiva contra la disidencia izquierdista.

En 1969 el conflicto entre el ejército y los rebeldes había empeorado, pues los vietnamitas buscaban asilo en Camboya. La posición política de Sihanouk se había deteriorado, debido en parte a su obsesión por el séptimo arte, que le restaba tiempo para las labores de gobierno. En marzo de 1970, mientras Sihanouk se encontraba de viaje en Francia, el general Lon Nol y el príncipe Sisowath Sirik Matak, primo de Sihanouk, le depusieron como jefe de Estado, aparentemente con el consentimiento tácito de EE UU. Sihanouk fijó su residencia en Pekín, donde estableció un gobierno en el exilio en alianza con un movimiento revolucionario camboyano que el monarca había apodado “jemeres rojos”. Fue un momento clave para la historia contemporánea camboyana, pues los jemeres rojos utilizaron su asociación con Sihanouk para atraer nuevas incorporaciones a su pequeña organización. Los primeros jemeres rojos afirman que “iban a las montañas” (una manera eufemística de denominar el alistamiento a su organización) para luchar por su rey, y no sabían nada de Mao ni del marxismo.

ESTALLA LA GUERRA CIVIL

Se habían trazado las bases para una sangrienta etapa de guerra civil. Sihanouk fue condenado a muerte in absentia, un movimiento excesivo por parte del nuevo Gobierno que impidió cualquier tipo de compromiso durante los cinco años siguientes. Lon Nol dio a las tropas comunistas vietnamitas un ultimátum para que se retiraran en una semana, lo que equivalía a una declaración virtual de guerra, pues los soldados vietnamitas se negaban a volver a su país para enfrentarse a los norteamericanos.

El 30 de abril de 1970, tropas estadounidenses y survietnamitas invadieron Camboya con la intención de aniquilar a miles de soldados del Vietcong, que utilizaban el país como base en su lucha por acabar con el Gobierno de Vietnam del Sur. Como consecuencia de la invasión, los comunistas vietnamitas retrocedieron hacia el interior de Camboya, desestabilizando todavía más al Gobierno de Lon Nol. El pequeño ejército de Camboya nunca tuvo ninguna posibilidad, y en pocos meses, las fuerzas vietnamitas y sus aliados, los jemeres rojos, invadieron todo el país. La máxima humillación llegó en julio de 1970, cuando los vietnamitas ocuparon los templos de Angkor.

En 1969, EE UU había iniciado un programa secreto para bombardear supuestos campamentos comunistas del país. Durante los cuatro años siguientes, hasta que en agosto de 1973 el Congreso estadounidense prohibió los bombardeos, amplias zonas de la mitad oriental del país fueron atacadas de manera sistemática por B-52 de EE UU, provocando miles de víctimas entre la población civil y convirtiendo a cientos de miles más en refugiados. Sin duda, esta campaña de bombardeos masivos ayudó a los jemeres rojos a reclutar más gente, porque cada vez más campesinos perdían a sus familiares en los ataques aéreos. Aunque el bombardeo final, el más duro, llevado a cabo en 1973, pudo haber salvado a Phnom Penh de una caída prematura, su brutalidad también ayudó a radicalizar la actitud de muchos líderes jemeres rojos y pudo haber contribuido a la brutalidad posterior que caracterizó su Gobierno.

El país se vio envuelto en enfrentamientos salvajes, que llevaron a la miseria a millones de camboyanos; muchos huyeron de las zonas rurales hacia la relativa calma de Phnom Penh y las capitales de provincia. Entre 1970 y 1975 cientos de miles de personas murieron en la guerra. Durante estos años, los jemeres rojos jugaron un papel decisivo al intentar derrocar el régimen de Lon Nol, fortalecido por el apoyo de los vietnamitas, dato negado con vehemencia por los dirigentes jemeres rojos a partir de 1975.

Los líderes de los jemeres rojos, incluidos Pol Pot e Ieng Sary, ambos educados en París, habían huido hacia las zonas rurales en la década de 1960 para escapar de la justicia sumaria que las tropas de seguridad de Sihanouk aplicaban a supuestos izquierdistas. Consolidaron el control sobre el movimiento y empezaron a atacar a sus enemigos antes de tomar Phnom Penh. Muchos de los comunistas camboyanos entrenados por los vietnamitas que habían vivido en Hanói desde la Conferencia de Ginebra de 1954 recorrieron la ruta Ho Chi Minh de vuelta para unirse a sus “aliados” en el ejército de los jemeres rojos en 1973. Muchos murieron en 1975, ejecutados por orden de la facción antivietnamita de Pol Pot. Asimismo, muchos partidarios moderados de Sihanouk que se habían unido a los jemeres rojos como muestra de lealtad a su líder caído más que por su ideología radical, fueron víctimas de purgas antes de que el régimen se hiciera con el poder. Esto estableció un precedente de las purgas internas y ejecuciones masivas que al final provocó la caída de los jemeres rojos.

El Gobierno de Lon Nol no tardó mucho en convertirse en impopular por su codicia sin precedentes y por la corrupción entre sus filas. Como EE UU financiaba la guerra, miembros del Gobierno y personal militar encontraron formas lucrativas de hacer fortuna, tales como inventarse “soldados fantasma” para embolsarse su paga, o vendiendo armas al enemigo. Lon Nol era percibido por una amplia mayoría como un líder ineficaz, obsesionado por la superstición, las predicciones de los futurólogos y las cruzadas místicas. Tal percepción aumentó con el golpe de marzo de 1971. Durante los cuatro años siguientes su control del país empezó a debilitarse, a la vez que aumentaba el poder de su hermano Lon Non.

A pesar de la enorme ayuda militar y económica de EE UU, Lon Nol nunca consiguió ganar la batalla contra los jemeres rojos. Grandes zonas rurales cayeron en manos de los rebeldes y muchas capitales de provincia quedaron incomunicadas de Phnom Penh. Lon Nol huyó del país a principios de abril de 1975, dejando al frente a Sirik Matak, quien se negó a la evacuación hasta el final. “Desgraciadamente, no puedo huir de manera tan cobarde […]. Solo he cometido un error: creer en vosotros, los americanos”, fueron las dolorosas palabras que Sirik Matak escribió al embajador estadounidense, John Gunther Dean. El 17 de abril de 1975, dos semanas antes de la caída de Saigón (en la actualidad Ciudad Ho Chi Minh), los jemeres rojos tomaron Phnom Penh.

LA REVOLUCIÓN DE LOS JEMERES ROJOS

Tras la toma de Phnom Penh, los jemeres rojos pusieron en práctica una de las reestructuraciones sociales más radicales y brutales jamás llevadas a cabo; su objetivo era una revolución en toda regla, no contaminada por aquellos que habían intervenido antes en la política del país, para convertir a Camboya en una cooperativa agraria dominada por los campesinos. A los pocos días de la llegada de los jemeres rojos al poder, toda la población de Phnom Penh y los pueblos de las provincias, incluidos los enfermos, ancianos y los débiles, fue obligada a marcharse al campo y a trabajar de doce a quince horas al día. En caso de desobediencia, a menudo se producía una ejecución inmediata. Asimismo, fue proclamado el Año Cero, se abolió la moneda, se interrumpió el servicio postal y el país quedó aislado del resto del mundo.

Pero, para Pol Pot, los jemeres rojos no eran un movimiento unificado, sino una serie de facciones que necesitaban ser depuradas. Ello provocó constantes purgas, que ya habían empezado con los ataques sobre los jemeres rojos entrenados por los vietnamitas y los partidarios de Sihanouk. En todo caso, al llegar al poder, lo primero que hizo Pol Pot fue eliminar, mejor dicho, exterminar, el antiguo régimen. Todos los miembros del anterior Gobierno y los militares que habían estado asociados con Lon Nol fueron ejecutados en pocos días. A continuación se inició la purga en las provincias, en las regiones exteriores organizadas en zonas geográficas. Las leales fuerzas de la Zona Suroeste, bajo el mando del general Ta Mok, a quien le faltaba una pierna, recorrieron varias regiones, “purificando” la población y provocando miles de muertes.

La represión alcanzó cotas grotescas en la sangrienta purga final contra la poderosa e independiente Zona Este; considerada más moderada que las otras facciones de los jemeres rojos, esta zona era ideológica y geográficamente más cercana a Vietnam. La facción de Pol Pot controló el resto del país antes de atacar el este en 1977. Cientos de líderes fueron ejecutados, lo que provocó una guerra civil en la zona oriental de Camboya. Muchos líderes de la Zona Este huyeron a Vietnam, creando el núcleo del Gobierno que los vietnamitas impusieron en enero de 1979. La gente estaba indefensa y se mostraba desconfiada, y muchos fueron deportados al noroeste con nuevos y azules kramas (pañuelos). Si no se hubiera producido la invasión vietnamita, todos habrían muerto, pues el krama azul era una señal secreta del partido para señalar a los enemigos orientales de la revolución.

Se desconoce exactamente cuántos camboyanos murieron a manos de los jemeres rojos durante los tres años, ocho meses y veinte días que duró el régimen. Según los vietnamitas fueron tres millones de personas, aunque expertos internacionales hablan de aproximadamente un millón. Investigadores de la Universidad de Yale estiman que la cifra ronda los dos millones.

Los jemeres rojos ejecutaron a cientos de miles de personas, y muchas más murieron de hambre y enfermedades. Las comidas consistían en poco más que un puñado de gachas de arroz dos veces al día, que debían dar sustento a hombres, mujeres y niños en sus duros días de trabajo en el campo. Las enfermedades se extendieron por los campos de trabajo y la malaria y la disentería segaron la vida de familias enteras; en muchos casos, la muerte era un alivio ante los horrores de la vida. Aunque algunas zonas eran mejores que otras, y algunos líderes más justos que otros, la vida para la mayoría era miserable y llena de sufrimiento en esta prisión sin paredes.

Los jemeres rojos separaron a los camboyanos de todo lo que apreciaban: sus familias, su comida, sus campos y su fe. Incluso los campesinos que habían apoyado la revolución se dieron cuenta de que estaban viviendo una auténtica locura. En 1978 nadie quería a los jemeres rojos, pero no quedaba ni una pizca de fuerza para revelarse… hasta que llegaron los vietnamitas.

LA INVASIÓN VIETNAMITA

Históricamente, las relaciones entre Camboya y Vietnam han sido tensas, porque los vietnamitas poco a poco y de manera continuada se han ido extendiendo hacia el sur, ocupando territorio camboyano. A pesar de que los dos partidos comunistas habían luchado juntos como camaradas de armas, las viejas tensiones pronto resurgieron.

De 1976 a 1978, los jemeres rojos instigaron una serie de enfrentamientos con Vietnam, y reclamaron el delta del Mekong, en su día parte del Imperio jemer. Sus escaramuzas en las provincias fronterizas vietnamitas dejaron cientos de muertos civiles. El 25 de diciembre de 1978 Vietnam lanzó una gran ofensiva sobre Camboya, derrocando el régimen de Pol Pot dos semanas más tarde. Mientras los tanques vietnamitas se aproximaban a Phnom Penh, los jemeres rojos huyeron hacia el oeste con tantos civiles como pudieron secuestrar, y se refugiaron en las selvas y las montañas de la frontera tailandesa. Los vietnamitas instalaron un nuevo Gobierno liderado por varios antiguos oficiales de los jemeres rojos, en el que se encontraba el actual primer ministro Hun Sen, huido a Vietnam en 1977. Los valedores de los jemeres rojos, los comunistas chinos, lanzaron un ataque masivo en la frontera norte de Vietnam a principios de 1979, con el objetivo de conseguir tiempo para sus aliados. Fracasaron, y tras diecisiete días las tropas chinas se retiraron. Poco después, los vietnamitas escenificaron un juicio en el que condenaron a muerte a Pol Pot y a Ien Sary por actos genocidas.

La población, traumatizada, tomó las calles en busca de supervivientes entre sus familias. Millones de personas habían sido arrancadas de sus lugares de origen y tuvieron que caminar cientos de kilómetros por todo el país. Las reservas de arroz se agotaron, pues la cosecha se dejó marchitar y se plantó poco grano, lo que provocó una hambruna generalizada en 1979 y 1980.

Sihanouk aceptó, bajo presiones de China, liderar un frente militar y político opositor al Gobierno de Phnom Penh. La coalición de resistencia dirigida por Sihanouk concentró, al menos sobre el papel, a un grupo monárquico leal, el Frente de Liberación Nacional del Pueblo Jemer, un grupo no comunista formado por el anterior primer ministro Son Sann, y los jemeres rojos agrupados en el Partido de Kampuchea Democrática, la principal organización de la coalición formada por tres partidos llamada Funcinpec (Frente Unido Nacional por una Camboya Independiente, Neutral, Pacífica y Cooperativa). A fin de asegurar un compromiso acorde con larealpolitik de la época, los crímenes de los jemeres rojos fueron dejados de lado.

A mediados de la década de 1980 el Gobierno británico envió al Servicio Aéreo Especial (SAS) a un campo en la jungla malasia a entrenar a guerrilleros en las técnicas de la colocación de minas terrestres. Aunque el SAS oficialmente ayudaba a las facciones más pequeñas, lo cierto es que los jemeres rojos se beneficiaron de esta experiencia y utilizaron las nuevas técnicas para intimidar y aterrorizar a los camboyanos. EE UU concedió más de quince millones de dólares al año en ayuda a las facciones no comunistas de la coalición dominada por los jemeres rojos.

Gran parte de la década de 1980 Camboya estuvo cerrada a Occidente, y solo se permitía la presencia de algunos grupos de ayuda humanitaria. La política del Gobierno estaba bajo el control de los vietnamitas, y Camboya pasó a formar parte del bloque del Este. En esta época, la economía estaba destrozada porque, al igual que Vietnam, Camboya sufría las consecuencias del embargo norteamericano.

En 1984 los vietnamitas invadieron todos los campos rebeldes que había en Camboya y obligaron a los jemeres rojos y sus aliados a refugiarse en Tailandia; estos se convirtieron en una guerrilla que realizaba incursiones con el objetivo de minar la moral de sus adversarios. Las tácticas utilizadas por los jemeres rojos fueron bombardeos de comandancias controladas por el Gobierno, colocación de miles de minas terrestres en zonas rurales, ataques al transporte por carretera, voladura de puentes, secuestro de líderes rurales, etc. También obligaron a miles de hombres, mujeres y niños que vivían en los campos de refugiados controlados por ellos a trabajar como porteadores, transportando munición y otras provisiones a Camboya a través de zonas minadas de la frontera. Los vietnamitas, por su parte, crearon el mayor campo de minas del mundo, conocido como K-5, que se extendía desde el golfo de Tailandia hasta la frontera con Laos, con el objetivo de cerrar el paso a la guerrilla. También enviaron a camboyanos a los bosques a cortar árboles en regiones remotas para prevenir emboscadas. Miles de ellos murieron por las enfermedades y las heridas provocadas por las minas terrestres. Los jemeres rojos ya no ocupaban el poder, pero para muchos, la década de 1980 fue casi tan difícil como la de 1970: una larga lucha por la supervivencia.

LLEGADA DE LA ONU

El final de la Guerra Fría se acercaba, la paz empezaba a llegar a todo el mundo, y Camboya no podía quedar fuera de este nuevo espíritu de reconciliación. Vietnam, país con la economía devastada y deseoso de acabar con su aislamiento internacional, anunció la retirada de todas sus tropas de Camboya en septiembre de 1989. Sin los vietnamitas, la coalición opositora, dominada todavía por lo jemeres rojos, lanzó una serie de ofensivas que forzaron al vulnerable Gobierno a sentarse en la mesa de negociación.

Los esfuerzos diplomáticos por acabar con la guerra civil empezaron a tener sus frutos en septiembre de 1990, cuando el Gobierno de Phnom Penh y las tres facciones de la coalición de resistencia aceptaron un plan de paz. Según este, se formaría un Consejo Supremo Nacional, una coalición integrada por todas las facciones, bajo la presidencia de Sihanouk. Al mismo tiempo, la Autoridad Transitoria de las Naciones Unidas en Camboya (Untac) supervisaría la administración del país durante dos años, hasta la celebración de unas elecciones libres y justas.

Sin duda, la Untac tuvo varios éxitos, pero sus fracasos le costaron caros a Camboya. La Untac impulsó muchas medidas internacionales a favor de los derechos humanos, abrió la puerta a un importante número de organizaciones no gubernamentales (ONG), y más importante todavía, el 25 de mayo de 1993 se celebraron elecciones con un 89,6% de participación. Sin embargo, los resultados fueron, a ojos de algunos, los perores posibles: el Funcinpec, liderado por el príncipe Norodom Ranariddh, consiguió 58 escaños en la Asamblea Nacional, y el Partido Popular de Camboya (PPC), que representaba al anterior Gobierno comunista, obtuvo 51. El CPP había perdido las elecciones, pero los líderes más veteranos amenazaron con una secesión de las provincias orientales del país. Como resultado, Camboya acabó con dos primeros ministros: Norodom Ranariddh en calidad de primer ministro principal, y Hun Sen como segundo primer ministro.

A día de hoy, la Untac está considerada por muchos como uno de los capítulos más exitosos de la ONU, aunque para otros lo que impulsó fue una paz mal concebida y mal ejecutada, porque muchos de los poderes que intervenían tenían sus propias hojas de ruta sobre cómo llevarla adelante. Para muchos camboyanos que habían sobrevivido a la década de 1970 era impensable que a los jemeres rojos, responsables de un genocidio, se les dejara participar en el proceso electoral.

El programa de desarme de la ONU despojó de sus armas a las milicias rurales, quienes durante mucho tiempo habían sido la espina dorsal de la red de defensa provincial del Gobierno contra los jemeres rojos. Esta medida dejó a las comunidades de todo el país vulnerables a ataques, mientras los jemeres utilizaban el velo de la legitimidad otorgado por el proceso de paz para reestablecer una red de guerrillas en todo el país. En 1994, cuando finalmente el Gobierno los declaró ilegales, los jemeres rojos eran probablemente una amenaza mayor para la estabilidad de Camboya que en ningún otro momento desde 1979.

Los principales objetivos de la Untac fueron “reestablecer y mantener la paz” y “promover la reconciliación nacional”, aunque a corto plazo no consiguió ninguno de los dos. Supervisó las elecciones, que fueron libres y justas, pero las acciones de los políticos de Camboya invalidaron su efecto. Se hizo poco durante el período de control de la ONU para desmantelar el aparato comunista del Estado establecido por el CPP, una máquina bien engrasada que aún hoy asegura el control por parte de los antiguos comunistas del servicio civil, la magistratura, el ejército y la policía.

EL LENTO ALUMBRAMIENTO DE LA PAZ

Cuando los vietnamitas lograron derrocar al Gobierno de Pol Pot en 1979, los jemeres rojos se escondieron en la selva. Las guerrillas boicotearon las elecciones de 1993 y posteriormente se opusieron a las conversaciones de paz que pretendían establecer un acuerdo de alto el fuego. La deserción de unos dos mil efectivos del ejército de los jemeres rojos en los meses posteriores a las elecciones hizo mantener la esperanza de que la larga insurrección desapareciera. Sin embargo, los primeros programas de amnistía apoyados por el Gobierno resultaron estar mal concebidos: la política de volver a reclutar tropas de los jemeres rojos y forzarles a luchar contra sus antiguos camaradas provocaba pocos incentivos para desertar.

En 1994 los jemeres rojos recurrieron a una nueva táctica: el objetivo iban a ser los turistas. Los resultados fueron terribles para varios extranjeros de Camboya. En 1994 apresaron a tres viajeros en un taxi en la carretera a Sihanoukville y los asesinaron. Pocos meses después, otros tres extranjeros fueron detenidos en un tren con destino a Sihanoukville y los ejecutaron antes de que el ejército pudiera llegar al lugar.

El Gobierno cambió de rumbo a mediados de la década de 1990, y optó por más zanahoria y menos palo en un intento por acabar con la guerra. El gran paso adelante llegó en 1996 cuando Ieng Sary, el Hermano Número 3 en la jerarquía de los jemeres rojos y ministro de Asuntos Exteriores durante su mandato, fue denunciado por Pol Pot por corrupción. Posteriormente lideró una deserción masiva de combatientes en la zona de Pailin, lo que sin duda determinó el destino de los jemeres rojos; Pailin, rica en piedras preciosas y árboles, había sido durante mucho tiempo el sostén económico que permitía financiar la guerrilla. La importancia de estas rentas, unida al hecho de que las fuerzas gubernamentales ahora solo tenían un enemigo en el que concentrar sus esfuerzos, sugería que los días de guerra civil estaban contados.

En 1997 empezaron a aparecer grietas en la coalición gubernamental y la incipiente democracia se vio de nuevo amenazada. Pero fueron de nuevo los jemeres rojos los que ocuparon los titulares. Pol Pot ordenó la ejecución de Son Sen, ministro de Defensa durante el régimen dictatorial jemer, y de varios miembros de su familia. Esto provocó un cambio en el liderazgo de la organización, y el general radical Ta Mok se hizo con el control de la guerrilla, e inició un ‘juicio’ contra Pol Pot. En Phnom Penh corría el rumor de que Pol Pot sería llevado ante la justicia internacional, pero finalmente quedó en arresto domiciliario.

Luego hubo un largo período de trámites judiciales, en el que tanto el Funcinpec como el CPP intentaron ganarse la confianza de los jemeres rojos conservadores que quedaban en el norte de Camboya. Ranariddh estuvo a punto de sellar un acuerdo con los guerrilleros de la jungla; le interesaba conseguir firmarlo antes de la entrada de Camboya en la ASEAN (Asociación de Naciones del Sureste Asiático), porque nada proporcionaría una mejor publicidad a la entrada que el final de la larga guerra civil. Pero el 5 de julio de 1997 la guerra irrumpió de nuevo en las calles de Phnom Penh cuando las tropas leales al CPP se enfrentaron con las tropas leales al Funcinpec. Los intercambios más duros se produjeron cerca del aeropuerto y de edificios gubernamentales clave; tras este brevísimo conflicto el CPP controló de nuevo Camboya.

Tras el golpe, los restos de las fuerzas del Funcinpec que se encontraban en la frontera tailandesa, cerca de O Smach, formaron una alianza con los últimos jemeres rojos bajo el control de Ta Mok. La inestabilidad parecía no tener fin, pues varios políticos y líderes militares del Funcinpec fueron víctimas de ejecuciones extrajudiciales, lo que provocó que muchos líderes del Funcinpec huyeran al extranjero, mientras los generales más veteranos pasaron a dirigir la resistencia.

A principios de 1998 el CPP anunció una ofensiva general contra sus enemigos en el norte. En abril había rodeado los baluartes de los jemeres rojos de Anlong Veng y Preah Vihear; en medio de estos duros enfrentamientos, el 15 de abril falleció Pol Pot, cuando se encontraba bajo arresto domiciliario decretado por los jemeres rojos. A la caída de Anlong Veng en abril, le siguió la caída de Preah Vihear en mayo, y los tres grandes, Ta Mok, Khieu Samphan y Nuon Chea, se vieron obligados a huir a la selva cerca de la frontera tailandesa con las tropas que lograron sobrevivir.

El resultado de las elecciones de 1998 consolidó al CPP como la fuerza dominante de la política camboyana y el 25 de diciembre Hun Sen recibió el regalo que durante tanto tiempo había estado esperando: Khieu Samphan y Nuon Chea desertaban y se pasaban al bando gubernamental. La comunidad internacional empezó a presionar para conseguir el establecimiento de un tribunal de crímenes de guerra que juzgara a los líderes de los jemeres rojos. Tras largas negociaciones, se llegó a un acuerdo sobre la composición del tribunal que juzgaría a los gobernantes de los jemeres rojos que aún seguían con vida. El CPP desconfiaba de un tribunal administrado por la ONU porque en su día este organismo se había alineado con la coalición dominada por los jemeres rojos contra el Gobierno de Phnom Penh; el partido en el poder quería tener mayor poder de decisión sobre quién y cómo iba a ser juzgado. La ONU, por su parte, dudaba de que el sistema judicial en Camboya fuera suficientemente sofisticado e imparcial como para juzgar unos crímenes de tal magnitud. Se llegó a una solución intermedia: un tribunal mixto formado por tres jueces internacionales y cuatro camboyanos, en el que era necesaria una mayoría superior a dos más tres para llegar a un veredicto.

A principios del 2002 se celebraron las primeras elecciones locales de la historia de Camboya, en las que se eligieron a los representantes de pueblos y comunas, un paso importante en el camino hacia la democratización del país. A pesar de que desde 1993 se celebraban elecciones generales, el CPP continuaba monopolizando el poder político en los ámbitos local y regional. En las elecciones generales celebradas en julio del 2003, el CPP se consolidó como primera fuerza en Camboya y el partido liderado por Sam Rainsy se adelantó al Funcinpec como segunda fuerza política. Tras casi un año de negociaciones, el Funcinpec relegó de nuevo al partido de Sam Rainsy, coaligándose con el CPP durante otro mandato.

LA CAMBOYA CONTEMPORÁNEA

El país está en una encrucijada en su camino por recuperarse de los brutales años del gobierno de los jemeres rojos. Si se compara la Camboya actual con la del oscuro abismo en el que estaba inmersa durante dicho gobierno, la situación parece optimista, pero si se mira a sus vecinos, no resulta difícil volverse pesimista. Camboya debe escoger su camino: pluralismo, progreso y prosperidad o intimidación, impunidad e injusticia. Todavía no se sabe muy bien hacia dónde irán las cosas.

En la actualidad aún no existe el tribunal especial que debe juzgar a los jemeres rojos, dejado de lado por la política de la Guerra Fría durante dos décadas, y luego retrasado por peleas burocráticas en el interior del país y en el extranjero. Finalmente y tras numerosas disputas entre las autoridades camboyanas y la comunidad internacional, el juicio en el Tribunal para el Genocidio camboyano está en marcha, pero es improbable que la maquinaria judicial vaya a ser lo bastante rápida como para juzgar a los ancianos líderes supervivientes de los jemeres rojos. El comandante militar Ta Mok murió en prisión en el 2006 y tanto Ieng Sary como Nuon Chea tienen problemas de salud. Aun así, el juicio a Kaing Guek Eav, alias Camarada Duch, saltó a los titulares durante gran parte del 2009 y cuando se redactó esta obra, se esperaba un veredicto en el 2010. La acusación pide una condena de cuarenta años, aunque algunas víctimas la consideran leve dada la magnitud de sus delitos y la cantidad de pruebas. También están en marcha los procesos de Ieng Sary, ex ministro de Asuntos Exteriores de los jemeres rojos, y Khieu Zampan, antiguo jefe de Estado.

Mientras tanto, el presupuesto del juicio no hace más que aumentar, habiendo alcanzado ya la cifra de 150 millones de US$, entre alegaciones y acusaciones de corrupción e interferencias políticas en el bando camboyano. Algunos camboyanos creen que el proceso mandará un importante mensaje sobre la responsabilidad que puede influir en algunos políticos hoy en el poder. No obstante, algunos consideran que el juicio no es sino un despilfarro, dadas las pruebas concluyentes contra los líderes supervivientes, y que una comisión sobre la verdad y la reconciliación habría procurado a los ciudadanos más respuestas sobre las motivaciones de los mandos intermedios de los jemeres rojos.

La familia real ha sido una constante en la historia camboyana contemporánea, y en especial el voluble monarca Sihanouk, quien de nuevo sorprendió al mundo con su abdicación en el 2004. Su relativamente desconocido hijo, el rey Sihamoni, accedió al trono y trajo una renovada credibilidad a la monarquía, porque se había mantenido al margen de la política partidista del pasado. Mientras tanto, el brazo político de la familia real, el Funcinpec, ha continuado viendo como muchos de sus militantes lo abandonaban. El príncipe Ranariddh fue derrocado como líder del partido que había fundado, y creó su propio Partido Norodom Ranariddh. Algunos demócratas cambiaron de bando y se unieron a Sam Rainsy, mientras otros se pasaron al CPP. Mientras, Ranariddh se vio obligado a exilarse debido a la acusación de “violación de confianza” por adulterio y venta de la sede del Funcinpec. El resultado final de las maquinaciones fue que dos partidos reclamaron el manto real, encontrándose hoy su causa más débil y más dividida que nunca.

Pero hay una nueva familia real, formada por dirigentes del CPP, que está haciendo planes de futuro con alianzas dinásticas entre sus descendientes. Tan solo hay que echar una ojeada a la lista de matrimonios de la pasada década, que evidencia que los líderes más mayores han puesto sus ojos en el futuro y empiezan a pasar el poder a los jóvenes cachorros del CPP. A la cabeza de esta élite está el primer ministro Hun Sen, que ha demostrado ser un superviviente, en lo personal y en lo político, pues ya estuvo presente en la batalla por Phnom Penh de 1975, conflicto en el que perdió un ojo. Parece que, al menos de momento, con un electorado inculto y una oposición dividida, “en el país de los ciegos, el tuerto es el rey”.

El líder opositor Sam Rainsy sigue recriminando a los gobernantes nacionales su falta de liderazgo; consolidado en zonas urbanas, está preparando el terreno para duelos con el CPP en años próximos. Aun así, Sam Rainsy y varios de sus correligionarios parlamentarios a veces se pasan de la raya y con frecuencia son despojados de su inmunidad y acusados de difamación.

Cuanto mayor sea la integración de Camboya en la economía regional y cuanto mayor sea la inversión que recibe, se hará más difícil para los políticos volver al pasado. En cualquier caso, parece que los monárquicos saldrán de la escena política y las próximas confrontaciones serán entre el arraigado CPP y el populista partido de Sam Rainsy.

http://www.lonelyplanet.es/destino-asia-camboya-128-historia.html

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