Durante mucho tiempo, las llamadas “Cabezas de Stirling” (Stirling Heads), han sido consideradas como uno de los tesoros artísticos más importantes de Escocia. Talladas en torno al año 1540 por orden del rey Jacobo V , en realidad las citadas “cabezas” son una especie de escudos de madera de roble tallados con relieves, diseñados originalmente para decorar el techo del salón principal del castillo del Palacio Real de Stirling .
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Según los especialistas, las delicadas tallas representan figuras de distinto tipo: reyes y reinas británicas, miembros de la corte y otros personajes, pero también figuras mitológicas y fantásticas, como dioses de la Antigüedad clásica e incluso un bufón en actitud burlona.
En la actualidad los historiadores no saben cuántas de estas “cabezas” –sería más apropiado hablar de bustos– decoraron originalmente el salón de Stirling. Hoy se conservan treinta y cuatro de ellas, y se sabe también que otras dos se perdieron durante un incendio ocurrido en la primera mitad del siglo XX.
Al parecer, en la época de su elaboración estaban de moda entre las clases poderosas las monedas romanas, que presentaban retratos de emperadores en una de sus caras e imágenes de divinidades clásicas en otras. Por esta razón, los expertos creen que los “escudos” tallados de Stirling pudieron imitar este tipo de representación, aunque sustituyendo los personajes y dioses de la Antigüedad por otras figuras contemporáneas.
Reproducciones de las ‘cabezas’ de Stirling | Crédito: Flickr! – Brian Smith (Licencia CC).
Los investigadores también intuyen que las tallas estuvieron en su día policromadas –aunque hoy muestran únicamente el color de la madera–, pues se han detectado restos de pigmentos de color en algunas de las piezas.
Pero a pesar del indudable valor e interés que tienen estas “cabezas” a nivel histórico y artístico, un hallazgo inesperado realizado hace cinco años convirtió a las piezas en objetos únicos en el mundo. Al menos, a una de ellas.
En el año 2009, la institución Historic Scotland –responsable de velar por el patrimonio escocés– encargó al artista John Donaldson la realización de una serie de réplicas de las célebres “cabezas”, con la finalidad de exponerlas para disfrute de los visitantes al castillo.
Mientras trabajaba en la cabeza catalogada por los expertos con el número 20, en la que se representa a una dama, Donaldson detectó la presencia de una serie de símbolos (0, I y II) que se repetían de forma intercalada en el borde de las piezas circulares.
La curiosa sucesión de signos llamó la atención del artista, pues no aparecía en ninguna de las otras piezas, y además no parecía aleatoria. Donaldson informó del hallazgo a los responsables de Historic Scotland, y poco después se inició una investigación que terminó revelando un detalle sorprendente:aquellos símbolos parecían corresponderse con algún tipo de notación musical. En otras palabras: el artista había tallado en ellas una especie de partitura.
Reproducción en color del aspecto original del techo | Crédito: Flickr! – Stefan Klaas.
Tras examinar los signos con detenimiento, Barnaby Brown, experto de la Royal Scottish Academy of Music and Drama –institución especializada en música escocesa antigua– llegó a la conclusión de que, en efecto, se trataba de una “partitura” destinada a algún instrumento de cuerda, posiblemente un arpa, una viola o similar.
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Durante las pesquisas, Brown y sus colegas de la academia llegaron incluso a reproducir cómo habría sonado aquella “partitura”, empleando para ello instrumentos similares a los utilizados en el siglo XVI. Todo un “código oculto” que, casi quinientos años después, ha vuelto a sonar en las estancias reales del castillo de Stirling.
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