La limosna perpetúa la pobreza y no ayuda a nadie. La limosna no ayuda a la integración social y laboral de personas con dificultades sociales, laborales y económicas. Existen otros medios para que recobren su autonomía y puedan cubrir sus necesidades vitales.
Bajo el lema ‘La limosna, no es la solución’, el Ayuntamiento quiere insistir en la necesidad de realizar una labor educativa y de apoyo a las personas en riesgo de exclusión social. Dar dinero o pedirlo en la calle no soluciona el problema. Ya que si se da limosna, se rompe la labor educativa que desarrollan las instituciones a lo largo del año.
Este mensaje insiste en la confianza hacia las instituciones y entidades sociales que intentan ofrecer alternativas reales a las personas en situación de necesidad, para conseguir su integración social y laboral y que recobren o adquieran autonomía para cubrir sus necesidades vitales.
La población debe tener en cuenta el destino y efectos de la limosna indiscriminada y optar por potenciar el proceso de desarrollo personal de quienes piden limosna, informar sobre los recursos sociales existentes, reorientar las actitudes positivas de ayuda a los demás a través de los cauces adecuados y realizar una autocrítica de las entidades de servicios sociales respecto a la intervención en los procesos de integración social.
La limosna no ayuda: perpetúa la pobreza, favorece la explotación infantil, aleja al mendigo de los sistemas de protección, dificulta la participación en los planes de inclusión, permite mantenerse en los hábitos negativos, adicciones y dependencias, cronifica el desarraigo, la pérdida de estima personal y social y facilita la explotación de la pobreza por parte de las mafias.
Consecuencias negativas
La limosna tiene consecuencias negativas tanto en el que la da como en el que la recibe.
Para quien da supone falta de implicación social, tranquilidad de conciencia, desvalorización de las entidades que trabajan con estas personas y no escuchar realmente a quien pide ni atender sus necesidades reales.
Para quien pide, la limosna también tiene consecuencias negativas: degradación humana, pérdida de capacidad de iniciativa, explotación de menores, maltrato femenino, agravamiento de la marginación y aumento de la dependencia y potencia el aislamiento social.
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