La doctrina de la igualdad

Una colaboración de Francisco Guanipa
por Pedro Donaire

Una de las ideas que la doctrina de la igualdad ha logrado implantar en el acervo cultural de la sociedad es que todos los hombres y mujeres somos iguales, habría que indagar si esto es realmente cierto o depende de qué categorías de cosas estamos hablando.

Por mi parte afirmo lo contrario, que no somos iguales, y aparte de las diferencias obvias anatómicas y biológicas, sabemos que se dan moldeamientos culturales que promueven distintas maneras de dar valor a las cosas, a su vez, existen personalidades distintas que la interacción individuo-sociedad va desarrollando en cada persona independiente de su sexo. Y, por supuesto, el talante natural, emociones y habilidades que por las razones antes expuestas, más las propias de su disposición y creación personal, hacen de cada persona un ser único.

Bueno es distinguir entre la desigualdad que define la impronta humana y, por otra parte, su situación ante la ley. No hay que cansarse de explicar que el orden jurídico debe encargarse de solucionar que todos seamos tratados indistintamente por la ley con el fin de evitar privilegios y asimetrías de poder. De esta distinción ya deberían tomar notas nuestros políticos …

Sin embargo, nuestro siempre exigible trato ante la ley dentro de un parámetro de igualdad con los demás, hemos de distinguirlo de nuestra concepción cultural y ontológica de todo ser humano que nos define como desiguales.

El pensamiento único que ha promocionado el igualitarismo conceptual ha creado palabras tabú en la sociedad. En este caso, hay personas tan adoctrinadas por la igualdad que sólo se atreven a decir «desigual» cuando hablan de la tienda de marca homónima, para las personas tienen asignadas palabras como distinta o diferente, pero desigual tiene connotaciones negativas.

Yo diría en pocas palabras que, ni hombres y mujeres son iguales, y ni hombres entre sí ni mujeres entre sí tampoco son iguales. Somos desiguales.

Libertad vs Igualdad

Mención aparte, pero sin duda muy estrechamente relacionada, es que la libertad sólo puede sustentarse bajo la idea de desigualdad, no de la igualdad. Dado que mis elecciones sólo pueden desarrollarse en espacios vitales cualitativamente distintos, e incluso, en situaciones materiales iguales, mi libertad de elección creará la diferencia que me hará potencialmente desigual.

Esto nos lleva a la tan traída idea de la igualdad de oportunidades. Es bien sabido que si todos partiéramos con unos mismos recursos, al cabo de un año o dos, las diferencias entre unos y otros serían sustanciales. Desde unos que lo habrían fulminado todo hasta otros que habrían duplicado dichos recursos.

En realidad la igualdad de oportunidades es una idea puramente economicista, y sólo ve un ideal de tabla rasa donde todos tengan los mismos recursos, e independientemente de que eso pueda ser posible sin violentar los derechos de nadie en el mundo actual, la igualdad de oportunidades no tiene en cuenta que la misma libertad de elección que nos hace desiguales, y/o viceversa, es el resorte fundamental que marca las oportunidades que cada uno ve en su vida y en la sociedad.

El ejemplo más sencillo de esto es aquel donde uno suele quejarse de la carencia en el mercado del producto ‘X,Y’, para otro es la oportunidad de abrir una línea de negocio que venda dicho producto.

 Pese a lo que parecen solamente unas obviedades, la doctrina de la igualdad sigue ganando adeptos en la sociedad y en la política, basta decir que algún que otro partido político se enorgullece de ser «el partido de la igualdad», y muchos discursos políticos rondan por este concepto a la hora de hacer sus proyectos. También se nota su efecto en distintos ámbitos sociales y profesionales. Puede entenderse como una nueva religión de naturaleza laica.

Por tanto, estas categorizaciones deben tenerse claras si no quieres caer en la trampa de esta doctrina que inunda la cultura.


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2 comentarios en “La doctrina de la igualdad

  1. Somos iguales cuando interesa, pero esta igualdad es una utopía. Las mujeres hemos ganado terreno pero nos queda mucho camino por recorrer.

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