La política migratoria es oportunista, incluso en aquellos países, como Canadá, que se han formado gracias a los aluviones de emigrantes. Cuando es necesario se abre el grifo, e incluso recurre a traer esclavos a la fuerza, pero en cuanto cambia el ciclo, el emigrante pasa de ser una solución a ser un problema.
Los que abren y cierran el grifo de la emigración son los emigrantes que llegaron primero y que antes vendían la moto de que Canadá era la “tierra prometida”, sobre todo si no eran mano de obra barata. Canadá quería una fuerza de trabajo cualificada, es decir, promover la fuga de cerebros, para lo cual atrajeron a estudiantes, principalmente procedentes de los países asiáticos.